Rupert Everett critica a Hollywood, prensa y al Gobierno británico
Durante la promoción de su primera película como director y guionista, «The happy prince», en la que también interpreta a Oscar Wilde, Rupert Everett no duda en dar leña a Hollywood, por apartarle de sus producciones por ser gay, aprovecha para darle un zasca a los periodistas con prejuicios que siempre sacan a relucir su orientación sexual en las entrevistas, además de criticar la Ley Turing y el perdón póstumo del Gobierno británico a quienes antaño fueran condenados por ser homosexuales.
Tras ser presentada en Sundance y la Berlinale, The happy prince (2018, Italia, Bélgica, Alemania & Reino Unido) se estrena este mes de junio en salas comerciales del Reino Unido, motivo por el que Rupert Everett, de 59 años de edad, se encuentra en plena promoción de una película que no solo escribe y dirige, sino en la que también interpreta a Oscar Wilde. En las diferentes entrevistas que ha concedido no ha tenido problema en repartir leña para Hollywood, que considera una industria «agresivamente heterosexual» que trata a las personas homosexuales como «ciudadanos de segunda clase», darle un contundente zasca a la prensa, por sacar siempre a relucir su orientación sexual en cualquier entrevista, y criticar la Ley Turing, al considerar una «basura» el perdón póstumo del Gobierno británico a los condenados por ser homosexuales.
«Hay muchos montones de personajes que no he tenido por muchas razones diferentes, algunos de ellos probablemente por no ser un actor lo suficientemente bueno, en realidad, o por hacer una pésima audición. Todo eso cuenta. Pero hubo tres o cuatro películas grandes, cuando tenía éxito, para las que estaba absolutamente apartado, cuando el director y los demás actores querían que estuviera en la película, en un estudio, solo por el hecho de ser homosexual. Eso sucede absolutamente», asegura el cineasta, admitiendo que, en cualquier caso, esa circunstancia le ha obligado a una lucha personal para salir adelante y hacerle la persona que es hoy en día: «Creo que mi carrera como escritor no habría sucedido si hubiera sido heterosexual, activo, trabajando sin parar».
Dos veces nominado al premio BAFTA por películas como Otro país (Another country, Marek Kanievska, 1984, Reino Unido) y La boda de mi mejor amigo (My best friend’s wedding, P.J. Hogan, 1997, EE.UU.), a pesar de participar en títulos tan aclamados como Bailar con un extraño (Dance with a stranger, Mike Newell, 1985, Reino Unido), Crónica de una muerte anunciada (Francesco Rosi, 1987, Colombia, Italia & Francia), Mi novia es un zombie (Dellamorte Dellamorte, Michaele Soavi, 1994, Italia, Francia & Alemania), La locura del rey Jorge (The madness of king George, Nicholas Hytner, 1994, Reino Unido), Shakespeare in love (John Madden, 1998, EE.UU.) o Algo perfecto (The next big thing, John Schlesinger, 2000, EE.UU.), se ha visto obligado a desarrollar la mayor parte de su trayectoria profesional a través del cine independiente, en el que ha cosechado sus mejores resultados artísticos con títulos vinculados precisamente con Oscar Wilde, tanto en teatro como en el cine, a través de títulos como Un marido ideal (An ideal husband, Oliver Parker, 1999, Reino Unido, Francia & EE.UU.) y La importancia de llamarse Ernesto (The importance of being Ernest,Oliver Parker, 2002, Reino Unido & EE.UU.).
Este lunes, 11 de junio, participa en el programa Today, presentado por John Humprhrys, que vuelve a desarrollar toda la entrevista en función de la orientación sexual de Everett, que no la de Wilde, quien le explica por enésima vez que no se arrepiente de haber hablado de su orientación sexual públicamente, aunque reconoce que ha tenido una repercusión negativa en su trayectoria profesional.
«No me arrepiento, no fue realmente una elección para mí, estaba muy metido en la escena de ser gay. No era realmente una posibilidad de que hubiera vivido una especie de doble vida. Pero en términos de arrepentimiento, en términos de carrera profesional, sí, por supuesto. Ser gay en un negocio heterosexual bastante agresivo, una especie de club de chicos, ciertamente no es ideal(…). En cierta medida fue como darse contra una pared de ladrillos», explica el actor, que al llegar al final de la entrevista no duda en propinar un zasca al periodista al concluir con otra pregunta: ¿ Crees que llegará alguna vez el punto en el que haremos una entrevista como esta y sin que se mencione siquiera el hecho de que soy gay ? Sería genial si eso sucediera».
Durante la promoción de su película, tampoco ha tenido problema en valorar la Ley Turing como el «último pedo de la hipocresía británica», al conceder el perdón póstumo del Gobierno británico en función de la Ley Haring a los miles de hombres homosexuales y bisexuales, que declararan culpables bajo las antiguas leyes homofóbicas. «Creo que es basura porque un indulto indica un crimen. Y el hecho es que hemos llegado más allá del punto en que pensamos que los actos homosexuales son criminales, por lo que se necesitaba algo mucho más radical que el perdón. Es patético y trágico».
Un perdón que también incluye al poeta y dramaturgo Oscar Wilde, que fuera denunciado por sodomía por el barón de Queensberry, siendo condenado a 2 años de prisión que cumple en una prisión de Reading, de la que sale my deteriorado tanto física como emocionalmente. Precisamente este período es el que aborda la película de Rupert Everett, quien pareciera estar pasando una pena similar por haber salido públicamente del armario hacia ya más de 30 años.
Fuente Universogay
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