Providencia y III
Del blog Nova Bella:
“Hay singular providencia
en la caída de un pájaro.”
*
William Shakespeare
***
Del blog Nova Bella:
“Hay singular providencia
en la caída de un pájaro.”
*
William Shakespeare
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“Orar es un sentirse bañado y personalmente acompañado por la envolvente atmósfera de quien sostiene el compás del tiempo”
“No es cierto que, en sí misma, cualquier actividad sea oración, pero sí lo es que todo puede convertirse en oración”
“Lo decisivo no es ni el momento, ni el lugar, ni el modo, sino la activación de nuestro interno receptor de eternidad”
“La oración nos hace vivir adelantadamente una leve fracción de esa plenitud, pero a veces nos parece ensoñación y otras un vano autoengaño”
“Somos llevados por la atracción de un movimiento que no dominamos hacia cumbres insondables que nos dejan sin palabras sin que nosotros nos movamos en absoluto del lugar que ocupamos ni del habitáculo en el que nos sentamos”
| Pedro Castelao, Universidad Pontificia Comillas
«Estad siempre gozosos. Orad sin interrupción. Dad gracias por todo» (1Tes 5, 16-18a). Orar es cobrar conciencia explícita de la presencia omnímoda del amor de Dios y dirigirse a Él como un hijo habla con su padre o con su madre. Es ponerse en presencia de Dios, abrirse al influjo de su Espíritu y dejarse moldear por su Verbo.
Pero no es sólo, ni principalmente, un acto de conciencia. Se trata más bien de un sentirse bañado y personalmente acompañado por la envolvente atmósfera de quien sostiene el compás del tiempo, para percibir su imperceptible «estar», más allá y más acá de toda otra forma ordinaria de habitar el espacio y la secuencialidad temporal.
Hay innumerables formas de oración. Y todas son saludables si nos ayudan a ponernos en presencia de Dios.
Unos rezan con breves fórmulas repetitivas sin apenas callarse. Otros en completo silencio sin casi proferir palabra. Unos rezan con la Biblia, otros con la contemplación de la naturaleza. Hay quien entona salmos, otros meditan los Evangelios. Otros observan distantes su flujo interno de conciencia en la máxima quietud que les es posible. Otros rezan en el metro transfigurando el ajetreo de la ciudad luego de visitar enfermos en el hospital o de trabajar en barrios pobres con inmigrantes o marginados. Otros experimentan la presencia de Dios en su activa lucha por la justicia y otros cultivan la disciplina de la lectura, el estudio, la meditación y la escritura.
No es cierto que, en sí misma, cualquier actividad sea oración, pero sí lo es que todo puede convertirse en oración.
No hay oración cuando estamos horizontalmente dispersos en la superficie de nuestros quehaceres, por más que estemos arrodillados ante la custodia.
Y no hay situación o actividad, por más caótica o tumultuosa que sea, que no pueda servir como catalizadora de un impulso de transcendencia que nos catapulte realmente ante la presencia última de Aquel frente al cual todo es penúltimo.
Lo decisivo no es ni el momento, ni el lugar, ni el modo, sino la activación de nuestro interno receptor de eternidad sean cuales sean las circunstancias externas o internas en las que nos veamos.
Orar es, pues, unirse con nuestros sentidos, afectos, sentimientos, pensamientos e imaginación con Dios, en una relación de intimidad en la que nos mostramos, querámoslo o no, desnudos de todos nuestros roles y de todos nuestros relatos de propia justificación para confesar el mal que hacemos, el bien que dejamos de hacer y, en la medida en que nos es dado recibirlo y gustarlo, experimentar el perdón de un amor de Dios que nos impulsa a ser mejores y más exigentes con nosotros mismos y mucho más indulgentes con los demás.
Orar contribuye decisivamente a nuestra sanación interior, a la más honda integración de todas aquellas tendencias que, a veces, tiran de nosotros en direcciones opuestas hasta el punto de desgarrar nuestro interior.
Orar repercute en todo nuestro ser, pues somos una unidad. Y toda ella vive tanto nuestras alegrías y éxitos como nuestras heridas y fracasos.
Orar es como ponerse moreno. Uno lo hace queriendo y sin querer. Hay que exponerse, queriendo, a los rayos solares, pero una vez ahí son ellos los que, sin querer, activan la melanina que tiñe nuestra piel.
