El “ex-gay” de este “documental” admite que… sigue siendo gay
Matthew Grech protagoniza un documental sobre dejar de ser gay, pero admite que sigue siendo gay
Si en las últimas semanas estás viendo que se habla mucho por todas partes de las mal llamadas “terapias de conversión” puede que sea porque se están convirtiendo en uno de los ejes centrales de la lucha del colectivo LGTB+ en la actualidad. Hemos sabido que en el Obispado de Alcalá se celebran “cursos” para “curar” la homosxualidad (que, por cierto, en Madrid son ilegales). Las “terapias de conversión” ya sabemos que no solo no sirven para “curar” la homosexualidad (no se puede curar algo que no es una enfemedad), es que son pura tortura -física y psicológica- que a la larga deja graves secuelas en aquellas personas LGTB+ que las sufren. Y esas personas, en su mayoría, son menores LGTB+. Así que es algo bastante importante.
Pero las “terapias de conversión” son también una gran estafa económica y por eso se estrenan películas y documentales en los que se ensalza la práctica como si fuera lo más normal del mundo. Hace un par de meses en Londres se presentó la “película” Once Gay, un supuesto documental sobre las bondades de esta práctica que protagoniza Matthew Grech, el cantante que se hizo viral al participar en el Factor X de Malta y asegurar que se había hecho cristiano evangélico y ahora era “ex-gay”. Algo que provocó mucha polémica en Malta, que fue el primer país europeo en prohibir esas “terapias”.
Matthew concedió una entrevista a la web LGTB+ Pink News y la primera en la frente: al preguntarle si aún le atraían los hombres (que se supone que es lo que vas a “curarte”, la atracción por el mismo sexo) Matthew aseguró “Sí, me atraen.“
Como él mismo dice: “Si tuviera que explicarlo de otra manera, no creo que haya experimentado una conexión específica con una mujer.“
Y añade: “Para algunas personas (la terapia) tiene éxito si tu orientación sexual cambia literalmente; pero para otras personas el éxito está literalmente en controlar tus propios pensamientos para no ir en una dirección específica. Solo porque mi carne no haya cambiado no significa que yo no haya cambiado… Simplemente digo que me he alejado del estilo de vida homosexual.“
Vamos, EL ARMARIO DE TODA LA VIDA. Aunque no sé de qué le sirve si ya ha salido de él. Pero a Matthew le da igual todo (literalmente) porque él está convencido de que “si sigo obedeciendo a Dios, tengo fe en que experimentaré una tremenda diferencia y también cambiarán mis sentimientos“.
Cuando le recuerdan a Matthew que ya ha habido muchos “ex-gais” que iban a “curarse” por la gracia de Dios pero al final resultó que nada de nada, el chico no se amilana: “Si la experiencia de alguien ha salido mal puede haber sido por un billón de razones. La verdad es que todos estamos ante un viaje individual y que ese hombre le haya fallado no significa que vaya a fallarme a mí.“
Matthew lo que necesita es ayuda y el productor de la película (que ni es médico ni nada pero realiza “terapias”) declara en la misma entrevista que “los que se oponen siempre hablan de daño potencial porque saben que no pueden hablar de daño real, solo potencial. El paracetamol es fatal si lo tomas mal, pero no prohibimos el paracetamol. No prohíbes las cosas. No le niegas a un grupo de personas el derecho y la libertad y luego dices que les das derechos y libertados a otras.“ Ese señor, Mike Davidson, es director de Core Issues Trus, una “empresa” que se dedica a realizar “terapias de conversión” en Reino Unido (que actualmente debate sobre si prohibirlas o no) y ha estado durante semanas paseándose por las televisiones británicas esparciendo todo ese odio y todas esas mentiras.
