La vida tiene sentido
Del blog de Tomás Muro La verdad es Libre:
- En el principio: un himno solemne.
Hemos escuchado el comienzo solemne, majestuoso del Evangelio de San Juan. No es el lenguaje narrativo, “familiar” de San Lucas y San Mateo: con tantos detalles teológico-históricos: el “censo, Belén”, “no hay lugar para ellos en la posada”, “los pastores”, “la noche”, “los ángeles”, “los magos”, “la estrella”, “Herodes”, “la huida a Egipto”, “César Augusto”, “Cirino”, etc.
El evangelio de San Juan solemne y sencillamente dice que: el Verbo, la Palabra, se hizo carne, uno de nosotros.
Este comienzo del evangelio de San Juan es un himno que las comunidades cristianas de tradición joánica cantaban a la Encarnación de la Palabra (logos).
- Evocación del Génesis y Nietzsche.
La tradición de San Juan comienza su evangelio como una transparencia del comienzo del libro del Génesis:
En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
La tierra era caos y confusión y oscuridad, (Gn 1).
Así pues, San Juan inicia su evangelio como el Génesis pero con un eu-angelion: con una buena noticia:
En el principio existía no un caos, confusión y oscuridad,
sino la Palabra y la luz.
Sin embargo hoy, nuestro momento cultural vive -vivimos- más bien en otro contexto:
La parodia más seria que he oído es esta: En el principio era el absurdo y el absurdo era Dios y Dios era el absurdo.
(NIETZSCHE, F. Demasiado humano).
El principio no es el punto inicial sea espacial o temporal: aquí comienza mi casa y allí la del vecino; o dentro de ocho días comenzará el año 2020, sino que principio significa que el Universo, la existencia, nuestra vida está llena de sentido. Mi casa y la tuya, el Universo, la existencia, el tiempo y la eternidad, por principio “son” sentido. No es que el cosmos y la vida tengan sentido, “son” sentido. La tierra no es un caos, confusión y oscuridad, sino un orden, son Palabra, luz y vida.
Pero estas cosas, que parecen “resueltas” en el “macro-cosmos”, en la historia del Universo y en la Biblia, se nos tornan a veces intempestivas y poco evidentes en nuestro pequeño “micro-cosmos” personal y cultural. Por mil caminos y meandros perdemos las evidencias y la confusión puede presidir nuestra vida; nos quedamos a oscuras, se nos apagan la claridad de la vida y podemos entrar en una oscuridad espesa, cuando no en tinieblas. A veces la existencia se convierte en un caos.
Dimensiones de la vida, que en tiempos más jóvenes y más fuertes física y psicológicamente, estaban integradas y eran fuente de vida y creatividad, pierden -perdemos- su evidencia, su luz y su aliento. Hay momentos y situaciones o etapas en la vida en las que las capacidades humanas, las energías se apagan y no terminamos de digerir o de dar cauce (sentido: logos) a los problemas: pueden ser las crisis personales, la salud-enfermedad, el ocaso de la vida, la debilidad moral y el pecado, los crónicos conflictos familiares, los espasmos eclesiásticos que obturan la serenidad eclesial y evangélica.
- La palabra es luz y vida.
Quién sabe por qué caminos: quizás por el de la búsqueda en la noche de los Magos, tal vez por el camino de la decepción y desesperanza de los dos de Emaús, quizás por la travesía del desierto de la libertad del Éxodo, vamos llegando a la luz, a la Palabra y así, buscando fragmentos de luz, hilvanamos nuestra vida construyendo nuestra biografía con sentido.
La palabra, (el Logos, es quien confiere sentido a nuestro ser y acontecer. La luz y la Palabra nos pueden iluminar tenuemente en:
Un encuentro personal (palabra) con un familiar o compañero, en una conversación (palabra) con el médico, en la intimidad y sinceridad matrimonial (palabra),en una conversación (palabra) con un amigo, en una lectura (palabra), en un rato de oración y pensamiento (palabra), desde la misma Palabra. Con la Palabra, el Logos, la razón llegamos a intuir, a ver y a dar salida a los problemas y situaciones difíciles en la fe, en la configuración humilde de nuestro pequeño mundo conceptual y sensitivo.
Lo propio, lo específico de Dios y del hombre es la Palabra. ¿Qué es lo que nos constituye en seres humanos, en personas sino la Palabra, el lenguaje, la cultura, la revelación?
Lo que humaniza la vida personal, la alimentación, la sexualidad, el amor, la convivencia, la política: la vida comunitaria, las negociaciones en los conflictos, la enfermedad, la depresión, es la Palabra
Podemos orar en nuestro interior con Blas de Otero[1]:
Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.
Todo tiene una luz y una palabra sensata en la vida: en el caos personal, en las tinieblas, en el pecado y en la muerte.
- Celebrar la navidad.
Algo de esto, y mucho más, que escapa a nuestra razón y palabra humanas, es celebrar la Navidad y la Palabra.
El viento de Dios aleteaba por encima de las aguas (Gn 1,1). Es el mismo viento (Espíritu) que majestuosamente sobrevuela las aguas y tempestades humanas. Es el viento que dio aliento a María de la que nació el que es Palabra, razón y sentido del Universo y de nuestro ser y acontecer. La Palabra se hizo uno de nosotros, (Jn 1,14).
Si no feliz, al menos sí, una esperanzada Navidad.
[1] Poeta bilbaíno (1916-1979) que pasará por o entrelazará tres etapas en su vida: religiosa, existencialista y social.
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