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Ya somos “yo soy”

Domingo, 17 de noviembre de 2019

refugeeDomingo XXXIII del Tiempo Ordinario 

17 noviembre 2019

Lc 21, 5-19

        Todo lo que nace muere. El mundo de las formas se mueve, sin excepción, por la ley de la impermanencia. Eso explica que aferrarse a algo, sea lo que sea, implique sufrimiento.

          En el mundo de lo impermanente, el dolor es inevitable. El sufrimiento, sin embargo, lo añade nuestra mente, siempre que desconocemos la impermanencia y absolutizamos cualquier forma. Una vez que hemos absolutizado algo, nos frustramos y nos resistimos al constatar que no era algo absoluto como, en nuestra ignorancia, habíamos imaginado. Esta resistencia incrementa de nuevo el sufrimiento.

          La ignorancia, que se traduce en sufrimiento, afecta igualmente a la idea que nos hacemos de nosotros mismos. Al identificarnos con el yo, nos reducimos a una forma (personal) y, con ello, quedamos recluidos en la impermanencia.

     Las formas son impersonales o personales. Solo la no-forma es transpersonal.

          Lo que realmente somos –más allá de la forma en la que temporalmente nos experimentamos– es el “Yo soy” transpersonal. Por eso, cada vez que lo “personalizamos”, caemos en el error. Como avisa Jesús, nadie “personal” es “Yo soy”. Este es el nombre que alude a la Realidad última e inefable, que transciende las formas.

          Una manera pedagógica de abrirnos a la comprensión consiste, justamente, en decir “Yo soy”, sin añadir absolutamente nada más, permitiendo que esa expresión reverbere en nuestro interior. Seguramente notaremos cómo nos introduce en el Silencio que lo ocupa todo y que es lo único que permanece mientras todas las formas –materiales y mentales– cambian.

          Nuestra forma (persona) es impermanente, pero lo que somos permanece inafectado y se halla siempre a salvo. “Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá”, dice metafóricamente Jesús. Lo que somos se halla siempre a salvo. La sabiduría consiste en vivir la forma (el yo personal) desde la comprensión de que somos la Vida (el Yo soy transpersonal).

¿Cultivo en el silencio de la mente el saboreo de lo que somos?

Fuente Boletín Semanal

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