“Soy madre, católica y activista pro LGTB”
Una interesante entrevista de hace unos años pero de rabiosa actualidad…
Cecilia Villanueva se hizo conocida a mediados del 2016 por una foto en la que aparecía portando un original cartel donde se leía el texto “Esta mamá MARCHA POR LA VIDA de su hijo homosexual”, usando el logo de la “Marcha por la Vida”. La razón: el padre de su hijo es miembro de una ONG conservadora coorganizadora de la famosa Marcha por la Vida, organización que no solo se opone al aborto sino también al control de la natalidad e incluso expresa críticas a la población LGTB y su activismo.
Pues bien, el hijo en mención es Carlos Polo, militante de Tierra y Libertad y activista del FA Diversidades y del Comité de Defensa Animal FA. A continuación, algunas palabras suyas sobre su involucramiento en el activismo LGTB como madre y su opinión como católica.
Aprendiendo y entendiendo
A los pocos meses de conocer la orientación sexual de mi hijo* me contó de la existencia de un grupo de familiares de miembros LGTB que se reunía una vez al mes y compartían sus experiencias: la AFDS – Perú. No dudé ni un momento en asistir ya que recuerdo que lo que más quería era APRENDER, CONOCER PARA ENTENDER.
Dentro del grupo pude escuchar distintos testimonios y vivencias. Madres a las que les había costado mucho más trabajo aceptar y comprender a sus hijos. Hijos que contaban como tristemente habían enfrentado el rechazo de sus familias al punto de ser echados a las calles. O hijos que aún no se lo contaban a su familia. Y que vivían con la incertidumbre, el no saber si con ellos se repetiría la historia de rechazo o si más bien sus madres los comprenderían, pronto o con el pasar de los años, como las madres que asistíamos a las reuniones. Pero para eso estábamos. Para aconsejarles sobre cómo hacerlo y acompañarles en ese proceso tan importante que es el de sincerarse con la familia. De todas esas experiencias, aprendí mucho y puedo decir que a partir de ello he conocido distintas realidades.
No hay contradicción entre mi fe y apoyar a mi hijo gay
Me defino como mamá y activista. Pero también soy creyente. Y en mi caso nunca vi ninguna contradicción entre apoyar a mi hijo en la lucha por sus derechos humanos como persona lgtb y mi fe como católica, ya que justamente se trata de amar a tu prójimo y más a los que tenemos cerca. Hace poco leí una frase: “ser homosexual y ser cristiano no es contradictorio, ser cristiano y odiar a tu prójimo sí lo es”.
Sin embargo, en estos 5 años como activista viendo, escuchando y leyendo declaraciones de la jerarquía de la iglesia católica en particular, mi postura ahora es distinta, es crítica. Antes no. Solo asumía todo. Y en ese camino escuchar al cardenal de mi país, referirse a las personas LGTB como mercadería fallada y los discursos pro vida y pro familia que se dedican a difundir ideologías de odio contrarias al verdadero discurso de amor y caridad….
Por eso ahora creo en Dios y sigue siendo mi fortaleza, a quien siempre acudo, pero estoy alejada de la iglesia.
¿Dónde está el pecado?
Ante las denuncias de los discursos de odio, es muy común oír como respuesta de los grupos y líderes conservadores que “no se odia al pecador, sino al pecado”. Sin embargo, mi pregunta es: ¿dónde está el pecado? Solo son personas queriendo vivir vidas auténticas y plenas sin hacerle daño a ninguna otra persona.
Otra frase típica en ellos es que sí se hace un daño al dar un “mal ejemplo a los niños”. Incluso afirman que hay un complot para “confundirlos”, “adoctrinarlos” y hasta “pervertirlos”. Yo les aseguro que mi hijo no es lo que es ahora producto de una confusión, adoctrinamiento o mucho menos perversión. Mi hijo tiene una madre heterosexual, un padre heterosexual y les aseguro que si algún adoctrinamiento tuvo fue el de crecer con un padre que estaba metido de lleno en los movimientos “pro familia” contra lo que ellos llaman “la ideología de género”. Así que nadie podría decirme que a un niño se le va a cambiar su orientación sexual por medio de adoctrinamiento cuando mi hijo es el testimonio vivo de que, a pesar de todos los esfuerzos y la crianza, no podemos cambiar lo que nuestros hijos son. No habría razón para hacerlo. Porque no hay nada de malo en ellos. Repito, no le hacen daño a nadie. Habría más bien que tener la humildad de escucharlos, conocerlos y establecer una relación de confianza y horizontalidad con ellos. Algo que yo recién pude iniciar cuando mi hijo tenía 18 años. Pero, como tanto me dice mi hijo, qué bueno hubiera sido tener esa relación desde un comienzo.
Me es tan difícil comprender como alguien puede llamarse cristiano y apoyar, por ejemplo, a un candidato como Donald Trump solo por el hecho de asumir las banderas “pro vida” y “pro familia”. Un personaje como Trump, quien demuestra un desprecio por el prójimo, arrogancia, prepotencia, una imagen tan contradictoria a la que nos ofrece Jesús, de comprensión y amor por el prójimo, y especialmente por aquellos que se encuentran en una situación difícil. Me sorprende ver como mis hermanos de fe pueden llegar a asumir posturas tan reñidas con lo que verdaderamente significa nuestra fe. Trato de ponerme en su lugar, ya que, como mencioné, yo también solía asumir y seguir ciertas corrientes, pero yo en verdad espero que podamos tomarnos un momento para reflexionar sobre aquello que estamos haciendo, un momento para preguntarnos si realmente estamos haciendo algo que da testimonio de lo que significa seguir a Cristo.
*: Soy madre de dos hijos Carlos (23) y el menor (16). Siempre tuve una buena relación con el mayor de mis hijos. Sin embargo, más allá del afecto, me daba la impresión (y se lo mencionaba) que, en vez de un hijo, tenía un inquilino alojado en el dormitorio de al lado. Le hacía preguntas y el solo contestaba con miradas. No podía saber qué pensaba, qué sentía, qué le pasaba… por qué siempre tan solitario, introvertido, reflexivo.
Hasta que una madrugada conversando (mayo 2012) me preguntó que pensaría si me dijera que le gustaban los chicos. Mi respuesta fue: “¿Qué te podría decir? Si me estás diciendo que tú como persona te enamoras de otra persona. Lo que me extrañaría es que te enamores de un árbol, un carro o algo así”.
Pero esa es mi historia, y existen tantas distintas historias como distintas son las personas y sus familias.
Fuente Frente Amplio Perú
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