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Ironías de la vida: quienes no creían en la resurrección eran los curas: los saduceos, preguntan tramposamente por ella a Jesús

Domingo, 10 de noviembre de 2019

índiceDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

No hay prisa en la vida: pedagogía.

Dios no reveló todo de una vez al ser humano, a Israel. Sería tan absurdo como si una madre enseñara el teorema de Pitágoras a su hijo en la cuna. Todo va en la vida poco a poco y a fuego lento. Todo tiene su tiempo. Además hay cuestiones que “no se enseñan, pero hay que aprenderlas”. A unos chavalillos les puedes enseñar de sopetón todo lo que hay que enseñar sobre la sexualidad, la libertad, la justicia, etc. Lo irán entendiendo poco a poco como puedan en la vida, a veces a trompicones como todos y como siempre.

1 Macabeos

         La primera lectura de hoy está tomada del libro segundo de los Macabeos, que data aproximadamente del año 160 aC[1]. En esta época, cercana a Jesús, Israel cree ya en la resurrección.

         Pero al pueblo de Israel le costó “Dios y ayuda” llegar a la fe en la resurrección. Israel formula la fe en la resurrección más bien tarde.

Israel no tiene como presupuesto la inmortalidad del alma (de origen griego, sino que Israel llegará a confiar en la promesa de la resurrección del Dios de la vida.

  • o Los primeros atisbos de fe en la vida post-mortem, los tenemos en unos salmos, llamados místicos. (Orar es un modo de conocer y de creer).
  • o El profeta Ezequiel, hacia el año 600 aC hace un acto de fe en la vida, cuando dice que Dios es capaz de devolver la vida o a la vida aquel osario en que termina el ser humano, (Ez 37).
  • o El profeta Daniel, que data de la década los años 160 a.C., (muy cercano a Jesús) habla expresamente de la fe en la resurrección.

Durante unos 1000 años, en números redondos, Israel no vivió la fe en la resurrección. Vivieron confiadamente con sus crisis y altibajos, guerras y enfermedades, ironías (Eclesiastés) y abatimientos, (Job). Las cuestiones de la justicia de Dios, de la retribución, del “más allá” quedaban siempre pendientes en el AT hasta muy cerca de Jesús.

  1. Pequeña conclusión. No tengamos prisa en la vida.

         Nada en la vida, ni la misma vida, surge de la noche a la mañana: la gestación de la vida requiere tiempo, el crecimiento de los niños-jóvenes, la realización de la historia no es como el Nescafé “instantáneo”. Las mareas culturales, ideológicas, religiosas son lentas, con calma. Sembrar requiere espera y esperanza.

         Hay etapas y situaciones tanto personales como comunitarias que no se solucionan de la noche a la mañana. Hoy los jóvenes no van a Misa, tenemos menos chicos en la confirmación, la gente se ha alejado de la Iglesia, esto es un desastre, etc. y hay que aplicar una terapia de urgencia. No soltemos el “séptimo de caballería” y comencemos a echar la culpa a esto o aquello. Calma. Dejad el trigo y la cizaña. Tengamos paciencia histórica. El trigo muere, crece, se hace espiga y pan no por la prisa que le metamos, sino por la vida que tiene dentro.

No tengamos ni metamos prisas y angustias en la vida.

  1. Ironías de la vida: quienes no creían en la resurrección eran los curas: los saduceos, que niegan la resurrección.

Saduceos: (de Sadoc, sacerdote ligado a la historia de David y de Salomón). Formaban parte de la aristocracia sacerdotal. No eran muchos, pero con mucho poder y riqueza. Constituían la nobleza laica. Atendían el culto del Templo de Jerusalén. Estrictos (fundamentalistas) en cuestiones de la ley y teología.

         Pues resulta que estos saduceos eran los que no creían en el Dios de la vida, cuando el pueblo ya había llegado a la fe en la resurrección. En tiempos de Jesús el pueblo y el mismo Jesús creían ya en la resurrección. Dio era Dios de la vida, no de los muertos.

  1. pregunta absurda, una trampa como acostumbran a hacer los legalistas:

La pregunta que los saduceos le hacen a Jesús es una cuestión trampa y malintencionada. Si no crees en la resurrección ¿a qué viene que le preguntes a Jesús de quién será mujer la que ha quedado viuda?

