Venidos de todas partes
“La Humanidad es el hombre que aprende siempre” (Pascal)
17 de febrero. Domingo VI del TO
Lc 6, 17, 20. 20-26
Bajó con ellos y se detuvo en llano, donde había un gran número de discípulos y un gran gentío del pueblo, venidos de toda Judea, de Jerusalén, de la costa de Tiro y de Sidón, para escucharlo y sanarse de sus enfermedades
¿Pero de dónde, por qué y para qué venía toda aquella gente? Aunque también podían haber venido los océanos, las rocas, las plantas y los animales. Y una vez reunidos, pudieron sumarse a la voz mística y poderosa de Rosalía en los Premios Goya, en Sevilla: “Me quedo contigo”.
Es lo que en el prólogo de su libro “Cuando los ángeles cantan”, Octavio Aceves escribió de otra artista: “Creo que Victoria de los Ángeles tenía el excepcional don de llegar con su voz a lo más recóndito y profundo del alma humana, de alcanzarlo de lleno y de golpe con la musicalidad de su fraseo y la elegancia de su armonía y de insuflar paz en los corazones con su timbre angelical”
Eran todos conscientes de que, como decía Bertohld Auerbach (1812-1882): poeta judío-alemán, fundador de la “Novela de tendencia”: “La música limpia el alma del polvo de la vida cotidiana”. La acción curativa de la música hace que nos sintamos restaurados.
Venían todos porque sentían ansias de rebobinar pensamientos a fin de poder cumplir el divino mandato de “Creced y multiplicaos”. Un sueño que se llama “Quimera” que, al contrario de lo que este monstruo hacía en la mitología griega, reunía poblaciones. Acercar corazones, y hacer que entonen todos juntos canciones en un mismo Coro, el ideal de la Naturaleza.
Y venían también porque sentían la necesidad de luchar por una sociedad más justa y solidaria. Porque, como decía Pascal, “La Humanidad es el hombre que aprende siempre”.
La noche oscura del alma que cantó Juan de Yepes en Noche oscura, está en tinieblas, pero cuando ese Coro se aproximas a ella, la ilumina. Y allí está el árbol de la música agitando sus ramas y derramando notas.
Así, se hacía un hueco de silencio en aquella “Soledad sonora”, haciendo que el universo creciera, y dentro y fuera de él prosperaran todos. Incluido, el tan humilde Juan Bautista, que no se consideraba digno de desatar la correa de los zapatos del Mesías.
Decía San Ignacio de Antioquía en su Carta a los Efesios que: “Mejor es mantenerse en silencio y ser, que decir y no ser. Es hermoso enseñar si se hace lo que se dice. Uno solo es el Maestro que dijo e hizo, y lo que hizo, permaneciendo en silencio, es digno del Padre. Quien posee verdaderamente la palabra de Jesús puede también percibir su silencio, sea por ser perfecto, sea por obrar mediante su palabra y ser conocido por su mantenerse en la palabra”.
Bajó con ellos y se detuvo en llano, donde había un gran número de discípulos y un gran gentío del pueblo, venidos de toda Judea, de Jerusalén, de la costa de Tiro y de Sidón, para escucharlo y sanarse de sus enfermedades (Lc 6, 17-18), y lo hicieron simultáneamente en un hueco vacío de silencio y en una presumida pirámide de voces.
El poeta bilbaíno Blas de Otero, lo dijo en este Poema.
CÁNTICO ESPIRITUAL
“Complexión de este mundo con mis manos:
tronco de árbol, río, mujer pura,
todo es señal de Dios inmaculada.
Ahora estoy esperando a libertarme:
complexión de este mundo con mí mismo”
“Escúchame, Yavé, desllágame.
Apenas puedo sostenerme el alma.
Mi cuerpo desmorona a cada instante
su unidad substancial, aun palpitando.
Nada soy si no soy el que yo soy,
el que ha salido de Tus manos grandes
capaces de dar forma al Universo”.
Vicente Martínez
Fuente Fe Adulta
Comentarios recientes