Hacía 25 años, una alumna y amiga me hizo una entrevista “escolar” sobre María Magdalena. Ahora ha vuelto con preguntas semejantes, con unos libros nuevos, que ha puesto sobre mi mesa:
Tres libros
‒ Hola, Xabier. Hace 25 años me dejaste algunos libros sobre Magdalena, y he comprado algunos, pues su historia me importa. He traído sstos, por si los conoces
‒ Si, son de colegas o amigos.
‒ Marinella Perroni y Cristina Simonelli, María de Magdala. Una genealogía apostólica, San Pablo 2016. ¿Qué te parece?
Un libro espléndido, quizá lo mejor que he leído sobre el tema, además de las cosas que ha escrito por aquí Carmen Bernabé, Decana de la Facultad de Teología de Deusto. No tratan de María de Magdala, sino del eco de su vida en la Iglesia primitiva, en la Gran Iglesia Ortodoxa y en las Comunidades gnósticas.
Marinella y Cristina son teólogas e historiadores muy conocidas en Italia. Su libro se sitúa en el ámbito del pensamiento y literatura cristiana primitiva, que, como sabes, se estudia en muchas universidades italianas, siguiendo y marcando las huellas que María Magdalena ha dejado en la tradición de los evangelios, de la literatura primitiva y de los gnósticos. Más que lo que ella ha sido en sí conocemos huecos que ha dejado en las comunidades cristiana. Una historia fascinante, así lo han mostrado en este libro las autores. Por un lado, parece que apenas conocemos a Magdalena, y sin embargo podemos seguir los reflejos que ha dejado en la historia política, social y religiosa de la iglesia antigua.
‒ María y José Ignacio López Vigil, San Pablo Apóstol, el que inventó a Cristo y María Magdalena, la que conoció a Jesús, Fe Adulta, Madrid 2019. ¿Les conoces?
¡Claro! Son autores de un best‒seller radiofónico‒literario sobre Jesús, que causó gran impacto hace unos cuarenta años. Estuve con J. Ignacio en la presentación de este nuevo libro, en Madrid, hace unos meses. Escribí algo sobre ello en RD, diciendo que se trataba de un estudio muy interesante, pero limitado, con una tesis quizá unilateral sobre buenos (Magdalena) y malos (Pablo) .
Es un libro hermoso, con una gran idea: La diferencia y complementariedad entre la visión de Pablo (con su iglesia más dogmática y moralizante) y la de María Magdalena (con su visión femenina, amorosa y actual de Jesús y de su Iglesia). Ciertamente, una de las líneas de Pablo (el Pablo de las cartas Pastorales) triunfó sobre Magdalena en la Gran Iglesia, hasta el día de hoy. Pero quizá las cosas son más complejas de lo que piensan los hermanos Vigil, pues Pablo tiene rasgos muy positivos para el estudio de la mujer en la Iglesia, a la paz, con la misma dignidad y autoridad que los varones. Es posible que sin Pablo y su religión mesiánica la estela de Jesús se hubiera perdido hace siglos y hoy no pudiéramos ni recordar a María Magdalena.
‒ Y por fin, el libro de P. M. Lamet, No sé cómo amarte. Cartas de María Magdalena a Jesús de Nazaret”, Mensajero, Bilbao 2016.
Conozco bien el libro, y me considero amigo de Pedro Miguel Lamet, gran intelectual, buen periodista, narrador agudo, experto en sentimientos y experiencias de amor y vida, autor de algunas de las narraciones más impactantes que hay en castellano sobre Pablo y Francisco Javier, sobre el P. Arrupe y otros personajes clave de la historia de la Iglesia.
Escribí hace dos años una recensión de este libro en RD. Debe andar por ahí, puedes verla. No trata de la historia externa de Jesús y Magdalena en sentido crítico, ni del posible futuro “magdaleniano” de la Iglesia, sino del nacimiento y despliegue de un amor fuerte, que está en el fondo de la relación entre Jesús y Magdalena.
Son unas cartas que Magdalena habría escrito a Jesús, sin entregárselas nunca, quizá por pudor, aunque/porque Jesús ya sabía lo ella sentía. En contra de las mil novelitas baratas sobre amores de Jesús y Magdalena, con revelaciones que se dicen definitivas, pero que son simples murmuraciones de salón, Pedro Lamet ha sabido introducirnos en la intra‒historia de una mujer que despertó por Jesús a la vida y libertad, a su misión de persona. Ésta no es quizá toda Magdalena, pero es una Magdalena verdadera, eterna. Un libro para leer.
‒ ¿Quieres recordar algún libro más para empezar esta entrevista?
