Desde lo hondo a ti grito
La experiencia de la luz en la luz nos hace intuir una presencia que no vemos con sus contornos, puesto que el Señor no tiene limitaciones. Sin embargo, «gustamos» su presencia. Todas las manifestaciones de Dios en la Biblia van en este sentido. Existe una presencia, Dios habla, pero no le vemos (Ex 3,1-6; 33,18-23). El hombre lo siente, participa de su luz, pero no ve al Señor (Ex 34,29; 2 Cor 3,7-4,6). La experiencia de una presencia que no se ve es luz porque se «siente» que el Señor es el Dios «misericordioso y piadoso, lento a la rica y rico en gracia y fidelidad» (Ex 34,6ss). Como a Moisés, esta experiencia nos lleva a invocarle «mientras está cerca» (Is 55,6) con una certeza confiada de que seremos oídos, porque él es «rico en misericordia con los que le invocan» (Sal 85,8; Rom 10,12) y no deja a nadie sin respuesta (Eclo 2,12). De hecho, como su grandeza, así es su misericordia (Ecl 2,18; Sab 7,7).
Es luz porque se percibe la presencia de una Bondad que nos envuelve y que antes no conocíamos. Por consiguiente, es un nuevo modo de ser, puesto que esta «presencia» nos libera de nuestras tinieblas, de nuestra soledad. Instaura una nueva relación con nosotros mismos. Nos damos cuenta de que somos diferentes porque somos amados, algo que antes no era posible.
Estábamos ciegos, había una oscuridad en la que estábamos sumergidos. Ahora existe la luz, la luz del amor. «En un tiempo fuisteis tinieblas, ahora sois luz en el Señor.» Y la luz, como decíamos, no se puede expresar en cuanto tal; se percibe en la luz, pero su expresión necesita concretarse. Por eso «el fruto de la luz consiste en toda bondad» (Ef 5,8ss). Se trata de la experiencia de la bondad del Señor, que ilumina el corazón y se difunde en todo nuestro ser.
La experiencia de esta Bondad se convierte, si así podemos llamarla, en oración. Es oración en el sentido de que el amor quiere crecer, la alegría quiere ser completa y la alabanza quiere ser simplemente exultación. Es oración porque la prenda requiere la compleción.
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B. Boldini
Desde lo hondo a ti grito,
Ediciones San Pablo, Madrid 1986.
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