(Cameron Doody).- Puede que la referente estadounidense de la teología feminista Mary E. Hunt no crea en la Iglesia institucional de abusos y encubrimientos, pero eso no quiere decir que no crea en Dios. Simplemente reconoce, con una lucidez poco habitual, que “estamos madurando en la posmodernidad hacia un tipo diferente de fe”. Por eso -porque es fiel no solo al ejemplo evangélico de Jesucristo sino también a las personas– implora que, desde la jerarquía, se deje florecer a este nuevo modelo de catolicismo que ya ha empezado a brotar.
Sus impresiones, primero, sobre el Congreso de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII que acaba de finalizar.
Lo consideré muy interesante y coherente con el tipo de temas que el grupo ha venido tratando hasta aquí. Estuve aquí en el ’92, y por entonces también trabajamos en lo divino y este tipo de cosas. Creo que se puede ver el desarrollo, el pensamiento de las personas y las expectativas de las personas sobre lo que la religión puede proporcionar, viniendo de la tradición católica: las limitaciones de esa tradición y lo que podemos hacer creativamente para desarrollar otras opciones. Creo que todo esto fue evidente este fin de semana.
Creo que fue muy importante tener la presentación sobre la perspectiva sufí, que fue muy importante tener una persona más joven para la última ponencia… y que fue muy importante tratar tanto el contenido del misticismo como lo que podría significar para las personas. Hubo un hilo conductor, habitual en este grupo, de compromiso serio con la justicia social y también con la espiritualidad.
Yo probablemente nunca había enfocado en estos términos el misticismo o la contemplación o la meditación, se llame cómo se quiera llamar nuestra dimensión espiritual. Pensé que fue muy útil: lo encontré personalmente muy útil y conocí a mucha gente interesante. Las presentaciones me parecieron muy estimulantes.
¿Qué exactamente abordó usted en su presentación?
Le di un título bastante curioso: “El poder del silencio y el trabajo por la justicia”. Cosas que normalmente no se yuxtaponen: o estás comprometido con la espiritualidad o estás haciendo el trabajo de la justicia. Pero mi punto de vista, mi experiencia y mi práctica son que tienen que ser ambos, al mismo tiempo, y traté de explicar, dada la triste situación del catolicismo institucional -y, viniendo de los Estados Unidos, la triste situación de nuestro gobierno- que muchas personas están muy descorazonadas, y es un momento difícil para no tener los recursos habituales a los que la gente suele recurrir en su espiritualidad.
Pero, ¿qué vamos a crear que sea nuevo? También con la Iglesia Católica en los Estados Unidos en ruinas, muchos católicos están buscando algo más, y creo que usando algunas de las raíces de nuestra tradición -Hildegarda de Bingen o Nancy Sylvester, por ejemplo (del Institute for Communal Contemplation and Dialogue)- podemos traer la práctica contemplativa al trabajo de justicia social, e incluir la justicia social en la práctica de la contemplación.
Es contemplación comunitaria: no es simplemente lo que uno hace mirándose al ombligo, sino lo que uno hace acompañado por otras personas tanto físicamente como no físicamente, y traté de describir algunas de las formas en las que eso ocurre.
Volviendo a la idea de la “Iglesia en ruinas”. La crisis del abusos sexuales: ¿cómo llegamos aquí y cómo podemos salir de ella?
No tengo una forma mágica para que podamos salir de eso, pero entiendo cómo llegamos aquí. Creo que hay dos factores principales.
El primero, la duplicidad estudiada que ha sido rampante en la Iglesia Católica. Estoy hablando de la Iglesia en los Estados Unidos y la Iglesia Romana: no quiero decir nada sobre la Iglesia española, aunque considero que hay similitudes en esa situación.
La duplicidad ha crecido en torno a una falsa antropología, que es que de alguna manera hay una diferenciación, una diferenciación degradante, entre las personas.
