55 años del histórico viaje de Pablo VI a Tierra Santa
Primer viaje de la historia de un Pontífice a Jerusalén
A su regreso, dijo: “Este viaje no solo es singular y espiritual; puede tener gran importancia histórica”
(Vatican News).- Fue el primer viaje de la historia de un Pontífice a la tierra de Jesús, en donde tuvo lugar el histórico encuentro con el Patriarca de Constantinopla Atenágoras
55 años atrás, el 4 de enero, comenzaba en Jordania la histórica peregrinación del Papa Pablo VI a Tierra Santa. Un viaje sin precedentes ya que se trató del primer viaje de la historia de un Pontífice a Tierra Santa, desde donde Pedro salió y a la cual ninguno de sus sucesores había regresado.
El anuncio del viaje
El Papa Montini anunció su viaje apostólico a la tierra de Jesús el 4 de diciembre de 1963, durante su discurso en la solemne clausura de la segunda sesión del Concilio Vaticano II: “Está tan viva en nosotros la convicción de que para la feliz conclusión del Concilio es necesario intensificar las oraciones y las obras, que hemos decidido, tras madura reflexión y abundante plegaria, ir como peregrino a la tierra de Jesús Nuestro Señor.
Así, pues, si Dios nos asiste queremos ir en el próximo mes de enero a Palestina, para venerar personalmente, en los lugares santos donde Cristo nació, vivió, murió y resucitado subió al cielo, los misterios principales de nuestra salvación: la Encarnación y la Redención. Veremos aquella tierra bendita, de la que Pedro salió y ninguno de sus sucesores ha vuelto”.
Tres días de oración y de penitencia
“Iremos humildemente y en seguida regresaremos, haciendo un viaje de oración, de penitencia y de renovación para ofrecer a Cristo su Iglesia, para llamar a esta Iglesia única y santa a los hermanos separados, para implorar la divina misericordia en favor de la paz entre los hombres, esa paz que en nuestros días aparece todavía tan débil y temblorosa, para suplicar a Cristo Señor por la salvación de toda la Humanidad”.
Así describía el Papa Pablo VI en su discurso de clausura de la II sesión del Concilio Vaticano II, el viaje de tres días, que se aprestaba a realizar del 4 al 6 de enero de 1964.
Un viaje a la cuna del cristianismo, comenzado con la llegada del Papa al aeropuerto de Amán, en el que lo esperaba para acogerlo el rey Hussein de Jordania, que en ese entonces administraba los territorios de la Cisjordania y de Jerusalén Oriental después de la guerra árabe-israelí del 1948.
Por la paz
“Nuestra visita es espiritual, una humilde peregrinación a los lugares sagrados santificados por el nacimiento, la vida y la pasión y muerte de Jesucristo y por su gloriosa Resurrección y Ascensión.
En cada uno de estos venerables santuarios, oraremos por aquella paz que Jesús ha dejado a sus discípulos, aquella paz que el mundo no puede dar, pero que viene del cumplimiento de su mandamiento: amarnos los unos a los otros como Él no ha amado”, afirmó el Papa al rey antes de partir para Tierra Santa.
La Misa en el Santo Sepulcro
Una parada a orillas del Jordán y una visita a la casa de Lázaro en Betania precedieron la llegada a Jerusalén, que culminó con la Misa en el Santo Sepulcro. “Es hora de que nuestras mentes se despierten”, dijo el Papa en la tumba de Cristo.
“Tomemos ahora conciencia con sincero dolor de todos nuestros pecados, tomemos conciencia de los pecados de nuestros padres, de los pecados de la historia pasada, tomemos conciencia de los pecados de nuestra época, de los pecados del mundo en el cual vivimos”.
El encuentro con Atenágoras
El encuentro con el patriarca greco ortodoxo Benedictos, con el armenio Derderian y con las comunidades católicas de rito oriental hicieron de preludio al histórico encuentro ecuménico de la tarde siguiente en el Monte de los Olivos con el patriarca de Constantinopla Atenágoras, llegado a Jerusalén para reunirse con el Pontífice.
Un abrazo y una oración común en latín y en griego fueron el primer paso hacia la declaración del año siguiente en el cual la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa revocaron la excomunión recíproca que data del 1054.
El saludo a las autoridades israelíes
Antes del encuentro, la jornada del 5 de enero marcó el ingreso de Pablo VI en la parte judía de Jerusalén. “Desde esta tierra única al mundo por la grandeza de los eventos en los cuales ha sido teatro, nuestra humilde súplica se eleva a Dios por todos los hombres, creyentes y no creyentes.
Y en ella incluimos con placer a los hijos del “pueblo de la Alianza” cuyo rol en la historia religiosa de la humanidad no podemos olvidar”, dijo el Papa a las autoridades israelíes en la colina de Megido.
Pío XII y la segunda guerra mundial
Nazareth, Tagba y el lago de Tiberíades, Cafarnaún, el Monte de las Bienaventuranzas y el Monte Tabor fueron los lugares que el Papa Montini visitó ese día y que, vuelto a Jerusalén y despidiéndose de las autoridades israelíes recordó al predecesor Pío XII y su papel durante el segundo conflicto mundial.
“Todo el mundo sabe lo que hizo por la defensa y la salvación de todos los que soportaban la prueba, sin ninguna distinción. Sin embargo, como sabéis, se han querido sembrar sospechas e incluso acusaciones contra la memoria de este gran Pontífice.”, afirmó, “Bien lo sabían también los que, terminada la guerra, acudieron con lágrimas en los ojos a darle las gracias por haberles salvado la vida”.
La misa en Belén y el regreso al Vaticano
El 6 de enero, día de la Epifanía, Pablo VI celebró la misa en la Basílica de la Natividad de Belén, llamando a la paz en el mundo y a la unidad de los cristianos. Después de haber encontrado nuevamente a Atenágoras y a la comunidad católica de rito latino de Jerusalén, San Pablo VI volvió a Amán para tomar el avión hacia Roma.
“Ustedes han comprendido que mi viaje no ha sido solamente un hecho singular y espiritual”, dijo a su regreso: “se ha transformado en un acontecimiento que puede tener gran importancia histórica. Es un anillo que se enlaza a una tradición secular y quizás un comienzo de nuevos eventos que puedes ser grandes y benéficos para la Iglesia y para la humanidad”.
Fuente Religión Digital
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