” ¿Qué diría Jesús, el orante contemplativo, que no conoció ni previó organismo sacramental ni aparato eclesial alguno?”
| José Arregi
La Conferencia Episcopal Española acaba de publicar unas “Orientaciones doctrinales sobre la oración cristiana”, según reza el subtítulo. Mal empieza, pues rara vez la doctrina inspira la oración, y nunca la oración se atiene a la doctrina. Pero en el Documento predomina la preocupación doctrinal. Pide a los fieles y a los sacerdotes que “no se dejen arrastrar por doctrinas complicadas y extrañas”.
Fiel a los criterios del papa Benedicto XVI y de su documento estrella Dominus Jesus cuando, como Cardenal Ratzinger, presidía la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, la Conferencia Episcopal Española enseña cuál es la verdadera oración cristiana e insisten en que ésta es la única oración verdadera. Y parte de que “la unión con Dios se realiza objetivamente en el organismo sacramental de la Iglesia”. Solo en la Iglesia católica. ¿Qué diría Jesús, el orante contemplativo, que no conoció ni previó organismo sacramental ni aparato eclesial alguno? Los obispos se proponen ayudar a “ofrecer caminos de espiritualidad con una identidad cristiana bien definida”, que solo ellos conocen y poseen en exclusiva. He ahí su clave teológica fundamental. Una clave poco espiritual, pues el Espíritu abre siempre más allá de todas las formas, y todas las instituciones y religiones no son más que eso: formas culturales de la experiencia universal del Misterio apenas vislumbrado entre velos.
El documento alerta sobre todo contra los graves errores que acechan a los cristianos que practican el mindfulness (ejercicio de plena atención) o la meditación zen. Por ejemplo: establecer paralelismos “entre el camino del zen y Jesús como camino”, o entre el “vaciamiento” de Jesús y el “desapego” budista, o eliminar “la diferencia entre lo divino y lo creado”, o confundir la “sensación de quietud” con las “consolaciones del Espíritu Santo”. En quienes practican el zen no ven más que peligros y confusiones, pero no advierten peligro ni confusión alguna en quienes creen mantener la “identidad cristiana bien definida”. Miden, definen, diseccionan la experiencia espiritual sin reparar en la compleja ambigüedad del espíritu humano, tan impenetrable en su fondo como el Espíritu divino que sopla donde quiere. Doble falta de lucidez y de respeto: de lucidez para observar en sí las sombras ajenas, y de respeto para reconocer en el otro la luz que nos ilumina.
Contra todo “relativismo” y pluralismo religioso, el texto insiste en que el hombre histórico Jesús es el “salvador único y universal”, la única revelación plena de Dios en el cosmos, el “único camino que nos conduce” a Dios. Se equivocan, pues, quienes “relativizan los aspectos concretos condicionados histórica y culturalmente de la persona de Jesús”. ¿Pero no fue acaso relativa, pongamos por caso, su lengua aramea? Y su imagen de Dios ¿no fue tan cultural y relativa como su lengua aramea? Todo indica que los obispos identifican abusivamente nuestras pobres ideas e imágenes con la realidad del Infinito. Afirman, por ejemplo: “La representación trinitaria se corresponde con el ser de Dios”. Pero el primer Mandamiento bíblico ordena: “No te harás ninguna imagen de Dios ni te postrarás ante ella”.
“¿La oración es un encuentro con uno mismo o con Dios?”, preguntan los prelados en tono polémico, como si cupiera tal disyuntiva. ¿Es que alguien puede conocer a Dios o el Fondo del Ser sin conocerse, o conocerse a fondo sin reconocer en él el “Yo Soy” de la Zarza Ardiente? No han leído o entendido aquello de San Agustín: “Si me conociera, Te conocería”, o aquello de San Juan de la Cruz: “La unión del alma es divina” y “La sustancia del alma es Dios por naturaleza”. O lo del poeta estoico Creanto a quien cita San Pablo en el Areópago de Atenas: “En Él vivimos, nos movemos y somos”. Y El/Ella/Ello en nosotros, en todo.
Señalan que la cuestión de fondo es si Dios es un “tú” personal o un “ser impersonal”, si “tiene un rostro concreto o estamos ante un ser indeterminado”… Como si la experiencia espiritual profunda, sea religiosa o laica, no nos llevara justamente a transcender radicalmente esas categorías – uno/dos, personal/impersonal, yo/tú– de nuestra mente, que da para lo que da.
Lean si no y reciten cada día aquella hermosa oración del obispo y teólogo místico San Gregorio Nacianceno, del siglo IV: “¡Oh Tú, el más allá de todo! / No hay palabra que te exprese ni espíritu que te comprenda. / Todos los seres te celebran. / El deseo universal, el gemido de todos, suspira por ti. / Todo cuanto existe te ora, / y hasta ti eleva un himno de silencio / todo ser capaz de leer tu universo. Eres todos y no eres nadie. / Ni eres un ser solo ni el conjunto de todos ellos. / ¿Cómo puedo llamarte, si tienes todos los nombres? / ¡Oh Tú, el único a quien no se puede nombrar!”. Sabía lo que decía: lo Indecible, el Uno sin dos, el Fuego y el Ser de todos los seres. Como lo supo Jesús en tantas noches de silencio y soledad, de Paz subversiva, y por eso nos dijo: “Cuando oréis, no os perdáis en palabras”.
Dejémonos de tanta palabra. Sumerjámonos, desnudos, en el Silencio, la Realidad o la Presencia. En Dios o el Infinito, a donde la sed profunda nos guía, más allá de esquemas, imágenes y rezos. Más allá de nuestras ideas, creencias y doctrinas.
Los Obispos Españoles ofrecen unas claras indicaciones pastorales sobre la oración. Entre otras cosas explican por qué el Mindfulness y la meditación zen son “incompatibles” con la fe cristiana. #católicos#mindfulness#CEEhttps://t.co/jKwIujeNb4
Comentarios desactivados en Francisco, a James Alison: “Quiero que camines con plena libertad interior”
Y El sacerdote y teólogo cuenta cómo el Papa le restauró “el poder de las llaves”
En su libro Sodoma, éxito internacional de ventas, Frédéric Martel revela que hace un par de años el Papa Francisco llamó por teléfono a un destacado sacerdote y teólogo gay a quien le habían prohibido desde el Vaticano enseñar, predicar o presidir los sacramentos
Pedimos al sacerdote que nos diera su versión de los hechos
27. | James Alison, sacerdote y teólogo
La narrativa empieza en 1994. Ya con seis años de ordenación, me quedó claro que ya no podía seguir fingiendo que algo tenía de malo el amor por el mismo sexo. Por fin el niño aterrado que había aceptado la línea oficial de que era portador de algo objetivamente desordenado, y de que por eso el celibato le era una obligación, estaba comenzando a hacerse adulto.
A partir de darme cuenta de esto, se abrieron otras tantas ideas vinculadas entre sí. Lo primero, que todo voto o promesa hecho cuando una parte miente a la otra es nulo. Y en este caso la autoridad eclesiástica me había mentido a mi, como a otros tantos, con respecto a aquello que somos. Mientras los individuos como yo podemos arrepentirnos de haber permitido que aquella mentira nos formara el alma, desafortunadamente las congregaciones romanas no tienen la capacidad ni de contemplar ni de rectificar su falsedad, una de las que nos ha cooptado a tantos.
Al mismo tiempo, sabía que si quería ser teólogo (mi sueño era ser profesor de seminario, como mi adorado director de tesis, el recién fallecido Ulpiano Vázquez Moro SJ), no lo sería sin hacerme cómplice de la mentira. Y ¿qué valor tiene el ser teólogo que prepara a otros para el sacerdocio si tanto mi ejemplo como mi enseñanza estuviesen atados a la mentira y al silencio con respecto a una condición mayoritaria entre nosotros? Y por otro lado ¿qué valor tiene fuera de la estructura eclesiástica un teólogo confesional leal, pero que busca hablar la verdad en este campo? En ambos casos, el valor es cero.
De modo que la pérdida fue total. Y salté al vació, cayendo del mundo eclesiástico que amaba, y dentro del cual había esperado vivir, al mar de “buscarme la vida”.
Luché contra una descomposición psicológica y desempleo para salir del infantilismo económico en el cual tan fácilmente nos inician a los varones clericales. Consciente de haber sido huésped, y no miembro, de los dominicos (y no tengo sino gratitud por la hospitalidad, formación y ¡cuántas amistades duraderas! que me brindaron), escribí a la Congregación para los Sacramentos para contarle mi historia, explicándoles la nulidad de mis votos y promesas, y ofreciéndoles, si bien les pareciera, anular mi ordenación. Pasados los meses llegó una nota de tres líneas confirmando la validez de mi ordenación, pero pidiéndome que solicitara la laicización. Como la fórmula para pedirla también obligaba a mentir, y siguiendo el consejo de un canonista, no hice nada, y ellos tampoco me volvieron a escribir.
Mientras tanto, muy lentamente, en la medida en la cual superaba la parálisis depresiva en la cual caí, con continuo castañeteo de dientes, y gracias al ánimo de amigos laicos, comencé nuevamente a hacerme teológicamente productivo. Y con el tiempo, a atreverme a presidir y a predicar cuando me invitaban diferentes grupos, todos los cuales conocían lo suficiente como para no escandalizarse.
Fui aprendiendo cómo comportarme correctamente como cura: en caso de duda, no causar escándalo. Y que esto era más fácil de lo que se suponía, puesto que aquellos a los cuales podría escandalizar un sacerdote y teólogo abiertamente gay, era muy poco probable que me invitaran a presidir.
Intenté encontrarme con obispos o cardenales que pudieran resolver mi estatus canónico, pero invariablemente rechazaron reunirse conmigo. Más de uno alegó que sería imprudente para él dejarse ver en mi compañía. Muchas cartas quedaron sin respuesta. Algún que otro prelado más amable tuvo la bondad de charlar conmigo, siendo franco al reconocer que nada podía hacer.
Pasaron más de diez años. Llegó el momento de que un superior dominico algo escrupuloso me preguntara si yo me opusiera a que él buscase mi dispensación de pertenencia a la Orden. Claro, al resultado del proceso no me oponía en nada, pues hacía años que había explicado que mi pertenencia era nula.
Sin embargo, no podía participar del proceso, pues me obligaría a fingir que existía algo de lo que dispensar. Felizmente, esto no era un problema para el superior, pues sólo le hacía falta que yo recibiera notificación del proceso, y no mi consentimiento a ninguna parte de ello. Bondadosamente, él explicó a las autoridades vaticanas que yo aducía razones de conciencia. Después de unos meses llegó el documento, confirmando que ni los dominicos ni yo teníamos ninguna obligación entre nosotros. Y, sin embargo, que yo seguía siendo cura, en buen estado, pero sin estar incardinado; apto, no obstante, para ello en caso de que algún obispo tuviera la osadía de recibirme.
Unos años después estuve viviendo en Brasil, acompañando a un apostolado LGBT naciente. Un intento de correspondencia con el cardenal local no obtuvo respuesta. Más tarde me citó, irritado porque una entrevista que había dado yo a un periódico apareció muy cerca de un editorial algo desafortunado que él había escrito para coincidir con el Orgullo.
Aceptó que no había buscado eclipsarle, que había estado fuera del país, e ignoraba los planes del periódico. Sin embargo, era contundente en su deseo de que yo fuese laicizado, para lo cual necesitaba mi consentimiento, cosa que no le di. En una reunión posterior, confrontado por la misma demanda, le ofrecí que me incardinase en la archidiócesis si así lo quisiera – lo cual le daría un cierto control sobre mi. Esa oferta fue inmediatamente rechazada.
Poco después, y ya entrado el actual pontificado, el cardenal invocó un cambio reciente en el derecho canónico e inició un proceso de laicización forzosa. Según parece, este cambio fue diseñado para permitir a los obispos limpiar de sus listas a los sacerdotes que se hubieran marchado para casarse, sin arreglar papeles, y que no contestaban a las cartas que se les dirigiera al respecto. No fue mi caso.
Poco más de un año después, recibo una carta en latín, de la Congregación para el Clero, informándome que me habían laicizado forzosamente y que me estaba prohibido enseñar, predicar o presidir. Y que la sentencia era inapelable. Bueno, hasta para alguien como yo, predispuesto a atribuir un cierto aire kafkiano a los procedimientos vaticanos, fue chocante encontrarme tangencial a un proceso en el cual no era necesario informar al procesado de los cargos contra él.
Tampoco se contempla que haya intervención de un abogado para el procesado, y hasta la sentencia final no necesita que la firme el sentenciado. Algo de preparación tenía para enfrentarme a las veleidades legales, y sabía, por lo menos a nivel de cabeza, que no debía permitir que tamaña violencia me afectara. Sin embargo, el mensaje de la Congregación fue aplastante: “tu ministerio sacerdotal no vale nada”, y esto me llevó a una profunda depresión.
Algunos meses después, algo mareado aún, tuve la oportunidad de compartir el asunto con mi maestro de novicios, ahora un obispo. Y su reacción fue inmediata: “Es absurdo, eres el tipo de gente que más necesita la Iglesia en estos tiempos. No le escribas al Papa, pues nunca le llegará, por los filtros. Voy a solicitar una audiencia privada, y yo mismo le pido que lo resuelva”.
Año y medio más tarde, y el obispo fue recibido en audiencia privada. Llevaba consigo una carta mía apelando aquello que la Congregación había tildado de inapelable. La carta señaló que todo el proceso olía a aquel “curialismo autorreferencial” tantas veces criticado por Francisco. Y que yo había hecho exactamente aquello a lo que nos instaba: evangelizar en una periferia existencial y “¡hagan lío!”. En la carta le expuse mi conciencia: que no podía reconciliar aquello que él mismo decía en público con lo escrito en el documento en latín que me fue enviado en su nombre. Y me proponía tratar este último como nulo, y seguir adelante como hasta ahora.