Y es que la iniciativa, la actividad incitadora, el protagonismo es siempre de esa divinidad que, como el sol, jamás deja de comunicarnos los destellos de su amor, porque, aunque su recepción inmediata implica la acción positiva de nuestra libertad, esta no es nunca lo primero, por más que lo parezca, sino la respuesta a una llamada anterior que antecede completamente todo nuestro obrar.
En la oración aspiramos a que lo imposible, sea posible. A que lo ya irremediable pueda tener remedio.
Y no me refiero aquí a esas primarias e infantiles peticiones que convierten la oración en un ejercicio inverso de lo que, en realidad, debería ser. La oración consiste en estar abiertos a la voluntad de Dios, a su palabra, a su moción. Y es, entonces, el ejercicio espiritual en el que debemos dejarnos convencer y moldear, en nuestros sentimientos, deseos e ideas, por el amor de Dios, en lugar de, endurecidos en nuestro ego, pretender convencer a Dios para que se cumpla nuestra voluntad estableciendo con quien todo nos lo da una horrible relación de mercantil compraventa.
Lo que los niños hacen con su imaginaria hada madrina podemos hacerlo nosotros con Dios —¡ay!— cuando, en lugar de ponernos nosotros a su servicio —y ninguna plenitud es mayor para el hombre que el servicio de Dios— pretendemos que sea Dios el que nos sirva a nosotros realizando aquello que creemos desear. Porque lo cierto es que, la mayoría de las veces, no sabemos ni lo que queremos, y somos como infantes caprichosos e inconstantes, como en todas esas incontables ocasiones en las que, queriendo algo con todas nuestras fuerzas, resulta que luego no lo reconocemos como lo que, en realidad, queríamos.
La cuestión es, pues, de escucha, adoración y entrega y no tanto de petición, exigencia y trueque, porque lo que realmente está en juego en la oración es si es posible lo imposible y si lo ya irremediable, puede tener remedio en Dios.
El problema real es el mal, el dolor, el sufrimiento y la muerte como realidades cuya derrota definitiva sólo Dios puede llevar a cabo en la plenitud escatológica allende la historia ordinaria de la creación.
Y es ahí donde el cristianismo, en la oración, nos anticipa lo imposible y lo irrealizable. Aquello sobre lo que Unamuno reflexionó en su escrito Nicodemo el fariseo y que consiste fundamentalmente en que Dios pueda sanar nuestras heridas, curar nuestras cicatrices, perdonar el mal cometido y borrarlo completamente del universo transformándolo de tal manera que fuese como lo nunca acontecido al quedar totalmente desactivado y carente de negatividad.
Nuevo nacimiento, sanación completa, redención absoluta, perdón incondicional. Eso es lo que la oración nos hace pregustar aquí y ahora en unas condiciones bien precarias tendentes a la dispersión espiritual y al sometimiento a las condiciones horizontales de una existencia ante la que dichas condiciones se presentan como definitivas y últimas. Como si una palabra de salvadora eternidad no sólo fuese impensable, sino del todo imposible.
La oración nos hace vivir adelantadamente una leve fracción de esa plenitud, pero a veces nos parece ensoñación y otras un vano autoengaño.
Las aproximaciones de la neurología o la psicología profunda a la cuestión de la oración —siendo en sí mismas extraordinariamente interesantes— adolecen todas de un mismo déficit.
Tienden a confundir la profundidad de la mente y sus internos mecanismos fisiológicos con el abismo del espíritu humano. Y es que el yo profundo, por más profundo que sea, por más estructuras transpersonales de las que se libere, por más que se disuelva su perfil, por más inconsciente y oscuros que sean los sótanos de su trastienda, no son —en este nivel analítico, transegoico o neurofisiológico— sino la superficie más accesible de una personalidad que, cerebralmente sostenida por interacciones sinápticas y procesos bioquímicos, se muestra, ciertamente, fascinante, compleja y profunda, pero con una hondura y profundidad de un alcance siempre medible, evaluable y explorable en términos de análisis, sondeo y experimentación.
Quiere esto decir que, siendo del máximo interés todo cuanto la neurobiología y o la psicología nos pueda enseñar sobre la complejidad y profundidad de nuestro yo cerebral, la dimensión hacia la que apunta la oración transciende infinitamente todo fenómeno fisiológico para emboscar al ser humano en un nivel de profundidad en el que las brújulas se vuelven locas, los sónares tienen comportamientos extraños y no hay mecanismo de verificación empírica que funcione, en definitiva, de manera cabal.
