El secreto de monseñor Tony Anatrella, el “experto gay” de la Iglesia francesa
El dominico Philippe Lefèbre denuncia las “prácticas mafiosas” que le dieron poder en París y Roma
Seminaristas de todo el país se sometieron a sus “terapias físicas” para “curar” su homosexualidad
(Cameron Doody y Hendro Munsterman*).- Aparte de los Papas, no hay nadie que haya impulsado más la feroz represión de la homosexualidad en la Iglesia católica durante los últimos treinta años que monseñor Tony Anatrella. Ampliamente considerado como el “experto gay” oficial tanto en la Iglesia católica francesa como en el mismo Vaticano, el sacerdote, psicoanalista y autor de treinta libros sobre la atracción entre personas del mismo sexo fue la fuerza motriz del decreto de 2005 de la Congregación para la Educación Católica que impedía que los homosexuales fueran ordenados sacerdotes.
Miembro de la comisión de Medjugorje de la Congregación para la Doctrina de la Fe y consultor de dos Consejos Pontificios -para la Familia y la Pastoral de la Salud-, el hombre conocido en París como el “psiquiatra de la Iglesia” enseña que los homosexuales son narcisistas y que son incapaces de formar relaciones a largo plazo. “No eres gay, simplemente piensas que lo eres”, solía decir a las docenas de seminaristas de toda Francia que le enviaron durante tres décadas para “curar” su homosexualidad. Incluso se le pidió a Anatrella que cruzara al ámbito de la protección de los menores, y que diera un curso en Roma en 2015 a obispos recién nombrados de todo el mundo sobre cómo responder a los abusos sexuales del clero. Intervención en la que que les dijo que no hay que informar a las autoridades civiles cuando les llega denuncias.
Pero todo este tiempo -o al menos desde 2006, cuando las primeras víctimas hablaron públicamente- todos en el Vaticano y en la Iglesia francesa sabían que Anatrella había sido acusado por varios hombres de abusar de ellos durante sesiones especiales de “terapia física”. Sus presuntas víctimas lo acusan de alentarlos a vivir sus fantasías homosexuales durante estas citas individuales. Las sesiones incluyeron orgasmos y monseñor Anatrella “solo llevaba puestos sus calcetines”, dijo una de las víctimas al periódico holandés Nederlands Dagblad. “Conozco detalles sobre su cuerpo que solo alguien que lo ha visto desnudo puede conocer”, dijo este joven.
El secreto de Anatrella finalmente se deshizo la semana pasada cuando el arzobispo de París, Michel Aupetit, lo suspendió del ministerio público por supuestamente abusar de jóvenes a su cuidado. Los predecesores de Aupetit, los cardenales Jean-Marie Lustiger y André Vingt-Trois, habían apoyado públicamente al psicoanalista, incluso después de que varias víctimas se quejaran a la archidiócesis. Esos fueron tiempos en los que la sociedad francesa lidiaba con la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo. Anatrella era considerado por el episcopado como una voz importante en el debate, ya que podía hablar sobre el asunto como un psicoanalista respetado.
El dominico francés Philippe Lefèbvre fue durante años casi el único que se opuso a las ideas del influyente monseñor. Pero ahora que el sacerdote se ha caído de su pedestal, Lefèbvre denuncia la cultura eclesiástica que permitió que este escándalo floreciera.
El dominico ya no tiene pelos en la lengua. Denuncia que la manera en la que la Iglesia católica ha tratado a las víctimas de Anatrella ha sido nada menos que con “prácticas de la mafia”. Lefèbvre, que enseña estudios bíblicos en Friburgo (Suiza), entró en contacto con el pensamiento de Anatrella por casualidad cuando estaba trabajando en un libro sobre hombres y mujeres en la Biblia.
“A principios de 2006, me encontré con un artículo en el que Anatrella escribe sobre la incapacidad de los homosexuales para convertirse en sacerdotes. Y leí su libro sobre la homosexualidad con el título Los orígenes de la homosexualidad y el reinado de Narciso. Luego escribí una respuesta crítica. Dos revistas católicas francesas se negaron a publicarla. ‘Tienes razón, pero no podemos permitirnos criticar a Anatrella’, me dijeron. Eventualmente mi historia terminó en un sitio web católico. Entre las numerosas reacciones que recibí, también había una carta de un joven que soportó las ‘terapias físicas’ de Anatrella. Había ido a Anatrella para curar su atracción homosexual”.
