La falsa llama (3)
Del blog Amigos de Thomas Merton:
En dos entradas anteriores 1, 2 (2014), publicadas con este mismo título, compartimos parte de un capítulo de un libro de Merton, “Nuevas semillas de contemplación“. Ahora quiero publicar el resto del capítulo en dos nuevas entradas (no recuerdo por qué entonces no lo hice), y el tema me resulta, además, muy actual para un curso que impartiré próximamente sobre LAS MORADAS de Santa Teresa (En las Terceras Moradas aparece la propia vida espiritual como piedra de tropiezo).
“Todos los que han sido instruidos en la vida interior saben que se considera insensato buscar consolaciones con un propósito desmesurado. No obstante, muchos de los que, al parecer, prescinden del elemento sensible de la religión muestran, por sus devociones, su gusto por las imágenes sentimentales, la música pegadiza y la lectura espiritual sensiblera, que el objetivo principal de toda su vida interior son las luces, las consolaciones y las lagrimas de arrepentimiento, cuando no las palabras interiores, quizá con la mal disimulada esperanza de una visión o dos y, finalmente, los estigmas.
Este gusto por las experiencias puede ser uno de los obstáculos más peligrosos para la vida interior de cualquier persona que se sienta realmente llamada a la contemplación infusa. Es la roca en la que han terminado naufragando muchos de los que podrían haber llegado a ser contemplativos. Y es un obstáculo aún más peligroso porque, en las casas de las órdenes contemplativas, no se entiende siempre claramente la diferencia entre la contemplación mística en el sentido propio y todas esas cosas secundarias, esas experiencias, esas manifestaciones y hechos extraños, que pueden ser o no sobrenaturales y que no guardan ninguna relación esencial con la santidad ni con el puro amor que constituye el corazón de la verdadera contemplación.
Por consiguiente, la reacción más sana frente a estos arrebatos es una oscura aversión a los placeres y las excitaciones que éstos producen. Reconocemos que tales cosas no ofrecen fruto real ni satisfacción perdurable, no nos ensenan nada fiable sobre Dios ni sobre nosotros mismos, no nos dan verdadera fuerza, sino únicamente la ilusión momentánea de la santidad. Y cuando tenemos más experiencia, !hasta qué punto nos ciegan y en qué medida son capaces de engañarnos y llevarnos por mal camino…!
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Thomas Merton
Nuevas semillas de contemplación.
Sal Terrae
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