Leído en Koinonia:
Dom 14. Ciclo b. Mc 6,1-6. Este evangelio presenta el “viernes santo” de Jesús en Nazaret, su patria, donde los paisanos le desprecian y rechazan.
Las biografías helenistas solían presentar primero la familia y educación del protagonista. El evangelio de Marcos, en cambio, había comenzado con una referencia a Juan Bautista, para contar después, en varios capítulos, lo que ha empezado haciendo Jesús.
Únicamente ahora, después que ha presentado básicamente el mensaje de Jesús, habla Marcos de su patria y de la relación que él tiene con sus familiares y paisanos. Sabíamos algo de su familia por una escena anterior (Mc 3, 20-35: ¿quiénes son mi madre y mis hermanos…?), pero sólo ahora recibimos una información más detallada del tema, desde una perspectiva polémica.
Con esta ocasión presenta Marcos lo que pudiéramos llamar el currículum de Jesús:
(a En la sinagoga) 1 Y salió de allí y llegó a su patria, y sus discípulos le seguían 2 y cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga
(b. Admiración y escándalo) y muchos, escuchándole, se admiraban y decían: ¿De dónde le vienen tales cosas¿ ¿y qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿y que son esos milagros hechos por sus manos?
3 ¿No es éste el artesano, el hijo de María y hermano de Jacob, de José, de Judas y de Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros? Y se escandalizaban de él
Imagen 1. Nazaret a principios del siglo XX, casi como en tiempos de Jesús
Imagen 2: Currículo “convencional” de Jesús.
El curriculum de Jesús
Todo el cristianismo posterior depende de algún modo de este “curriculum” de Jesús, que aparece como artesano (obrero eventual), no como maestro, y también como descendiente, al parecer “irregular”, de una mujer llamada María, dentro de una familia conocida (y de poco valor). Los datos del texto podrían emplearse para despreciar a Jesús (como ha sucedido). Pero Marcos los entiende como fuente de honor, conforme a un proceso de “inversión” muy significativo.
La patria evocada (patrida, 6, 1), es, sin duda, Nazaret (cf. Mc 1, 9). Pero ese nombre podría tener otras connotaciones, vinculadas con el nombre los “nazoreos” (quizá un grupo especial de judíos), de los que solo tenemos informaciones confusas por la tradición cristiana.
Sean quienes fueren, esos nazarenos (naz0reos o nazaretanos) rechazan el tipo de mesianismo de Jesús (que rompe con la tradición antigua y venerable de su gente) y le “expulsan” de su familia-comunidad, de manera que él ha de seguir realizando su misión como un apátrida (un expulsado), un hombre que no cuenta con el apoyo “natural” de su gente .
6, 1-2a. En la sinagoga
1 Y salió de allí y llegó a su patria, y sus discípulos le seguían 2 y cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga
Culmina aquí la sección comenzada en Mc 3, 7: Jesús viene a proclamar el Reino, y sus paisanos, vinculados a un tipo de tradición judía, no le aceptan . El mismo Jesús parece causa del enfrentamiento: ha venido de manera pública, con un grupo de discípulos que le siguen (y que, según 3, 31-35, son verdaderos sus hermanos/as y madre) para exponer en su patria (que según 1, 9 es Nazaret) el sentido y condiciones de su nueva familia mesiánica, ante los representantes de su familia carnal antigua. Así podemos hablar de dos grupos.
(a) Jesús y sus discípulos (6, 1) vienen de fuera, con otra identidad social y una nueva forma de comunicación y relaciones personales, apareciendo como un reto en Nazaret, pues su mensaje y estilo de vida pueden tomarse como subversivos, contrarios a la tradición de su pueblo.
(b) Los nazarenos, entre los que se cuenta la familia carnal de Jesús (6, 2-3), representan la identidad patriarcal de la aldea israelita (y quizá del grupo de los nazoreos) a la que ha pertenecido Jesús.
Marcos sabe que Jesús proviene de Nazaret de Galilea (1, 9) y en cuatro lugares fundamentales le llama el nazareno, es decir, el de Nazaret: en la “confesión” del endemoniado de la sinagoga (1, 24), en la invocación del ciego de Jericó (10, 47), en el juicio ante el consejo judío (14, 67) y, finalmente, en las palabras del joven de pascua (16, 6).