Le pedí, si fuera posible, regularizar mi situación, no como favor personal para mi, sino como parte de abrir en la Iglesia las posibilidades para que los ministros LGBT podamos hablar, predicar, y evangelizar en primera persona. Ya no atado por el “ellos” engañoso de la mendacidad clerical. De modo que, en mayo del 2017 la carta llegó a sus manos. El obispo, mi amigo, me contó más tarde que la reunión había sido cálida, el Santo Padre comprensivo con mis circunstancias, y que él había salido con la confianza de que algo se haría al respecto.
Para mi, pues, sería difícil imaginar algo más impresionante: lo inapelable se había apelado a la corte más alta que existe. Aun en el caso de que nada aconteciera después, mi caso quedaría perpetuamente sub iudice. Imaginaba que tal vez, de aquí a unos años, recibiría de un edecán una notificación para decirme que el asunto habría recibido su debida atención. Y comencé a respirar. Imagine: Años después de nuestra convivencia, mi maestro de novicios consideró que valía la pena atravesar un océano y arriesgar su credibilidad ante el Santo Padre por mi caso. ¡Qué regalo más extraordinario!
Durante el mismo período, había explicado la laicización forzada a un par de amigos que me habían invitado a dar charlas y a presidir en diferentes países. Les ofrecí abstenerme de presidir para que no tuvieran problemas por mi culpa. Inmediatamente y sin preguntas, los dos insistieron en que presidiera. Uno me dijo que, de tomar yo en serio la laicización forzada y el proceso antecedente -por no decir dejar que el asunto se hiciera público- el escándalo dado por el comportamiento curialista sería mucho mayor que cualquier escándalo que yo mismo pudiera provocar.
Y luego la llamada. Domingo 2 de julio de 2017, alrededor de las 15h en Roma y Madrid. “Soy el papa Francisco” “¿en serio?” “no, en broma, hijo”. Pero era él mismo. El acento argentino, por supuesto. Pero sobre todo porque conociera el contenido de mi carta, a la cual se refería mientras me hablaba, me convenció de que no se trataba de una broma pesada.
Y luego esto: “Quiero que camines con plena libertad interior, siguiendo en el espíritu de Jesús. Y te doy el poder de las llaves, ¿me entiendes? Te doy el poder de las llaves.” Dije que sí, aunque pensándolo bien, ¿cómo cielos iba a entender el increíble don que me estaba dando? Siguió la conversación, con humor, y hasta con cierta picardía al hablar de amigos y conocidos en común. En el trasfondo, música de ópera lírica. Me esforcé por reconocerla, en vano. Después de que me instara a la discreción y a no causar problemas para los obispos buenos, terminó diciendo: “Rece por mí. Buscaré su dossier y me pondré nuevamente en contacto con usted”.
¿Cuál sería el significado de esta gracia extraordinaria? ¿Para mi, y para otros? Por lo menos, significa que la fuente del orden canónico no se encontró atada por la sentencia de su propia Congregación, pues me trató como sacerdote, dándome jurisdicción universal para escuchar confesiones (algo que hizo también, creo, para los misioneros enviados durante el Jubileo de la Misericordia). Es más, se estaba confiando en mí para actuar con libertad para hacerme, de manera responsable, el cura que ha estado en desarrollo durante todos estos años. Que, por primera vez en mi vida en la Iglesia, un adulto me había tratado como adulto, y ¡Santo Dios! ¡Tenía que ser el propio Papa quien actuara así!
Más recientemente, tuve el privilegio de consultar a un muy distinguido canonista sobre el significado de esto: el acto inmediato del Ordinario Universal al enviarme como un tipo de sacerdote clandestino de la misericordia. Se carcajeó de la risa y me dijo “canónicamente no tiene sentido alguno, pero… él sí hace estas cosas”. Me dio de veras un gran gusto ver que, a este canonista de muy alto vuelo, más que preocuparle, le deleitaba la libertad del Santo Padre. Con la sugerencia añadida de que no soy, de manera alguna, el único en haber recibido una llamada liberadora de un número oculto.
Y, de hecho, ¿qué hay de los otros tantos hermanos, más merecedores que yo? ¿qué tal un Jubileo de la honestidad para el clero, inaugurado con amnistía para todos los que tengan una doble vida en tanto en cuanto que no sea ni abusiva ni criminal? ¿Que la formación clerical buscara, como eje principal, la capacidad de rendir cuentas de quien es honesto consigo mismo, y que lo practiquen primero los formadores? ¿Que el armario ya ni forma, ni refuerza, el armario? ¿Que a los obispos se les dé cinco años para aprender a superar su incapacidad para discernir y negociar con gente que tiene vidas reales, ministerios reales a favor de la gente real con quienes se han comprometido? Que ya se deje de hablar de crisis de vocaciones, y que se coloque el foco allí donde de veras se encuentra: una crisis de discernimiento avivada por aquellos que se han encerrado en un sistema de mendacidad que se retroalimenta en bucle y han tirado la llave.
Treinta años de sacerdocio, y siento que tan sólo ahora comienza a hacerse efectiva. Y al haber recibido, además, tamaña libertad ¿cómo ejercer el ministerio de aquí en adelante? ¿Con quiénes, y para quiénes? ¿Ante quién rendir cuentas de manera responsable?
El papa Francisco, entre otros, ha observado que no se trata de una época de cambios, sino de un cambio de época. ¿Cómo será el ministerio en la Iglesia que nace?¿Cómo será la manera y el estilo de enseñar? ¿Cuál será el paradigma básico de la fe y la vida compartida? Todo esto está en el aire en maneras que nunca lo podría haber imaginado el joven aterrado y de formación clásica prostrado en un suelo frío aquel julio de 1988. Estaba lleno de certezas, y esperaba algo de seguridad emocional en la vida, y en vez de esto me regaló el Espíritu Santo treinta años de salto hacia la adultez.
Comentarios desactivados en El Eurobarómetro destaca la enorme diferencia en la aceptación social de las personas LGTBI entre los países miembros de la Unión Europea
La Comisión Europea ha publicado el resultado de una encuesta, conocida como Eurobarómetro, realizada el pasado mes de mayo entre los ciudadanos de la Unión Europea respecto a los derechos y aceptación social de las personas LGTBI. Si bien el resultado medio es positivo, la encuesta hace evidente la enorme distancia que existe entre los distintos países en cuanto al respeto y defensa de los derechos LGTBI. Mientras que la aceptación es ampliamente mayoritaria entre los países de la Europa occidental, en la mayoría de los países del antiguo bloque del este la LGTBIfobia es generalizada. España ocupa el tercer puesto entre los países cuyos ciudadanos estiman que gais, lesbianas y bisexuales deben tener los mismos derechos que las personas heterosexuales, y el primer lugar entre quienes opinan que las personas trans deben tener derecho a cambiar su documentación legal en consonancia con su identidad de género.
Este 23 de septiembre se ha dado a conocer el Eurobarómetro efectuado por la Comisión Europea sobre la aceptación social de las personas LGTBI en los países de la Unión Europea, que forma parte del estudio más amplio sobre la discriminación de las minorías que se publicará el próximo mes de octubre. La encuesta se realizó el pasado mes de mayo entre ciudadanos de sus 28 países, y trata de dilucidar cuál es la opinión de la ciudadanía europea respecto a los derechos y la discriminación de gais, lesbianas, bisexuales, personas trans y personas intersexuales. También ofrece una comparativa entre las respuestas dadas en esta encuesta y otra semejante realizada en 2015.
Las preguntas se han agrupado en diferentes apartados que reflejan la actitud de los ciudadanos de los diferentes países de la Unión Europea ante la diversidad afectivo-sexual y de identidad de género. Se observa con claridad la existencia de dos bloques claramente diferenciados, el de la Europa occidental y el formado por los antiguos países del bloque del este. En cuanto a la aceptación social de gais, lesbianas y bisexuales, en el bloque occidental destacan Suecia, Holanda, Dinamarca, España y Luxemburgo; esa aceptación disminuye en Austria, Italia, Grecia y Chipre, cuyos porcentajes se encuentran por debajo de la media europea. En el bloque de los antiguos países del este, todos ellos se hallan en esa franja inferior a la media, si bien parece haber una mayor aceptación social en la República Checa y Polonia, mientras que el menor grado se da en Letonia, Rumanía, Eslovaquia y Bulgaria.
En cuanto al respeto a la identidad de género, los bloques son semejantes. Sin embargo, en este caso en el bloque occidental destacan España, Malta y Dinamarca; Italia, Austria, Grecia y Chipre vuelven a ser los únicos países occidentales en estar por debajo de la media europea. Todos los países del antiguo bloque del este se sitúan en la franja inferior a la media, si bien la República Checa es el único país que supera el 50 % de población respetuosa con la identidad de género. Letonia, Rumanía, Eslovaquia y Bulgaria son los países con mayor transfobia social.
Derechos de las parejas del mismo sexo
La primera pregunta formulada es la siguiente: «¿Está de acuerdo en que las personas gais, lesbianas o bisexuales deben tener los mismos derechos que las personas heterosexuales?». Ha contestado favorablemente el 76 % de los encuestados (cinco puntos por encima del resultado en 2015) y ha mostrado su desacuerdo el 20 %, el resto se ha abstenido de dar alguna respuesta. España ocupa el tercer lugar, con un 91 % de ciudadanos que aboga por la igualdad de derechos, mientras que tan solo un 6 % se ha declarado contrario.
La siguiente pregunta es: «¿Está de acuerdo en que no hay nada malo en una relación sexual entre personas del mismo sexo?». El 72 % de los encuestados está de acuerdo con esa afirmación (también cinco puntos por encima del resultado de 2015), mientras que el 24 % considera que sí hay algo malo en ese tipo de relaciones. En España, el 89 % de los ciudadanos no ve nada malo en las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, y tan solo un 8 % opina lo contrario.
La tercera pregunta formula lo siguiente: «¿Está de acuerdo en que el matrimonio entre personas del mismo sexo debería permitirse en toda Europa?». El 69 % de los encuestados ha afirmado estar de acuerdo (ocho puntos por encima del 2015), mientras que el 26 % se ha mostrado disconforme. El 86 % de los ciudadanos de España se ha mostrado favorable al matrimonio igualitario en toda Europa, mientras que tan solo un 9 % ha señalado su disconformidad. Cabe destacar que en la República Checa hay un empate entre los favorables y quienes se oponen, dato importante en un país donde la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo está en trámite parlamentario.
Reconocimiento legal del género
El siguiente grupo de preguntas, que atañe a las personas trans, comienza con la siguiente: «¿Cree que las personas transgénero o transexuales deberían poder cambiar sus documentos civiles para que coincidan con su propia identidad de género?». En este caso el porcentaje de quienes han respondido afirmativamente es del 59 %, mientras que el 29 % ha contestado en contra y el 12 % se ha abstenido. España encabeza la lista de quienes defienden los derechos trans, con un 83 % de encuestados favorables y un exiguo 8 % en contra.
La segunda pregunta dice así: «¿Cree que en los documentos públicos, como pasaportes y certificados de nacimiento, además de Mujer (M) y Varón (V), debería estar disponible una tercera opción como X u O (Otro) para aquellas personas que no se identifican como mujeres o varones?». En este caso, ninguna de las respuestas supera la mitad, pues se muestra favorable el 46 % de los encuestados, en contra el 42 % y un 12 % no da ninguna respuesta. En España, que ocupa el segundo puesto, sí hay una clara mayoría del 63 % a favor de una opción nueva en los documentos de identidad y un minoritario 21 % en contra.
Muestras de afecto en público
Este apartado trata de comparar la distinta aceptación social que las muestras públicas de afecto tienen entre la población. Por ello, ha preguntado no solo por cómo se perciben esas muestras de afecto por parte de personas del mismo sexo, sino también las de las parejas de distinto sexo. La cuestión planteada era la siguiente: «Usando una escala del 1 al 10, díganos por favor cuán cómodo se sentiría con personas que muestran afecto romántico en público (por ejemplo, besándose o cogiéndose de la mano) en cada uno de los siguientes grupos. ‘1′ significa que no se sentiría «nada cómodo» y ’10’ que se sentiría «totalmente cómodo»».
En el conjunto de la Unión Europea, las respuestas han sido las siguientes:
Un hombre y una mujer: un 89% de los encuestados ha contestado que se siente totalmente cómodo (78 %) o moderadamente cómodo (11 %), mientras que el 8 % se siente totalmente incómodo.
Dos mujeres: un 68 % se siente totalmente cómodo (53 %) o moderadamente cómodo (15 %). El 29 % se siente totalmente incómodo.
Dos hombres: un 63 % se siente totalmente cómodo (49 %) o moderadamente cómodo (14 %). El 38 % se siente totalmente incómodo.
Como se puede comprobar, son las muestras de afecto entre dos hombres las que producen un mayor rechazo, hasta el punto de que son las únicas que no superan el 50 % de encuestados que se encuentren totalmente cómodos al observarlas. Aun así, la aceptación de las muestras de afecto en público ha subido desde el 2015 un 11 % en cuanto a las parejas masculinas y un 12 % respecto a las parejas femeninas.
En España, los resultados son bastante más alentadores:
Un hombre y una mujer: un 93 % de los encuestados ha contestado que se siente totalmente cómodo (81 %) o moderadamente cómodo (12 %), mientras que el 6 % se siente totalmente incómodo.
Dos mujeres: un 81 % se siente totalmente cómodo (66 %) o moderadamente cómodo (15 %). El 17 % se siente totalmente incómodo.
Dos hombres: un 79 % se siente totalmente cómodo (63 %) o moderadamente cómodo (16 %). El 19 % se siente totalmente incómodo.
Cabe destacar que la total comodidad con las muestras de afecto en público entre dos mujeres o dos hombres se ha incrementado en España un 12% y un 10% respectivamente desde 2015. Aun así, es reseñable que las muestras de afecto en público entre dos hombres sean intolerables para casi la quinta parte de la población.
Personas LGTBI en ámbitos sociales
A continuación, la Comisión Europea pretende dilucidar cuál es la aceptación social de las personas LGTBI. Se preguntaba a los encuestados sobre qué grado de comodidad sentían al considerar la presencia de una persona LGTBI en distintos ámbitos. En el conjunto de la Unión Europea estas eran las respuestas:
En un alto cargo político.