Porque de lo que aquí se trata, finalmente, es de nuestro yo místico, de nuestra identidad abisal, de la raíz última de nuestro ser de criatura, creada a imagen y semejanza de Dios, y constituido en su hondura más íntima por una singularidad tan especial y genuina que, curiosamente, permanece siempre ella misma a lo largo de la vida como si fuese sin edad durante todas las edades de su biografía. Como si su verdadero tiempo y su verdadero lugar no fuesen de este mundo y, por tanto, pudiese percibirse a sí misma siendo niña, joven, adulta o anciana, siendo todo esto a la vez y ninguna de ellas por separado al margen del flujo vital en el que está. Me estoy refiriendo a ese hondón de nuestra alma y de nuestro espíritu al que siempre se han referido los autores espirituales y místicos que en el mundo han sido. Es en esa dimensión y en esa insondable profundidad de nuestro yo en la que acontece la experiencia de la oración.
Como se ve, no se trata, pues, del alcance cuantitativo de una hondura determinada de conciencia, sino del encuentro con una infinitud —la divina— que diviniza la condición humana al transportarla a una dimensión en la que el tiempo ya no es duración, el espacio no es extensión y la materia —como en la transfiguración— se vuelve translúcida.
En esta dimensión a la que somos transportados —sin movernos de donde estamos y sin que, en apariencia, nada cambie cuando, en realidad, ya todo es distinto— en los momentos de mayor lucidez e intensidad orante nos situamos en la onda vital de lo que la Escritura y la Tradición han llamado Espíritu Santo.
Y es en él, en el movimiento incesante del Espíritu divino, donde nuestro espíritu humano se encuentra con la fuente de toda vitalidad, con el dador de vida, con aquel que, sin ser creación, literalmente anima a todo lo creado desde su más íntimo interior.
En un interior en el que, en la oración, somos siempre invitados a configurarnos con la hechura biográfica de Jesucristo, siendo nuevamente remitidos al anclaje vital, espacio temporal, histórico y concreto del que nunca hemos salido.
Y es que en el proceso orante ocurre —pero sin histrionismos, ni gritos, ni aceleraciones— lo mismo que en una gigantesca noria o en una montaña rusa.
Somos llevados por la atracción de un movimiento que no dominamos hacia cumbres insondables que nos dejan sin palabras sin que nosotros nos movamos en absoluto del lugar que ocupamos ni del habitáculo en el que nos sentamos. Y las cosas que vemos, sentimos y gustamos en esos movimientos de oscilación —que no son ni cosas, ni visibles, ni sensibles, ni gustables— hacen que nuestro punto de inicio —del que jamás nos hemos movido ni un ápice— lo percibamos, después de y durante la experiencia de la oración, de un modo cualitativamente transfigurado, cuando, sin saber muy bien por qué, finaliza la oración —cosa que, en el fondo, querríamos que no ocurriese nunca.
Y en nuestro punto obligado de llegada nos volvemos a encontrar con la referencia cristológica que nos mueve al seguimiento de quien, en el mismo mundo, en la misma línea espacio temporal que nosotros habitamos ahora, vivió en transparencia diáfana su relación con Dios.
Por eso la oración no nos hace huir de la vida, como no hizo huir a Jesús de la suya, sino que nos resitúa ante sus problemas y vicisitudes de una forma enteramente nueva: en la lógica del Reino, del amor a Dios y del amor al prójimo.
Vista desde una perspectiva tecnocrática y meramente utilitaria la oración no sirve para nada. Comprendida en su ser más auténtico lo es todo.
En ella se encuentra el hombre con su Creador y es invitado a vivir como su Hijo eterno siendo interiormente transformado por el amor infinito de su santo Espíritu.
Fuente Religión Digital
El cantante Pedro Moreno, más conocido por su nombre artístico Violeta la Burra, falleció el pasado día 29 de enero en Sevilla a los 84 años de edad. El sevillano, que ha sido enterrado en el cementerio del municipio de Herrera —su localidad natal— está considerado un transformista emblemático del cabaret barcelonés y, durante sus últimos años de vida, vendía flores y sus propias casettes en la coctelería barcelonesa Dry Martini.
