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Copa Bingham de Rugby: No lo llames gay, llámalo inclusivo

Jueves, 21 de junio de 2018

640x0-deportes-foto-de-equipo-tras-el-ultimo-partido-todos-sudorosos-y-con-un-solazo-de-escandalo-en-amsterdam-1Foto de equipo tras el último partido. Foto: Uso permitido

72 equipos y 2.300 jugadores LGTBI (y algunos heteros también) en un fin de semana de rugby de la copa Bingham es una locura muy seria. Esta es la crónica de Enrique Olcina tras su participación en la Copa Bingham de Rugby. 

La Copa Bingham reunió la semana pasada en Amsterdam el que es considerado la mayor competición internacional de rugby amateur del mundo, certificada por el libro Guinness, auspiciada por la International Gay Rugby en estrecha colaboración con World Rugby y este año organizada por los World Rugby.

Para ser exactos, el nombre completo del torneo es Mark Kendall Bingham Memorial Tournament. Lo que comenzó siendo un torneo por invitación de seven con un partido de exhibición de XV entre San Francisco Fogs y Washington Renegades en Mayo del 2001 dentro de la recién creada International Gay Rugby Board and Association (IGR) se convirtió, con los acontecimientos del 11-S y lo que se supo fue la actuación heroica de Mark Kendall Bingham, jugador amateur de rugby de San Francisco y uno de los fundadores del San Francisco Fogs en la copa que lleva su nombre. Él, junto con otros pasajeros, evitó que el United 93 se estrellara en cualquier zona poblada aún a costa de sus propias vidas.

San Francisco Fogs consiguió que la IGR, estableciera un torneo en memoria de Mark a modo de la Copa del Mundo de Rugby. Un trofeo del torneo y ocho equipos en la primera edición oficial que se decidió entre San Francisco Fogs y King’s Cross Steelers. Ganó San Francisco Fogs. Mark estaba impulsando la creación de los Gothams Knights, otro equipo inclusivo, en Nueva York y volvía a San Francisco, cuando sucedió el ataque terrorista. Fue en Nueva York donde se celebró la tercera Copa Bingham, en Marzo del 2006. Esa edición, con más de 800 participantes de 29 equipos de nueve países ha sido la más grande. Hasta la fecha, claro, porque Amsterdam va a albergar a 72 equipos y 2.300 jugadores.

El formato actual del Torneo es de tres grupos divididos por el ranking de la IGR, con una primera fase de grupos y una segunda fase de eliminatoria, en partidos de 40 minutos de 20 minutos cada tiempo. Las finales de cada trofeo son de 60 minutos y hay un total de 18 trofeos: 6 para la Bingham Cup, 6 para la Hoagland Cup, cinco para la Challenger y el instaurado este año Amanda Mark Cup, que es el femenino.

El sorteo se realiza la tarde dellLunes en uno de los pubs que patrocinan el campeonato. No nos toca uno de los cocos, Sidney Convicts, primer equipo, de puro milagro: ya nos había tocado su segundo equipo y dos equipos del mismo club no pueden estar en el mismo grupo. Sydney Convicts, Melbourne Charges, Washington Renegades, Gotham Knights… Traerse más de un equipo a Amsterdam no es raro, pero es que estamos hablando de clubes que están al otro lado del mundo, a 25 por equipo. Quien se lleva la palma de club con más equipos participantes es King’s Cross Steelers, nada menos que (6). Mover (6) escuadras completas aunque sea al país de al lado, para participar en un torneo, dice mucho del compromiso y de la capacidad de captación y desarrollo que tiene ese club, que juega en liga regular y capta recursos para hacer campañas de promoción del rugby en una población de varones adultos que es cierto que conocen el rugby pero que muchos de ellos no lo practican desde su infancia, o no lo han practicado en absoluto. No resulta sorprendente, dado que, siendo el rugby un deporte de masas en Inglaterra, aunque en menor medida, por susurros, a lo bajini, debido a los valores de ese deporte, reproduce esa discriminación que sí se ve de primeras en campos, equipos, entrenadores, directivos y afición de deportes que tenemos en mente y que no vamos a mencionar porque para qué. Chris, ex jugador de Steelers, me explica más tarde como lo hacen: abren programas donde los futuros jugadores pagan por ser entrenados para empezar a jugar en tres, cuatro semanas, A su parecer, el club llegó a ser uno de los que más rápido crecían en el área de Londres, aunque parece que se ha aminorado la incorporación. Aparte de todo lo demás, un sólido patrocinio y una gran relación con sus principales patrocinadores, disciplina y profesionalización, y vivir en el país cuna del rugby, claro.