Gay, lesbiana o bisexual: un 77 % se sentiría totalmente cómodo (64 %) o moderadamente cómodo (13 %). Un 18 % se sentiría incómodo.
Persona trans: un 68 % se sentiría totalmente cómodo (53 %) o moderadamente cómodo (15 %). Un 24 % se sentiría incómodo.
Persona intersexual: un 68 % se sentiría totalmente cómodo (54 %) o moderadamente cómodo (14 %). Un 21 % se sentiría incómodo.
En el centro de trabajo.
Gay, lesbiana o bisexual: un 82 % se sentiría totalmente cómodo (72 %) o moderadamente cómodo (10 %). Un 12 % se sentiría incómodo.
Persona trans: un 76 % se sentiría totalmente cómodo (65 %) o moderadamente cómodo (11 %). Un 15 % se sentiría incómodo.
Persona intersexual: un 77 % se sentiría totalmente cómodo (66 %) o moderadamente cómodo (11 %). Un 14 % se sentiría incómodo.
Como pareja sentimental de un hijo o hija.
Una persona de su mismo sexo: un 67 % se sentiría totalmente cómodo (55 %) o moderadamente cómodo (12 %). Un 27 % se sentiría incómodo.
Una persona trans: un 57 % se sentiría totalmente cómodo (43 %) o moderadamente cómodo (14 %). Un 34 % se sentiría incómodo.
Una persona intersexual: un 58 % se sentiría totalmente cómodo (44 %) o moderadamente cómodo (14 %). Un 31 % se sentiría incómodo.
Los datos de España, mucho más positivos, son los siguientes:
En un alto cargo político.
Gay, lesbiana o bisexual: un 90 % se sentiría totalmente cómodo (81 %) o moderadamente cómodo (9 %). Un 4 % se sentiría incómodo.
Persona trans: un 85 % se sentiría totalmente cómodo (74 %) o moderadamente cómodo (11 %). Un 7 % se sentiría incómodo.
Persona intersexual: un 82 % se sentiría totalmente cómodo (72 %) o moderadamente cómodo (10 %). Un 6 % se sentiría incómodo.
En el centro de trabajo.
Gay, lesbiana o bisexual: un 92 % se sentiría totalmente cómodo (86 %) o moderadamente cómodo (6 %). Un 4 % se sentiría incómodo.
Persona trans: un 89 % se sentiría totalmente cómodo (81 %) o moderadamente cómodo (8 %). Un 3 % se sentiría incómodo.
Persona intersexual: un 86 % se sentiría totalmente cómodo (79 %) o moderadamente cómodo (7 %). Un 4 % se sentiría incómodo.
Como pareja sentimental de un hijo o hija.
Una persona de su mismo sexo: un 83 % se sentiría totalmente cómodo (71 %) o moderadamente cómodo (12 %). Un 12 % se sentiría incómodo.
Una persona trans: un 75 % se sentiría totalmente cómodo (61 %) o moderadamente cómodo (14 %). Un 15 % se sentiría incómodo.
Una persona intersexual: un 73 % se sentiría totalmente cómodo (61 %) o moderadamente cómodo (12 %). Un 14 % se sentiría incómodo.
Diversidad y educación
La Comisión Europea también quiere conocer la opinión de los ciudadanos respecto a la educación de la diversidad. Para ello, ha preguntado a los encuestados si están de acuerdo en que el temario y material escolar debe incluir información sobre la diversidad respecto a los distintos colectivos LGTBI.
Respecto a la orientación sexual (sobre gais, lesbianas y bisexuales): un 71 % está de acuerdo en que se incluya información y un 24 % se declara en desacuerdo.
Respecto a las personas trans: un 65 % está de acuerdo y un 28 % en desacuerdo.
Respecto a las personas intersexuales: un 65 % está de acuerdo y un 28 % en desacuerdo.
Los datos de España son, de nuevo, más positivos:
Respecto a la orientación sexual (sobre gais, lesbianas y bisexuales): un 84 % está de acuerdo en que se incluya información y un 11 % se declara en desacuerdo.
Respecto a las personas trans: un 81 % está de acuerdo y un 13 % en desacuerdo.
Respecto a las personas intersexuales: un 80 % está de acuerdo y un 13 % en desacuerdo.
Discriminación de las personas LGTBI
Por último, se ha preguntado a los encuestados sobre su percepción de la discriminación que sufren las personas LGTBI en su propio país. A la pregunta de si estiman que la discriminación está muy o bastante extendida, o, si bien, creen que es muy o bastante infrecuente, han contestado de la siguiente manera:
Discriminación por razón de la orientación sexual (gais, lesbianas y bisexuales): un 53 % cree que está muy o bastante extendida y un 40 % que es muy o bastante infrecuente.
Discriminación de las personas trans: un 48 % cree que está muy o bastante extendida y un 35 % que es muy o bastante infrecuente.
Discriminación de las personas intersexuales: un 39 % cree que está muy o bastante extendida y un 39 % que es muy o bastante infrecuente.
El resultado que ofrecen los datos de España son reflejo de lo que sucede en otros países. En aquellos en que la población muestra más LGTBIfobia, los encuestados rehúsan que haya discriminación; en aquellos donde hay una mayor aceptación de las personas LGTBI, los encuestados reconocen la discriminación que experimentan:
Respecto a la orientación sexual (sobre gais, lesbianas y bisexuales): un 54 % cree que la discriminación está muy o bastante extendida y un 43 % que es muy o bastante infrecuente.
Discriminación de las personas trans: un 58 % cree que está muy o bastante extendida y un 31 % que es muy o bastante infrecuente
Discriminación de las personas intersexuales: un 47 % cree que está muy o bastante extendida y un 35 % que es muy o bastante infrecuente
Comentarios desactivados en El Vaticano estudia revocar la identidad católica a un colegio de la Compañía de Jesús por no despedir a un profesor casado con otro hombre, pero suspende temporalmente la sanción impuesta por el arzobispo…
La Congregación para la Educación Católica del Vaticano suspendió temporalmente un decreto del arzobispo de Indianápolis que revocó la identidad católica de una escuela secundaria jesuita.
La Arquidiócesis de Indianápolis anunció el pasado mes de junio que una escuela secundaria jesuita local ya no sería reconocida como una escuela católica, debido a un desacuerdo sobre el empleo de un maestro que contrajo matrimonio con su marido, un hecho público y publicitado por el mismo colegio. Exigió al colegio de secundaria Brebeuf, de la Compañía de Jesus, después de un largo periodo de diálogo, que no renovase el contrato al maestro.
Según comunicado del del Arzobispo de Indianápolis, Mons. Charles Thompson:
«Todos los que ministran en instituciones educativas católicas llevan a cabo un ministerio importante para comunicar la plenitud de la enseñanza católica a los estudiantes, tanto por medio de la palabra como por la acción, dentro y fuera del aula.
En la Arquidiócesis de Indianápolis, todas las escuelas católicas diocesanas y escuelas católicas privadas han recibido instrucciones para establecer claramente en los contratos y descripciones de funciones ministeriales que todos los ministros deben transmitir y apoyar todas las enseñanzas de la Iglesia Católica».
Además añade que los maestros se consideran como ‘ministros’ porque
«es su deber y privilegio asegurar que los estudiantes reciban instrucción sobre la doctrina y la práctica católica. Para dar testimonio efectivo de Cristo, ya sea que enseñen religión o no, todos los ministros en sus vidas profesionales y privadas deben transmitir y apoyar la enseñanza de la Iglesia Católica».
«Lamentablemente, la Escuela Preparatoria Jesuita de Brebeuf ha optado libremente por no celebrar acuerdos que protejan el importante ministerio de comunicar la plenitud de la enseñanza católica a los estudiantes. Por lo tanto, la Arquidiócesis de Indianápolis ya no reconocerá a Brebeuf Jesuit Preparatory School como una institución católica»
Sin embargo, el Colegio sigue afirmando que «nuestra identidad como institución jesuita católica permanece sin cambios»
El tema viene de atrás. En 2017, con publicidad en las redes, el colegio daba a conocer que un profesor se había casado con una persona del mismo sexo, como la misma institución reconoce. El obispado solicitó que «la escuela Brebeuf de los Jesuitas no renueve el contrato de esta maestra porque el estado civil de este maestro no se ajusta a la doctrina de la Iglesia».
«Después de una consideración prolongada y orante, determinamos que seguir la directiva de la Arquidiócesis no solo violaría nuestra conciencia informada sobre este asunto en particular, sino que también sentaría un precedente relativo a la interferencia futura en las operaciones de la escuela y otros asuntos de gobierno que Brebeuf. La dirección jesuita ha tenido históricamente el único derecho y privilegio de dirigirse y decidir»
«Respetan la primacía de una conciencia informada de los miembros de su comunidad al tomar decisiones morales.
Reconocemos que a veces algunas personas que están asociadas con nuestra misión toman decisiones morales personales en desacuerdo con la doctrina de la Iglesia; hacemos todo lo posible para ayudarlos a crecer en santidad, siendo todos nosotros amados pecadores que deseamos seguir a Jesús».
«Reconozco esta solicitud del arzobispo Charles Thompson para que sea su juicio prudencial en la aplicación del derecho canónico, reconociendo su responsabilidad en la supervisión de la fe y la moral, así como la educación católica en su archidiócesis»
«pero no estoy de acuerdo con la necesidad y prudencia de esta decisión», y expone la argumentación canónica anunciando que que recurrirán al arzobispo y a Roma para defender su derecho y que «la intromisión directa de la Arquidiócesis de Indianápolis en un asunto laboral de una escuela gobernada por una orden religiosa no tiene precedentes».
La dirección de la escuela agregó que no renovar el contrato de la maestra lesbiana causaría «daño» a «nuestros maestros y personal altamente capacitados y calificados. Nuestra intención ha sido hacer lo correcto por las personas que empleamos, preservando nuestra autoridad como una escuela católica jesuita independiente». Los jesuitas sostienen que los asuntos administrativos internos de su escuela deben ser hechos por su propia dirección, en lugar de la Iglesia local.
El canon 803 dice:
§ 1. Se entiende por escuela católica aquella que dirige la autoridad eclesiástica competente o una persona jurídica eclesiástica pública, o que la autoridad eclesiástica reconoce como tal mediante documento escrito.
§ 2. La enseñanza y educación en una escuela católica debe fundarse en los principios de la doctrina católica; y han de destacar los profesores por su recta doctrina e integridad de vida.
§ 3. Ninguna escuela, aunque en realidad sea católica, puede adoptar el nombre de «escuela católica» sin el consentimiento de la autoridad eclesiástica competente.
En esta diócesis no es la primera vez. En agosto de 2018, Shelley Fitzgerald, consejera de orientación en Roncalli High School en Indianápolis, fue puesta en licencia administrativa remunerada como empleada de una escuela diocesana. Fitzgerald había intentado contraer matrimonio con su esposa en 2014. En ese momento, el arzobispo Thompson escribió que:
«las escuelas católicas de la diócesis son ministerios de la Iglesia. Los administradores escolares, los maestros y los orientadores son ministros de la fe que son llamados a compartir la misión de la Iglesia. Nadie tiene derecho a un puesto ministerial, pero una vez que están llamados a desempeñar una función ministerial, deben liderar con su palabra y su ejemplo. Como ministros, deben transmitir y apoyar las enseñanzas de la Iglesia Católica. Estas expectativas se explican claramente en las descripciones y los contratos de los ministerios escolares, para que todos comprendan sus obligaciones […] Cuando una persona no cumple con sus obligaciones como ministro de la fe dentro de una escuela, la Iglesia y los líderes escolares abordan la situación trabajando con la persona para encontrar un camino de acompañamiento que conduzca a una resolución de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia».
Según la decisión del arzobispo, el colegio jesuita, seguirá siendo jesuita según dice la dirección del centro y de la provincia, pero ya no sería una institución católica.
Dos días después, otra institución educativa de la archidiócesis, el colegio «Cathedral High School», se ha encontrado en las misma tesitura: o todos los maestros eran aptos o la diócesis no podía engañar a los padres diciendo que eso era un colegio católico. En esta tesitura, el centro ha declarado en una nota a la «familia» educativa que tras «22 meses de serios debates y amplio diálogo» han tomado la «decisión agonizante» de seguir siendo una institución católica y prescindir del profesor casado.
«Es responsabilidad del Arzobispo Thompson supervisar la fe y la moral en relación con la identidad católica dentro de la Arquidiócesis de Indianápolis.
El Arzobispo Thompson dejó en claro que continuar empleando a un maestro que contrajo matrimonio público entre personas del mismo sexo resultaría en la pérdida de nuestra identidad católica debido a que el individuo vive en contradicción con la enseñanza católica sobre el matrimonio»
La situación canónica del colegio es distinta a la de los jesuitas, pues está encomendada a los Hermanos de la Santa Cruz pero era propiedad de la diócesis. En el comunicado señalan que por eso no han podido actuar como los jesuitas y porque: Cathedral «perdería la capacidad de celebrar los Sacramentos como lo hemos hecho en los últimos 100 años con nuestros estudiantes y la comunidad, una celebración esencial para la Catedral», ya no podía referirse a sí misma como una escuela católica, sus sacerdotes diocesanos ya no podían formar parte de su junta directiva, perdería su afiliación con los Hermanos de Santa Cruz y perdería su estatus de organización sin fines de lucro independiente y, por lo tanto, no podría operar como una escuela sin fines de lucro.
Sin embargo, la Congregación para la Educación Católica del Vaticano suspendió temporalmente un decreto del arzobispo de Indianápolis que revocó la identidad católica de una escuela secundaria jesuita. La suspensión tendrá efecto mientras la congregación considere una apelación del decreto.
El decreto del arzobispo Charles Thompson del 21 de junio dijo que la arquidiócesis ya no reconocería a la Escuela Preparatoria Jesuita Brebeuf como católica, después de un desacuerdo sobre el empleo de la escuela de un maestro que intentó contraer un matrimonio entre personas del mismo sexo.
