¡Cuánta gente buena ha habido y hay en la historia!
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
- una muchedumbre inmensa: la humanidad.
En un lenguaje enigmático, solemne -y con la caja de los truenos preparada-, la apocalíptica (1ª lectura) nos habla de una muchedumbre inmensa, es decir de toda la humanidad significada con ese número simbólico de 144.000 (12 tribus x 12), que va llegando a la casa del Padre pasando por la gran tribulación de la vida.
Todos –toda la humanidad- estamos marcados en la frente por nuestro Dios: todos estamos destinados a la vida, a la salvación.
La fiesta de hoy, Todos los Santos, es la misma que la de mañana: Todos los difuntos. Son como dos caras de la misma moneda. Toda la humanidad está sellada y llamada a la vida.
La memoria de los santos, que son nuestros mayores, nuestros difuntos, la memoria de JesuCristo nos hace bien, nos reconcilia. La Comunión de los Santos: una especie de memoria, de solidaridad y “circularidad” entre los que se fueron y los que quedamos. Ellos se acuerdan de nosotros de un modo amable. Ellos oran por nosotros. [1]
Estos días de “difuntos y de todos los santos” son como una llamada a reavivar la esperanza. ¿Qué nos cabe esperar en la vida y en la muerte?
- Vivimos tiempos de vacío y ausencia de esperanza.
Vivimos tiempos de muchos proyectos y escasa esperanza o, más bien, vivimos en el club de los proyectos vivos y las esperanzas muertas.
Pero solo se puede vivir humanamente con la esperanza como resorte estructural de la existencia. En esta postmodernidad de nuestras desilusiones, la esperanza ha sido “arrinconada” como las antiguas máquinas de escribir ante la “perfección de la informática”, con el agravante de que las viejas máquinas de escribir evocan la escritura. Hoy la esperanza no nos evoca nada, porque sencillamente no hay nada que esperar. Si no hay un futuro absoluto, tampoco hay una esperanza absoluta. Tal vez la esperanza hace tiempo que la suprimimos de nuestro “Windows” y la enviamos a la papelera de reciclaje. La “esperanza existía” cuando “existía futuro”. Pero el futuro lo hemos ido dejando aparcado por los “parkings” de los “juguetes rotos” de las muchas “mañanas de Reyes” que se nos han ido ofreciendo a lo largo de los tres siglos últimos de la Ilustración. Al no haber futuro, no hay lugar la esperanza.
Ahora bien, ¿sin esperanza se puede vivir por largo tiempo y sensatamente? Más bien, quien deja de esperar, deja de vivir humanamente y pasamos a vegetar en el suave placer del capitalismo ilustrado.
Sin esperanza la vida se diluye en unos momentos puntuales sin ilación, sin biografía y, lo que es más grave: sin sentido.
- el ser humano es esperante
El ser humano es esperante. La esperanza es una dimensión esencial a la condición humana. Las antropologías han definido en la historia al ser humano de maneras varias. Hoy cabe que pongamos el acento en el ser humano como esperante. Vivir es esperar. La esperanza ha construido bien, serena y sensatamente la vida de los hombres y los pueblos. No es lo mismo vivir en esperanza que desesperadamente o en desesperación.
- o Por otra parte, tampoco es lo mismo optimismo que esperanza. El optimismo es un estado de ánimo porque me van bien las cosas, la salud, el trabajo, etc. Pero hay situaciones en las que ya no hay lugar alguno al optimismo. En la muerte, en un funeral no hay lugar alguno al optimismo, por eso ahí comienza -si no lo ha hecho antes- la esperanza.
- o El ser humano nunca ha sabido tanto de sus orígenes y tan poco de su destino. Entre el Génesis, Darwin y los bing-bang del origen, sabemos, más o menos, de dónde venimos, pero estamos escasos de horizontes y de futuro absoluto. ¿Hacia dónde vamos?, porque tampoco vale mucho la pena pasar “sin enterarnos de manos de la comadrona a manos del enterrador”.
- o Por otra parte, la postmodernidad científico-nihilista en la que vivimos tan llena de adelantos y progresos, va de victoria en victoria hasta la derrota final. (Siquiera Woody Allen decía que el futuro es lo que más le interesa, porque es donde vivirá el resto de sus días)
- o Sin embargo el ser humano es una sed infinita, una esperanza de plenitud, aunque tal plenitud no está en nuestras manos. Pero la sed nos habla del agua, el hambre nos habla de algún alimento.
- o ¿La esperanza infinita no nos estará hablando de Dios?
- o Dios es el horizonte absoluto del ser humano.
- Sentido de la vida
En palabras de Thielicke por sentido de la vida podemos entender si existe “algo por lo que merece la pena que yo exista, algo a lo que me pueda entregar y por lo que vale la pena vivir”. También cabría pensar que el sentido de la vida es la relación que establezco con el futuro mediante la esperanza.
Y ya el siguiente paso es más grave: ¿Para qué queremos canciones si no tenemos nada que cantar?
- hacia ti morada santa: hacia la vida eterna:
Todos los Santos es fiesta de gran esperanza, porque nos anuncia nuestro futuro, el futuro absoluto. Hacia Ti, morada santa, cantamos.
Creemos -fe- en la vida eterna, que no es lo mismo que una vida “indefinida”, sin fin. No es lo mismo vida “sin fin” que vida plena, definitiva. No es lo mismo amontonar años o tiempo que la vida plena de JesuCristo.
Seguir viviendo para siempre -sin fin- parece más una condena que un don.
Decía San Ambrosio que la inmortalidad es más una carga que un bien, si no entra en juego la gracia. No debemos deplorar la muerte, ya que es causa de salvación. (San Ambrosio).
En el fondo lo que deseamos es felicidad, libertad, paz, amor, serenidad, una vida bienaventurada, feliz. En el fondo queremos la felicidad.
El cielo no es un lugar sino un estado, una situación, personal y comunitaria. Una persona no es más feliz que cuando se siente querida: tal es el cielo. Posiblemente la vida eterna no está en el calendario, sino sentirnos queridos.
No sabemos más, vivimos en una docta ignorantia, una sabia ignorancia.
Confiamos en Cristo, nos fiamos de Él. Sé de quién me he fiado.
- Esperanza
La esperanza tiene poca, más bien nula, presencia en grandes sectores de la sociedad, de la vida cultural, de la vida política, incluso de la vida eclesiástica.
El animal puede seguir caminando a oscuras, hacia el muro infranqueable o hacia el abismo. El hombre se resiste a caminar si no presiente uno puerta abierta al futuro» (Teilhard de Chardin).
Es sano vivir en la frontera: nada está cerrado ni tan siquiera por la muerte. Miremos la vida con esperanza y ojos de plenitud.
La esperanza es el keroseno que nos lanza siempre hacia adelante.
Esperemos en lo más hondo de nuestro ser y sembremos esperanza en la medida que podamos.
El cristianismo es una esperanza infinita en la misericordia de Dios.
Nuestro corazón está inquieto y solamente descansará cuando te encuentre, decía san Agustín.
“In spe erit fortitudo vestra»” (Is 30, 15). En la esperanza está vuestra fortaleza.
[1] Detrás del purgatorio y de las indulgencias –tal y como lo hemos vivido- se esconde una mentalidad un tanto mercantil. ¿perdón a plazos? ¿gracia por entregas? Salvación sí, pero me la pagas. Sin embargo Jesús dijo: Hoy, no mañana, hoy estarás conmigo en el Paraíso.
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