Parece claro que él no ha insistido en la importancia teológica de ese término (nazareno) y de esa procedencia (Nazaret), aunque el ciego de Jericó (10, 47) podría haber vinculado el origen nazareno de Jesús con su posible ascendencia davídica (cf. comentario a 19, 47-48; 11, 10 y 12, 35-37).
Estrictamente hablando, para Marcos (cf. 12, 35-37), Jesús no se define como Hijo de David, en sentido mesiánico-político, sino que es Mesías por ser Hijo de Dios (cf. también 1, 1); según eso, parece que su venida a Nazaret ha de entenderse desde su oposición a un mesianismo nazoreo, de carácter político/sacral, que defenderían sus paisanos y sus familiares. En ese contexto podría entenderse mejor la dureza de este pasaje, que Marcos ha redactado para recordar que Jesús es de Nazaret (nazareno, por su nacimiento), pero no nazareo o nazireo (en línea político-sacral) .
6, 2b-3. Admiración y escándalo
… 2 y muchos, escuchándole, se admiraban y decían: ¿De dónde le vienen tales cosas¿ ¿y qué sabiduría es ésa que le ha sido dada? ¿y qué son esos milagros hechos por sus manos? 3 ¿No es éste el artesano, el hijo de María y hermano de Jacob, de José, de Judas y de Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros? Y se escandalizaban de él.
Jesús había empezado a enseñar en la sinagoga (6, 2a), como lo había hecho en Cafarnaúm (1, 21-28 y 3, 1-6), suscitando admiración, pero causando también escándalo, por su mensaje y su práctica de reino. Significativamente, como dirá después el texto, en contra de lo que sucedió en la sinagoga de Cafarnaúm (donde curó al poseso y al manco), Jesús no hizo aquí ningún milagro “importante”, no sólo por la falta de fe de los nazarenos, como supone 6, 5-6, sino también porque no ha venido a “sanar” la sinagoga, sino a presentar en ella su mensaje, confrontándolo así con el de sus paisanos.
6, 2b. Cuestión de sabiduría y milagros
Pues bien, en este contexto, da la impresión de que el protagonismo de la escena no lo tiene Jesús, sino sus paisanos, que se admiran y escandalizan (6, 2-3), sin que parezcan haber cambio de un caso al otro, pues ambas actitudes se vinculan, de manera que el mismo asombro lleva en sí un tipo de rechazo.
Nos movemos, sin duda, en la línea del argumento de los escribas de 3, 21-30, que pueden “admirarse” de las cosas que hace Jesús, pero las atribuyan a Satanás, y por eso le condenan. En este contexto se plantea la pregunta por el origen de los milagros que Jesús realiza y por su sabiduría.
— Importancia de las obras de Jesús. Ellas son las que primero preocupan a los nazarenos: ¿De dónde (pothen) le vienen tales cosas (tauta)? (6, 2). Más que lo que hace interesa aquí el lugar del que proviene. La procedencia determina, según eso, el valor de las cosas que un hombre realiza. Los escribas de 3, 22 creían conocer el origen más profundo de las obras de Jesús, al llamarle endemoniado (=hijo del diablo), rechazando desde ese fondo aquello que él hacía.
De un modo semejante, sus paisanos conocen a un nivel su procedencia y piensan que con ello deberían poder conocerle, controlarle. Pero Jesús ha roto sus esquemas. Por eso preguntan: ¿pothen, de dónde? Es evidente que muchos responderían con los escribas: ¡Actúa con el poder del Príncipe de los demonios… o dirán quizá está loco, como pensaban sus familiares en Cafarnaúm! (3, 21-22).
— Un problema de conocimiento. En el contexto anterior importaban las obras (milagros). Aquí importa la “sabiduría”. Los nazarenos vinculan de esta forma las dos grandes “facultades” que Pablo había separado, al menos metodológicamente: los judíos buscan obras, los griegos sabiduría (cf. 1 Cor 1, 22. Leer más…
Biblia, Espiritualidad
Ciclo B, Dios, Evangelio, Fracaso, Jesús, Nazaret, Profeta, Sinagoga, Tiempo Ordinario
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