Clubes que se traen a dos, tres, cuatro, cinco equipos desde el otro lado del mundo. 72 clubes. 2.300 jugadores. Rankings. 18 Trofeos. Este es el nivel. Todo muy gay, como ven. Poca broma.

A todo eso hay que añadirle seguidores: madres, padres, hijos, novios y novias, maridos, mujeres y viceversa… porque en este campeonato de rugby gay -no lo llames gay, llámalo inclusivo- todo el mundo de buena voluntad es bienvenido. Ahora, no voy a ir de santo a estas alturas. Estás a lo que estás pero todos tenemos ojos para ver. Puede suceder que sobre quien has posado los ojos tenga una señora esposa al lado del campo, y quien te pienses que es heterosexual tenga un novio esperando. No conectas el radar, aunque no voy a negar que hay veces que el radar se conecta solo.

En la inauguración, el jueves, el presentador, que hace una divertida clasificación de nombres de equipos entre machos, (Renegades, Convicts, Bulls, Bisons, Armada) claramente gays (¿Les coqs festifs? Los gallos festivos) y conceptuales -donde el único nombre es el Rugby Libera italiano, ya saben, marcando estilo- saluda a Alice Hoagland, la madre de Mark, y los presentes aplaudimos. Si es un destino trágico sobrevivir a tu hijo, tiene que ser algo de consuelo el que ese hijo haya dejado tal memoria y que en cada uno de los presentes esté el ejemplo, una parte de ese hijo que perdiste. Decían los romanos que había dos muertes: la física y la del olvido y la segunda era la más trágica, pero con Bingham parece que no se va a producir la segunda, no al menos en un tiempo cercano, porque somos el mausoleo que celebra su memoria. Alice será saludada con cariño y una presencia constante a lo largo de todo el torneo, porque todo el mundo percibe que es una parte de Mark.

La IGR, que otorga la celebración del Torneo, se enfrenta, además, a la primera elección disputada en su historia. Andrew Purchas, el actual Presidente de la asociación se enfrenta a Ben Owen, que es además miembro de Madrid Titanes y en la inauguración ya se sabe que Purchas actuará como presidente saliente. La competencia por el puesto indica que esta es una organización viva y que ha llegado a un tamaño donde el debate de ideas se traduce en distintas maneras de gestionar dicha organización. Hay una apuesta decidida por la incorporación de las mujeres a este campeonato y los equipos femeninos son festejados en la presentación con un unánime saludo por parte de todos los presentes. «Es la primera vez que veo que una sala llena de gays le hacen tanto caso a unas mujeres» dice el presentador, no sin sorna. Son cuatro equipos femeninos y es la segunda Copa que se pone en juego para escuadras de mujeres en toda la historia del Campeonato. Ahí hay, claramente, un campo para crecer más, mostrando que la lucha contra la discriminación y la búsqueda de visibilidad no entiende de orientaciones sexuales ni tampoco de sexos al ponerla en práctica: la discriminación siempre golpea a los mismos.

Al día siguiente de la presentación, viernes, toca partido temprano, pero antes de recogerme quiero ver a los Bisons, con quienes jugué en la Union Cup. Están terminando de cenar y me reciben lejos de esa sequedad amable tan británica, están en plena fiesta. Los novatos van ataviados con gorros de tulipanes y de 15 raspados que fueron a Madrid hace un año y por eso la organización me puso con ellos, llevan ahora el registro completo de 25. Han estado trabajando todo el año, asistiendo a la copa Turing -una liga entre equipos inclusivos de la zona donde se quedaron segundos- entrenando, buscando gente y han tenido éxito. Con sus particulares rituales, con su código para salir de fiesta, su Kangoroo Court al final del viaje… todo el ritual de los equipos heteros de su país pero con un giro divertido que me dejó alucinado en Madrid, una parte social más rica del rugby que aquí parece que carecemos -ya saben, parece que no salimos de mostrar que no somos maricones botando-. Josh Deuchars, presidente y jugador, cree que el año que viene en Dublin la Union Cup va a ser un acontecimiento grande para el equipo, y le creo. El mismo Josh que se alegraba de no ser la cuchara de madera de todos los equipos europeos del año pasado y el equipo sufriendo una intoxicación por tapas que lo dejó medio tocado, ahora mira con esperanza conseguir trofeo y le aventuro que posiblemente consigan dos equipos para Dublin.

