Una vez respondí que sí…
… Y eso tiene consecuencias.
Padre Carlos Múgica, asesinado por su defensa de la Justicia
No sé quién – o qué cosa- planteó la pregunta. No sé cuándo fue planteada. No recuerdo qué respondí. Pero una vez respondí que sí a alguien o a algo. A ese momento se remonta en mí la certeza de que la vida tiene un sentido y de que, por consiguiente, la mía, en sumisión, tiene un fin. Desde ese momento supe qué es «no volverse atrás», «no preocuparse por el mañana».
Guiado en el laberinto de la vida por el hilo de Ariadna de la respuesta, hubo un tiempo y un lugar en el que supe que la vida lleva a un triunfo que es ruina y a una ruina que es triunfo, supe que el precio de apostar la vida es el vituperio y que la posible elevación del hombre es el colmo de la humillación. Más tarde, la palabra coraje perdió su sentido para mí, puesto que no podían quitarme nada.
Más adelantado en el camino, aprendí paso a paso, palabra a palabra, que detrás de cada dicho del Héroe de los evangelios hay un ser humano y la experiencia de un hombre. Incluso detrás de la oración en la que pidió que se apartara de él aquel cáliz y detrás de la promesa de vaciarlo. Incluso detrás de cada palabra que dijo en la cruz.
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Dag Hammarskjöld,
Marcas en el camino,
Editorial Seix Barral, Barcelona 1965.
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