El p. Brian Paulson, SJ, jefe de la provincia de los jesuitas en el medio oeste, dirigió la apelación del decreto del arzobispo. Después de que Thompson declinó rescindir el decreto, Paulson recurrió a la Congregación para la Educación Católica para considerar el asunto.
El presidente de Brebeuf, p. Bill Verbryke, SJ, dijo el 23 de septiembre que la congregación “ha decidido suspender el decreto del arzobispo de manera interina, a la espera de la resolución final de nuestra apelación”.
Verbryke agregó que “Sin embargo, es muy importante entender lo que NO significa esta suspensión temporal del decreto del Arzobispo. No significa que el asunto se haya resuelto o que se haya tomado una decisión permanente. Tampoco significa que alguien deba inferir que la Congregación para la Educación Católica se está inclinando de una forma u otra sobre cualquiera de los temas en cuestión. La Congregación simplemente ha otorgado una suspensión temporal del decreto del arzobispo hasta que tome una decisión final”, explicó Verbryke en un mensaje a la comunidad escolar.
La ley canónica prevé la suspensión automática de decisiones judiciales y de decretos en casos penales cuando hay una apelación. En casos de recurso jerárquico, donde se apela un acto de gobierno de un obispo, la suspensión del decreto apelado no es automática, pero a menudo es otorgada por un departamento curial después de sopesar las circunstancias a favor y en contra de la suspensión, pero no los méritos de la suspensión. apelar a sí mismo.
Verbryke señaló que Thompson “me había informado muy amablemente que, como resultado de esta suspensión temporal de su decreto, Brebeuf es libre de reanudar nuestras celebraciones sacramentales normales de la Eucaristía”.
El arzobispo ya había otorgado permiso para que se celebraran Misas diarias en la capilla de la escuela, pero había negado el permiso para las Misas ofrecidas en ocasiones particulares, como una “Misa del Espíritu Santo” del 15 de agosto como una apertura tradicional de la escuela. -año- misa “.
El presidente de la escuela dijo que se desconoce cuánto tiempo durará el proceso de apelación, “pero tenga por seguro que somos sinceros en nuestro deseo de resolver nuestro desacuerdo con el Arzobispo y reanudar la fuerte relación que siempre habíamos tenido con la Arquidiócesis desde nuestra fundación en 1962. ” Hizo hincapié en que el “proceso está en curso en un entorno de no solo profundo amor por nuestra Iglesia, sino también, a pesar de nuestras diferencias en este asunto, un profundo respeto por el Arzobispo. En definitiva, nuestro deseo es permanecer en plena comunión con la Iglesia Católica, sin restricciones en nuestra celebración de la Eucaristía, y que nuestra identidad como escuela católica sea plenamente reconocida y apoyada por la Arquidiócesis “.
Kris Mackey, director de promoción y comunicaciones de la provincia de los jesuitas del medio oeste, le dijo a CNA que la carta de Verbryke “reflejaba la carta” recibida de la Congregación para la Educación Católica. Agregó que la suspensión de la congregación del decreto de Thompson se hizo a discreción de la congregación, y que junto a su apelación, la provincia “había solicitado la suspensión durante el tiempo en que se está tomando la decisión”.
Si bien la congregación “concedió sí a la suspensión”, reflexionó Mackey, “por supuesto que están discerniendo”, y se desconoce cuánto durará el proceso de apelaciones. “Los dos no están relacionados”, dijo. La suspensión no indica que la congregación tenga más probabilidades de gobernar de una forma u otra.
En una declaración, la Arquidiócesis de Indianápolis dijo que la suspensión temporal era “seguir los procedimientos estándar de derecho canónico” y que “esta es una medida común, temporal, que no afecta una determinación final”.
La Iglesia local agregó que espera una determinación final de la Congregación para la Educación Católica. La arquidiócesis anunció el 20 de junio que “todas las escuelas católicas arquidiocesanas y escuelas católicas privadas han recibido instrucciones de establecer claramente en sus contratos y descripciones de trabajo ministeriales que todos los ministros deben transmitir y apoyar todas las enseñanzas de la Iglesia Católica”.
Los maestros, dijo la arquidiócesis en junio, están clasificados como ministros porque “es su deber y privilegio asegurarse de que los estudiantes reciban instrucción en la doctrina y la práctica católica”. Para dar testimonio efectivo de Cristo, ya sea que enseñen religión o no, todos los ministros en su vida profesional y privada deben transmitir y apoyar a los católicos.
Comentarios desactivados en Personas LGBTI preocupadas por acuerdo de asilo entre EEUU y El Salvador
Por Paula Rosales
Activistas LGBTI rechazaron el acuerdo que suscribieron los gobiernos de Estados Unidos y El Salvador para convertir al país centroamericano en un “tercer país seguro” para tramitar solicitudes de asilo. Según las organizaciones de derechos humanos, en El Salvador no existen las condiciones para desarrollarlo. El acuerdo se firmó el viernes por presión del presidente estadounidense Donald Trump, después que miles de centroamericanos desbordaran la frontera sur buscando entrar al país del norte.
Karla Guevara, directora del Colectivo Alejandría, lamentó que el gobierno de El Salvador aduzca que tenga la capacidad de recibir a migrantes de diferentes países de la región y que intentan llegar a la frontera sur de Estados Unidos. Considera que no se les podrá brindar las protecciones mínimas, ni proveerles empleo y ni garantías básicas de supervivencia.
“Es una situación bastante grave como pasaría en cualquiera de los países del Triángulo Norte, especialmente a las poblaciones LGBTI y que es la población que mas sufre desplazamiento forzado porque no existen condiciones sociales y económicas en nuestros países de origen”, dijo Karla Guevara a Presentes.
De acuerdo a Bianka Rodríguez, directora de la asociación trans Comcavis, este acuerdo pone en riesgo a las personas trans que sufren desplazamiento forzoso en El Salvador por causa de la violencia.
“Las personas LGBTI se verán afectadas porque desde este momento las personas LGBTI no podrán visibilizar la persecución que sufren ni la falta de garantía a sus derechos”, expresó Bianka a Presentes.
Decenas de personas de la población LGBTI salvadoreña sufren a diario amenazas, discriminación y persecución por lo que se ven obligados a emigrar irregularmente o solicitar asilo en otras naciones, principalmente en los Estados Unidos.
Bianka considera que El Salvador no tiene la capacidad para recibir a migrantes que intentan obtener asilo en Estados Unidos.
“(El Salvador) no puede solucionar la problemática de migración y de desplazamiento forzado de sus mismos ciudadanos. Es inviable que se convierta en un tercer país seguro”, expresó.
Pese a que las autoridades no dieron detalles, este acuerdo obligará a la nación centroamericana a recibir a los inmigrantes que quieran solicitar asilo en Estados Unidos.
“Parte de este acuerdo es sobre asilo. Un potencial uso del acuerdo es que las personas que cruzan por El Salvador deberían poder pedir protecciones ahí. Queremos hacer cumplir la integridad de ese proceso en toda la región pero es una parte más amplia de nuestra alianza para tratar los lujos migratorios en Centroamérica”, dijo a la prensa el secretario de Seguridad Nacional en funciones de Estados Unidos, Kevin McAleenan.
Según datos oficiales, por el territorio salvadoreño transitan ciudadanos nicaragüenses, hondureños, colombianos, venezolanos, cubanos y africanos que buscan llegar a los Estados Unidos.
Unos 17.000 salvadoreños han sido deportados desde los Estados Unidos desde octubre de 2018 hasta la fecha, según cifras del gobierno norteamericano.
“Estados Unidos es el único país que nos ofrece a la población LGBTI condiciones que no nos ofrecen nuestros países de origen”, recalcó Karla.
Por su parte Charanya Krishnaswami, directora de defensa para las Américas de Amnistía Internacional Estados Unidos, condenó el pacto alcanzado y considera que es una “burla” del derecho de asilo.
“El Salvador tiene una de las tasas de violencia más altas del mundo, incluida la violencia de género, tan rampante que Amnistía Internacional lo declaró uno de los países más peligrosos del mundo para ser mujer. No es seguro para sus propios ciudadanos, y mucho menos para los solicitantes de asilo”, expresó Krishnaswami en un comunicado.
El Salvador registro una tasa de 51 por cada 100.000 en 2018, una de las más altas del mundo, según Naciones Unidas. Más de 600 mujeres trans han sido asesinadas desde 1992.
Comentarios desactivados en Lamentan vacíos que deja la jubilación del reconocido urólogo Guillermo Mac Millan
Movilh-Valparaíso resaltó la importante el trabajo de reasignación de genitales realizado por el médico desde 1976 y llamó al Ministerio de Salud a implementar medidas para capacitar profesionales.
El Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh-Valparaíso) lamentó los vacíos que deja en el sistema público de salud la próxima jubilación del urólogo Guillermo Mac Millan, pionero en las cirugías de reasignación genital de las personas trans, al tiempo que llamó al Minsal a incrementar las capacitaciones de médicos en la materia.
Mac Millan, quien practica las genitoplastías femininizantes y masculinizantes desde 1976, dejará así de prestar servicios en el Hospital Carlos Van Buren, recinto pionero en este tipo de atenciones.
“En 2013 se creó un protocolo que regula a nivel nacional los procesos de readecuación corporal. Lamentamos que seis años después no se cuente aún con un profesional capacitado que pueda reemplazar a Mac Milan. Solo se tiene a la vista una sola sucesora en Valparaíso, la doctora Melissa Cifuentes, cuya capitación en la temática está en pleno proceso, pues recién finaliza en septiembre del 2020”, señaló el vocero de Movilh-Valparaíso, Diego Ríos.
El dirigente acusó una “evidente falta de preocupación del Ministerio de Salud en este tema. Contar a la fecha con un solo profesional en Valparaíso refleja que no se han implementado las medidas básicas para motivar y capacitar a médicos en esta especialidad, con el efecto nocivo que ello tiene en la calidad de vida de la población trans. Esperamos que esta situación se revierta y se implemente medidas en breve”.
Finalmente, Ríos valoró “el gran legado que deja el doctor Mac Millan. Su trabajo mejoró la calidad de vida de las personas trans y su aporte deja un huella imborrable para los derechos humanos”
¿Cómo
hablar de Dios
después de Auschwitz?,
os preguntáis vosotros,
ahí, al otro lado del mar, en la abundancia.
¿Cómo
hablar de Dios
dentro de Auschwitz?,
se preguntan aquí los compañeros,
cargados de razón, de llanto y sangre,
metidos en la muerte
diaria
de millones…
*
Pedro Casaldáliga Todavía estas palabras, 1994
***
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
-“Había un hombre rico que se vestía de purpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día.
Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico.
Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán.
Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: “Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas. “
Pero Abrahán le contestó: “Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros.”
El rico insistió: “Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento.”
Abrahán le dice: “Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen.”
El rico contestó: “No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán.”
Abrahán le dijo: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.”“
*
Lucas 16, 19-31
***
La experiencia de un camino de pobreza es un camino de liberación, de alegría y de entusiasmo -porque nos une íntimamente a Cristo-, y nos hace gustar de una manera imprevista la fuerza de la cruz, su capacidad de renovar hasta las situaciones más estancadas, aparentemente más irritantes por su inmovilismo.
El momento del descubrimiento de las páginas del evangelio supone, para todos, un poco de gusto, de atención, de compromiso con un mayor ejercicio de austeridad, de pobreza, de penitencia, de renuncia. Sin este esfuerzo, esas páginas se quedan como mudas; cuando se ha dado algún paso en este sentido, aunque sea simple, entonces las palabras de Jesús se vuelven actuales y resonantes, adquieren relieve y nos damos cuenta de que vivimos algo de la alegría y el entusiasmo de los Doce, que caminaban por los caminos de Palestina siguiendo a Jesús después de haberle dicho: «Pues bien, Maestro, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».
*
Carlo María Martini, Diccionario espiritual: pequeña guía para el alma,
Promoción Popular Cristiana, Madrid 1998.
Comentarios desactivados en “Romper la indiferencia”. 26 Tiempo ordinario – C (Lucas 16,19-31)
Según Lucas, cuando Jesús gritó: «no podéis servir a Dios y al dinero», algunos fariseos que le estaban oyendo y eran amigos del dinero «se reían de él». Jesús no se echa atrás. Al poco tiempo, narra una parábola desgarradora para que los que viven esclavos de la riqueza abran los ojos.
Jesús describe en pocas palabras una situación sangrante. Un hombre rico y un mendigo pobre que viven próximos el uno del otro, están separados por el abismo que hay entre la vida de opulencia insultante del rico y la miseria extrema del pobre.
El relato describe a los dos personajes destacando fuertemente el contraste entre ambos. El rico va vestido de púrpura y de lino finísimo, el cuerpo del pobre está cubierto de llagas. El rico banquetea espléndidamente no solo los días de fiesta sino a diario; el pobre está tirado en su portal, sin poder llevarse a la boca lo que cae de la mesa del rico. Solo se acercan a lamer sus llagas los perros que vienen a buscar algo en la basura.
No se habla en ningún momento de que el rico ha explotado al pobre o que lo ha maltratado o despreciado. Se diría que no ha hecho nada malo. Sin embargo, su vida entera es inhumana, pues solo vive para su propio bienestar. Su corazón es de piedra. Ignora totalmente al pobre. Lo tiene delante pero no lo ve. Está ahí mismo, enfermo, hambriento y abandonado, pero no es capaz de cruzar la puerta para hacerse cargo de él.
No nos engañemos. Jesús no está denunciando solo la situación de la Galilea de los años treinta. Está tratando de sacudir la conciencia de quienes nos hemos acostumbrado a vivir en la abundancia teniendo junto a nuestro portal, a solo unas horas de vuelo, a pueblos enteros viviendo y muriendo en la miseria más absoluta.
Es inhumano encerrarnos en nuestra «sociedad del bienestar» ignorando totalmente esa otra «sociedad del malestar». Es cruel seguir alimentando esa «secreta ilusión de inocencia» que nos permite vivir con la conciencia tranquila pensando que la culpa es de todos y de nadie.
