Domingo III del Tiempo Ordinario. 26 enero, 2020
“Recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del Reino, curando enfermedades y dolencias del pueblo”.
Este fragmento del Evangelio de Mateo es muy intenso, trata muchos y variados temas: las dificultades, la misión, la vocación, el Reino, la Buena Noticia…
Y esa Buena Noticia, es la Palabra. Hoy celebramos por primera vez el Domingo de la Palabra, una fiesta liturgica dedicada a las Sagradas Escrituras. A la Palabra viva que nos sigue vivificando. ¿Y qué nos dice hoy esa Palabra?
Empieza con una noticia inquietante: Juan Bautista ha sido encarcelado y Jesús al enterarse se retira. Es lo más sensato. Si a Juan lo han arrestado mejor será “quitarse de en medio”.
Pero parece que ese retirarse de Jesús es solo para tomar impulso porque unos versículos más abajo empiezan a predicar. “Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: -Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos”.
Jesús no se esconde. Toma el relevo. Si Juan no está alguien tendrá que continuar con su misión. La misión de anunciar el Reino.
Pero el Reino se construye siempre en comunidad por eso Jesús mientras predica va llamando a otras personas: “Venid y seguidme”.
De la propia misión surgen las vocaciones. El Reino de Dios cautiva, trasforma. Y lo hace de forma rápida y eficaz.
La pasión por el Reino no admite demoras: “Inmediatamente”. La invitación personal de Dios al corazón de cada persona tiene que ir ligada a una respuesta inmediata y totalizante. Las medias tintas, las dudas, las excusas…¡no tienen cabida!
Si la llamada de Dios no trasforma tal vez no ha encontrado la tierra buena donde germinar. Si hay demasiados “peros” para seguirle probablemente nunca se inicie el seguimiento verdadero.
Y, además, la respuesta siempre implica una renuncia. “Dejaron las redes”. Hay que soltar, dejar a tras lo valioso de nuestra propia vida, aquello que nos da seguridad.
“Inmediatamente dejaron las redes (la barca y a su padre) y le siguieron”. La respuesta a Dios tiene que ser como su llamada: plena.
Y termina este evangelio con tres verbos: enseñando, proclamando y curando. Vuelve a tomar protagonismo la figura de Jesús que ahora recorre la misma Galilea a la que se había retirado.
Oración
Ensancha, Trinidad Santa, nuestro corazón a la medida exacta de tu Amor para que podamos responderte con la misma generosidad con la que tú nos llamas.
*
Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa
***
Comentarios recientes