Una vez que se comienza con una estructura con una división de clérigos-laicos, en la que los clérigos tienen todo el poder y los laicos tienen toda la responsabilidad de hacerla funcionar, y una vez que decidas que solo los hombres pueden ser parte del clero, que los homosexuales no pueden formar parte del clero… Lo que Rosemary Radford Ruether llamó “dualismos jerárquicos”. Que a Dios está por encima del mundo. Que las personas están por encima de los animales. Hombres sobre mujeres. Los blancos sobre las personas de color. Personas heterosexuales sobre personas homosexuales … Una vez que estableces ese hábito de pensar, arrasa.
Elisabeth Schüssler Fiorenza le dio un nombre: “kiriarcado”. Cuando tomas estructuras de racismo, sexismo, xenofobia, disparidades económicas, etc, las pones todo junto y se entrelazan -de modo que una mujer pobre, negra y lesbiana se encuentre en una situación mucho peor que un hombre blanco heterosexual – una vez que se estructura eso, hay muy pocas salidas.
La relación entre ese “señorismo” y la crisis de abusos sexuales es doble: la ignorancia colosal y culpable de la mayoría de los clérigos sobre la sexualidad en general y los tipos de prohibiciones en la Iglesia. No a la anticoncepción, a la masturbación, a otras formas de sexualidad, a que los sacerdotes practiquen el sexo debido al voto de celibato… Se escenifica eso y los involucrados tendrán que buscar una salida, que en este caso ha sido sexo con niños. Pero es un vertiente solo.
Lo que estamos viendo ahora es el abuso de poder por parte de clérigos con quienes están a su cargo. Seminaristas y otros sacerdotes, como en el caso de Theodore McCarrick. Qué irónico y triste que lo peor que le pueda pasar a este es que se le “reduzca” al estado laical, al igual que el resto de nosotros.
Lo que salió del caso McCarrick fue que no solo estaba acostándose habitualmente con seminaristas, y que el trabajo y el futuro de estos seminaristas dependía de su cumplimiento, sino que todos lo sabían. ¿Cómo podía suceder que este tipo cometiera abusos y que, encima, se llegara a compensaciones extrajudiciales con algunas víctimas?
¿Por qué cree usted?
Es esa duplicidad de la Iglesia. Que la institución protege a los suyos y miente al respecto: hay una falta de transparencia. Y luego están los casos de pedofilia de McCarrick… Alguien tenía que saber algo.
Hay historias sobre McCarrick en Nueva York… Salía a cenar con hombres, los llevaba a un hospital católico donde tenía un piso…
O la casa de mar.
La casa de mar era otro lugar … ¿pero un hospital? Es extraordinario. Mucha gente debe haberlo ayudado a hacerlo, y mientras tanto él está subiendo puestos para convertirse no solo en arzobispo, sino en cardenal, y encima en Washington DC.
Se hizo muy cercano a los ricos y famosos y a la gente en política, y recaudó mucho dinero. Pero ahora, Viganò, el exnuncio papal, ha escrito su alegato… Es una situación complicada, porque hay factores en ambos lados: derecha e izquierda, pro-papa Francisco y anti-papa Francisco … Pero Francisco debe haber sabido algo… Está mintiendo o es estúpido, esas son las únicas dos opciones. Y ahora con la nueva carta de Sandri… parece que todos mienten.
Lo que recojo de esto son dos cosas: una, que aparentemente todo esto es “aquí no pasa nada”, todo normal. Si quieres subir de rango, lo haces acostándote con gente. Y dos, que este es un desastre que ha dejado a muchas personas -buenas personas, laicos- con enormes dificultades. Dificultades que se pueden achacar a personas concretas que no hicieron su trabajo correctamente, y que serían despedidos si se tratara de una organización secular. Despedidos y reemplazados, pero no con más obispos que fueron criados en el mismo sistema…
Considero cómplice a cada sacerdote: saben cómo funciona el sistema. Todos son espectadores cómplices en el mejor de los casos. ¡Necesitamos un nuevo sistema! Para deshacernos de los obispos, del clero y tener una Iglesia dirigida por laicos, donde las personas que tengan competencias en áreas particulares formen comités en cada región o diócesis. No creo que dentro de un año nadie extrañe a un obispo, y no creo que la mayoría de las parroquias extrañaran a un sacerdote.