Nuestra primera tarea es romper la indiferencia. Resistirnos a seguir disfrutando de un bienestar vacío de compasión. No continuar aislándonos mentalmente para desplazar la miseria y el hambre que hay en el mundo hacia una lejanía abstracta, para poder así vivir sin oír ningún clamor, gemido o llanto.
El Evangelio nos puede ayudar a vivir vigilantes, sin volvernos cada vez más insensibles a los sufrimientos de los abandonados, sin perder el sentido de la responsabilidad fraterna y sin permanecer pasivos cuando podemos actuar.
Comentarios desactivados en “Recibiste bienes y Lázaro males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces”. Domingo 29 de septiembre de 2019. 26º Ordinario
Leído en Koinonia:
Amós 6, 1a. 4-7: Los disolutos encabezarán la cuerda de cautivos. Salmo responsorial: 145: Alaba, alma mía, al Señor. 1Timoteo 6, 11-16: Guarda el mandamiento hasta la manifestación del Señor. Lucas 16, 19-31: Recibiste bienes y Lázaro males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces.
El profeta Amós denuncia las injusticias de los poderosos que vivían en lujos y en banquetes y no se afligían por el desastre o ruina «de José». Esta es una denominación de las tribus del Norte (Israel). Tal indiferencia denota una vez más la ceguera de los que se sienten seguros, sin tener en cuenta las advertencias que les hacía el profeta. En el camino al exilio, estos notables irán al frente de los deportados. (No fueron los pobres los que fueron deportados, sino las élites de la clase media y alta).
Pablo exhorta a su amigo Timoteo a que permanezca siempre firme en su fe, en busca de la justicia, la piedad, la caridad. Teniendo en cuenta el llamado de atención que hace Pablo en el versículo 10, donde afirma que la raíz de todos los males es el afán de dinero, y algunos, por dejarse llevar por él, se extraviaron de la fe y se atormentaron con muchos sufrimientos, enseguida viene la otra exhortación al discípulo que huya de estas cosas y el llamado a vivir de los valores del Reino. Pablo invita a Timoteo a que conserve el mandato del Señor, a que se mantenga firme en su compromiso y busque siempre la vida eterna a la que ha sido llamado y a la que ha hecho profesión solemne delante de muchos testigos.
Leemos hoy una parábola del evangelio de Lucas. Se llamaba Lázaro (nombre derivado del hebreo el’azar que significa “Dios ayuda”), aunque en vida no gozó, al parecer, de la ayuda divina. Le tocó en desgracia ser mendigo, como a tantos millones de seres humanos hoy, estar postrado en el portal de la casa de un rico sin nombre, uno de tantos, al que tradicionalmente se le ha calificado de “epulón”, banqueteador.
Lázaro o “Dios ayuda” tenía en realidad pocas aspiraciones: se contentaba con llenarse el estómago con lo que tiraban de la mesa del rico, las migajas de pan en las que los señores se limpiaban las manos a modo de servilletas. Pero ni siquiera esto pudo conseguirlo, pues nadie le hizo entrar a la sala del banquete. Para colmo, unos perros callejeros, animales considerados impuros y en estado semisalvaje, tan comunes en la antigüedad, se le acercaban para lamerle las llagas. Imposible mayor marginación: pobreza e impureza de la mano. Nada dice el evangelio de las creencias religiosas de este hombre, con razones sobradas para dudar seriamente de la reconocida compasión divina para con el pobre y el oprimido. Tal vez ni siquiera tuviese tiempo ni ganas de pararse a pensar en semejantes disquisiciones teológicas.
Tanto al rico como al pobre les llegó la hora de la muerte, a partir de la cual se cambiarían en el más allá las tornas, como pensaban los fariseos. Aunque, dicho sea de paso, con esto del “más allá”, quienes hacían de la religión baluarte de conservadurismo e inmovilismo han invitado mil veces a la resignación, tildada de “cristiana”, a la paciencia y al mantenimiento de situaciones injustas a los que las sufrían; en el más allá -se decía- Dios dará a cada uno su merecido. Aunque siempre cabe pensar: ¿y por qué no ya desde el más acá?
Para muchos predicadores, satisfechos con la imagen de un Dios que “premia a los buenos y castiga a los malos”, como el dios que profesaban los fariseos, la parábola terminaba en el más allá contemplando el triunfo del pobre y la caída del rico. Apenas se comentaba la última escena, clave importante para comprender su mensaje. De ser así, esta parábola sería una invitación a aceptar cada uno su situación, a resignarse, a cargar con su cruz, a no rebelarse contra la injusticia, a esperar un más allá en el que Dios arregle todos los desarreglos y desmesuras humanas. Entendido así, el mensaje evangélico se hermanaría con un conformismo a ultranza que ayuda a mantener el desorden establecido, la injusticia humana y las clases sociales enfrentadas.
Pero esta parábola no es una promesa para el futuro. Mira a la vida presente y va dirigida a los cinco hermanos del rico, que continuaban –después de la muerte de su hermano y de Lázaro– en la abundancia y el despilfarro. Por eso, el rico, alarmado por lo que espera a sus hermanos si siguen viviendo de espaldas a los pobres, pide a Abrahán que envíe a Lázaro a su casa, a sus hermanos, para que los prevenga, no sea que acaben en el mismo lugar de tormento. Para cambiar la situación en que viven sus hermanos, el rico epulón piensa que hace falta un milagro: que un muerto vaya a verlos. Crudo realismo de quien conoce la dinámica del dinero, que cierra el corazón humano a la evidencia de la palabra profética, al dolor y al sufrimiento del pobre, a la exigencia de justicia, al amor e incluso a la voz de Dios. El dinero deshumaniza. Me remito a la experiencia de cada uno.
Bien lo sabía el profeta Amós cuando amenazaba a los ricos que se acostaban en lechos de marfil, arrellanados en divanes y se daban a la gran vida entre comilonas, música, vino abundante y perfumes exquisitos, sin dolerse del sufrimiento de los pobres (Am 6,1a.4-7). Aquellos fingían devoción a Dios y veneración hacia la ciudad santa y el templo, creyendo de este modo contentar a Dios y quedar justificados. Pero el verdadero Dios no es amigo de una religión que separa el culto de la vida, el incienso de la práctica del amor al prójimo. Este Dios, según el libro del Deuteronomio, comparte suerte con el pobre, el huérfano, la viuda y el extranjero; con todos aquellos a quienes los poderosos les han arrebatado el derecho a una vida vivida con dignidad.
La parábola no puede tener más actualidad en este año 2016, año en que las estadísticas dicen que va a producirse un fenómeno estadístico importante: el 1% más rico de la población del mundo va a superar su propio récord patrimonial, que estaba en el 49% de la riqueza del mundo, y va a pasar a ser el 50%; ya se han hecho con la riqueza de medio mundo. El actual sistema mundial privilegia la desigualdad. El mundo actual no es bueno para los muchos Lázaros. Leer más…
Comentarios desactivados en 29.09.18. Domingo 16, ciclo C. Lc 16, 19-31. Lázaro puede ayudar al epulón (pero aquí, ahora mismo…)
Del blog de Xabier Pikaza:
En un mundo de epulones ciegos, suicidas y asesinos
(Imágenes 1:Lázaro recibe a los “epulones”, de A. y O. 2. San Lázaro de Verín recibe a los que vienen… 3. Una ciudad con muro entre lazaros y epulones. 4. Jerusalén ¿una ciudad para todos?)
Ésta es quizá la parábola más “escandalosa” y verdadera del evangelio.Estoy convencido de que el 80 por ciento de la clase acomodada piensa que es inmoral y falsa… Algo parecido piensa, a mi entender, un 50 por ciento de la iglesia (aunque no se atreva a decirlo en alto). Ciertamente, el contenido de esta parábola de Lucas 16 es fuerte, pues va en contra del orden establecido… y muchos no loa aceptan.
El orden establecido está hecho para que los ricos puedan comer en sus casas, disfrutando de aquello que han ganado, sin abrir su puerta (en USA o España, GB o Italia…) a los pobres Lázaros del mundo entero, del Sahel o de Indostania, del Cercano Oriente o de algún tipo de Lazaria de su misma tierra (en USA, España…).
Hay incluso partidos políticos y gobiernos que van directamente en contra de esta parábola… porque a su juicio destruye el buen orden de la tierra, es decir, del orden establecido. Pues bien, la parábola dice que los “epulones” se destruyen a sí mismo, y destruyen el mundo, mientras los los Lázaros tienen asegurado un camino de vida y de futuro, en el “seno de Abraham”, que no es el cielo sin más (en el ultramundo), sino la vida de la promesa que Dios hizo al patriarca de los pobres.
El epulón no tiene nombre… El pobre se llama Lázaro
El rico no tiene nombre personal, ni identidad propia. El evangelio le llama simplemente “el plousios, es decir, el rico (adjetivo sustantivado, no nombre). La tradición latina posterior le llamará epulón (de epulare, que significa “banquetear”), esto es, aquel que no hace más que consumir. En la antigua Roma había un “colegio sacerdotal” de “epulones” (los comedores, es decir, los que comen mucho y dirigen los banquetes de los ricos).
El pobre tiene en cambio un nombre, le llama Lázaro (del hebreo Eleazar, aquel que ha sido compadecido por Dios). Es, por tanto, una persona ante Dios y debe serlo ante los hombres, a quienes pide ayuda con su necesidad (hambre, heridas…). Este evangelio nos sitúa ante la ruina de “epulonia” (la tierra o colegio sacerdotal de los ricos epulones, que consumen todos los recursos de la tierra), dejando morir a los Lazaros de hambre, a la puerta de su casa o tierra.
Epulonia y Lazaria
Los epulones y Lázaros forman según eso dos tipos de seres humanos: los anti‒personas (ricos sin nombre) y lase personas (los lázaros con nombre). Son “figuras humana”: Una es la “clase” de los parásitos epulones (que todo lo consumen banqueteando) y otra la clase de la humanidad de los “Lázaros”, compadecidos de Dios.
Sería hermoso trazar un mapa de las dos tierras, la Epulonia de los que todo lo consumen, hasta morir sin remedio y matar la misma tierra, y la Lazaria, que constituye el gran “lazareto” de la humanidad enferma, expulsada, dominada. Antiguamente, Lazaria o tierra de los “lazaretos” solía ser una ermita‒hospital (o un tipo de cárcel) donde se expulsaba a los enfermos‒pobres, porque “contaminaban” la ciudad…, una ermita‒hospital donde tenían que pasar “cuarenta días” (cuarentena de vigilancia) cuando venían de viajes de tierras de peste, hasta mostrar que no tenían enfermedades.
Tema de sermón, la parábola del Santo de los Lazaretos
Conozco bien la ermita del Lázaro de Verín (Ourense), a las afueras de la villa, donde en otro tiempo se expulsaba o tenía en cuarentena a los hermanos, antes de cruzar el río y pasar a la ciudad. Si mal no recuerdo, celebré el año 1986 el solemne triduo del San Lázaro (fiesta: el 28 de junio). Como se sabe, hay dos Lázaros en el Nuevo Testamento, uno más histórico (el hermano de Marta y María, el resucitado, cf. Jn 11‒12) y este más alegórico, de la parábola de Lc 16. Prediqué tres días sobre este Lázaro de alegoría, creo que con provecho del pueblo; algunos se acordarán, sin duda del evento.
Con esto podemos pasar a la parábola‒alegoría, una de las más fuertes del evangelio, una parábola absolutamente actual, cuyos rasgos están tomados del judaísmo anterior (los personajes son judíos, el “cielo” se identifica con la “casa” o morada de Abraham…), que divide la humanidad en dos “clases”: La clase de los epulones‒parásitos que lo consumen todo y que se condenan a sí mismos a la muerte… Y la “comunidad” de los Lázaros (preferidos de Dios), expulsados de la tierra, a la puerta de la Casa‒Epulonia (la casa del rico y sus hermanos‒mafia destructora), sin más riqueza que su necesidad.
La parábola es “escandalosa” y muchas quisieran arrancarla del evangelio (empezando por particos políticos con nombre latinos como VOX), pues los epulones se condenan, simplemente por ser ricos‒tragones (que todo lo consumen); no se dice si son buenos o manos en otros rasgos de moral, no se añade cómo han conseguido las riquezas, sin son del Banco Central o de la OMC. Su capital es un gran “vientre”, y con el vientre se consumen, destruyendo el mundo, y destruyéndose a sí mismo; sin dejar que pasen o lleguen a su puerta los “Lázaros” (de quienes tampoco se dice que tengan virtudes especiales, sino sólo que son pobres, que no comen, que necesitan cuidados médicos…).
Les ha tocado mala suerte a los epulones, que son los que viven para organizar su fiesta y comer/consumir las riquezas (minerales, energía, buenas comidas…) del mundo. Ellos mueren y pasan sin más, sin que Abraham, el Padre, pueda hacer algo por ellos.
Los Lázaros, en cambio, tienen la suerte Dios que es la Vida… Ciertamente, morirán al fin (lo mismo que los epulones, quizá antes), pero su vida ha merecido la pena, y los ángeles de Abraham les reciben su en casa, la casa donde todo se comparte…
Desde el fondo anterior se comprende la historia mundialmente famosa de un rico (=epulón, un hombre centrado en la buena comida), que comía y gastaba sin preocuparse de nadie, mientras moría a su puerta de hambre y de llagas un mendigo (=lázaro, de donde viene lazareto). Pero el rico también murió, y así la historia pudo contarse también desde el otro lado[1]:
Parábola, texto
16, 19-21 Primera escena. A la puerta de la casa del rico, en este mundo: Había un hombre rico (=Epulón) , que se vestía de púrpura y de lino finísimo, y celebraba cada día banquetes espléndidos. Y cierto pobre, llamado Lázaro, estaba echado a su puerta, lleno de llagas, y deseaba saciarse con las migajas que caían de la mesa de Epulón, pero no podía; y los perros venían y le lamían las llagas.
Comentarios desactivados en Los zapatos de Susana. Domingo 26. Ciclo C
Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre:
‒ Judas, se me han roto los zapatos. Tienes que darme dinero para comprarme unos nuevos.
