El tiempo como sacramento
Del blog Amigos de Thomas Merton:
“Aun siendo monje, Merton compartió las vejaciones que a todos nos ocasiona el tiempo; sus diarios están repletos de confesiones del agotamiento que le producen el ritmo y los horarios, excesivamente exigentes y a menudo absurdos, del monasterio. Pero su gradual adaptación a la liturgia de las horas, los días y las estaciones se convirtió para él en una forma de sincronizar sus propios ritmos al de la gran rueda del tiempo que gira en el círculo sin fin del calendario cristiano. El tiempo se convirtió para él en un sacramento, un medio de encuentro con la divinidad que tenía lugar en ciclos temporales capaces de abrirle a los misterios sagrados de la vida y la muerte y que se expresaba en el gran círculo de la vida cristiana. Cuanto más profunda se hacía su vida espiritual, tanto más constataba que el tiempo no era un enemigo, sino más bien la instancia en la que Dios sale a nuestro encuentro. La cronología de la vida cristiana le permitía sintonizar con los sagrados comienzos del mundo; iluminaba para él la profunda evolución espiritual que, intermitentemente, se desplegaba de manera progresiva hacia un eschaton caracterizado por la misericordia, hacia un clímax de redención representado en el drama de la historia. A través de Cristo, el hombre nuevo, Merton se integró en esa corriente del tiempo que tiene su inicio en el profundo abismo de la eternidad de Dios y aprendió a buscar refugio, como en su fuente, en el Intemporal, cargada su alma de los dones recibidos en el tiempo”.
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Kathleen Deignan
Introducción a EL LIBRO DE LAS HORAS
Thomas Merton
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