El intento de instrumentalización de Ciudadanos empaña el Orgullo más activista de los últimos años
Muy de acuerdo con este análisis de Dosmanzanas:
Este sábado tuvo lugar en Madrid la Manifestación Estatal del Orgullo LGTBI 2019. Y pasó lo que preveíamos. Lo comentamos en nuestra entrada sobre lo sucedido una semana antes en Barcelona: «Y aún no ha tenido lugar la próxima Manifestación Estatal, en la que no descartamos que importantes miembros del partido naranja hagan acto de presencia rodeados de cámaras. Bien haría el activismo madrileño en pensar una estrategia para ese día». Allí estuvieron.
Y ello, después de haberse reunido con la extrema derecha más LGTBfoba en Murcia («a tomar un café», argumentaron…) y haber estado a punto de revalidar con ella uno más de sus acuerdos, esos que sobre el papel «no existen» pero que conforman importantes mayorías de gobierno (en Murcia lo paró la dirección nacional de esa misma extrema derecha, todavía insatisfecha con lo conseguido: el culebrón no ha terminado).
No importó que los organizadores de la Manifestación Estatal del Orgullo LGTBI hubieran vetado a Ciudadanos en la pancarta de cabecera (ningún partido estuvo finalmente presente) y no permitieran a su carroza circular en la parte posterior de la manifestación (como han hecho siempre sin problema alguno hasta que decidieron ir de la mano de los que nos odian). Sabían que se enfrentarían al hartazgo de los activistas. Si Ciudadanos adoptó la decisión de acudir al Orgullo en esta coyuntura debía estar preparado para escuchar el clamor en contra.
Ciudadanos acudió este año al Orgullo, además, con un lema que nada tenía que ver el motivo de la manifestación. Ninguna referencia a los mayores LGTBI. Ninguna referencia a las leyes LGTBI pendientes. Ninguna referencia al riesgo de retroceso en derechos. Simplemente «¡Al Orgullo, vamos!», una réplica de su lema electoral. Porque eso ha sido para Ciudadanos este Orgullo: un evento electoral más. Una oportunidad de ganar protagonismo, de reclamar un supuesto papel de víctimas ante una opinión pública que en buena parte desconoce qué es el Orgullo, su carácter de movilización política. Una oportunidad de conseguir titulares en medios, de abrir telediarios, de protagonizar tertulias, de generar las consabidas retahílas de solidaridad en redes sociales («Así no», «Con la violencia, no», «Así les hacemos protagonistas, no seamos como ellos»). No, basta de hipocresías. Muchos estuvimos allí, al inicio del Paseo del Prado, y fuimos testigos de su presencia. Sonrientes, desafiantes, sabedores de que cualquier grito, cualquier expresión de enfado, cualquier lema, cualquier gesto, sería visto como una agresión. Grabando a diestro y siniestro, ejerciendo el papel de protagonistas. A eso iban.
¿Se les podría simplemente haber «dado la espalda», «respondido con el silencio», permitido que circularan como si de un paso de Semana Santa se tratara? No. Es imposible algo así, sobre todo en una movilización multitudinaria. Muchas personas se enfrentaron dialécticamente con ellos. Gritaron lemas contra sus pactos con la extrema derecha. Les hicieron saber que en este contexto no eran bienvenidos. Impidieron su avance. La situación acabó con las fuerzas de seguridad organizando su evacuación (a pesar de que no se produjeron, según los informes policiales, agresiones físicas). No había otra forma de continuar. La manifestación, en su primera mitad (la integrada por las pancartas de los numerosos colectivos que acudieron) había podido seguir avanzando hacia el escenario de Colón, pero la parte integrada por las carrozas quedó bloqueada durante horas. Pasaban las once de la noche y la primera carroza ni siquiera había alcanzado el Museo del Prado.
En dosmanzanas intentamos mantener la cabeza fría y opinar sobre hechos, al margen de los juicios de valor. En este sentido, durante estos últimos meses hemos intentado respetar la trayectoria de una formación que, pese a sus titubeantes inicios en la materia, supo evolucionar y en varias comunidades autónomas ha trabajado en favor del avance de los derechos LGTBI, en la que hay personas LGTBI visibles y seguro que comprometidas con sus derechos. Pero hay evidencias que resulta injusto negar. No se puede tomar café con la extrema derecha homófoba un día, venir al Orgullo al día siguiente y pretender ser bienvenidos. No se pueden pactar gobiernos con los que nos odian, con los que quieren volver a convertir nuestros años escolares en un infierno, con los que quieren reeducarnos, con los que quieren revertir, mediante cambios legislativos o simplemente impidiendo su aplicación práctica, las pocas normas que nos protegen y que nos ha costado décadas conseguir.
Ciudadanos es libre de elegir a qué eje da prioridad, pero debe estar dispuesto a asumir las consecuencias. En estos momentos, su afán primordial es evitar gobiernos de izquierda, aunque ello suponga aliarse con los que en pleno 2019 han conseguido que en España volvamos a poner en duda no ya el matrimonio igualitario, sino la lucha contra las infames «terapias de conversión», las políticas inclusivas en educación o la asistencia sanitaria a las mujeres trans. Con los que se niegan a aceptar el principio de autodeterminación de género. Con los que se burlan de las identidades no binarias. Perfecto, esa ha sido su elección. Pero no se puede venir además al Orgullo y pretender que no pasa nada. Más aún: no se puede venir al Orgullo, sabiendo que tu presencia genera tensiones innecesarias y perfectamente evitables, con el indisimulado objetivo de distorsionarlo, de reventarlo, de quitarle su merecido protagonismo a las personas LGTBI mayores de las que ese día se debía haber estado hablando y sustituirlo por el enésimo gran carnaval mediático.