Pedro Moreno nació en Sevilla el mismo año en que estalló la Guerra Civil. De pequeño, trabajó de aprendiz en un taller de zapatería y en los campos de olivos de Herrera, el pequeño municipio en el que nació y se crió. En 1955, y totalmente decidido a dedicarse al mundo de la música, emigró a Barcelona, donde adquirió su nombre artístico —Violeta la Burra— y empezó a actuar como transformista, bailando flamenco —aunque nunca recibió formación al respecto— e imitando a las folclóricas de la época, en alguno de los locales más emblemáticos en ese momento —como Los Claveles, el Teatro Arnau o Andalucía de Noche— en una ciudad condal que ya no existe. De ahí, el sevillano pasó a trabajar en la célebre sala Barcelona de Noche. Luego se incorporó al cuerpo de baile de Lola Flores, en los espectáculos que la artista gaditana representaba en los teatros Victoria y Calderón, y llegó a hacerse bastante amigo del pintor español Salvador Dalí.
Pero su suerte cambió por completo el día que un empresario francés, Jean Marie Rivière, le vio actuando en el Whisky Twist y decidió llevarle a París, donde Violeta la Burra se convertiría en una de las estrellas de la sala de espectáculos Le Paradis Latin. En aquel cabaret parisino, la clientela masculina se rindió a los pies del artista sevillano al verle realizar espectáculos como el de La Violetera. «Me mezclaba alrededor de las mesas con mi cesta [con uvas, plátanos y pepinos]. Mientras cantaba ‘La Violetera’, me acercaba a los hombres, les hacía abrir la boca y les metía dentro una uva, o medio plátano. Luego, yo mordía la otra mitad de la fruta al mismo tiempo, mientras mis labios tocaban los de ellos», confesó el artista al cineasta Eduardo Gión en una entrevista para la revista Candy Magazine.
«[Violeta] Me contaba en esa entrevista cómo en los años setenta se convirtió en un mito, alegrando las fiestas privadas de Dalí en el Hotel Ritz. El pintor la iba a ver exclusivamente a los cabarets para luego invitarla a sus ‘happening’», señala Gión a dosmanzanas. Dos años después de empezar a actuar en París, Violeta la Burra decidió volver a España para cuidar de su enferma madre. «Ella era más francotiradora, más subversiva y volvió a su Barcelona canalla, donde con sus hortalizas por vestido y arma arrojadiza se metía al público en el bolsillo. Tuve la suerte de poder grabar una entrevista de dos horas con ella y que ahora montaremos en forma de homenaje, para que se pueda ver en el 2021», añade Gión.
En España, Violeta grabó varios álbumes —algunos autofinanciados— y llegó a realizar un cameo —en el papel de un preso travesti— en la película de Óscar Aibar El Gran Vázquez (2010). En sus últimos años de vida, solía vender sus propias casettes, así como flores, en la coctelería barcelonesa Dry Martini, de cuyo dueño era buen amigo. El artista, que falleció el pasado día 29 de enero en su Sevilla a los 84 años, ha sido enterrado en el cementerio de su localidad natal.
Hace unos meses que conocíamos que La Iglesia Protestante de Suiza apoyaba el SÍ al matrimonio homosexual cristiano, siguiendo el ejemplo de iglesias reformadas como la Iglesia Evangélica Española. Y es que las iglesias protestantes suizas son más progresistas que la Iglesia Católica en aspectos como el matrimonio entre parejas de un mismo sexo.
El Gobierno suizo está a favor del matrimonio para todos. Sin embargo, excluye que las parejas de mujeres accedan a la reproducción asistida, así como que se reconozca a ambos padres (del mismo sexo) al nacer. Los grupos de defensa de los derechos de homosexuales y lesbianas denuncian que este es un matrimonio a la baja.
“El matrimonio que el Consejo Federal [Gobierno] quiere abrir a las parejas homosexuales es incompleto, ya que solo garantiza la mitad de los derechos”, lamenta Muriel Waeger, directora de la alianza de asociaciones de gais y lesbianas de la Suiza francófona. Las organizaciones que defienden los derechos LGBTIQ (lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, intersexuales y queer) creen que la postura del Gobierno a favor del matrimonio para todos es una señal positiva, pero que no va lo suficientemente lejos.
Sin posibilidad de reproducción asistida
El Consejo Federal ha expresado (este pasado 29 de enero) su apoyo a la propuesta realizada por un comité del Consejo Nacional (cámara baja del Parlamento). Este modelo prevé extender el matrimonio a parejas del mismo sexo con derechos parentales diferidos y concedidos –o no– paso a paso en el futuro. Asimismo, no regula la cuestión del acceso a una pensión de supervivencia [viudedad].