—¿Por qué lleva Andrew unas mallas doradas?

—No preguntes, Enrique, no preguntes.

Había llegado Amsterdam el domingo anterior a la competición. Me he tomado una semana en el trabajo porque, creo, necesito esta experiencia. El lunes abren el registro de jugadores en uno de los hoteles oficiales del evento, que ofrecen compartir habitación con siete, pero ya estoy un poco mayor yo para litera, cama, compartir espacio de dormir con los demás y que los demás tengan que sufrir si ronco. Estoy en la otra parte de la ciudad, cerca de Schiphol y cerca de los campos de entrenamiento y del campo de juego. Al llegar a la zona de registro me encuentro con una reunión de jugadores: me parecen todos altísimos y grandísimos y me digo en tono medio en broma «Vas a morir, ya verás».

No tengo un equipo inclusivo propio. Inclusivo significa que cualquier jugador de cualquier orientación sexual es bienvenido. Heteros también, y es la norma del torneo, en realidad no conozco a ningún equipo, de los llamados comúnmente gay, que en realidad son inclusivos, que tenga una política de exclusión de heterosexuales, ni siquiera King’s Cross Steelers, que es el primer club de rugby específicamente gay y como tal se declara en el momento de su fundación.

El equipo inclusivo que me queda más cerca es Titanes, a 500 km. -aunque soy socio de Titanes, pero no puedo entrenar con ellos por razones de distancia- Así que Barbarian soy. Los World Barbarians son uno de los equipos fundadores del Torneo y han estado presentes en todas salvo una de las ediciones. Unas veces han competido con un equipo formado exclusivamente con jugadores individuales, otras uniéndose a escuadras incompletas pero siempre bajo el nombre Barbarian, sólo o reconociendo la otra escuadra. Por ejemplo, en la edición anterior compitieron bajo el nombre de Royal Barbarians porque gran parte de sus jugadores venían de los Charlotte Royals. Gus Ventura es nuestro entrenador, que lleva desde el principio en este torneo, desde aquel torneo de seven, donde jugó frente a Mark Bingham como Barbarian. Viene de haber tenido una reunión con el comité olímpico estadounidense sobre la integración de jóvenes LGTBI en el deporte a través del rugby. Se considera director de un orfanato y no le falta razón: tiene que dar cariño y disciplina a partes iguales y que le salga todo a la primera. No tiene tiempo de corregir, tiene que tocar de oido con lo que tiene -con la voz que le suena de cada jugador y con los crujidos a medida que se van rompiendo en el campeonato-.

A los World Barbarians me he presentado como jugador en su grupo de facebook: como jugador de delantera, poniendo más énfasis en los defectos que en las virtudes de mis 46 años de edad, 11 de ellos jugando al rugby. Tras el registro empiezo a conocer a algunos de mis compañeros. Y no, no creo que vaya a jugar de delantera, no, al menos en principio. Nos dan una pulserita de papel que tenemos que llevar en todo momento para acceder a todos los sitios del torneo. La pulserita me mira a mí, yo la miro a ella y no se si va a durar mucho nuestra relación.

En mi nuevo equipo no son pequeños tampoco. La mayoría están afincados en Estados Unidos, que es el país que más equipos aporta al campeonato, algunos ingleses, algunos australianos y yo. Mark, Shaun, Matt y Joseph me van a poner dificil un sitio en la primera línea. Mark y Shaun, concretamente me sacan una cabeza y son el doble que yo, y Matt lleva escrito “pilar” en todo su cuerpo inglés. Joseph alternará la primera línea con flanker, combinándose con Luke, así que ni pilar abierto, ni cerrado, pilarín en todo caso- Chris y David, segundas, o en un momento determinado terceras o incluso ocho y Luke también, que además lanza porque Matthew, talona, tiene el hombro entre fatal y peor. Steve, Thomas y Evan también están entre la línea y la delantera. Mitch de medio de melé, con Jeremy que también puede jugar esa posición. Nic y Jacques de alas, y queda lo que parece un amplio banquillo antes de que yo juegue – Dave, Clayton, Peter, Jas….-. Por último Jonni, jugador londinense afincado en San Francisco, con visión de juego, rápido al quiebre, certero con el pie. Será nuestro apertura. También será nuestro capitán, quizás porque exuda esa elegancia tranquila de quien se conoce el terreno y el suyo es el mapa que va de línea de balón muerto a línea de balón muerto, limitando a los lados por las bandas; una sabana verde con orografía cambiante de mauls, rucks y melés, con efímeras jirafas de saltadores, con gacelas que quiebran que se convierten en la defensa en ñus que embisten, elefantes a la carga, guepardos ágiles y él se sabe, sin presumir en ningún momento, león de todo aquello. Y Gus Ventura, claro, que será nuestro entrenador con una promesa y dos exigencias. La promesa es que todo el mundo va a jugar, las exigencias es que estemos siempre al servicio del equipo y que disfrutemos en el campo, porque será cuando saquemos nuestro nuestro mejor rugby.

