Jesús es el Buen Pastor
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
01. VENID A DESCANSAR UN POCO.
Estamos en verano y muchas personas toman sus vacaciones, que se supone son para descansar un poco…
En la vida nos sobrevienen muchos cansancios. Podemos vivir cansancios y canseras de todo tipo: cansancios físicos, cansancios psíquicos, canseras y hartazgos institucionales, etc.
Venid a un sitio tranquilo a descansar un poco…
Descansar es un arte, no se descansa sin más ni más en un viaje low cost, ni en una dispersión “completa”. Descansar la ansiedad, los nerviosismos.
El descanso nos puede venir de poner serenidad en nuestra vida, de “poner en orden las cosas”, la propia existencia. Descansar en alguien, en último término en Dios.
02. JESÚS SIENTE LÁSTIMA, PENA DE LA GENTE.
Jesús se retira con los suyos a descansar un poco. Pero Jesús no huye de la gente. A Jesús nunca le estorba la gente. Jesús se acerca siempre al ser humano, al pueblo y se acerca sobre todo cuando ve necesidades, enfermedad, etc:
o Sea individualmente: la samaritana, Zaqueo, el ciego, la mujer que perdía la vida, paralíticos, leprosos, etc.
o Sea también como grupos grandes en la multiplicación de los panes, en las bienaventuranzas, ahora en este relato que acabamos de escuchar.
Jesús se acerca a nosotros, a las personas, con misericordia: siente lástima. Jesús no viene con leyes y mandatos, ordenando esto o aquello, Jesús nos mira con afecto, con el corazón. Jesús lo vive todo desde el corazón, desde la compasión. Era su manera de ser.
Jesús no pasa de largo ante el dolor, el sufrimiento, se acerca, cura, sana, perdona. Así fue recordado por las primeras generaciones cristianas.
La cercanía, la compasión, la bondad sanan, alivian en el sufrimiento. Jesús sufre con nosotros.
03. JESÚS NOS VE COMO OVEJAS SIN PASTOR:
Jesús lloró sobre la ciudad de Jerusalén (Lc 19,41), siente lástima de las gentes porque andaban como ovejas sin Pastor.
Los maestros, los planes de cultura y educación, los políticos, incluso los eclesiásticos no cuidan ni les importa el sufrimiento del pueblo, la crisis, el hambre en el mundo, la vida superficial y sin cabeza en la que viven muchas gentes.
No tenemos buenos pastores que cuiden del pueblo.
Jesús es el Buen Pastor (Jn 10,11) que ama y cuida a sus ovejas. Incluso, y sobre todo, cuando nos perdemos en la vida, el Buen Pastor sale a buscarnos y no para hasta encontrarnos, (Lc 15).
04. TRES CONSIDERACIONES.
04.1 ¿Nos sentimos queridos y guiados por el Buen Pastor?
Es sanante y cristiano sentirnos no abandonados, sino acompañados por el Buen Pastor.
Así podremos transmitir también a los demás, a las gentes sencillas, la bondad de Dios.
Muchas gentes, personas humildes han dejado la Iglesia porque no perciben que ésta transmita bondad ni la misericordia de Dios
04.2 ¿LA IGLESIA COMO INSTITUCIÓN MIRA A LAS PERSONAS CON MISERICORDIA?
Gracias a Dios que Francisco, el obispo de Roma, ha recuperado y no se cansa de proclamar que Dios es misericordia y nos ama siempre.
Pero no es lo que hemos aprendido y vivido en la Iglesia, y no es lo que vemos y vivimos en nuestra propia diócesis de San Sebastián. Ni la bondad, ni la comprensión, ni la escucha a los que sufren, presiden los criterios y movimientos de nuestra iglesia local.
Evocando a Martín Luther King, podríamos soñar con que llegará un día en que todo esto cambiará en la Iglesia.
En la Iglesia hemos mirar a la gente como la miraba Jesús: captando el sufrimiento, la soledad, el desconcierto o el abandono que sufren tantas personas.
El Derecho Canónico, la ultraortodoxia no desprenden compasión. La misericordia brota cuando nos acercamos al sufrimiento, cuando tocamos las “llagas de Cristo” que son las heridas de sus hermanos.
En la Iglesia hemos de avivar la misericordia ante matrimonios que ven cómo su amor inicial, va fracasando. Debe acercarse con compasión, no con el látigo, a jóvenes que abortan presionadas por el miedo y la inseguridad, sin el apoyo y la comprensión de nadie. La Iglesia es un hospital, no una cárcel.
Quien no se siente querido y acogido en la Iglesia difícilmente podrá sentirse cristiano y querido por Dios.
Hemos de despertar entre nosotros la compasión. La Iglesia ha de mostrar un rostro más parecido al de Jesús: el rostro de la misericordia.
Evoquemos en nuestro interior el momento en el que Jesús se encuentra con aquel joven rico:
Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo: “Una cosa te falta: ve y vende cuanto tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; entonces vienes y Me sigues.” (Mc 10,20-21)
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