No, basta con estos tres. Hace 25 años me preguntabas sobre el “musical” Jesucristo Superestar, con el amor romántico de Jesús y Magdalena; quizá recordarás algunas cosas que dijimos. Era y sigue siendo una “story” hermosa, en la línea de un Love Story… Hoy me puedes preguntar sobre Dan Brown, El Código da Vinci… Es un thriller bien orquestado, de suspense policíaco con fondo falsamente histórico. Ha interesado a millones de lectores y amigos del cine, con un final feliz, donde la hermosa francesa, descendiente de Jesús y María Magdalena, se encuentra, enamora (y quizá se casa) con el yanqui falsamente investigador, para “conservar así” la Sangre‒Real (Santo Grial) de Jesús en el mundo-. Tiene sus valores, pero me parece una deconstrucción simplista de la historia de Jesús para gente actual que no quiere ya conocer la historia, pues cree que lo sabe todo.
Una historia antigua
‒Y con esto pasamos a la historia ¿Existió María Magdalena?
Sin duda. Ella jugó un papel importante en la tradición cristiana, por lo que se dice de ella, y por lo que se silencia… Su figura forma quizá el hueco más importante del Nuevo Testamento, como sombra‒luz de Jesús. Ella no es un puro invento, en su forma actual, los evangelios canónicos no habrían podido crear su historia de discípula importante de Jesús, primer testigo de su resurrección, iniciadora de la Iglesia (cf. Mc 15, 40).
‒ Pero Pablo ¿por qué no la cita?
Porque no entra en su cuadro y visión de Jesús, como no cita tampoco a María, su madre, ni al Discípulo Amado, ni a las comunidades cristianas de Galilea. Eso no se debe a un tipo de antifeminismo. La iglesia de Pablo, aunque haya sido luego recreada y modelada por varones, es una iglesia inmensamente femenina, donde mujeres y varones viven y trabajan por igual desde y para el evangelio…Pero él quiere situarse en la línea de Pedro y de Santiago… En su “evangelio oficial” de las apariciones de Jesús (1 Cor 15, 3-8) no deja lugar para mujeres como María Magdalena. No es que Pablo y Magdalena se opongan, como dicen los hermanos Vigil, es que se sitúan en espacios distintos… Pablo no cita a Magdalena, pero es evidente que en el fondo de su mensaje hay un “hueco” de mujeres, un hueco en el que podemos situar a María Magdalena.
‒ ¿Por qué se llama Magdalena?
Porque debía ser de Magdala, ciudad de pescadores de la costa del mar de Galilea, entre Cafarnaúm y Tiberíades, con más de doscientos barcos, famosa por sus salazones, ciudad que hoy se puede visitar, con una iglesia‒santuario dedicada a Magdalena, con un barco sobre el mar. Se llamaba María y el hecho de que no lleve unido el nombre (apellido) de su padre o su marido, sino el de su ciudad, parece indicar que era una mujer independiente, que no estaba sometida a otros (a un padre, un marido…) y que tenía autonomía como mujer y persona, para forma parte del grupo de Jesús.
‒ Cómo y cuando conoció a Jesús?
No sabemos. Es posible que Jesús pasara por Magdala; es posible que ella le buscara, porque eran “espíritus afines”. Estoy seguro de que Jesús causó un gran impacto en Magdalena, pero que también Magdalena causó un gran impacto en Jesús, en línea de amor y de evangelio, de vida y libertad… Eso, los evangelistas actuales, no pudieron decirlo, aunque aparece en el fondo de algunas narraciones, como la de la mujer sirofenicia de Mc 7 y la mujer de la unción de Mc 14. También se vislumbra esa “dependencia” de Jesús respecto de María en la aparición pascual de Jn 20, donde se ve claro que Jesús la necesita para afirmar y extender su evangelio En Lc 8, 2 se dice que la liberó de siete demonios. Así podemos suponer que estaba enferma y que Jesús la curó. Pero ese dato parece que debe entenderse simbólicamente. Es probable que ella misma buscara a Jesús o que Jesús la llamara. Pero no sabemos. Lo importante y nuevo es que ella, con otras mujeres, fuera compañera itinerante de Jesús y sus amigos.
‒ Te has referido a la pagana de Mc 7. ¿Magdalena era pagana?
