Escalera
A una casa de pueblo puedo subir por algún medio extraordinario como por ejemplo una grúa. Pero lo normal es subir por la escalera. Se trata de subir poco a poco, peldaño a peldaño.
Así pasa con la fe cristiana. Partimos muchas veces de pensar que las personas ya son cristianas. Y puede ocurrir que sí, tienen un barniz, unas costumbres religiosas, un lenguaje eclesiástico, unas costumbres piadosas. Pero falta lo fundamental: conocer a Jesús, enamorarse de Él, dejarse poseer por Él; Realizar sus obras, escucharle, conocerle, acogerle; Que el Evangelio nos cautive.
Hay Pablos que viven una conversión de repente al descubrir a Jesús y tienen una experiencia creyente fuerte. Pero lo más normal es ir subiendo poco a poco las escaleras de la fe.
No soy psicólogo ni cosa por el estilo. Pero vivo la experiencia de que hay un Camino que recorrer. Primero es preciso encontrarse con las personas: su vida, sentimientos, alegrías, penas… A la vez, profundizar en la propia vida, vivir en intensidad mi realidad con sus logros, fracasos, miedos… Y preguntarnos muy hondo los porqué de nuestra existencia.
Luego creo que es preciso de alguna forma escuchar la Palabra de Dios. A través de la Biblia, a través de testigos de Dios, a través de acontecimientos religiosos, celebraciones, lecturas…
Un papel muy importante lo desempeñan en este proceso los Testigos: personas que me reflejan a Jesús con sus obras, palabras y testimonios.
Caminamos con el valor muy importante del grupo o comunidad. Entre varios es más fácil captar a Jesús. Las palabras trasmitidas por otras personas calan profundamente en mi interior.
Necesitamos conocer, acoger, el Evangelio: el Mensaje de Jesús; su Persona, su anuncio, su Reino, su vida, su muerte y Resurrección. Dejarme enganchar por Él. No se trata de amarle a Él, sino sobre todo, dejarme amar por Él.
Y no puede faltar la oración. Mejor la contemplación; escuchar, acoger, meditar, vivir la Presencia y la acción de Jesús.
Todo este proceso me lleva a las obras, a realizar el Reino de Dios, a hacer un mundo nuevo en justicia y amor. Un proceso señalado muy por encima pero que es preciso. Muchas veces cuando estoy en una misa dominical, me pregunto cuántas personas han vivido este proceso y cuántas viven el barniz religioso pero sin haberlo profundizado.
Creo que este es el gran problema que tenemos en la comunidad eclesial: personas que participan, algunas muy a menudo, otras circunstancialmente, pero ¿cuántas son capaces de dar razón de su fe? ¿Cuántas viven con una fe personal, consciente, significativa? ¿Hemos dado los pasos? ¿Hemos ido -vamos caminando- por las escaleras de le fe?
La catequesis infantil nos deja con cuatro ideas colgadas de un hilo. Es necesario seguir profundizando, viviendo, creciendo en la comunidad. Pero ¿existe en la realidad esa comunidad de creyentes en Jesús…? Para otro día.
Gerardo Villar
Fuente Fe Adulta
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