Las lesbianas y los gais obtendrían el derecho a casarse y adoptar conjuntamente niños y niñas de fuera de la familia. Desde 2018 ya se les permite adoptar al hijo de su pareja. Sin embargo, las parejas de mujeres seguirían sin poder acceder a la reproducción asistida, y la doble paternidad al nacer tampoco estaría reconocida. De este modo, en Suiza la situación sería la misma que en Alemania, Francia o Irlanda.
La política de pequeños pasos prevista por el Gobierno helvético no satisface a las organizaciones LGTBIQ. “Nos tememos que tendremos que esperar otros diez o veinte años para obtener una verdadera igualdad en materia de derechos parentales”, comenta Muriel Waeger.
Waeger hace hincapié en que el bienestar de los niños y las niñas que viven en familias homoparentales está en juego. Ahora, cuando un niño nace en una familia del mismo sexo, solo se reconoce al padre [o la madre] biológico[a] como el padre o la madre. “La pareja del mismo sexo debe pasar por un proceso de adopción que se prolonga entre dos y tres años. En este tiempo, la criatura no está adecuadamente protegida”, lamenta Waeger.
“Política de pequeños pasos, en vez de ninguna política”. Eso es lo que considera el diputado del Partido Verde Liberal François Pointet, entrevistado por la Radiotelevisión Suiza (RTS). Pointet se queja de que el Gobierno no se pronuncie a favor de la reproducción asistida para todos. “Cuando se eliminan las discriminaciones, hay que llegar hasta el final. En este sentido, el Consejo Federal no se muestra lo suficientemente valiente”, dice. No obstante, para el diputado es alentador ver que esta cuestión avanza. “Vivimos en un mundo moderno”, señala.
Rápida puesta en marcha
El Gobierno considera que el matrimonio para todos debe ponerse en marcha rápidamente. Por lo tanto, las parejas que ya están inscritas como pareja deberían poder convertir esa unión en matrimonio, sin demoras ni excesivas formalidades. El Parlamento debatirá el proyecto de ley durante su sesión de primavera el próximo mes de marzo.
Fuente Oveja Rosa
Cartel del concurso de Drag-Queen
Además de obsesionados, mienten y mienten y vuelven a mentir… Son el partido de las noticias y denuncias falsas pero que crean alarma social. Esto ya lo hacía Goebbels… ¿Dónde ven lo religioso en el cartel? Pues en una fotografía que no corresponde a este concurso…
Vox en el Ayuntamiento de Cartagena denuncia “la publicidad sexista con sensibilidad religiosa en un anuncio del concurso de Drag-Queen”.
El Grupo Municipal VOXCartagena ha exigido que se retire de inmediato la fotografía seleccionada y publicada en la página web del ayuntamiento del cartel del V Concurso Nacional de Drag-Queen Ciudad de Cartagena, al considerar que el cartel “es hiriente con sensibilidad religiosa” y llega de la mano de la “concejalía de Igualdad que actualmente esta promoviendo, una regulación Municipal para precisamente regular la publicidad de índole sexista”.
Desde el Grupo Municipal VOX Cartagena se preguntan si para el equipo de Gobierno gobernado por la socialista Ana Belén Castejón, “el cuerpo de un hombre semi desnudo y rodeado de personas ataviadas con motivos católicos no supone publicidad sexista, además de un insulto para la religión cristiana, y le instamos a que lo retire de inmediato”.
Y es que tras la publicación de la imagen anunciando el V concurso Nacional de ‘Drag-Queen Ciudad de Cartagena’, el grupo municipal de VOX en el Ayuntamiento reclama que “se retire de inmediato la fotografía seleccionada y publicada en la página web del Ayuntamiento de Cartagena para dicho evento”.
La imagen que ha despertado las quejas de VOX
El concejal de Igualdad del Ayuntamiento de Cartagena, David Martínez califica de disparate y ridículas las declaraciones hechas por Vox. Aclara que “la imagen difundida por Vox no son las del cartel del festival de Drag-Queen Ciudad de Cartagena, donde no aparece ningún símbolo religioso”, además de que “fue elegido por la propia Federación del Carnaval y no por la concejalía de Igualdad”.