¿Fue él la única víctima que usted ha llegado a conocer?
No. Un sacerdote francés que estaba involucrado en el cuidado pastoral de los homosexuales me escribió y dijo que conocía a tres hombres que habían pasado por lo mismo. Ese sacerdote comenzó a hablar con siete obispos en noviembre de 2006. No se sorprendieron en absoluto. ¡Todos lo sabían! El 23 de noviembre de 2006, el cardenal Vingt-Trois, arzobispo de París, escribió un correo electrónico a todos sus sacerdotes: “Apoyamos a monseñor Anatrella con nuestra oración y nuestra estima”.
Conozco a cuatro víctimas personalmente, pero me han escrito más aparte de estas. A finales de 2006, cuando se supo que los obispos franceses no habían hecho nada al respecto, escribí un nuevo artículo, en el que también mencioné la “terapia física” de Anatrella.
¿Corrió muchos riesgos al denunciar [a Anatrella]?
La Iglesia le da a estas personas un estado casi divino. Y si las criticas, conseguirás que los obispos se te echen encima. O todo el sistema católico de laicos que hace que sigan en pie todo tipo de sitios de Internet. Son prácticas de la mafia que son acompañadas incluso por intimidaciones. Me consta que Anatrella ha intentado de todo para hacer que me retiren de mi cátedra aquí en la facultad en Friburgo, incluso acudiendo a las más altas instancias romanas. También recibí llamadas telefónicas de amigos que me dijeron que estaba siendo retratado en Roma como el “destructor de la Iglesia”. Un obispo me dijo que sería mejor que parara, ya que mi cátedra depende de la Congregación para la Educación Católica en Roma.
¿Cómo explica este apoyo a Anatrella desde los niveles más altos de la Iglesia?
Los obispos generalmente son de voluntad débil. Por lo tanto, alguien que toma una posición firme en el debate público sobre asuntos como la familia y la homosexualidad es bueno para ellos. Si tienes miedo, envías a los matones. Y Anatrella dijo cosas que les gusta escuchar a los católicos conservadores. Muchos sacerdotes y monjes franceses también han estado en terapia con Anatrella, a menudo para curar su atracción homosexual. Algunos de ellos ahora tienen altos cargos en la Iglesia. Anatrella sabe cosas y la gente le tiene miedo. Pero las víctimas se han mantenido dignas y valientes. No se han desanimado.
¿Por qué considera este asunto tan importante?
Pensar de manera diferente -sobre la familia, por ejemplo- se ha vuelto completamente imposible debido a las estructuras eclesiásticas actuales. Ya sea por los portadores de cargos eclesiásticos, o por los laicos conservadores con sus sitios de Internet. En Irán llamamos a eso la guardia revolucionaria. Los ayatolás tienen el poder, pero luego están las personas que cuidan a todos los pueblos y familias, y comprueban, por ejemplo, si el pañuelo de tu esposa es lo suficientemente grueso. La Iglesia católica se asemeja a eso. La cultura de la discusión y el diálogo ha desaparecido por completo. Estamos en una Iglesia conformista, con los apparatchiks que mantienen la institución. Jesús los llama “los muertos que entierran a sus muertos”. Anatrella ha mantenido el catolicismo francés en su poder ideológico durante treinta años, mientras que los obispos sabían de sus abusos. En los pasillos varios obispos me dijeron: “Tienes razón, pero no digas que fui yo quien te lo dijo”.
El actual arzobispo de París, Michel Aupetit, salió [y suspendió a Anatrella] muy inteligentemente justo antes de las vacaciones de verano. Después del verano ya nos habremos olvidado de nuevo.
Pero espero que la suspensión de Anatrella sea el comienzo de una nueva reflexión.
*Hendro Munsterman es teólogo y periodista del Nederlands Dagblad.
Fuente Religión Digital
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