Nouwen en Latinoamérica
En un período de su vida Henri Nouwen se creyó llamado a ser un sacerdote misionero en América Latina, y aunque finalmente comprendió que no era así, esa experiencia dejó una huella importante en su vida espiritual. Sobre esto habla el siguiente fragmento, tomado de “Henri Nouwen. El profeta herido”, de Michael Ford (Sal Terrae, 2000).
“El padre Gustavo Gutiérrez considera a Nouwen uno de los mejores líderes del siglo XX, y no sólo por su trabajo tendiendo puentes entre el mundo de la justicia social y el de la espiritualidad, sino también por hacer hincapié en la importancia de la dimensión contemplativa de la vida espiritual, que siempre debe formar parte de cualquier compromiso en el cambio social: La espiritualidad es la cuestión esencial en la vida cristiana, porque el seguimiento de Jesucristo es el centro de la misma, y Nouwen estaba en lo cierto en este aspecto. Pero también nos ayudó a nosotros, como ayudó a otros, a entender el significado de la espiritualidad en nuestras acciones concretas. Y era una persona sumamente sutil a la hora de comprender el sufrimiento. Decía que a veces había que acercarse a una persona únicamente porque sufría. Era excepcional en muchos terrenos, pero especialmente en la ayuda a los cristianos para ser cristianos.
Gutiérrez pidió a Nouwen que escribiera la introducción a la tradición inglesa de su libro Beber en su propio pozo, y Nouwen plasmó en ella lo que la misión a la inversa significaba para él:
“Aunque había llegado con la esperanza de poder dar, me encontré con que ante todo era receptor. Los pobres con los que vivía me revelaron los tesoros de una espiritualidad cristiana que había permanecido oculta para mí en mi opulento mundo. Aunque poseían muy poco o nada, me ensenaron la gratitud. Aunque luchaban con el paro, la malnutrición y muchas enfermedades, me ensenaron el gozo. Aunque estaban oprimidos y explotados, me ensenaron lo que es la comunidad”.
Tenía la convicción de que el destino espiritual de los norteamericanos estaba íntimamente ligado al de los sudamericanos.Lo que estaba sucediendo en las comunidades cristianas de Latino-américa era parte de la manera empleada por Dios para llamarnos en el Norte a la conversión.
Una vez que aceptó que no estaba siendo llamado a vivir como sacerdote misionero en Sudamérica, Nouwen retornó a los Estados Unidos para reforzar los contactos. A parte de todas las demás cosas que hizo con su experiencia, abrió a muchísima gente a la comprensión de la Iglesia en Sudamérica y a la realidad de la teología de la liberación, pues tenía acceso a personas que, de no ser por él, no habrían oído hablar de tales temas. Gustavo Gutiérrez le ayudó a comprender con mayor claridad lo que sucedía, y sus compañeros de Sudamérica observaron que, como consecuencia, parecía más en paz”
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