Acabamos de salir de la liturgia final del Congreso, a cargo de la comunidad LGBTIQ … Muy, muy bien hecha, y el papel del sacerdote ordenado fue mínimo en el mejor de los casos. Toda la comunidad participó, y nadie echaba de menos a alguien que usaba túnicas similares a las de Halloween. Creo que estamos madurando en la posmodernidad hacia un tipo diferente de fe.
Pero, ¿por qué hay católicos que siguen resistiéndose a este nuevo modelo de Iglesia?
Creo que hay muchas personas que no piensan en estas cosas para ganarse la vida, como usted y yo, y lo toman como algo que aprendieron cuando eran niños, y para ellos la religión es lo que aprendieron en el colegio. Mucha gente lo deja allí. Y creo que muchas personas simplemente no tienen modelos…
Mi experiencia ha sido, especialmente a la luz de este escándalo -un escándalo de proporciones que no hemos visto antes- que aún no sabemos cuánto costará.
El informe de Filadelfia, un informe de trescientos sacerdotes abusadores y más de mil víctimas -y hecho por el Estado, y no por la Iglesia- dejó en claro que ni siquiera han salido la mitad de los crímenes. Y ahora tenemos 49 estados más que deben hacer sus informes.
Nueva York acaba de citar a todas las diócesis allí, y no creo que ninguna de ellas pueda resistir más. Es la ley que viene a por ellos. Es triste ver que una institución religiosa tenga que ser modificada por el sistema legal, pero vivimos en una sociedad donde la seguridad de los niños o de los trabajadores son ahora valores comunes. Así que mi sensación es que, aunque hay algunos que se resisten -como el Opus Dei y los grupos de extrema derecha que están instrumentalizando esto para sus propósitos, diciendo, por ejemplo, que los homosexuales tienen la culpa, lo cual no es cierto- muchas personas que están en contacto con los valores posmodernos están buscando algo más. Creo que la resistencia se erosionará, especialmente a medida que el panorama financiero se aclare.
No hay dinero en la Iglesia Católica de los Estados Unidos para pagar estos casos de abusos. Verdaderamente, cada diócesis deberá estar en bancarrota. No solo moralmente, sino también financialmente. Y la Iglesia es un negocio, al fin y al cabo. Cuando las personas se den cuenta de que cuando ponen dinero en el cepillo, un porcentaje de eso va a la diócesis, y eso es lo que paga los abogados, y las indemnizaciones a las víctimas… No querrán pagar los honorarios de esos abogados, y no querrán pagar para encubrir. Las personas no son estúpidas: están contentas de compartir, pero no quieren que se aprovechen de ellas.
Votarán con sus carteras.
Eso es.
Y esta Iglesia del futuro… ¿Será ecuménica? Interreligiosa?
Yo esperaría que sí.
Yo pertenezco a un grupo de mujeres-iglesia: “Iglesia de mujeres” (Women Church) es el nombre que se le da a los grupos feministas que se han estado reuniendo durante los últimos treinta años. Entendimos que la palabra ekklesia tiene que ver con la asamblea regular de ciudadanos masculinos libres, y dado que no éramos ciudadanos masculinos libres, solo cuando pones la palabra “mujer” junto a la de “Iglesia” puedes realmente tener algo inclusivo. Es una ironía.
Hemos tenido casas-iglesias pequeñas durante los últimos treinta años, y hay muchas comunidades eucarísticas intencionales … Nuestro grupo de Mujeres-Iglesia tiene mujeres judías, ministras protestantes … Comenzó como un grupo de monjas. Entonces creo que habrá muchas configuraciones nuevas y muchas nuevas formas de adoración.
En WATER, por ejemplo, donde yo trabajo – la Alianza de Mujeres para la Teología, la Ética y el Ritual – cuando tenemos rituales o meditaciones, no hay verificación de identificación en la puerta. Simplemente vienes. Así que esto ya está pasando, pero que la Iglesia Católica Romana como la conocemos vaya a transformarse en esto, nadie puede saberlo, y de todos modos probablemente no en mi vida. Pero la tendencia más general es en esta dirección.
Y su opinión acerca del Papa Francisco. ¿Ha traído aire fresco a la Iglesia? ¿O es más de lo mismo?