En Europa, Malta fue pionera
En Europa la pionera fue Malta, que aprobó una ley en 2016. Irlanda y el Reino Unido también están dando pasos en esta dirección. En España, mientras tanto, la prohibición de este tipo de intervenciones ha sido ya contemplada en varias normas autonómicas y es una de las disposiciones que prevé la prometida ley en favor de la igualdad y no discriminación de las personas LGTBI, en discusión en el Congreso de los Diputados (aunque el PP intentó «colar» una proposición alternativa, en forma de enmienda a la totalidad, que no contemplaba este aspecto). Un proyecto que en cualquier caso permanece encallado por el desacuerdo entre las diferentes fuerzas políticas que en teoría lo apoyan y cuya aprobación a día de hoy no está asegurada.
En cualquier caso, conviene recordar que el Consejo General de la Psicología, órgano coordinador y representativo de los Colegios Oficiales de Psicólogos de toda España, emitió ya en 2017 un comunicado en el que recordaba que las intervenciones que prometen «curar» la homosexualidad carecen de fundamento. No es ninguna novedad, pero en estos momentos en los que la promoción de este tipo de intervenciones parece reverdecer en nuestro país (casos recientes como el de la “terapeuta” Elena Lorenzo o las charlas de Jokin de Irala o de Richard Cohen así parecen indicarlo) toda aclaración es bienvenida. Mientras, el año pasado sufrimos un seminario sobre “ayudar a cambiar sentimientos homosexuales”. En todos casos, nuestros amigos de HazteOir estuvieron ahí apoyando a los homófobos…
Mientras tanto, el Parlamento Europeo ha exigido la prohibición de estas terapias.
“No” rotundo de los especialistas a las “terapias” reparadoras.
“Terapias” reparadoras: no solo inútiles, también peligrosas
La comunidad médica mundial en su inmensa mayoría condena estas prácticas y lucha para que los gobiernos las prohíban. Precisamente en marzo de 2016 tenía lugar un histórico pronunciamiento de la Asociación Mundial de Psiquiatría en contra de las “terapias” reparadoras, intervenciones que no solo se han mostrado ineficaces para cambiar la orientación sexual de una persona, sino que resultan muy peligrosas. Prácticas contra las que ya antes se habían pronunciado numerosas organizaciones profesionales. La Asociación Americana de Psicología, por ejemplo, hizo ya en 2009 un llamamiento a los psicólogos para que las abandonasen definitivamente tras revisar la evidencia científica disponible y concluir que ya no resulta posible sostener que un paciente puede cambiar su orientación sexual a través de terapia, mientras que los daños potenciales de tales intervenciones pueden ser graves, incluyendo depresión y tendencias suicidas. Otras organizaciones que han alertado contra los riesgos de estas intervenciones son la Asociación Médica Británica, las más importantes organizaciones de psicoterapeutas del Reino Unido o, en España, el Colegio de Psicólogos de Madrid. Los testimonios de algunas de las personas atrapadas por las redes que promueven este tipo de prácticas (“ex-gais”) y que años después han conseguido liberarse son un buen ejemplo del daño que pueden llegar a sufrir.
En definitiva, la aplicación o recomendación de este tipo de prácticas van, hoy en día, en contra del conocimiento médico actual y de la lex artis que obliga a todo profesional sanitario.
Respecto al reto que suponen aquellas personas adultas que movidas por su fe religiosa conservadora acuden por voluntad propia a las consultas para cambiar su orientación sexual, ya desde hace años la Asociación Americana de Psicología recomienda ser “honestos” con ellos respecto a su eficacia, considerando que el objetivo en estos casos debe ser favorecer, sin imposiciones, la aceptación de la propia realidad. Posibles estrategias que sugería Judith Glasshold, la presidenta del comité que en 2009 revisó la evidencia disponible hasta esa fecha, eran insistir en determinados aspectos de la fe religiosa, como la esperanza y el perdón, frente a la condena de la homosexualidad, sugerir el acercamiento a confesiones religiosas que sí aceptan la realidad LGTB o, los casos más recalcitrantes, valorar la adopción del celibato como estilo de vida sin pretender cambiar la orientación.
Fuente Pink News, víaHazteQueer/Cristianos Gays
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