Mammón y las riquezas.
La oración no es para cambiar los planes de Dios. Es para confiar y descansar en Su soberana voluntad (Martin Lutero)
29 de septiembre 2019. DOMINGO XXVI DEL TO
Lc 16, 18-31
Le dice Abrahán: Tienen a Moisés y los Profetas, que los escuchen (v 29)
Este Evangelio, propone la incompatibilidad entre seguimiento de Jesús y servicio al dinero Mammón, que en arameo significa riqueza y bienes materiales. Lucas presenta esta parábola, que muestra algún aspecto de lo que Jesús recibe como realidad del Reino, poniendo énfasis obre la imposibilidad de servir a Dios, a su reino, y al dinero.
Consecuencia más inmediata: el olvido de las más mínimas relaciones de justicia y de la finalidad de la misma existencia humana, pues los textos evangélicos, no son letra muerta sino viva, donde los pensamientos rolan conmigo y yo con mis pensamientos hasta vehiculizarse en exquisito manjar del paraíso, siendo necesariamente preciso para ello, aderezarlo con copiosas especias orientales.
La mente teje constantemente ideas, despintándonos con su desordenado tejer, y dificultándonos la traducción los textos evangélicos, aunque, como dice Willigis Jäger en Sabiduría Eterna: “Lo que se exige es aceptar la situación que no podemos transformar. En la aceptación de lo que no podemos cambiar se cifra el auténtico proceso de transformación”, transformación imprescindible y necesaria.
Decía Amós, 6, 6: “Bebéis en copas vino, os ungís con perfumes exquisitos, no os doléis del desastre de José, en Salmo 37, 11 se les otorga el disfrute de la prosperidad en la tierra, y en el Deuteronomio 15, 8, a que les abramos la mano y les prestemos a la medida de su necesidad.
La pobreza más ofensiva es la del ser humano, como la que atacó el profesor indio Amartya Sen, (1993), sobre el Premio Nobel de Economía en 1998, “por su contribución al análisis del bienestar económico”.
“No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita”, decía Fray Marcos en la misa del pasado domingo.
Como dice Plotino en su Libro I de la Eneida a través de uno de sus personajes más famosos, a los menesterosos le ocurrirá lo que a Eneas, que subió hasta las estrellas del cielo:
“Deja ese miedo, Citerea, que intacto permanece para ti el sino de los tuyos, verás la ciudad y las prometidas murallas de Lavinio y llevarás, sublime, hasta las estrellas del cielo al magnífico Eneas”.
Lucas ha escrito en su evangelio, 16, 29, Abrahán dice que tienen a Moisés y los Profetas, que los escuchen, pero en cambio, a nosotros, ¿nos escucha alguien?
Posiblemente tenía razón Martín Lutero cuando escribió esta frase: “La oración no es para cambiar los planes de Dios. Es para confiar y descansar en Su soberana voluntad”, voluntad que nos invita a la conmiseración y compasión de los necesitados.
Poema de Leonard Cohen escribió un hermoso poema en el que modula:
Los pájaros cantan al hacerse de día:
“Empieza de nuevo”
oí que decían.
No pierdas el tiempo
Pensando en lo que ya pasó
o en lo que aún no ha pasado.
Tañe las campanas que aún pueden repicar,
olvídate de tu ofrecimiento perfecto.
Todo tiene una grieta:
así es como entra la luz.
Vicente Martínez
Fuente Fe Adulta
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