Religión es relación.
No dejes que la relación se convierta en rutina.
La primera lectura de ese domingo nos remonta al principio de la formación del pueblo de Israel. Pone el libro del Éxodo en boca de Moisés la Palabra de Dios que promete la posesión de la tierra, la sabiduría e inteligencia y sobre todo la cercanía de ese mismo Dios. Los preceptos y mandatos que se derivan de esta relación son siempre en beneficio del prójimo. El pueblo judío conservaba esta tradición pasada de unas generaciones a otras como algo sagrado, intocable.
En la liturgia dominical la primera lectura y el evangelio están siempre profundamente relacionados. Los garantes de la ley, fariseos y letrados critican a los discípulos de Jesús por no llevar esta tradición a rajatabla y le cuestionan a Jesús por ello.
“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”. Is.29, 13a, cita Jesús para mencionar una relación que se ha anquilosado con el paso del tiempo. “El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos”. Is.29, 13b; simple rutina, añade otra traducción.
Mientras el pueblo de Dios estaba en camino, a la intemperie, viviendo el día a día, sin saber muy bien a dónde se dirigían necesitaban de un Dios cercano, protector. Con el paso del tiempo y el asentamiento los intereses iban por otro lado y convenía más un Dios lejano que no se entrometiera mucho en su día a día. Los preceptos sirven ahora para distinguir a los que están dentro de los que están fuera, los que pertenecen a los elegidos y los que no. Incluso ayudan a no seguir la propia conciencia y auto engañarse.
Eso es lo que capta Jesús y denuncia claramente: “Dejáis de lado el mandamiento de Dios para aferraros a las tradiciones de los hombres”. Mc 7, 8.
Cuando la religión (relación), se convierte en culto vacío, palabras que se lleva el viento, simple rutina, se acaba la vida y languidece hasta morir. Ya no hay sabiduría, (saboreo), ni inteligencia, ni cercanía de Dios.
La religión no puede ni debe anular la conciencia de la persona. Sería un engaño intentar acallar con preceptos y normas lo que la voz de Dios nos sugiere en el interior.
Formar esa conciencia es la tarea de todo ser humano para llegar a la plenitud de su ser. Por eso tampoco nos podemos dejar llevar por opiniones sin profunda reflexión personal.
De ahí nace la sabiduría fruto del saboreo uniendo mente y corazón. En esa cercanía de Dios que habita en mí y me conecta al universo se fragua mi identidad de hij@ de Dios hermana de tod@s. Cuando conecto con esta realidad toda mi vida se equilibra y cobra sentido. He dado con la fuente.
¿Cómo alcanzo yo esa sabiduría que anhelo profundamente?
“Nosotros somos la Tierra que camina, que piensa, que ama, que venera. Debemos aprender del universo, que es un sistema abierto, a estar también siempre abiertos y atentos para lo nuevo que pueda irrumpir”. Leonardo Boff
Carmen Notario
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