Otra vez Epifanía
Del blog de Amigos de Thomas Merton:
Hemos compartido este texto muchas veces, y lo seguiremos haciendo, porque vale la pena que volvamos a él una y otra vez. Ahora que se acerca la Navidad, recordemos lo que somos de verdad ante los ojos de Dios, la fragilidad y la belleza que compartimos. Todo eso está ahí, en el niño de Belén:
“Ayer, en Louisville, en la esquina de las calles Cuarta y Walnut, comprendí de pronto que yo amaba a todo el mundo y que nadie me era o podía ser totalmente extraño. Fue como si despertase de un sueño: el sueño de mi distanciamiento, de la vocación «especial» de ser diferente. Realmente, mi vocación no me hace diferente del resto de los hombres ni me sitúa en una categoría especial, a no ser de manera artificial, jurídicamente. Yo sigo siendo un miembro de la raza humana, y ningún otro destino es más glorioso para el hombre, si tenemos en cuenta que la Palabra se hizo carne, convirtiéndose también en miembro de la Raza Humana.
¡Gracias, Dios! ¡Gracias, Dios! Yo soy un miembro más de la raza humana, como el resto de los seres humanos. ¡Tengo la inmensa satisfacción de ser un hombre! ¡Como si los sinsabores de nuestra condición pudieran importar realmente cuando empezamos a entender quiénes somos y lo que somos, como si pudiéramos empezar alguna vez a comprender esto en la tierra!”
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Diarios I,
Thomas Merton,
19 marzo 1958.
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