‒ ¿Cuánto necesitas? ‒ pregunta Judas sin entusiasmo.
‒ He visto unos muy sencillos. Sólo cuestan seiscientos veinticinco euros.
Judas pega un salto.
‒ ¡Seiscientos veinticinco euros! ¿Estás loca, Susana? ¡Estos que llevo puestos me costaron treinta!
‒ Pues el bolso que hace juego con los zapatos cuesta mil cuatrocientos cincuenta.
Bartolomé sonríe contemplando la escena. Susana es la gran bienhechora del grupo, ha entregado todo su dinero, sin reservarse nada, y ahora está poniendo en un aprieto a Judas. “Judas no tiene sentido del humor”, piensa Bartolomé. “Se cree que Susana va en serio”.
‒ A mí no me parecen caros esos zapatos ‒comenta para incordiar‒. Yo creo que deberías darle el dinero.
‒ No tenemos ni trescientos euros, estúpido.
‒ Entonces no podré alquilar la suite de lujo que cuesta veinte mil euros la noche.
‒ ¿No tenéis cosas más serias de las que hablar? ‒interviene Jesús‒.
‒ Esto es muy serio, maestro. ¿Sabes cómo tira el dinero la gente, el lujo con que viven algunos?
‒ Claro que lo sé. Basta ver la televisión.
‒ Tú estás muy atrasado, maestro. Tienes que meterte en Internet. Buscar en Google. Casas de lujo, relojes de lujo, coches de lujo, zapatos de lujo… No te imaginas la sorpresa que te ibas a llevar.
‒ Sorpresa, no. Indignación. Prefiero no mirar.
‒ Y los cabrones que gastan el dinero de esa forma, ¿se salvarán? ‒pregunta Tomás con deseo de provocar a Jesús.
‒ Ya deberías saber la respuesta. Os conté una historia sobre ese tema.
‒ Yo no la recuerdo.
‒ Estarías fuera, como siempre.
‒ Cuéntala otra vez, maestro ‒pide Pedro‒.
Jesús se sienta, se concentra un momento y comienza:
‒ Había un hombre rico que se vestía en los mejores sastres de Nueva York, viajaba en su avión particular, miraba la hora en un reloj de oro con brillantes, comía en los restaurantes más lujosos y habitaba en un palacete de cuarenta habitaciones en medio de un bosque inmenso. ¿Sabéis cuánto gastó un día en una comida en un restaurante del sur de Francia?
Rebuscó en la mochila y finalmente consiguió encontrar una factura que enseñó a todos.
‒ Ciento siete mil quinientos veinticuatro francos. Hice una fotocopia del periódico porque no me lo podía creer.
‒ Y eso en euros, ¿cuánto es? ‒ pregunta Judas.
‒ Mas de dieciséis mil euros, bastante más.
‒ ¡Por una sola comida!
‒ Cuando iba a la ciudad en su deportivo ‒continuó Jesús‒, el rico pasaba delante de un mendigo sentado a la entrada de una pobre choza, fabricada con cartones y cubierta con una chapa de uralita. El mendigo lo miraba con envidia y el rico apartaba la mirada. El mendigo acudió una vez a la mansión del rico para pedir algo de comer. Pero encontró la verja cerrada y el guardia de seguridad lo despidió con malos modos. Al cabo del tiempo murió el mendigo y fue al paraíso. Poco después, el rico se estrelló con su deportivo a doscientos por hora, murió, lo enterraron, y fue a parar al infierno. Estando allí, achicharrándose vivo, levantando los ojos, vio a lo lejos al mendigo, y le grito: “Por favor, tráeme un vaso de agua, aunque sólo sea un vasito; me muero de sed y me torturan estas llamas.” Pero el mendigo le contestó: “Lo siento, tío. Recuerda que tú tuviste de todo en la otra vida mientras yo me moría de hambre. Ahora se han cambiado las tornas. Además, aunque te parezca que estoy cerca, entre nosotros hay un abismo que nadie puede cruzar.” El rico guardó silencio un momento y luego preguntó: “¿Cómo te llamas?” El mendigo le contestó: “Si me hubieras preguntado mi nombre en la otra vida, también me habrías dado de comer. Pero tú siempre apartabas la mirada. Por eso estás ahora al otro lado del abismo”.
Menos Tomás, todos recordaban la historia, que siempre les impresionaba. Fue Susana quien rompió el encanto.
‒ Cuando yo enseñaba catequesis, contaba una historia parecida que me habían enseñado las monjas de pequeña. ¿Os la cuento?
Y la contó sin esperar permiso de nadie:
– Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. (El seno de Abrahán es como el paraíso, explicó Susana, y Abrahán es el que se encarga de organizarlo todo allí.) Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno, y gritó: “Padre Abraham, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas.” Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros.
‒ Se parece mucho, pero a mí me gusta más lo de los aviones y el deportivo ‒opinó Leví.
‒ Todavía no he terminado ‒lo cortó Susana‒. Mi historia sigue diciendo que el rico le insistió a Abrahán: “Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento.” Abraham le dice: “Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen.” El rico contestó: “No, padre Abraham. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán.” Abraham le dijo: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.”
Cuando Susana calló, Bartolomé comentó irónico:
‒ El problema es que hoy día nadie cree en el infierno. Habría que cambiar la historia. Por ejemplo, que al mendigo le toque la primitiva y el rico se arruine.
‒ No seas tonto, Bartolomé ‒lo cortó María‒. Eso sí que no se lo cree nadie.
¿Dónde se basa esta historia?
La parábola del rico y Lázaro, exclusiva del evangelio de Lucas, se inspira en un texto del profeta Amós, elegido este domingo como primera lectura. Este profeta del siglo VIII a.C. vivió una situación muy parecida, en ciertos aspectos, a la de hoy: gente millonaria, que puede permitirse toda clase de lujos, y gente que llega a duras penas a fin de mes o incluso pasa hambre.
El profeta se dirige a la clase alta de las dos capitales, Jerusalén (Sión) y Samaria, y denuncia su forma de vida: «Os acostáis en lechos de marfil, os arrellanáis en divanes, coméis carneros del rebaño y terneras del establo; canturreáis al son del arpa, inventáis, como David, instrumentos musicales; bebéis vino en copas, os ungís con perfumes exquisitos y no os doléis del desastre de José».
El lujo se extiende a todos los ámbitos: al mobiliario, con lechos y divanes de marfil, mientras la inmensa mayoría de la gente duerme en el suelo; a la comida, a base de carne de carnero y de ternera, cuando los pobres se contentan con pan y agua, unas uvas y un poco de queso; a la bebida en copas refinadas o de gran tamaño (el término hebreo puede interpretarse de ambos modos); a los perfumes carísimos, mientras los pobres sólo huelen a sudor.
Y esta gente que se permite toda clase de lujos “no se duele del desastre de José”. José no es una persona concreta sino todo el país, conocido entonces como Casa de José porque sus tribus principales eran Efraín y Manasés, los dos hijos del patriarca José.
Lo que dice el profeta es que esa gente que vive con toda clase de lujos no se preocupa lo más mínimo del sufrimiento de millones de personas que lo pasan mal. Como castigo, les anuncia la invasión de un ejército extranjero que pondrá fin a sus orgías y los deportará.
El cambio que introduce la parábola
La parábola cambia radicalmente el tema del castigo. Mientras Amós piensa qué ocurrirá en esta vida, mediante la invasión de los asirios, Jesús lo desplaza a la otra vida. Él no se hace ilusiones; en esta vida, el rico seguirá disfrutando, y el pobre pasando hambre. Este cambio radical en el punto de vista ayuda a entender otras afirmaciones del evangelio de Lucas.
En el Magnificat, María pronuncia unas palabras que, aplicadas a nuestro mundo, resultan estúpidas o de un cinismo blasfemo cuando dice que Dios “a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos”. A la luz de la parábola del rico y Lázaro queda claro cuándo tendrá lugar esa revolución.
Lo mismo afirma el comienzo del Discurso en la llanura (equivalente en Lucas al Sermón del monte de Mateo), que contrasta la situación presente (ahora) con la futura. “Dichosos los pobres, porque el reinado de Dios les pertenece. Dichosos los que ahora pasáis hambre, porque seréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis… Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya recibís vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque pasaréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque lloraréis y haréis duelo” (Lc 6,20-25).
El rico no era un criminal
Lo que más debe intranquilizarnos (porque la parábola pretende sacudir la conciencia) es que el rico no es un explotador ni un criminal, no se dice que pagara un salario de miseria a sus obreros ni que se hubiera enriquecido con el narcotráfico. Lo que denuncia la parábola es su forma exquisita de vestir (púrpura y lino) y de comer (banqueteaba espléndidamente todos los días), sin fijarse en el pobre que está tendido a su puerta. Es la injusticia indirecta causada por el egoísmo.
¿Dos textos trasnochados?
Tanto Amós como Jesús viven en una sociedad muy distinta de la nuestra (al menos de la del Primer Mundo). Entonces no existía la clase media. La riqueza se acumulaba en pocas manos, mientras la mayor parte del pueblo vivía en circunstancias muy duras. Aplicar la parábola a los multimillonarios de hoy día, jeques árabes, grandes industriales, artistas de cine, deportistas de élite… supondría dejar con la conciencia tranquila a los millones de personas que vivimos en circunstancias infinitamente mejores que la inmensa mayoría de la población mundial. Si ahora mismo resulta difícil resistir su mirada, mucho más difícil será cuando nos mire Dios.
“…manda a Lázaro…” Incluso estando en el mismísimo infierno este rico sigue sintiéndose superior a Lázaro y sin ningún reparo reclama que le sirva.
Y ese debe ser precisamente el infierno: pensar que las demás personas están para satisfacer mis propias necesidades y las de mi gente. Ver a la otra persona “de segunda clase”, inferior ya sea por su condición económica, social, por sus capacidades diferentes o por su orientación sexual…
Siempre podemos encontrar un motivo, una justificación para desplegar nuestras ansias de dominio. Nuestro lado más oscuro y dejar de ver en la otra persona a alguien exactamente igual que yo.
Ese es el problema de la riqueza en cualquier aspecto de la vida. En cuanto nos sentimos “ricos”, nos creemos “mejores” y se estropea la comunión de la que deberíamos ser imagen.
La violencia que sacude nuestro mundo nace de la rivalidad. Nace cuando nuestra mirada se enferma y vemos a las demás personas como “mejores” o “peores” que nosotras mismas. Cuando en lugar de colocarnos “al lado” de las demás nos inventamos toda una jerarquía de valores o virtudes que nos hacen olvidar el gran valor de la dignidad humana que TODA personas posee porque le ha sido dada.
Las primeras páginas del Génesis nos advierten de este peligro, Dios le dice a Caín: “-¿Por qué te enfureces? ¿Por qué andas cabizbajo? Si obraras bien, llevarías bien alta la cabeza; pero si obras mal, el pecado acecha a tu puerta y te acosa, aunque tú puedes dominarlo.” (Gn 4, 6-7)
Si el pecado original daña la relación de la humanidad con Dios al querer ocupar su lugar, este segundo pecado nos llama la atención sobre aquello que daña las relaciones humanas.
En el fondo los dos pecados son muy similares. Ambos tienen que ver con el ansia de poder y dominio que llevamos en el corazón: la envidia, la codicia, el egoísmo… Todo aquello que nos hace creer que los demás son rivales, enemigos. Todo aquello que nos hace olvidar que somos comunión y nos necesitamos, y es precisamente en nuestras buenas relaciones donde crecemos y nos asemejamos a Dios Trinidad.
Oración
Haznos reconocer, Trinidad Santa, el valor de nuestra propia dignidad para que desde la humildad que da ese conocimiento nos abramos a la dignidad de las demás.
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Lc 16, 19-31
Por última vez, después de una insistencia machacona, nos habla Lc de la riqueza. Yo también tengo claro que en materia de riqueza no haremos caso ni aunque resucite un muerto. La parábola va dirigida a los fariseos. Acaba de decir el evangelista: “Oyeron esto (no podéis servir a dos amos) los fariseos, que son amigos del dinero, y se burlaban de él”. Jesús apoyándose en las creencias que ellos aceptaban, quiere hacerles ver que, si de verdad creyeran lo que predican, no estarían tan pegados a las riquezas.
Esta parábola es clave para entender algo de lo mucho que nos dice el evangelio sobre las riquezas. No se puede hablar de ellas en abstracto y la parábola nos obliga a pisar tierra. El rico no tiene en cuenta al pobre y sin esa toma de conciencia nada tiene sentido. Lo único negativo de la parábola es que, mal interpretada, nos ha permitido utilizarla como opio para el pobre. Aguanta un poco, hombre, que aunque te parezca que el rico disfruta, espera al más allá y le verás freírse en el infierno, mientras tú encontrarás la dicha más completa.
Esta parábola nos dice lo mismo que (Mt 25,34-46) “Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber…” Las dos hay que entenderlas dentro de una visión mitológica del más allá: premio y el castigo más allá, como solución de las injusticias del más acá. Utilizar estos textos para seguir hablando de un premio para los pobres y un castigo para los ricos en el más allá, no tiene sentido alguno; a no ser que se busque la resignación de los pobres para que los ricos puedan seguir disfrutando de sus privilegios.
Para comprender por qué el rico, que comía y vestía de lo suyo, es lanzado al “hades”, debemos explicar el concepto de rico y pobre en la Biblia. Para nosotros “rico” y “pobre” son conceptos que hacen referencia a una situación social. Rico es el que tiene más de lo necesario para vivir y puede acumular bienes. Pobre es el que no tiene lo necesario para vivir y pasa necesidades vitales. En el AT la perspectiva es siempre religiosa. Fueron los profetas, sobre todo Amós, los que levantaron la liebre y denunciaron la maldad de la riqueza. Su razonamiento es simple: la riqueza se amasa siempre a costa del pobre.
