Preguntas y respuestas
Hace varios años, tuve la oportunidad de encontrar a la madre Teresa de Calcuta. Tenía en aquel momento muchos problemas y decidí aprovechar esta ocasión para pedir consejo a la madre Teresa.
Apenas nos sentamos, empecé a mostrarle todos mis problemas y dificultades, intentando convencerla de lo complicados que eran. Cuando, tras haberle expuesto elaboradas explicaciones durante unos diez minutos, me callé, la madre Teresa me miró tranquilamente y me dijo: «Bien, si dedicas una hora cada día a adorar a tu Señor y no haces nunca lo que sabes que es injusto… todo irá bien». Cuando oí estas palabras me di cuenta de improviso de que había pinchado mi globo hinchado, un globo compuesto de complicada autoconmiseración, y me había señalado, mucho más allá de mí mismo, el lugar de la verdadera curación. En realidad, me quedé tan pasmado con su respuesta que no sentí ningún deseo o necesidad de continuar.
Al reflexionar sobre este breve, aunque decisivo, encuentro, me doy cuenta de que yo le había planteado una pregunta por lo bajo y ella me había dado una respuesta por lo alto. De primeras, su respuesta no parecía adecuada con respecto a mi pregunta, pero, después, empecé a comprender que su respuesta venía desde el lugar de Dios y no desde el lugar de mis lamentaciones. La mayoría de las veces reaccionamos a preguntas por lo bajo con respuestas por lo bajo. El resultado es que cada vez hay más preguntas y, con frecuencia, respuestas cada vez más confusas. La respuesta de la madre Teresa fue como una lámpara de luz en mi oscuridad. Conocí, de improviso, la verdad sobre mí mismo.
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H. J. M. Nouwen,
Vivere nello Spiríto,
Brescia 1984, pp. 81 s
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