Estar herido por la herida del otro.
En la ciudad se cruzan cada día hombres y mujeres que, cada vez más numerosos, piden ayuda… Lo que podemos hacer… es comportarnos de tal modo que esa mujer, ese hombre, se den cuenta de que los veis… Un día me dijo uno de ellos: «Lo peor en esos momentos es su mirada. No distingue entre el ser humano que mendiga y el cartel que hay en la pared detrás de él»… Todo esto explota dentro de mí con la violencia de una bomba, dado que estoy herido por la herida del parado, por la herida de la muchacha de la calle… como una madre está enferma por la enfermedad de su hijo. Eso es la caridad…, estar herido por la herida del otro. Y unir también todas mis fuerzas a las fuerzas del otro para curar juntos su mal, que se ha vuelto mío.
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Abbé Pierre,
Testamento,
Cásale Monf. 1994, pp. 143, 148
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