Algunas preguntas de ese estilo saduceo que nos hacemos o nos hacen hoy:

Por ejemplo: La misa de la boda del sábado a las 13 horas, ¿vale para el domingo? Porque ¿las 13 horas es ya la tarde del sábado? El mosto vale para consagrar, porque no es vino, pero es fruto de la vid. ¿Se pueden tomar anticonceptivos? No, porque se evita la natalidad. ¿Y cuál es la intencionalidad del método Ogino? ¿Se puede admitir en el rito latino a un niño ucraniano (de la Iglesia oriental) que ha sido adoptado por unos padres vascos (rito latino)? Pues sí y no. Hay que hacer constar que tal niño procede de la Iglesia oriental… Si el pan de la Eucaristía tiene o no tiene gluten, etc… La Vigilia pascual necesaria y absolutamente ha de ser cuando anochece y no a las 19h, por ejemplo, porque es una hora frívola (¿)

         A los saduceos les importa poco la ley del levirato[2]: se van muriendo los maridos y queda en pie la esposa-viuda.

La ley del levirato (Dt 25,5-10) decía que muerto el marido, su hermano debía casarse con la viuda y los posibles hijos de este “nuevo” matrimonio eran considerados hijos del primer marido. La finalidad era conservar el apellido, la genealogía, el patrimonio.

A los saduceos la ley del levirato les importaba poco o nada, lo que les interesaba era mantener la doctrina, lo dicho por Moisés: no hay resurrección. O más bien les importa “pillarle” a Jesús.

  1. Elegantemente Cristo se remonta al Dios de la vida. Una docta ignorantia: la vida es más amplia de lo que yo sé.

         Jesús “no entra al trapo” del Derecho Canónico de turno, se remonta al origen y al fundamento de todo:

Al Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob“. No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.”

         Es decir el Dios de toda descendencia y linaje es un Dios de la vida.

Ya no describe más cómo sea esa vida. Un sabio silencio nos hará bien. Dios es un Dios de vivos y no de la muerte.

         No sabemos más. Jesús tampoco sabía más, y si lo sabía, se lo calló. Cómo será, dónde será, ¿Cómo ángeles? Y ¿qué son los ángeles?

         Estamos en el Dios de la vida.

         Los humanos creemos que sabemos algo de la vida, pero la verdad es que las grandes cuestiones y problemas siguen en pie. ¿Cómo ser bienaventurado y feliz en la vida? Los resultados de las elecciones de hoy ¿construirán una sociedad justa, pacífica, feliz? ¿Qué es bueno y qué es malo? ¿Qué sentido tiene esto que llamamos vida, si es que tiene algún sentido? ¿Hay algo después de la muerte? ¿Qué podemos esperar de la vida y de la muerte?

         Ante estas cuestiones quizás es mejor callar, confiar, esperar, orar y abrirnos al Dios de la vida. Callar y con Jesús y remontarnos al Dios de la vida.

  1. Dios es el sentido de la vida.

         En la historia de la Teología la cuestión del final -de la finalización- de la vida, los novísimos, han quedado prácticamente en manos de la moral: si eres bueno, vas al cielo, de otro modo, al infierno.

         Pero podemos explorar otros caminos.

         En esta postmodernidad en la que vivimos suele aflorar la cuestión del sentido de la vida. ¿La vida tiene algún sentido? ¿Vamos hacia “algún lado” que valga la pena? Este es el humus en el que pueden surgir problemas y cuestiones de tipo psíquico y psiquiátrico como la depresión con sus muchas consecuencias.

         ¿Tiene sentido la vida? ¿O estamos flotando en la nada?

         En términos algo filosóficos podemos pensar y creer con buen criterio que la vida tiene sentido y que este sentido es Dios. Dios es el sentido de la vida. Con la muerte no termina la vida. Nuestra vida descansa en el ser, no en la nada. Es lo que hemos escuchado en el Evangelio: Dios es Dios de vivos y no de muerte … Dios es la meta y la roca de nuestra existencia.

         Dios nos llama a la vida: en Él descansamos (salmo 61) y Él es el sentido de nuestra existencia. Descansamos en el ser no en la nada, ni en el vacío, ni en el fracaso.

         Creemos en el Dios de la vida, en ese Dios que llena de sentido nuestra existencia. Dios es de vivos no de muerte.

         Y si “esto” tiene algún sentido, que lo tiene, éste es bueno, amable, lleno de plenitud.

No podemos concretar más porque no sabemos más. Jesús tampoco sabía más, y si lo sabía, se lo calló. Cómo será, dónde será. Mejor un discreto silencio: una docta ignorancia.

         Estamos en el Dios de la vida. En Dios nos movemos y existimos, (HH 17,28).

         Dios es el sentido y la meta de nuestra vida

[1] Las fechas suelen ser discutidas y discutibles, pero los biblistas datan este libro por los años 175-164.

[2] Levir significa: cuñado.

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