En el segundo entrenamiento somos menos gente que en el primero y eso es típico de todo equipo de rugby amateur que se precie, ¡vamos a darle emoción al asunto, no fuera a ser que no nos diera un infarto!. Para el Jueves, en los entrenamientos que se han organizado en los campos de la Federación Holandesa de Rugby estamos todos, sanos y más o menos enteros. Cada uno viene de jugar su liga regular, sus partidos amistosos, cada jugador, todos los jugadores, traen sus historias que están llenas de rugby, de superación, de amistad, de cariño, de competición. Los que no juegan porque ya no pueden, miran con nostalgia y también con un legítimo orgullo. Maurice, delantero de Newcastle, rondando ya los 80, con barba cana, con bastón y que parece salido de un tebeo de Asterix, me cuenta que cuando debutaron en la liga de su zona se llevaron por delante al equipo contrario, con la cara de perplejidad del equipo contrario al final del partido al haber sido derrotado por un equipo de tales. Porque, claro, el rugby es inclusivo de por sí, pero cada realidad nacional es de su padre y de su madre y, en fin, por ejemplo, en los campos patrios la palabrita “maricón” está al orden del día.

—El Rojo se ha lesionado por pelirrojo y por maricón.

—Eh, que yo soy maricón y no me he lesionado

—Pues tienes razón, se ha lesionado por pelirrojo.

Maricón el que no bote, y tú, claro, no botas, por si se van dando cuenta de la cancioncita.

El campo de juego está a las afueras de Amsterdam, cerca de Schiphol. Es el club madre de los Lowlanders, un club hetero, pero que tiene un equipo inclusivo, que son los organizadores. Las instalaciones son lo que cualquier equipo español podría soñar. Cinco campos de juego en la zona principal, más otros dos en el secundario, con tres pistas de cesped artificial, dos campos de beisbol y un centro social que domina el campo principal donde se jugarán las finales. Todo impoluto y decenas de voluntarios dispuestos tanto a resolverte alguna duda, con una sonrisa, como a decirte que no puedes patear el balón ahí, con una sonrisa.

A las 7.30 estamos en el campo convocados por Gus y a las 8.30 comienza nuestro partido Nos enfrentamos al cuarto del ranking Brisbane Hustlers y en la segunda parte lo conseguimos poner contra las cuerdas pero perdemos (17-10). Sydney Convicts B, el otro partido de la jornada, es otra historia, aunque la dureza de los primeros compases nos deja un poco descolocados nos recomponemos con un 15-0.

Antes del partido contra Convicts consigo ver a los Madrid Titanes. Le doy un beso a Oti Camacho, que está atenta al partido que están jugando sus chavales y me siento instantáneamente como en casa y le pido por favor a la nueva presidenta, Jose, que cuando vuelvan a hacer una equipación me avisen que quiero una, pero es un no rotundo. La política de Titanes a ese respecto es bastante estricta, las camisetas son del club y no se venden ni se dan a los jugadores. Titanes ha luchado y se ha enfrentado a la misma encrucijada que muchos equipos en este torneo: ha atraído a personas con el aura macho del rugby, algunas se han quedado y otras se han ido. Nada nuevo que no haya sucedido en equipos heteros: hay quien viene y es un bluff, pero va diciendo que juega al rugby, aún después de haber dejado de jugar al rugby, por impresionar. Da igual que sea chicos o chicas, pero Titanes es consciente de su imagen y quiere reafirmar lo de equipo de rugby. Están rompiendo estereotipos, como lo hacen muchos jugadores en este torneo, con audiencias limitadas a sus propias comunidades o más amplias. Heath es un pelirrojo que va con nuestros seguidores y ha transicionado a hombre. Jacques, el ala de nuestro equipo, es Jacques Snyman, de un imponente físico y velocidad se convirtió en sorprendió al mundo en general hace unos años por ser contratenor y jugador de rugby. Además es abanderado de las causas anti-acoso, dispuesto a no callar ante esa injusticia ya que, como dijo Disraeli «el valor es fuego y el acoso es humo». O Joseph, Colby Jansen para el mundo del cine de adultos, de eterna sonrisa y que atrae a una cantidad considerable de jugadores y asistentes al torneo que quieren hacerse una foto con él enfrente de la tienda del equipo. Será precisamente él con quien tendré algunas de las conversaciones más interesantes del torneo: una en la que me muestra algo de su vida profesional y de su vida personal, bisexual, abierta y sin prejuicios, la otra en la que me da ese gesto técnico para poder levantar mejor en los saques de línea. Era la primera vez, desde que se murió mi abuela, que alguien me había dicho que pusiera bien mis muñecas. Fuera los estereotipos, también los míos.