Por otro lado, afirman que, una publicidad sexista es la que hace referencia a las imágenes publicitarias que contienen estereotipos de los roles de género. Y aquí eso no se da. Por lo tanto, aseguran, que el cartel del V Concurso Nacional de Drag Queen de Cartagena no puede ser considerando publicidad sexista.
David Martínez ha dicho que “nosotros no censuramos nada, no estamos aquí para censurar, ya que esta época ya pasó a la historia”. Y ha dejado claro que no van a retirar dicho cartel.
Fuente Agencias
Es algo que puede parecer de otra época, cuando la falta de información sobre las distintas orientaciones y posibilidades sexuales eran desconocidas y tabús, pero que en pleno siglo XXI un médico de un centro de salud de la isla de La Palma diagnostique a un paciente con “transexualismo” parece, al menos, algo que no podría suceder.
El portal ElTime.es har ecogido una información de la cadena SER en la isla de Lanzarote que cuenta como el joven Damián Rodríguez acudió al centro Los Llanos de Aridane, para que le miraran un dolor en la espalda. Le atendió un médico de urgencias que fue el que calificó de transexualidad como enfermedad previa en el informe clínico. Por lo que Damián ha comentado, el medico estuvo mucho tiempo mirando su historial médico, lo que hizo que la situación se volviera incomoda.
“Si voy con este parte de urgencias a mi mutua o a cualquier farmacia porque tengo que comprarme un Naproxeno, ¿Por qué los de la farmacia tienen que saber algo que es intimo para mí?”, señalo Damián, que ha asegurado que va a denunciar esto.
La política activista transexual Carla Antonelli, se hizo eco de la noticia y denuncio el caso ayer en la cadena SER, señalando que “otra cosa es que aparezca que la persona está siendo tratada por un proceso de transexualidad, pero como una enfermedad es tener muy poco tino. Esto nos hace ver la necesidad de la formación y la pedagogía con todos los profesionales. De ahí que hagan falta leyes integrales de transexualidad” y la sensibilidad del trato a personas transexuales. Además, señaló que “los profesionales tienen que tener formación para que trabajen desde la sensibilidad y el tacto, es un absolito desatino que en un informe médico aparezca como enfermedades previas transexualismo”.
Parece increíble que hoy en día siga pasando este tipo de cosas, necesitamos que se creen medidas y se apliquen ya.
Fuente ElTime.es
Se instó al país de África Oriental a que ponga fin a los arrestos arbitrarios de personas LGBT + y prohíba los exámenes anales forzados en un informe publicado hoy (3 de febrero) por Human Rights Watch. El informe de 112 páginas, titulado Si no recibimos servicios moriremos, detalla el alcance de la persecución que las personas queer en Tanzania enfrentan bajo un régimen hostil que es hostil a su existencia.
El gobierno también ha cerrado los centros de pruebas de VIH y ha impedido que las organizaciones comunitarias realicen actividades de divulgación hacia las poblaciones que corren el mayor riesgo de contraer el virus. Human Rights Watch también dijo que las personas habitualmente enfrentan discriminación por su identidad sexual o de género en los centros de salud gubernamentales, lo que significa que las personas LGBT + quedan excluidas del sistema de salud y sugiere que los lubricantes han sido prohibidos porque “promueven la homosexualidad”.
El informe llama a los exámenes anales forzados una “parodia médica”. “Criticaron los exámenes anales por no tener “base científica” y los describieron como “una forma de trato cruel, inhumano y degradante que puede equivaler a tortura”.
El extenso informe detalla un caso en el que nueve hombres fueron trasladados a un hospital en Zanzíbar y sometidos a los horribles exámenes. Fueron detenidos durante cinco días antes de que se les permitiera irse a casa.Los hombres ni siquiera vieron los resultados de los exámenes anales, que posteriormente fueron entregados a la policía. El caso nunca se cerró oficialmente, se entiende. Una persona de Tanzania llamada Kim, entrevistada en el informe, dijo que “los policías estaban allí con armas” mientras que los exámenes anales se llevaban a cabo “por la fuerza”. “Fue muy brutal y doloroso. Todo sobre esa prueba fue muy brutal “, dijo Kim.
Una mujer transgénero, que se identificó como la Reina M, dijo: “Hubo un tiempo en que venía de un club, con un vestido corto. No tenía dinero. Dijeron que si no tienes dinero, ¿qué más puedes ofrecer? Tuve que tener sexo con cinco de ellos [policías] la misma noche “.
