Cuando des un banquete.
Lc 14, 7-14
Cuando des un banquete invita a pobres, mancos, cojos y ciegos (v 13)
1 de septiembre 2019. DOMINGO XXII DEL TO
En la Evangelii Gaudium, el Papa Francisco ha dicho: “Puedo aferrarme y decir que los gozos más bellos y espontáneos que he visto en mi vida son las personas muy pobres que tienen poco a qué aferrarse”.
Y en esta misma dirección se posiciona Ami-Jill Levine (1956) profesora de estudios del Nuevo Testamento en la Escuela de la Divinidad en la Universidad de Vanderbilt, en su obra Relatos cortos de Jesús, refiriéndose a lo que nos dice el Evangelio en la parábola de las ovejas y las cabras (Mt 25, 31-46):
“El criterio con el que se juzga a las personas no es la veneración o no de Jesús, sino la atención prestada a los pobres, la comida dada a los hambrientos o la visita al encarcelado”.
¿Pero qué significa el gesto del pobre? ¿Qué nos quiere decir con él? La pataleta del niño es también un gesto de protesta contra algo o alguien: contra un dolor, contra su madre, etc.
Lo importante es descubrir lo que ese símbolo significa, sólo así podremos ayudarle a resolver su problema o a que él lo resuelva personalmente, como sería en el caso de los adultos. Nosotros preguntamos, y lo único que tenemos que hacer es esperar a que nos responda.
La respuesta está siempre en el interior de la persona, pues como asegura el escritor estadunidense Jules Green (1900-1988), autor de Cada hombre en su noche:
“Ni siquiera el mejor explorador del mundo hace viajes tan largos como aquel hombre que desciende a las profundidades de su corazón”. Porque el corazón es ese Arca de la Alianza donde están guardadas nuestros más orientadores palimpseptos, que nos permiten borrar nuestro pasado y escribir textos nuevos.
En el Antiguo Testamento (Tob 4, 8-10) nos aconseja:
“Haz limosna en proporción a lo que tienes; si tienes poco, no temas dar de lo poco que tienes; así guardarás un buen tesoro, porque la limosna libra de la muerte y no deja caer en las tinieblas”.
Un aspecto en el que Viktor Frankl nos pone en la pista del despegue con el título de su obra El hombre en busca de sentido. La tarea de los demás, simplemente es ayudarles a navegar por el río interior de su existencia. Los vientos del espíritu soplan por todas partes, y colaboran eficazmente a llegar a puerto seguro.
Esto es, como decía Aristóteles, la esencia de la vida: Hacer el bien y servir a otros. Idea en la que el Evangelio no se queda corto:
“Cuando des un banquete invita a pobres, mancos, cojos y ciegos” (Lc 14, 13).
Blas de Otero, uno de los principales representantes de la poesía social y de la poesía intimista de los años cincuenta en España, y con quien el verso se hizo hombre, lo modula de esta manera en Poética:
Cuando te vi, oh cuerpo en flor desnudo,
creí ya ver a Dios en carne viva.
No sé qué luz, de dentro, de quién, iba
naciendo, iba envolviendo su desnudo
amoroso, oh aire, oh mar desnudo.
Una brisa vibrante, fugitiva,
ibas fluyendo, un agua compasiva,
tierna, tomada entre un frondor desnudo.
Te veía, sentía y te bebía,
solo, sediento, con palpar de ciego,
hambriento, sí, ¿de quién?, de Dios sería.
Vicente Martínez
Fuente Fe Adulta
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