Estuve pocos años en Mozambique y Angola en un trabajo humanístico empresarial, sin ningún interés por los temas teológicos, pero algún gusanillo de la cultura negra debió quedarme porque ahora, al coger el libro de Juan José Tamayo sobre “Teologías del Sur” lo he abierto por el capítulo “Teologías africanas”.
Suelo escribir un resumen de lo que me interesa y algunas reflexiones desde mi visión actual, y es lo que ahora ofrezco para los que estén interesados en conocer algo de ese enfoque teológico cristiano africano.
Origen
Estas teologías han nacido al hilo de la descolonización y de la poscolonización, porque antes los pastores y las comunidades cristianas estuvieron sometidas a la colonización “religiosa, doctrinal, cultural, ideológica, política, militar, y económica” de las potencias europeas. En cuanto al periodo poscolonial, a pesar de algunos logros, las élites nacionales se muestran interesadas en seguir los antiguos patrones coloniales.
Por consiguiente, la lucha por la independencia es un factor característico del nuevo pensamiento cultural y religioso. Se ha llegado a calificar como anticristo al sistema político poscolonial, y se ha ejercido una dura crítica a la teología eurocéntrica, que había justificado la colonización por motivos religiosos, y que había impuesto creencias, preceptos, e instituciones según el modo de pensar europeo.
Diversas corrientes, con dos características comunes
En este estado naciente de las teologías africanas pueden apreciarse diversas tendencias: culturalista, liberadora, de reconstrucción, feminista, de vuelta a la religión vivida, y contextual, que no es momento de reseñar aquí. En general estas teologías africanas se fundamentan en la Biblia (más que en la teología) y en la identidad (y tradiciones) africanas.
Me ha interesado esta vuelta a la Biblia, especialmente a los orígenes de la Humanidad y a los orígenes de las comunidades cristianas entorno a Jesús. Es lo que estamos intentando también nosotros en occidente, por reacción a la colonización que hemos sufrido de las culturas del poder grecorromanas, tan bien asimiladas por el papado; o por la colonización racional y científica del Renacimiento y de la Ilustración.
Una muestra cinematográfica de esta vuelta a Jesús es la película Son of Man, de 2006. Mark Dornford-May sitúa a Jesús en Sudáfrica después del apartheid, subido en una letrina desde la que pronuncia el Sermón del Monte, con la fuerza subversiva y revolucionaria que tuvo hace veinte siglos.
Los profetas de Israel y la historia del pueblo judío muestran a Dios en defensa de los oprimidos, aunque el nacionalismo la ha monopolizado como defensa exclusiva de su pueblo. Y el proyecto de Jesús es el Reinado de Dios: una sociedad diferente, fraterna, y basada en la gratuidad de Dios y en nuestra gratuidad.
En cuanto a la identidad cultural africana, su razón no es discursiva sino sintética. Las comunidades cristianas tienen un gran dinamismo y vitalidad religiosa. La clave de su mensaje es la defensa de la dignidad de toda persona humana, y la resistencia frente a la humillación. “El primer Mandela fue Jesucristo”. Esta dignidad, según la filosofía Ubuntu, es una “armonía cósmica” que expresa “los lazos de solidaridad entre los pueblos”. En vez de nuestro “pienso, luego existo” su filosofía parte del “ser en relación”, “yo soy porque pertenezco a”.
Conclusiones
Por mi parte, al menos en esta primera reflexión, tomo nota de la corriente promovida por Vanneste, decano de la Facultad de Teología Lovanium de Kimsasa, quien pone el acento en la universalidad del cristianismo (aunque no de la teología, como parece proponer él); yo pondría el acento en la universalidad del proyecto de Jesús.
Creo que Jesús volvió al Proyecto inicial de la creación. Ante las normas matrimoniales de Moisés, replicó “al principio no fue así…”, y no tuvo duda en desobedecer las leyes religiosas y sociales sobre purificación, enfermedad, alimentos, o trato con paganos y pecadores, cuando estas leyes perjudicaban la hermandad y la misericordia. En el trato con los gentiles, no les preguntaba por sus creencias, ni trató de explicarles las propias; le bastó que practicaran la misericordia o que confiaran en ella.
Jesús profundizó en las raíces de toda espiritualidad humana, y propuso un Reinado universal, una gobernanza de fraternidad universal. Este proyecto puede ser asumido por Gandhi o por Mandela, o por un ateo de buena voluntad, porque su raíz no está en la religión cristiana sino en la conciencia humana. La parábola del buen samaritano no es ejemplar porque la propusiera Jesús; Jesús nos resulta ejemplar porque propuso esta parábola, que es reconocida y autentificada por toda conciencia humana. En cambio su proyecto no es asumido, consciente o inconscientemente, por obispos -¡Dios los perdone!- que retienen donativos para obras sociales y los aprovechan en lujosos caprichos propios.
Creo en un Proyecto espiritual universal basado en la igual y fraternidad, que luego en cada población se traduce en religiones -o en organizaciones civiles- que lo concretan en enseñanzas, preceptos, y ritos adaptados a sus pueblos y a sus circunstancias.
Las teologías africanas podrán desarrollarse dentro del amplio espectro del cristianismo; pero también podrían desarrollarse dentro de otras religiones ajenas o propias, traduciendo a su mentalidad y costumbres las orientaciones de esas religiones, conforme a las grandes directrices de la conciencia humana, en la que está Dios presente y activo.
Gonzalo Haya
Fuente Fe Adulta
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