Bueno … Recientemente hice una presentación sobre el Papa Francisco desde la perspectiva feminista, en Brasil, en la conferencia de UNISINOS. Y yo era una voz minoritaria: la gente de la conferencia apoyó mucho al Papa, estando allí algunos de sus biógrafos y demás. Pero hice un caso muy fuerte, creo, por que al Papa Francisco se le deba considerar un regalo envenenado, en el mejor de los casos.
Creo que entró en una situación en la que el listón era muy, muy bajo, después de 37 años de Juan Pablo II y Ratzinger… Las personas progresistas, en particular, estaban tan desilusionadas que a Francisco se le veía como algo maravilloso.
Resulta que yo viví en Argentina durante dos años, viviendo y enseñando, en Buenos Aires, durante el tiempo en que él era el superior de la comunidad jesuita. Nunca me encontré con él, y tuvimos un grupo interreligioso, protestantes, judíos y católicos, que se reunieron regularmente para reflexionar sobre la Guerra Sucia: cómo apoyar a los jóvenes, especialmente, que eran parte de la resistencia a la Guerra Sucia… Pero yo nunca vi a un jesuita.
También le seguía [a Bergoglio] en Argentina con la cuestión del matrimonio entre personas del mismo sexo, y al final llegó a un equilibrio jesuítico al decir que tal vez estaría bien tener alianzas domésticas. Bueno, no, Bergoglio: queríamos el matrimonio. Y [Bergoglio] ha sido terrible con respecto a los problemas de las mujeres en todos los ámbitos; hace bromas sobre las suegras, y es en gran medida un producto de su entorno.
Su única fuente feminista es su abuelita Rosita, su abuela Rosa, que ha estado muerta desde hace mucho tiempo. Simplemente no tiene idea de cómo es la mitad de la Iglesia, o tal vez un poco más de la mitad.
Así que he estado decepcionada y frustrada con él desde esa perspectiva. Dicho esto, creo que su trabajo sobre el medio ambiente, sobre la lucha contra la pobreza, la pena de muerte… en esas cosas estoy completamente de acuerdo con él. Pero en lo que respecta a las cuestiones de las mujeres, en particular – no solo la cuestión de la ordenación, sino también el control de la natalidad y el aborto – sobre cuestiones queer en general… Creo que su declaración “¿Quién soy yo para juzgar?” fue lamentable. A pesar de que la gente hizo lo imposible para elogiarlo.
“Quien soy yo para juzgar…?” Bueno, déjame decirte: tú eres el Papa, eres un católico, eres una persona, eres un pastor … Tu trabajo es juzgar: juzgar dónde está el amor. Así que estaba muy desilusionada con esa afirmación, a pesar de que la mayoría de la gente la veía como una apertura muy importante. Como persona, como católica, como feminista, como mujer, como lesbiana, no quiero la pregunta. Quiero la afirmación. No porque seamos nosotras -tengo una pareja y una hija- sino porque es el amor.
La otra cosa es que hacer esa declaración como jesuita es bastante hipócrita, porque en mi experiencia la Compañía es mayoritariamente gay. Por lo tanto, [Francisco] tiene muchos hermanos gay. Así que al menos podría ser honesto y decir: “Aquí tenemos un problema con la sexualidad, y tenemos que salir de eso”.
No es mi problema, y no voy a arreglarlo para ellos … y de hecho soy muy escéptica de que las mujeres lleguen y sean ordenadas: no quiero ordenar a nadie. Soy muy escéptica de recurrir a personas que no han creado el problema. He visto que esto ya ha pasado: por ejemplo, en una universidad católica, con una presidenta y abogada, intentando arreglar el caso McCarrick. Es una pesadilla que sean estas mujeres las que la tienen que arreglar.
No tengo una solución, y no estoy buscando una solución, más allá de la de amor y cuidado hacia las víctimas y los sobrevivientes [de abusos]. Cualquier cosa que podamos hacer en su nombre es una solución, pero las preguntas institucionales … los hombres están solos, a menos que vayan a abrir esto a nuevos modelos serios de comunidades dirigidas por laicos, no simplemente abiertas a ellos.
Se acabó el tiempo para ellos.
Fuente Religión Digital
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