Un hombre de 67 años al que el Ministerio del Interior dijo que no era “lo suficientemente gay” para quedarse en el Reino Unido recibió un regalo de Navidad temprano: el estado de asilo del gobierno.
Yew Fook Sam, conocido como Sam, vive en Kirkby, Liverpool, y ha vivido con el temor de ser deportado a Malasia, donde la homosexualidad es ilegal, durante los últimos tres años.
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Cuando se enteró de que se le había otorgado asilo, Sam le dijo al Liverpool Echo: “Estoy muy feliz. Estaba llorando y gritando de alegría cuando recibí la llamada telefónica de mi abogado. ¡Esta será mi mejor Navidad!”
Los funcionarios del Ministerio del Interior habían dicho previamente que creían que Sam estaba mintiendo acerca de ser homosexual para quedarse en el Reino Unido, utilizando el hecho de que no tiene novio como prueba.
Sam dijo que trató de decirles que a su edad, no necesita sexo. Agregó: “Estaba tan decepcionado y deprimido después de que me dijeron que no era gay. ¿Cómo puedo probarlo?”
Una campaña dirigida por sus amigos en la Iglesia St Bride’s Church en Percy Street, Liverpool, donde Sam es parte de la comunidad de adoración Open Table LGBTQIA +, y promovida por Echo, vio a más de 5,000 personas firmar una petición en línea instando al Ministerio del Interior a reconsiderar.
Sam dijo que había vivido una mentira en Malasia, casándose con una mujer a la edad de 30 años y engendrando dos hijos. Pero cuando su esposa se enteró de que era homosexual, en 1988, ella lo dejó y llevó a sus hijos a los Estados Unidos. Sam no ha visto a sus hijos desde entonces.
“Ha sido una gran alegría trabajar con Sam y estoy encantado de que tenga este hermoso regalo de Navidad”, dijo Helene Santamera, abogada de inmigración del Servicio de Asesoramiento de Inmigración en Liverpool. “A través de su valentía, ahora ha creado un camino para otros que enfrentan ideas anticuadas y demasiado simplificadas sobre la sexualidad. Y creo que la historia de Echo le aseguró el asilo, porque fue recogida por muchos otros periódicos, incluso en Malasia, lo que habría confirmado el punto sobre los peligros que podría enfrentar”.
Sam dijo: “He sido fotografiado en marchas gay aquí [el Reino Unido] y estaría en peligro de ser arrestado y atacado por miembros del público. Me temo que podría ser asesinado si tuviera que regresar”.
Sam, quien llegó al Reino Unido en 2005 con una visa de turista y permaneció en el sur de Inglaterra, trabajando, hasta que fue arrestado en 2016, está estudiando turismo en el City of Liverpool College con el objetivo de ser un guía turístico. “Estoy muy feliz aquí, la gente de Liverpool es muy amable y acogedora”, dijo.
Sam ha recibido asilo durante cinco años, el tiempo estándar. Un mes antes de que esto termine, será elegible para solicitar un permiso indefinido para permanecer.
Escalada de LGTBfobia pese al cambio político en Malasia
En entradas anteriores hemos venido hablando de la escalada de LGTBfobia de Estado en Malasia. Dos mujeres malasias, de 22 y 32 años, respectivamente, recibían a principios de este mes de septiembre seis latigazos por orden de un tribunal, tras ser descubiertas por agentes islámicos en el estado conservador de Terengganu «intentando participar en actos sexuales en un automóvil». El Gobierno, por otra parte, no solo dejaba claro su apoyo a la redada que días antes tenía lugar en un bar de ambiente gay de Kuala Lumpur sino que, en boca del ministro del Territorio Federal, Khalid Samad, expresaba que «esperamos que esta iniciativa pueda mitigar que la cultura LGTB se extienda a nuestra sociedad».
Ya con anterioridad, el nuevo Ejecutivo de Malasia había defraudado las expectativas despertadas cuando insinuó que el colectivo LGTB no debe visibilizarse porque incomoda «a la mayoría» del país. Lo hacía a cuenta de la censura de los retratos de los activistas Pang Khee Teik y Nisha Ayub en una exposición de George Town (ciudad del Estado de Penang) por orden administrativa.
Un entorno difícil para las personas LGTB
Malasia, una de las economías emergentes del sudeste asiático, es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes. Las relaciones homosexuales, en cualquier caso, son ilegales y se castigan con penas de hasta 20 años de cárcel. De hecho, en 2011 nos hacíamos eco de las intenciones de varios líderes musulmanes malasios de endurecer las medidas contra la homosexualidad y en 2015 el entonces primer ministro, Najib Razak, comparaba a las personas LGTB con el Estado Islámico, alegando que carecen de derechos humanos.
La LGTBfobia social y política imperante en Malasia ha llevado a situaciones que rozan el absurdo, y que hemos recogido en esta misma página. En febrero del año pasado, en un vídeo promovido por el Departamento de Desarrollo Islámico de Malasia se sugería a los homosexuales que «aprender» a ser hetero es como iniciarse en la equitación. En febrero de este año nos hacíamos eco de un artículo que ejemplificaba la estigmatización de la comunidad LGTB también desde los medios de comunicación. En abril, nos enterábamos de que la Universidad de Ciencias de Malasia (USM) celebró un concurso de carteles para “convertir”alumnos gays en heterosexuales. Y en mayo que el gobierno de Malasia ha comenzado a bloquear páginas LGTB+, incluido el portal Utopia-Asia que es la principal fuente de información para viajeros gais en la región.
Otros ejemplos son el anuncio de censura de programas con personajes homosexuales; la censura de una escena de La Bella y la Bestia, de la que ya hemos hablado, y de una canción de Lady Gaga o la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual.
Especialmente preocupante fue lo sucedido en 2012, cuando un joven gay musulmán recibió amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario. En junio del año pasado conocíamos la muerte de un adolescente, T. Nhaveen, después de cinco días en coma y sufrir una dura agresión de carácter homofóbica que le había dejado con varias heridas y quemaduras en la espalda, además de ser sodomizado con una barra. T. Nhaveen, de dieciocho años de edad, había quedado con su mejor amigo, T. Previin, de 19 años de edad, el sábado, 10 de junio, alrededor de las 11 de la mañana en una hamburguesería de Gelugor, un zona residencial de George Town, en Penang, para celebrar que iba a comenzar su vida como estudiante de música en Kuala Lumpur, pero falleció el jueves, 15 de junio, tras ser víctima de una dura agresión homofóbica que le deja en coma durante cinco días. Un episodio más de bullying homofóbico que en esta ocasión había consternado a la sociedad de Malasia por su dureza y violencia. Ante este escenario, podría pensarse que un suceso tan terrible como este debería servir de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia. Mucho nos temíamos que no iba a ser así, a la vista del hecho de que los mismos medios locales y autoridades que habían reaccionado con horror ni siquiera precisaron que el acoso que el joven sufría era de naturaleza homofóbica. Esperemos, al menos, que se haga justicia con los asesinos de T. Nhaveen. Está claro, sin embargo, que ni siquiera un hecho tan terrible como este ha servido de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia, como ya entonces pronosticábamos. Y para corroborarlo, en julio radicales religiosos de Malasia e Indonesia se rebelaban contra Starbucks por su apoyo al colectivo LGBT…
Fuente Pink News/Cristianos Gays
General, Homofobia/ Transfobia., Islam
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