El primer día del torneo no he jugado. No jugar me pone en un lugar extraño y con una cierta ansiedad. Trato de hacer lo que Gus dice -estar al servicio del equipo, dentro y fuera del campo-. Me encargo del agua, de la foto oficial, el pateador, de buscar esparadrapo o de indicarle a Sean, que lleva el botiquin, donde hay una farmacia, de salir a tomar un café y decir por whatsapp si alguien necesita algo, lo que sea, pero supongo que lo hago sin la sonrisa que debería tener, contento de estar. Y lo estoy, pero no lo estoy. Busco en mi teléfono algo con lo que reconstruirme y tengo una carpeta de mp3 con poemas y el Invictus recitado por Morgan Freeman se abre paso. Mi cara en la foto oficial del equipo es un poema, uno que habla en tono ominoso de haber sido resistente a los embates del tiempo y del destino: la alegría de la huerta, vamos.

Al día siguiente Washington Renegades B no nos deja dormirnos y ganamos 21-3, pero nos comportamos en el campo como tertulianos en un plató y además perdemos a Dave, que se lesiona el tendón de aquiles. Mitch se ha lesionado una costilla y Jeremy tiene que pasar a medio de melé. Gus nos tira de las orejas, nos estamos comportando como esos equipos que tanto gritan en el campo y de los que nos solemos reír. Nos faltan ensayos si queremos asegurar la disputa de la Copa Bingham y nos volvemos a enfrentar a los Brisbane Hustlers para ver quien entra en la Copa. Jonni señala en la mitad del partido que vamos ganándoles 40 minutos en tiempo añadido -la segunda parte del primer partido y la primera del segundo- pero al final se nos vuelven a imponer 14-10. El sueño de la Copa se pierde, nos vamos al Plato.

En el tercer día el primer partido es a todo o nada. Seattle Quake da un golpe de atención en el primer saque de centro, balón cerca de la linea que recoge Joseph al que le sigue inmediatamente un placaje incontestable de los Quakes, balón que se va por la banda y nos caen dos ensayos en el primer tiempo. Gus nos pide que si nos estamos reservando algo, que lo demos todo. Lo damos todo pero no llegamos. 14-0 ganan los Quakes y es nuestro último partido en el campeonato. Gus se consuela y nos consuela. Es la posición más alta de los World Barbarians en toda la historia, empatados dentro de los ocho primeros con los Emerald Warriors de Dublin. La posición más alta de los Barbarians con un equipo que ha estado entrenando juntos una semana, tres horas y que han tenido que conocerse en esas tres horas. Para conjuntarse así hace falta talento y hace falta talento para gestionar ese conjunto y Gus y Jonni lo han hecho a la perfección, pero hasta aquí hemos llegado.

Ahora queda seguir disfrutando, ofrecerse a otros equipos, puesto que la organización lo permite para los jugadores de los equipos eliminados si los equipos lo reclaman, como hace Thomas por ejemplo, que jugará por la Challenge Spoon contra los Dark Horses lisboetas, donde juega Will, nuestro entrenador de melé. Parece que Thomas, que empezó de centro le ha cogido el gusto a ser tercera. Bristol Bisons pierde su final, Titanes abandonó la competición por la mañana tras caer frente a los anfitriones, pero ha terminado el 24 en el ranking mundial de la IGR y el 7 en el europeo. Yo busco a los veteranos para el partido entre Viejo Mundo y Nuevo Mundo -que a quien se le ocurre tal división, que son mayoría los coloniales-. Al final el Bastón se lo llevan los veteranos del Nuevo Mundo, pero en el viejo ha jugado un japonés que no levanta medio palmo del suelo y se ha llevado tres corbatas seguidas sin inmutarse, que es lo que te pasa en un partido de veteranos, también en los inclusivos, hasta el árbitro preguntándonos si queremos seguir jugando o si alguno quiere arbitrar, que no dejamos de hablar. Esperamos tomando cervezas al partido final de la Copa, al por el que todos hemos venido, de una manera u otra. Los equipos que han ido cayendo se concentran en la carpa al lado del edificio principal y aquello deviene en fiesta mientras que en los campos que se van vaciando despacio he visto mucho rugby y todo rugby: meles, rucks, golpes, jugadores concentrados, placajes espectaculares. Sólo he visto una tangana, y las tanganas son iguales e idénticas que las heteros.

