Domingo VII del Tiempo Ordinario. 23 febrero, 2020
“Amad a vuestro enemigos,
haced el bien a los que os aborrecen
y rezad por los que os persiguen y calumnia”.
¡Casi nada! Si hasta nos cuesta ceder el asiento en el autobús o dejar pasar a alguien con prisa en la cola del mercado. Y es que, además de que nos cuesta esto de hacer el bien tan gratuitamente, además de eso, no está bien visto. Si vas por la vida devolviendo bien por mal acabas pareciendo un idiota integral.
Dan ganas de decirle a Jesús: “-Mira, con ese programa no se va a apuntar nadie. Mejor será que pongas los pies en el suelo y bajes el nivel”.
Y estoy segura de que a lo largo de la historia más de una persona lo habrá pensado así e incluso habrá tratado de convencer a Jesús. Seguro que sus primeros discípulos algo le dirían. Pero no hizo caso. Y no solo propuso este programa, sino que vivió de acuerdo con él. Se dejó matar por él.
Y a lo largo de la historia otras muchas personas han hecho lo mismo. Hasta aquí la cosa está bien. Porque Jesús era Dios, y todos los demás santos.
Pero no queda ahí la cosa. Hoy, en más de un país, alguien como tú y como yo, un cristiano sencillo cree esas palabras y las está viviendo.
Ahora mismo hay personas cristianas, en países en guerra de mayoría islámica, que atienden en sus hospitales a musulmanes heridos.
Sí, también ahora, en nuestros días hay una lista interminable de mártires cristianos que mueren. Muchas veces torturados, sin renunciar a su fe. Perdonando a sus verdugos, amando.
El amor por los enemigos no es cosa de idiotas, es de personas valientes y generosas. Hay personas (las ha habido siempre) que saben que el odio solo genera odio. Que saben que solo el amor rompe la espiral de violencia. Solo el perdón nos devuelve la dignidad y nos hace crecer como personas.
Cada gesto de odio, de rechazo, de violencia o de rencor, nos deshumaniza. Hace más inhóspito el mundo. Y menos posible la convivencia. Pero de la misma manera. Cada gesto de perdón, de paz, de generosidad o de entrega contribuye de manera eficaz a crecer en humanidad.
Oración
Gracias, Trinidad Santa, por el testimonio valiente de nuestras hermanas cristianas perseguidas.
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Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa
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