Parece judía, aunque el mismo Jesús de los evangelios Jesús aprendió a amar y curar con maestras y amigas paganas, como quiere decir Mc 7. De todas maneras, lo que sabemos de ella, todo nos lleva a pensar que Magdalena era judía, no sólo por su origen (Magdala era ciudad de judíos, aunque debía ser lugar de encuentro con pescadores y comerciantes paganos), sino porque los discípulos de Jesús eran judíos. Este dato puede ser importante: Magdala era una ciudad judía, junto al lago, una ciudad galilea, con buen comercio con paganos, con mucho sirio y griego por las calles y los barcos De todas maneras, el hecho de que fuera judía o pagana es secundario. Lo que importa es su función mesiánica; discípula-compañera de Jesús iniciadora de la experiencia pascual.
Forma parte de la historia de Jesús, hasta la última cena.
‒ ¿Estaba integrada en el círculo más íntimo de los discípulos?
¡Evidentemente! En un sentido, en la línea del mesianismo judío, para evocar y recrear el signo de los doce patriarcas de Israel, Jesús eligió a Doce varones para que le acompañaran. Pero ellos no eran los únicos discípulos, ni tenían porque ser los más cercanos, ni fueron al fin los “creadores” del cristianismo. Ésta es una historia que está por explorar. La tradición posterior ha “absolutizado” a los Doce, y así lo hace Pablo en 1 Cor 15, y el mismo relato de Hechos 1‒2.
Pero esa historia de los Doce “triunfadores y fieles” de Jesús hace aguas tan pronto como vamos a los textos. Por mucho que quieran un tipo de Pedro y de Lucas (Libro de los Hechos), la iglesia primitiva no comenzó con los Doce fieles de Jesús (¡menos Judas!), sino con Magdalena y unas mujeres, que le entendieron, le siguieron y le quisieron. Éste es el gran “hueco” de la primera historia cristiana: Como dice Hechos 10, 37, “la cosa de Jesús” empezó en Galilea, y así lo supone Mc 18, 1‒8 (con Mt 28, 16‒20). Más aún, podemos y debemos decir que la cosa empezó con María Magdalena, y que la historia oficial posterior no ha podido borrarlo.
‒ ¿Era del grupo de mujeres que sostenía económicamente a los seguidores de Jesús? ¿Formaba parte de los íntimos de Jesús?
Ese evidente que formaba parte de la intimidad mesiánica de Jesús, como supone Lc 8, 2-3 (y de algún modo Mc 15, 40-41). Pero Lc 8, 2‒3 parece que quiere ocultar a interpretar ya ese dato, presentado a Magdalena con otras mujeres como “patronas” de Jesús, mujeres ricas que sostenían económicamente su aventura mesiánica (como sostendrán y presidirán después muchos iglesias primitivas, como patronas, “obispas” y presbíteras). Ciertamente, puede haber algo de verdad en eso. Pero ese dato parece tardío y resulta, por lo menos, ambiguo pues el grupo de itinerantes de Jesús no estaba patrocinado por hubiera “patronos” que alimentaban a unos “clientes” pobres. Magdalena no era patrona sedentaria y rica del grupo de Jesús, sino discípula itinerante y así subió con él a Jerusalén. Además, en el caso de que hubiera sido rica, lo habría dado todo para seguir a Jesús (pues sus amigos iban sin alforja, ni dinero).
¿Qué enseñó Magdalena a Jesús?
Ya te lo he dicho. Le enseñó simplemente humanidad, los problemas y experiencias, los valores y promesas reales de la carne y sangre, del sufrimiento y deseo de amor de los hombres y mujeres. Jesús venía “mal educado”, en el sentido en que fue discípulo de Juan, “el mayor de los nacidos de mujer” (Mt 11, par)…, pero alejado del Reino, hombre de penitencia y juicio. En contra de eso, Magdalena es la humanidad sufriente y amante, es el amor de la vida, como mujer y persona, que sitúa a Jesús ante los temas clave de la humanidad, los enfermos, los solitarios, los proscritos… Sin la realidad sangrante y amante de Magdalena Jesús no podría haber sido quien fue…, ni Magdalena tampoco, sin Jesús
‒ ¿Estuvo en la Ultima Cena? ¿Jesús la hizo sacerdote?
Es probable que sí. Pero no sabemos cómo, ni cuándo, ni quiénes acompañaron a Jesús en la llamada Última Cena, pues los evangelios sinópticos (Mc, Mt, Lc) han interpretado esa cena de un modo simbólico, presentándola como signo de culminación del camino de Jesús, pero también del fracaso de los Doce que no entienden lo que Jesús está haciendo. Por otra parte, cierta iglesia posterior ha cargado sobre ese cena una carga grande de temas esenciales para la jerarquía posterior: Fundación del Sacerdocio y de la Eucaristía, formulación del Sacrificio de Cristo…
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