Gotham Knights y Sydney Convicts son los finalistas. En los himnos, el equipo estadounidense hinca la rodilla cuando suena el himno y es aplaudido por ello. En el partido se adelanta Convicts y Gotham consigue sobrepasarle con un golpe de castigo y un ensayo en la mitad del primer tiempo, pero al despeje desde la zona de marca de los neoyorquinos, Convicts intercepta y marca un ensayo. Un ensayo de esos que duelen, que escuecen y que perseguirán al pateador como un fantasma, si no sabe exorcizarlo. Al final 22-8 para Sydney Convicts que se lleva la copa Bingham, ya por quinta vez, y que tiene grabada una cita de Shakespeare del discurso del día de San Crispín, de la obra Enrique V: «We few, we happy few, we band of brothers; For he today that sheds his blood with me Shall be my brother / Nosotros pocos, pocos y felices, nosotros, una banda de hermanos; Porque el que hoy derrame su sangre conmigo Será mi hermano».

He jugado 47 minutos de partido y he hecho todo lo que tenía que hacer: no se me ha caído el balón ninguna vez, he tocado el balón una vez, he placado a tres gigantes de esos que me pensaban que me iban a matar, y mira, entero estoy y no me he muerto, así que voy a dejar de contar gigantes, he limpiado rucks. También he llevado el agua, me he encargado de las camisetas, he ofrecido ayuda, hielo o pateador. He recogido lo que otros se iban dejando detrás mientras cambiábamos de campo a campo. Eso es jugar al rugby, estar por el equipo, hacer lo que el entrenador y el capitán dicen y hacerlo lo mejor posible, y quizás no lo he hecho lo mejor posible por haber fallado en la sonrisa. Esa es mi historia personal en este torneo. Otros se habrán encontrado a sí mismos, se habrán iniciado a lo grande por el camino del rugby. La mayoría se consideran seguros en una gran familia que han elegido, la del rugby que lleva el apellido de inclusivo. Historias de superación, de ruptura de estereotipos, de cariño: porque aquí, como en todo el rugby independientemente del apellido, a fuerza de raspones, hematomas, sudor, sufrimiento, forjas una familia. Como en todo el rugby, insisto, por eso me sorprende cuando algunos de mis compañeros del rugby hetero -no lo voy a llamar normal- levanta la ceja antes de soltar eso de «Es que os discriminais vosotros». La madre que me parió, que me dan ganas de clavarlo en el suelo para que no bote nunca más.

Gus, por la noche, tras nombrar como jugador barbarian del torneo a Jonni, el capitán, por la votación de MVP de cada partido, declara esta convocatoria de World Barbarians disuelta. Fiesta y despedida de un torneo perfecto, perfectamente organizados por los Ámsterdam Lowlanders, impoluto, inmaculado, suave, centrado en el rugby, porque el rugby permite que cada cual encuentre su camino.

A nosotros que somos un equipo de conveniencia nos tocan los adioses, abrazos, besos. Cada uno a volver a su vida, a sus amores, a sus soledades, a su lucha, pero con una sonrisa, creando en el corazón espacio suficiente para albergar la experiencia, los nuevos amigos, los nuevos retos y esperando las nuevas convocatorias (¿Dublín, Ottawa, Mendoza?), atentos, los novatos y los veteranos, a la nueva llamada y mientras, escuchando, quizás, las palabras de ánimo que Mark Bingham le dirigió a los Fog cuando fueron admitidos en la liga de su Federación: «Tenemos la oportunidad de ser un modelo para otra gente gay que siempre quisieron hacer deporte, pero nunca se sintieron lo suficientemente cómodos o lo suficientemente fuertes. Aún más importante, tenemos la oportunidad de mostrar a otros equipos en la liga que somos tan buenos como ellos. Buenos jugadores de rugby. Buenos festeros. Buenos deportistas. Hombres buenos».

Fuente Universogay

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