“Sí, la Iglesia es de derechas. De derechas-derechas”, por Antonio Aradillas
“La Iglesia, como tal, es de derechas. El evangelio, como tal es, no obstante, de izquierdas”
¿De cuántos cristianos, y de qué estamentos –movimientos- religiosos, se sabe ya que electoralmente levantarán, hasta enronquecer, su VOZ, en los aledaños de los templos católicos?
La Iglesia se “derechizó” en proporciones ciertamente impensables, tanto que al mismo Jesús le hubiera sido difícil su reconocimiento
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Es sabido de todos, que “derechización” es un barbarismo, o “incorrección gramatical que consiste en pronunciar o escribir mal una palabra”, o “emplear vocablos impropios”. De todos es también sabido que, además de ”igual, recto, seguido y sin torcerse a un lado ni a otro, el término “derecha” es académica y popularmente aplicable con toda corrección al “conjunto de personas que profesan ideas conservadoras referidas especialmente a las favorables y favorecedoras de la continuidad en las vidas colectivas, y adversas a los cambios bruscos y radicales”.
Así las cosas, las personas, actitudes y actividades, por lo que respecta sobre todo a la Iglesia, la tarea de entrenzar unos cuantos comentarios, resulta fácil y asequible:
La Iglesia, como tal, es de derechas. El evangelio, como tal es, no obstante, de izquierdas. Con excepción de algunos de los tiempos eclesiales primeros, bíblicamente narrados con emoción, pundonor, veracidad, destreza y, por supuesto, comprometidos en ello sus miembros, la Iglesia se “derechizó” en proporciones ciertamente impensables, tanto que al mismo Jesús le hubiera sido difícil su reconocimiento.
La jerarquía no es el Pueblo de Dios
Pese al principio de la necesidad proclamada casi dogmáticamente de que “Eclessia Semper reformanda”, primó en la teoría y en la práctica, con mayor y ardorosa vigencia, el de “Semper idem”, fundamentado en la convicción de su “sempiternidad” en esta vida y en la otra, como signo principal de la imagen de Dios…
Resulta obvio ahorrarse comentar, que precisamente habría de ser la jerarquía, que no el pueblo de Dios, la acaparadora del singular, y para muchos, excesivo, privilegio de inamovible en esta vida y en la otra, hasta hacer depender de ello aún su propia identidad y fundación como entidad religiosa. Con el “semper idem” como lema, jaculatoria, camino de vida y de comportamientos, propios y ajenos, la Iglesia se hizo, y todavía se sigue haciendo presente…
Por lo tanto, cuantos cambios, y más los “considerados bruscos y radicales”, que pudiera registrarse en la Iglesia, habrían de cancelarse “en el nombre de Dios”, condenados a perpetuidad, sin más consideración y escrúpulos, y por mucha lógica que, “con luz y taquígrafos”, aportaran el común de los fieles en los casaos extremos, a no ser que de ellos fueran sus beneficiarios principales los miembros de la jerarquía.
Las reformas, ¿condenables?
Llegar a la inhóspita conclusión de que exactamente los responsables máximos de la institución y estructura eclesiástica, en sus diversos niveles personales e institucionales, fueron, son y prefieren seguir siendo inamovibles, -es decir,”de derechas”– es tan fácil, como triste y doloroso. La reforma –las reformas- siempre son condenables. Aquellos papas, y más quien se permitió “el lujo”, de apellidarse Francisco- sin números cardinales identificadores, no tienen futuro y el hipotético ascenso ulterior “al honor de los altares” no es- no será- tan claro, como en otros casos….
Sí, la Iglesia es de derechas. De derechas-derechas. Tal condición se percibe, experimenta y padece en la mayoría de sus –ámbitos, con admirables y raras excepciones, canonizables en determinadas personas. movimientos y estamentos mayoritarios que se dicen “religiosos”. Santos- santos siguen siendo en la actualidad declarados y reconocidos como tales, no pocos de quienes antes fueron anatematizados, ensambenitados y hasta quemados en hogueras inquisitoriales y de las otras …
La Iglesia, en campaña electoral
En vísperas electorales ya en España, el crecimiento de posiciones y actitudes derechistas en personas y grupos, se percibe con facilidad dentro de la Iglesia y sobre todo en sus líderes, con mitras o sin ellas. Son muchos más los que piensan y actúan “en y por la Iglesia”, que “en y por el evangelio”. Los programas electorales de los de derechas, son más sustantivamente canónicos y “eclesiásticos”, que “evangélicos”, tales como los referidos a la asignatura de la Religión, a diversos privilegios y a las “inmatriculaciones” de bienes, de los que por cierto hay que referir que, después del Estado, su más rica propietaria en España es precisamente la Iglesia.
¿No tendrán que ser y votar “a las derechas” quienes vivan en palacios”, por muy episcopales que sean?. ¿Dependerá la falta de claridad, de decisión, de justicia y de audacia del episcopado español en relación con abusadores y pederastas, por acción u omisión, precisamente a su “adscripción “, al menos sentimental, a ideas y movimientos inamovibles y conservadores, con el “ultra”, o sin él por delante? ¿Por qué hay tantos o más santos canonizados, de derechas, que de izquierdas?
¿De cuántos cristianos, y de qué estamentos –movimientos- religiosos, se sabe ya que electoralmente levantarán, hasta enronquecer, su VOZ, en los aledaños de los templos católicos? ¿Cuál será la opción electoral mas frecuentada, y recomendada, -con discreción o sin ella- por nuestros obispos? ¿Acaso la “somnolencia de los buenos” –fieles y obispos- caracterizará el proceso electoral actual, sin ejemplares referencias a comportamientos eclesiásticos, de por sí antidemocráticos?
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