Ni un asomo de autocrítica
Por supuesto, para Ciudadanos y sus seguidores no hay autocrítica alguna que hacer. Todo es fruto de la intolerancia de la izquierda, del «sanchismo», del «populismo», de Fernando Grande-Marlaska (cuya dimisión ya han exigido. Quizá en unos días le acusen de colaborar con ETA…), de Fidel Castro, de los admiradores del Che o del activismo «subvencionado». Ni la más mínima muestra de empatía hacia tantas y tantas personas preocupadas por la presencia de la extrema derecha en las instituciones, por su rápida normalización (gracias a ellos, en buena parte) o por cómo ha comenzado a marcar la agenda política y social. Todas aquellas personas que durante la manifestación protestaban por su presencia no son más que «fascistas», según Inés Arrimadas. «La mayoría de los jerarcas nazis eran homosexuales», se explayaba en Twitter Fran Carrillo, senador del partido naranja. Ambos presentes el sábado tras la pancarta de su partido. Ellos se apoyan en la extrema derecha, pero los fascistas son los demás. Y sí, hasta se han comparado con Rosa Parks.
«Consideramos que Ciudadanos tiene que hacer autocrítica y analizar por qué las personas a las que supuestamente dice defender con sus políticas les impiden avanzar en una manifestación convocada para reivindicar sus derechos. Recordamos que esta no es la primera manifestación en la que la sociedad ha mostrado su descontento con esta formación política, también sucedió el 8 de marzo y es que la ciudadanía entiende, igual que nosotras, que es incompatible luchar por la libertad y la igualdad de derechos en las calles y asociarse a quienes enaltecen el odio y la discriminación en las instituciones». No lo decimos nosotros, lo dice la FELGTB, una de las convocantes de la manifestación de este sábado. «Recordamos que los partidos tienen en sus manos un arma de la que no dispone la ciudadanía: la posibilidad de hacer política desde esas instituciones. Por eso, los movimientos sociales pedimos ayer en las calles responsabilidad política para proteger derechos fundamentales. Los convocantes de la manifestación respetamos el derecho constitucional del partido a manifestarse, pero la ciudadanía ha sido clara al evidenciar con esta sentada la incoherencia de una formación que quiere salir en una manifestación que exige, entre otras cuestiones, que se deje de dar poder mediante pactos a partidos LGTBIfóbicos, mientras están formando gobiernos con ellos. El acto de este sábado no solo era una marcha por la diversidad, era una manifestación política y creemos que Ciudadanos no ha entendido o no ha querido entender el motivo de su convocatoria», añadían los convocantes. Lo suscribimos.
Éxito de movilización
Por desgracia, lo sucedido con Ciudadanos ha empañado el que de otra forma hubiera sido, estamos convencidos, un magnífico Orgullo, encabezado en esta ocasión por varias de las personas pioneras en la lucha por los derechos LGTBI en España. «Hemos vivido una de las manifestaciones más reivindicativas de los últimos años. Dada la situación política actual y los pactos que están empoderando a la ultraderecha no solo en Madrid, sino también en Murcia o Badajoz, hemos querido parar la pancarta de cabecera frente al edificio del Ayuntamiento madrileño para demostrar que no vamos a consentir que cada vez se dé más poder a quienes nos denigran y quieren volver a privarnos de nuestros derechos fundamentales», han valorado en su comunicado COGAM y FELGTB. «Hemos sentido como la gente que rodeaba la manifestación nos arropaba al avanzar con la pancarta, ya que se sumaban a nuestros gritos de ni un paso atrás o este es el orgullo de los mayores, por eso, queremos agradecerles su apoyo. Los gestos de hoy son una evidencia más de que vivimos en una sociedad que entiende la diversidad como un valor y la defiende y de que son solo unos pocos los que siguen alentando el odio a la pluralidad. Además, agradecemos también el trabajo y la profesionalidad de las fuerzas de seguridad, el Samur y todos los agentes implicados en la celebración del Orgullo», han añadido.
Los convocantes también han agradecido la paciencia de todas las personas «que tuvieron que esperar varias horas antes de iniciar el recorrido debido a la sentada que tuvo lugar frente a la pancarta de Ciudadanos impidiendo que siguieran avanzando. Desde la organización de la manifestación intentamos que la situación se solventara lo antes posible para que todas las personas pudieran seguir manifestándose según lo previsto, pero esto no fue posible hasta que la policía tomó la decisión de sacar a los miembros de este partido de la manifestación».
No insistiremos en otros aspectos de la manifestación, para no repetirnos un año más. Eso sí, os dejamos con alguna de las imágenes que pudimos captar a lo largo de la manifestación. Una galería que venimos recopilando desde hace años (2007, 2008, 2009, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2015, 2016, 2017, 2018) y que, como siempre en el caso de dosmanzanas, se centra en la parte más reivindicativa de la manifestación. En ella podréis ver, por ejemplo, las pancartas principales de los colectivos participantes:
Fuente Dosmanzanas
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