Pobres, en el AT, sobre todo a partir del destierro, eran aquellos que no tenían otro valedor que Dios. Se trataba de los desheredados de este mundo que no tenía nada en qué apoyar su existencia; no tenían a nadie en quien confiar, pero seguían confiando en Dios. Esta confianza era lo que les hacía agradables a Dios, que no les podía fallar (Lázaro, Eleazar -´el ´azar en hebreo- significa Dios ayuda). No existe en el AT concepto puramente sociológico de rico y pobre, porque nada se podía desligar del aspecto religioso.
Ahora comprenderéis por qué el evangelio da por supuesto que las riquezas son malas sin más matizaciones. No se dice que fueran adquiridas injustamente ni que el rico hiciera mal uso de ellas, simplemente las utilizaba a su antojo. Si Lázaro no hubiera estado a la puerta, no habría nada que objetar. Pero es precisamente el pobre, el que con su sola presencia, llena de maldad el lujo y los banquetes del rico. Tampoco Lázaro se propone como ejemplo moral de pobre, sino como contrapunto a la opulencia del rico.
Para comprender, que no es fácil, el mensaje del evangelio, basta ver el comportamiento de Jesús. Manifiesta una predilección por todos los que necesitaban liberación, entre ellos los pobres; pero también admitió la visita de Nicodemo, era amigo de Lázaro, aceptó la invitación de Mateo, acogió con simpatía a Zaqueo, fue a comer a casa de un fariseo rico, etc. No es fácil descubrir las motivaciones profundas de la manera de actuar de Jesús. Jesús descubrió que la riqueza, acumulada y no compartida, impide entrar en el Reino. Pero su actitud no fue excluyente, sino abierta y de acogida para los ricos.
El mensaje del evangelio no pretende solucionar un problema social sino denunciar una falsa actitud religiosa. Una correcta actitud religiosa solucionaría la injusticia social. El evangelio está a años luz del capitalismo, pero también del comunismo. Jesús predica el “Reino de Dios”, que consiste en hacer de todos los hombres una comunidad de hermanos. La diferencia es sutil, pero sustancial. El comunismo reparte los bienes, pero mantiene al pobre en su pobreza para seguir justificándose. Jesús propone compartir como fruto del amor que nos une. La consecuencia sería la misma, que los ricos dejarían de acaparar y los pobres dejarían de serlo, pero el camino recorrido humanizaría tanto al rico como al pobre.
Seguramente que el rico de hoy hacía favores e invitaría a comer a sus hermanos y a los amigos ricos como él. Esa actitud no garantiza humanidad alguna. El amor cristiano solo está garantizado cuando hago algo por aquel que no va a poder pagármelo de ninguna manera. El amor que pide Jesús nunca se puede desligar de la compasión. Amor sin compasión es interés. Un niño no tiene compasión por su madre, por eso lo que siente por ella no es “amor” sino interés. La mayoría de las relaciones que calificamos de amor, no son más que egoísmo.
Ahora podemos entender por qué refugiarse en la incapacidad de cada uno para solucionar el hambre del mundo no puede ser excusa para no hacer nada. Recordad, la denuncia no es de un problema social, sino religioso. Nuestra pasividad está demostrando que la religión no es más que una tapadera que intenta sumar seguridad espiritual a las seguridades materiales que tenemos. Jesús no está pidiendo que soluciones el hambre del mundo, sino que salgas de tu error al confiar en la riqueza. No se te pide que salves el mundo, sino que te salves tú. Si los ricos dejásemos de acaparar bienes, inmediatamente llegarían a los pobres.
Me daría por satisfecho si todos nosotros saliéramos de aquí convencidos de que la pobreza no es un problema que alguien tiene que solucionar, sino un escándalo en el que todos participamos y del que tenemos la obligación de salir. No es suficiente que aceptemos teóricamente el planteamiento y nos dediquemos a criticar las injusticias que se están cometiendo hoy en el mundo. Debemos descubrir que aunque yo esté dentro de la legalidad cuando acumulo bienes materiales, eso no garantiza que mi relación con Dios sea la correcta.
No basta despojar a los ricos de su riqueza, porque los ahora pobres ocuparían su lugar. Eso ha pasado en todas las revoluciones sociales. La única solución pasa por superar todo egoísmo para hacer un mundo de hermanos. Es verdad que los ricos no se consideran hermanos de los pobres, pero tampoco los pobres se consideran hermanos de los ricos. El evangelio va mucho más allá de la solución de unas desigualdades sociales, pero también esas injusticias quedarían superadas con un verdadero amor-compasión.
No podemos desarrollar una auténtica religiosidad sin contar con el pobre. Nuestra religión, olvidando el evangelio, ha desarrollado un individualismo absoluto. Lo que cada uno debe procurar es una relación intachable con Dios. La moral católica está encaminada a perfeccionar esta relación con Él. Pecado es ofender a Dios y punto. El evangelio nos dice algo muy distinto. El único pecado que existe es olvidarse del hombre que me necesita. Mi grado de acercamiento a Dios es el grado de acercamiento al otro. Todo lo demás es idolatría.
Meditación-contemplación
Satisfacer las necesidades biológicas no es malo, pero es insuficiente.
Solo las exigencias de tu verdadero ser te llevarán a la plenitud.
No debes renunciar a nada sino elegir lo mejor para ti, aquí y ahora.
Dios te está dando siempre una posibilidad de plenitud.
No desarrollar esa potencialidad es la verdadera condenación.
Tú solito estás malogrado tu existencia.
Comentarios desactivados en Mammón y las riquezas.
La oración no es para cambiar los planes de Dios. Es para confiar y descansar en Su soberana voluntad (Martin Lutero)
29 de septiembre 2019. DOMINGO XXVI DEL TO
Lc 16, 18-31
Le dice Abrahán: Tienen a Moisés y los Profetas, que los escuchen (v 29)
Este Evangelio, propone la incompatibilidad entre seguimiento de Jesús y servicio al dinero Mammón, que en arameo significa riqueza y bienes materiales. Lucas presenta esta parábola, que muestra algún aspecto de lo que Jesús recibe como realidad del Reino, poniendo énfasis obre la imposibilidad de servir a Dios, a su reino, y al dinero.
Consecuencia más inmediata: el olvido de las más mínimas relaciones de justicia y de la finalidad de la misma existencia humana, pues los textos evangélicos, no son letra muerta sino viva, donde los pensamientos rolan conmigo y yo con mis pensamientos hasta vehiculizarse en exquisito manjar del paraíso, siendo necesariamente preciso para ello, aderezarlo con copiosas especias orientales.
La mente teje constantemente ideas, despintándonos con su desordenado tejer, y dificultándonos la traducción los textos evangélicos, aunque, como dice Willigis Jäger en Sabiduría Eterna: “Lo que se exige es aceptar la situación que no podemos transformar. En la aceptación de lo que no podemos cambiar se cifra el auténtico proceso de transformación”, transformación imprescindible y necesaria.
Decía Amós, 6, 6: “Bebéis en copas vino, os ungís con perfumes exquisitos, no os doléis del desastre de José, en Salmo 37, 11 se les otorga el disfrute de la prosperidad en la tierra, y en el Deuteronomio 15, 8, a que les abramos la mano y les prestemos a la medida de su necesidad.
La pobreza más ofensiva es la del ser humano, como la que atacó el profesor indio Amartya Sen, (1993), sobre el Premio Nobel de Economía en 1998, “por su contribución al análisis del bienestar económico”.
“No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita”, decía Fray Marcos en la misa del pasado domingo.
Como dice Plotino en su Libro I de la Eneida a través de uno de sus personajes más famosos, a los menesterosos le ocurrirá lo que a Eneas, que subió hasta las estrellas del cielo:
“Deja ese miedo, Citerea, que intacto permanece para ti el sino de los tuyos, verás la ciudad y las prometidas murallas de Lavinio y llevarás, sublime, hasta las estrellas del cielo al magnífico Eneas”.
Lucas ha escrito en su evangelio, 16, 29, Abrahán dice que tienen a Moisés y los Profetas, que los escuchen, pero en cambio, a nosotros, ¿nos escucha alguien?
Posiblemente tenía razón Martín Lutero cuando escribió esta frase: “La oración no es para cambiar los planes de Dios. Es para confiar y descansar en Su soberana voluntad”, voluntad que nos invita a la conmiseración y compasión de los necesitados.
Poema de Leonard Cohen escribió un hermoso poema en el que modula:
Los pájaros cantan al hacerse de día: “Empieza de nuevo” oí que decían.
No pierdas el tiempo
Pensando en lo que ya pasó
o en lo que aún no ha pasado.
Tañe las campanas que aún pueden repicar,
olvídate de tu ofrecimiento perfecto.
Comentarios desactivados en Misericordia comunicativa versus inhumanidad.
Lucas 16,19-31
Existe una crítica generalizada a la tradición interpretativa de este texto. Esta consiste en que refuerza la idea de que el sufrimiento es un medio para la salvación y de que hemos apagado el disfrute de la vida advirtiendo que todo placer vivido en el presente traerá sufrimiento en el futuro. Como si se tratara de una especie de equilibrio o justicia retributiva: si sufres ahora, disfrutarás después y si disfrutas ahora sufrirás en el futuro. Además, aquí, en el mejor de los casos, nos mantendríamos en un “valle de lágrimas” mientras que la alegría y la justicia se demoran a un “más allá” que está por venir. Y viceversa: sumamos aquí el miedo por el infierno, lleno de tormentos, para quienes tienen momentos de abundancia y satisfacción.
Hay que tener entonces mucho cuidado al leer este texto para no caer en este estereotipo, que ciertamente ha sido muy dañino y perjudicial para la salud espiritual de muchos creyentes.
El problema de fondo que plantea el texto parece ser, por el contrario, la distancia insalvable, la incomunicación, la falta de cuidado. El rico vive en la opulencia; el pobre se parece más a los perros que a un ser humano: come las migajas que caen de la mesa y los perros le curan las heridas como si fuera de su manada. Entre el rico y el pobre no hay comunicación. Esta distancia será la misma que se planteará, a continuación en el relato, en la imagen del abismo: “entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso”. Es decir, la distancia se vuelve insalvable con el tiempo.
Hay dos cuestiones entonces sobre las que el texto llama la atención:
Jesús apunta con energía que no pueden existir estos desequilibrios económicos que rebajen la dignidad de las personas. Invita a renovar la mirada, el contacto y el cuidado hacia quienes pasan necesidad.
Se señala la necesidad de maleabilidad del pensamiento y cambio de actitud en relación con los textos bíblicos. Este aspecto está intrínsecamente vinculado al anterior. La misericordia abre una hermenéutica particular que, de la mano de los profetas, llama al cuidado y a defender la justicia. Y con esta práctica se dilata la comprensión de los textos antiguos.
La dureza de entendimiento es así la culpa más grave de los fariseos y ahí está su lucha. Tal es su cerrazón que no cambiarían de opinión ni siquiera si un muerto resucitara.
El texto hace un fuerte llamado a escuchar las escrituras al decir que “si no escuchan a Moisés y a los profetas” nada los convencerá. Pero si ellos son los expertos en Escrituras. ¿Qué pasa entonces? Lo que pasa es que no la comprenden. Y no pueden comprender porque la misericordia en la práctica es un ejercicio que abre el entendimiento y permite interpretar y entender los mensajes de Moisés y los profetas; mensajes de liberación de esclavitudes y de corazones convertidos. Si no llevan a la práctica lo que leen no pueden seguir comprendiendo.
Jesús les está diciendo, justamente a los fariseos expertos en Escritura a quienes va dirigido este pasaje, que pueden ver toda clase de milagros, incluso la resurrección de un muerto, pero que ni siquiera así serían capaces de convencerse. Porque no pasan por la conversión que vincula y restablece vínculos de fraternidad y dignidad humanas.
También a nosotros, los lectores y oyentes de este texto, se nos invita a tener un espíritu atento y moldeable a lo que dicen los profetas y Moisés. Pero la posibilidad de esta hermenéutica y transformación intelectual y espiritual radica en la práctica de vínculos de cuidado y de solidaridad. Si no nos convertimos leyendo los textos sagrados, tampoco nos convenceremos, aunque abunden los signos.
También para nosotros la misericordia comunicativa es esencial si no queremos caer en la distancia brutal que nos vuelve inhumanos.
Comentarios desactivados en La indiferencia como defensa
Domingo XXVI del Tiempo Ordinario 29 septiembre 2019 Lc 16, 19-31
“Ojos que no ven, corazón que no siente”, afirma con perspicacia el refrán popular. La indiferencia consiste justamente en eso: en no querer ver, como una forma de blindarse frente a aquello que podría amenazar nuestra zona de confort, los intereses y expectativas de nuestro ego.
La indiferencia, por tanto, es lo opuesto a la compasión, en cuanto capacidad de sentir y vibrar con el otro, particularmente en su dimensión de necesidad y vulnerabilidad. La compasión –en el sentido etimológico del término griego que aparece en el texto evangélico: “splagchnizomai”– nos remueve en las entrañas, nos ablanda y nos mueve a actuar en beneficio de la persona; la indiferencia nos ciega y endurece, nos paraliza y nos encierra.
Si tenemos en cuenta que la compasión constituye uno –si no el primero– de los ejes centrales del evangelio de Jesús, no es extraño que la indiferencia –junto con la hipocresía (mentira) de quienes se consideraban superiores a los demás o utilizaban la religión en beneficio propio (el fariseo, como arquetipo)– sea la actitud denunciada con más dureza.
En esa denuncia se inscribe precisamente la parábola que estamos comentando, junto con otras dos bien conocidas: la que denuncia la indiferencia del sacerdote y del levita que no auxiliaron al hombre malherido (Lc 10, 25-37) y la del “juicio universal” que deja al descubierto a quienes no supieron ver al Señor en quien tenía hambre, estaba desnudo, enfermo o preso (Mt 25, 31-46).
La parábola rezuma sabiduría por los cuatro costados, mostrando con precisión lo que es la indiferencia. En ningún momento se dice que el “hombre rico” –innominado, es decir, es alguien que “no existe”– agrediera o cometiera algún acto positivo contra Lázaro –el pobre existe, tiene un nombre que significa: “Dios ayuda”–; simplemente no lo vio.
