Agencias Nace Infancia Robada, la primera asociación de víctimas de la pederastia clerical en España
“Lo decimos sin rubor y sin miedo: ellos, aún enfundados en sotanas y alzacuellos, los auténticos enemigos de la Iglesia”
Jesús Bastante).- Dos menores caminan sobre las iniciales ‘IR’, señalados con una flecha. Este es el logo de la Asociación Infancia Robada, la primera asociación de víctimas de la pederastia clerical en España, presidida por Juan Cuatrecasas, el ‘padre coraje’ del ‘caso Gaztelueta’. El diseño del mismo es obra de ‘Asier’, su hijo, abusado por el profesor del colegio del Opus Dei condenado a once años de cárcel por la Audiencia Provincial de Bizkaia.
“Nacemos con el objetivo de dar cobijo, asesoramiento y acompañamiento a las víctimas de abusos y agresiones sexuales en el ámbito de la Iglesia católica”, subraya a este diario Cuatrecasas quien, junto a Francisco Javier, la víctima de Ramos Gordón en La Bañeza (y vicepresidente de la asociación), ha logrado aglutinar a varias decenas de supervivientes.
“En una sociedad basada en un Estado social y democrático de Derecho siempre hemos creído importante que estás víctimas sean tratadas con el respeto y la dignidad que merecen”, sostienen sus responsables, que quieren dejar claro, frente a las acusaciones contra las víctimas, éstas “no cuentan cuando quieren hacerlo, ni cuando quiere un fiscal, juez o facultativo, cuentan cuando pueden hacerlo”.
“Las víctimas siguen estando solas”
Por ello, sostienen, “es necesario que los poderes públicos y por supuesto la propia Iglesia acompañen y ayuden a las victimas y sus familias, con medidas que minoren su dolor y sufrimiento, con acciones que sirvan para suavizar su día a día”. Por ello, entre sus objetivos, está la lucha por la no prescripción de estos delitos, pero también un trabajo a nivel educativo y social que, hoy por hoy, no se da. “Las víctimas siguen estando solas“.
“A partir de nuestra experiencia -añade Juan Cuatrecasas- queremos servir de faro para que toda víctima que pueda denunciar lo haga con la tranquilidad de saber que será atendida a todos los niveles con las garantías mínimas que puede desplegar un auténtico Estado de Derecho, sin más presiones, amenazas, mentiras y descalificaciones personales”.
La nueva asociación admite que la Iglesia “no es el único ámbito social en donde ocurren estos delitos”, pero sí que los los abusos en este ámbito son mucho más graves. “Precisamente desde nuestra condición de hombres y mujeres de fe, sabemos que en todos estos años de sombras y príncipes de la Iglesia, quienes intra Muros han mirado para otro lado o se han dedicado a tapar la verdad con maniobras terribles de distracción, embustes y mil patrañas, no hacen ningún bien a la comunidad católica“.
“Lo decimos sin rubor y sin miedo: ellos, aún enfundados en sotanas y alzacuellos, los auténticos enemigos de la Iglesia”, denuncia Juan Cuatrecasas, que insiste en que “no podemos seguir consintiendo tanta infamia, tanta mentira y tanta operación cosmética, ni menos aún peticiones de perdón carentes de más recorrido”.
“Las victimas precisan atención, ayudas y respeto”, sostiene Cuatrecasas, que lamenta cómo “la jerarquía eclesiástica española está muy lejos de ese respeto y esa atención”. “Nos parece vergonzoso que aún se permitan declaraciones oficiales como las vertidas por Gil Tamayo o Giménez Barriocanal, ofensivas y absolutamente inapropiadas”.
Por eso surge AIR, con la idea de poner los cauces para que las víctimas no se sientan solas, ninguneadas y “de nuevo maltratadas por personajes que dejan a la Iglesia en una terrible posición, impropia de la palabra de los evangelios y de los valores de una religión que siempre tuvo como premisa importante ocuparse de los menos favorecidos”, argumenta el presidente de la asociación, que no cierra la puerta a las víctimas de abusos en otros ámbitos de la sociedad.
Entre sus miembros, además de víctimas de abusos, abogados, médicos y psicólogos, que esperan colaborar para acaban con esta lacra, en la Iglesia y el resto de la sociedad “Porque hablamos de niños y niñas, menores de edad, que un día sufrieron en sus carnes el terror y la perversidad de un adulto, algo que influye de un modo devastador en la estructuración de la personalidad del abusado y agredido. Pocos delitos se nos ocurre, pueden tener esa inmensa gravedad“, sostiene Cuatrecasas.
Fuente Religión Digital
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