El informe de la organización se basa en gran medida en 35 entrevistas realizadas con LGBT + tanzanos entre mayo de 2018 y junio de 2019. También se basa en los comentarios de activistas y abogados.
“Las autoridades de Tanzania han organizado un ataque sistemático contra los derechos de las personas LGBT, incluido su derecho a la salud”, dijo Neela Ghoshal, investigadora principal de derechos LGBT de Human Rights Watch. “Las amenazas fabricadas en torno a la llamada ‘promoción de la homosexualidad’ han desplazado a las mejores prácticas y enfoques basados en la evidencia para guiar la política del VIH en Tanzania”.
El Código Penal tanzano castiga las relaciones «contra el orden de la naturaleza», entre las que se incluyen la zoofilia o la sodomía, con penas de cárcel que pueden llegar hasta la cadena perpetua. La «grave indecencia» entre varones puede ser penada con cinco años de prisión. Las relaciones lésbicas, en cambio, solo están explícitamente castigadas en la región insular de Zanzíbar, con penas de hasta cinco años de cárcel que pueden sustituirse por una multa de hasta 500.000 chelines (210 euros, 230 dólares). Sin embargo, en diciembre de 2017 nos llegaba la noticia de la primera detención de una mujer en el interior del país tras hacerse viral un vídeo en el que besaba y regalaba un anillo a otra mujer. Una detención que claramente apuntaba a que las autoridades tanzanas han apostado por hacer una interpretación más extensiva y menos garantista de la legislación homófoba, que apenas se aplicaba hace unos pocos años.
La ofensiva se ha extendido incluso al ámbito sanitario: el Ministerio de Sanidad comunicaba, también en el verano de 2016, la prohibición de la importación y venta de lubricantes sexuales, argumentando que fomentaban las relaciones entre varones y la propagación del VIH. En junio de 2017 las amenazas alcanzan a las personas extranjeras que simplemente defiendan los derechos del colectivo LGBT. Así, el gobierno de Tanzania amenazó con deportar a quienes ayuden y defiendan al colectivo LGBT. Un paso más en la escalada represora del gobierno tanzano, que en los últimos tiempos ha arreciado en su empeño de estigmatizar a sus ciudadanos LGTB, utilizándoles como cabeza de turco a quien culpar de los problemas del país. Y hace dos años el entonces viceministro de Sanidad, Hamisi Kigwangala, emitía un comunicado en el que aseguraba que el Gobierno protegería los valores tradicionales de la sociedad tanzana, argumentando que «no puedo negar la presencia de personas LGTBI en nuestro país y el riesgo que presentan para la propagación del VIH/sida». Con ese propósito, a principios de 2017, Kigwangala ordenaba la detención de varios ciudadanos tanzanos, acusándoles de «promover la homosexualidad» a través de las redes sociales.
En noviembre de 2018 explicábamos que en la región de Dar es Salaam, en Tanzania, ha empezado una “purga” gay impulsada por su gobernador, Paul Makonda, con la intención de identificar, detener y torturar a las personas gais para que “vuelvan” a ser heterosexuales. También hace días que te explicamos que el Ministro de Exteriores del país, Alphaxard Kangi Ndege Lugola, explicó a la prensa que el gobierno no ve con buenos ojos esa “purga”… para luego ir al Parlamento a decir que Tanzania “no es el lugar” para ser homosexual porque “nunca permitiremos que esas cosas ocurran“.
En definitiva, parece que las autoridades tanzanas, a imagen y semejanza de lo que viene sucediendo en otros países de la región, han decidido estigmatizar a sus ciudadanos LGTB y utilizarlos como cabezas de turco a quienes culpar de los problemas del país. Un escenario que nos hace temor lo peor. No obstante, los países donantes han empezado a reaccionar y la “purga” gay le está costando a Tanzania mucho dinero en ayudas internacionales…
La homosexualidad es ilegal en 38 de los 54 países africanos, castigándose con la muerte en Sudán, Somalia y Mauritania. En 2014, Uganda trata de imponer la pena de muerte a los condenados por ser homosexuales, pero ante la controversia creada la ley fue rectificada. Amnistía Internacional denuncia en julio de este mismo año que las autoridades de Tanzania estaban «arrestando y persiguiendo a la población con cargos relacionados con la homosexualidad, sometiéndoles a exámenes anales forzosos».
Fuente Pink News/Cristianos Gays
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