La indiferencia produce un “abismo inmenso”. En lugar de ver al otro como no-separado de mí –“carne de mi carne”, como dice el mito de la creación (Gen 2,23); “no te cierres a tu propia carne”, clamaba el profeta Isaías (58,7)–, la indiferencia lo ignora por completo, creando una separación tan abismal como errónea.
Comentarios desactivados en Lázaro es calladamente pobre, no dice ni palabra. Al rico se le llena “la boca de cantares”
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
Una aclaración previa: Jesús riqueza y sexualidad.
En continuidad con el tema del domingo pasado, también hoy se nos plantea la cuestión de la riqueza, el dinero y la miseria humanas.
Jesús habló -predicó y vivió- pobremente. Jesús no fue rico ni amó la riqueza. Jesús fue pobre: nació en un establo, no tuvo dónde reclinar su cabeza y murió como un marginado, fuera de la ciudad. Al mismo tiempo, las palabras-predicación de Jesús sobre la riqueza-pobreza fueron abundantes y enérgicas. ¡Ay de vosotros los ricos! ¡No podéis servir a Dios y al dinero! El joven rico no siguió a Jesús no porque fuese malo, sino porque era rico: una cosa te falta, vende lo que tienes y dalo a los pobres, luego sígueme. ¡Qué difícil es que un rico entre en el Reino de los cielos! Jesús elogia y propone con “hoja de ruta cristiana”: Bienaventurados los pobres.
Por contraposición, las palabras de Jesús sobre la sexualidad son muy escasas y todas comprensivas: De Magdalena se dice que salieron siete demonios (o lo que fuere, la mujer adúltera: Yo no te condeno, y poco más
Sin embargo en la moral legalista en la que hemos sido educados y a la que se quiere volver, ocurre exactamente al revés. Conforme a esa moral de Derecho Canónico todo lo sexual es pecado y se solía decir que pecado grave. Sin embargo en los asuntos de dinero, apenas había unos criterios de moralidad económico-cristiana.
Dicho de otro modo más sencillo y familiar. En la moral católica recibida se puede ser rico, pero no se puede ser divorciado, o todo lo sexual es pecado…
Lo que no quiere decir esta parábola.
o Esta parábola no es una descripción de cómo se desarrollará la vida después de la muerte. Es una parábola, no una topografía de ningún lugar.
o Tampoco es una promesa a los pobres de un final feliz en compensación por lo mal que lo han pasado antes en esta vida. No es una invitación a la resignación de los pobres en beneficio del status quo de los ricos.
o Tampoco se trata de una “escatología tarifada”: ¿Cuánto dinero me está permitido tener y almacenar de modo que Dios no me pueda echar nada en cara al final de los tiempos?
No perdamos de vista la misericordia de Dios.
En la vida nos salvamos no por nuestros méritos, por lo bien que hemos cumplido con la normativa eclesiástica. Nos salvamos por JesuCristo y porque para Dios no hay nada imposible.
Algunos significados de esta parábola. Breves notas
o Esta parábola es la reafirmación dicha poco antes en el evangelio de San Lucas (Lc 16.9.13): El dinero hace perder la cabeza al ser humano, nos vuelve locos. El dinero rompe toda posibilidad de comunicación con Dios e impide una solidaridad y convivencia en paz entre los hombres y pueblos. Los ricos son los que impiden que los barcos de rescate: “open arms”, “aita Mari”, etc. lleguen a los puertos con los migrantes: sea Salvini, otros estados europeos, Trump o quien fuere.
o En el dinero pretendemos hallar seguridad: tengo que ahorrar por si me sobreviene una enfermedad, que no me falte en la ancianidad, hay que dejar alguna herencia a los hijos, etc. En el dinero buscamos la seguridad porque no confiamos en Dios y en los demás
o El dinero es el que crea los abismos (hades) y los sufrimientos, las diferencias de clases sociales, las miserias humanas, las llagas y la tristeza
o San Lucas es muy sutil y dice que solamente los perros se compadecían de Lázaro. Los dueños, no; son los perros los que se compadecen y alivian el dolor de Lázaro lamiéndole las llagas. (Perro, en el mundo bíblico significaba extranjero-pagano. Los judíos, los religiosos no tenían misericordia. Son los paganos: los samaritanos, etc., quienes tienen compasión y sienten misericordia).
Los que “montan la película” son los “religiosos”, no los que sufren, ni los cristianos.
o Llama poderosamente la atención en esta parábola que ni Dios, ni Jesús ni Lázaro dicen ni palabra. Por ello, “me da” que todo el tinglado del infierno, la condenación, el fuego, la gota de agua, “te pido que”, etc. lo montan los “judíos”, es decir: los “hombres religiosos” de turno.
o El pobre Lázaro está medio muerto, dormitando en cualquier cajero automático, enfermo, lleno de llagas y moscas, como los niños africanos que vemos en el telediario… Pero Lázaro, el pobre hombre, no dice nada, se calla.
o Extrañamente el rico se dirige no a Dios Padre, ni a Lázaro, ni a Jesús (como el buen ladrón), sino a Abrahán. El rico, incluso en el “más allá”, no siente misericordia, no se acerca a Dios Padre, como el hijo pródigo,. El rico epulón busca una especie de “tráfico de influencias”·y apela a Abrahán, el padre de Israel, personaje más que importante. Como Abrán es importante “me podrá echar una mano”.
o Los infiernos, los purgatorios y las diferencias abismales (abismos) están en este mundo, En el “otro mundo”, las cosas serán muy de otra manera y para todos, gracias a Dios.
o Y “en el más allá” no parece que las cosas vayan tampoco por el lado del poder y las influencias. Cuando estamos cegados por el dinero “no nos enteramos” ni con Abrahán, ni con Moisés, ni aunque resucite un muerto.
o Dios, que se supone está en el cielo, tampoco dice nada en la parábola, ni tan siquiera se le menciona. Dios no hace discursos, Dios hace, Dios salva callada y discretamente.
Dios no ha creado el infierno (el abismo: sheol) “ni aquí ni allá”.
o Dios no ha creado dos estaciones “Termini” para la vida humana: si haces esto o lo otro, terminarás en el cielo; si “comes de la manzana” terminarás en “la caldera de pedro botero”. El infierno no es obra ni cosa de Dios. En el Génesis no aparece la creación del infierno, ni en el Credo decimos: “Creo en el infierno”. Dios sufre cuando nos ve cómo andamos a veces por la vida.
o Dios solamente quiere la vida y la salvación para los suyos, que somos toda la humanidad. El Dios de Jesús es un Dios de la vida, de la misericordia y quiere que todos nos salvemos, sea lo que fuere la salvación: el encuentro universal o la visio beatifica. No hay más que una historia y esta es de salvación.
o No hay más que un Padre que aguarda que volvamos, que lleguemos los hijos a casa.
El problema está en la libertad humana.
La parábola se inserta en el contexto del pensamiento y actitud de Jesús ante el dinero. No podéis servir a Dios y al dinero, (Lc 16,13), que leíamos el domingo pasado. Jesús piensa, vive y predica que el dinero no es bueno y no es bueno porque no realiza, no construye personas. Bienaventurados los pobres en Mateo, y ¡ay de vosotros los ricos! en Lucas. La riqueza despista mucho en la vida.
o La riqueza no salva, y cuando nuestras opciones (libertad) hacen presa en el dinero o en otras realidades, (la dichosa manzana), podemos hacer y hacernos daño, nos podemos equivocar de medio en medio.
o Y ahí está el problema. El hijo mayor de la parábola no quería entrar en la fiesta. Si uno no quiere entrar en la fiesta universal, ¿qué se puede hacer?
o Pero también cabe preguntarse si una libertad limitada y pobre, dañada, como todo lo humano, una libertad así, ¿puede optar por el mal absoluto? ¿podemos ofender tan brutalmente a Dios?
O dicho de un modo más amable, un poco infantil si se quiere, pero no lleno de verdad: un niño de dos años ¿puede ofender a su ama, a su aitona? Y nosotros ¿qué somos para Dios?
Valles de tinieblas atrios de verdes praderas del Reino
o ¿Qué pasa y cómo cuando atravesamos las cañadas oscuras de la vida y de la muerte? No lo sabemos, pero creemos (fe) que en ese tránsito que es la muerte, Jesús (el crucificado) nos acompaña como a hijos pródigos y el Padre nos abraza.
Dios tiene en su infinita misericordia “los medios que fueren” para que ese encuentro sea un crisol donde
Lava quod est sordidum, Limpia lo que está sucio
Riga quod est aridum, riega la aridez de nuestra vida
Sana quod est saucium. Sana lo herido
Dios con su infinita bondad puede “tocar” nuestro corazón y “sellar” los abismos e infiernos creados en esta vida: puede ayudarnos a allanar las profundidades de dolor, de malos tratos, de racismos, guerras, pobreza y miserias.
o Incluso entre el mal uso de la libertad y el final del ser humano y de la humanidad media siempre la misericordia de Dios, y ello es motivo de esperanza y fuente de paz.
“¿Quién de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra?”
(Mt 7,9)
Si hubiera escuchado a Jesús lanzar esta pregunta, le hubiera respondido inmediatamente que en mi opinión estaba idealizando la paternidad, porque la realidad muestra -al menos la que conozco- que mucha gente ha tratado de forma injusta a sus hijos e hijas. Y es que, cuando una se convierte en madre, o en padre, no hay varita mágica que la transforme en alguien diferente. Quien es egoísta, violento, o intolerante, con casi toda seguridad lo seguirá siendo después de aumentar la familia. Y quien únicamente atesora piedras, no puede repartir pan.
Alguien podría pensar que esto que acabo de decir no entiende de identidades sexuales o de género y que, si te ha tocado un padre nefasto, no importa que seas hombre o mujer, lesbiana o heterosexual; te ha tocado un mal padre y punto. O que si has nacido en una familia cristiana el riesgo de recibir alguna pedrada materna es menor porque los cristianos hacen del amor su estilo de vida. Pero el mundo real y lo que pensamos no siempre coincide, y lamentablemente las personas LGTBIQ que han nacido en entornos cristianos son uno de los colectivos más maltratados por sus familias. Quienes se plantean la fe como una forma de construir murallas para alejarse de la realidad, es fácil que lancen las piedras con las que las construyeron cuando esa realidad aparece en su propia casa desmintiendo sus convicciones más profundas.
No todas las personas que actúan de forma tan inhumana, renunciando en la práctica a ejercer como padres o madres, son malas personas. Y eso siempre me ha generado un gran interrogante, sobre todo ahora, que me parece imposible que mis hijas puedan hacer algo que me resulte tan inaceptable como para dejar de actuar como lo que soy: su padre. Y es que no llego a entender por qué muchas personas no se hablan con su hijo trans desde hace años, pero serían capaces de cruzar un país para visitarlo en la cárcel si fuera un asesino, pero cis. O por qué otras que no han llegado a romper formalmente la relación, se sienten culpables cuando ven a su hija feliz junto a su amiga -con la que lleva casada varios años-, pero estarían orgullosas de ella si fuera heterosexual, aunque se dedicara a lanzar bombas desde un avión del ejercito sobre las casas donde duermen niños y niñas palestinos.
No pretendo justificar lo injustificable, ni necesito disfrazar un comportamiento incomprensible para difuminar responsabilidades, pero cada vez estoy más convencido de que a muchos padres y muchas madres cristianas les han robado a sus hijos LGTBIQ. Y en ese robo, lamentablemente las iglesias han colaborado, y siguen colaborando, de una forma activa. Si hace más de cuarenta años las Madres de la Plaza de Mayo comenzaron a reunirse para exigir a las autoridades la búsqueda de sus hijos e hijas desaparecidos e identificar a los responsables, de igual manera, delante de cada iglesia deberían reunirse todos los domingos las familias con hijos e hijas LGTBIQ para exigir el final de la LGTBIQfobia con la que han sido educadas, denunciar los discursos de odio que en ellas se realizan, y pedir el arrepentimiento público de quienes se han erigido en sus abanderados. Reconociendo, eso sí, que también ellas han colaborado en mayor o menor medida en el robo de quienes tenían que defender y proteger. La petición de perdón a las personas afectadas, no cambiará el daño sufrido, pero considero que los padres y madres pródigos necesitan también volver a la casa de sus hijas e hijos a los que negligentemente abandonaron, para dejarse abrazar por ellas.
Se por experiencia que no todos los padres y madres han sucumbido a la LGTBIQfobia, mi madre tuvo que luchar contra ella cuando supo que yo no cumpliría con sus expectativas. También cuando todo su entorno familiar y religioso le pidió que se alejara de mi y de mi marido. Pero ella no dejó que le robaran a su hijo, sino que ganó otro hijo más, y siempre me miró con orgullo. Como ella, hay muchas madres y padres cristianos que como Jocabed, la madre de Moisés, se han negado a abandonar a sus hijos y que, con las posibilidades que han tenido a su disposición, han luchado contra los poderes LGTBIQfóbicos para mantenerse cerca de ellos y poder protegerlos. Quizás no entienden de teología y, cuando alguien empieza a recitar textos de odio descontextualizados extraídos de la Biblia, solo aciertan a responderles que Dios es amor. Sin embargo, de lo que sí saben, es de empatía y responsabilidad.
Muchos cristianos siguen enfrentándose todos los días al dilema de si tienen que tirar piedras a sus hijos o darles pan. Si se rinden ante el poder de la LGTBIQfobia que destruirá los lazos familiares, o al del amor que los fortalecerá para siempre. A esas personas Jesús les sigue interpelando: “¿Quién de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra?”. Mi madre, como afortunadamente cada vez más madres y padres, con su experiencia de exclusión por tener un hijo gay, reformularía la pregunta de Jesús de la siguiente manera: “¿Quién no estaría dispuesto a recibir pedradas por ofrecerle pan a sus hijos?”. E inmediatamente se respondería ella misma antes de que alguien pudiera añadir algo: “dejarse robar a una hija o un hijo por la LGTBIQfobia será siempre más doloroso, que luchar por impedirlo”.
Carlos Osma
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