Integración
«El hombre que ha logrado la integración final ya no se halla limitado por la cultura en la que ha crecido. Ha abrazado la totalidad de la vida… Ha experimentado las cualidades de todo tipo de vida: la existencia humana ordinaria, la vida intelectual, la creación artística, el amor humano, la vida religiosa. Trasciende todas esas formas limitadas, al tiempo que retiene todo lo mejor y universal que hay en ellas, “dando a luz finalmente un ser totalmente integral”. No sólo acepta a su propia comunidad, a su propia sociedad, a sus amigos y a su cultura, sino a toda la humanidad. No permanece atado a una serie limitada de valores, al punto de oponerlos a otros adoptando posturas agresivas o defensivas. Es totalmente “católico” en la mejor acepción de la palabra. Posee una visión y una experiencia unificadas de la única verdad que resplandece en todas sus diferentes manifestaciones, unas más claras que otras, unas más definidas y certeras que otras. No establece oposición entre todas estas visiones parciales, sino que las unifica en una dialéctica o en una visión interior de complementariedad. Con esta visión de la vida, puede aportar perspectiva, libertad y espontaneidad a la vida de los demás».
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Thomas Merton,
Acción y contemplación.
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