Dos lesbianas se suicidan en India, incapaces de hacer frente a la intolerancia
“El mundo no nos permitiría permanecer juntas”, dejaron escrito antes de saltar juntas a un río.
Las dos mujeres, de 30 y 28 años, que vivían en el estado occidental de Gujarat, saltaron juntas a un río local, dejando sendas notas explicando que “el mundo no aceptaría” su decisión. Su muerte ha puesto de relieve el estigma que rodea a las personas LGBT en la India.
Una de las notas de suicidio estaba garabateada con un lápiz de labios rojo en una pared, cerca de donde las dos mujeres saltaron a la muerte: “Hemos dejado este mundo para vivir la una con la otra. El mundo no nos permitiría permanecer juntas”.
Un segundo mensaje, escrito en un plato desechable, también apuntaba a las mismas razones: “Este mundo no nos permitió permanecer juntas. ¿Cuándo nos veremos de nuevo? ¿Cuándo nos encontraremos?… Quizás en el próximo nacimiento volveremos a encontrarnos”.
La activista por los derechos de las personas LGTB Anjali Gopalan, dijo los casos de suicidio llevados a cabo por lesbianas son más comunes que los de otros miembros de la comunidad LGBT. “Viven una vida mucho peor que los hombres homosexuales, una vida mucho más dura, porque hay una mayor aceptación de la homosexualidad masculina”, afirmó, denunciano que, en India, “no se habla en absoluto de la sexualidad de las mujeres, lo que hace que sea mucho más difícil para ellas salir del armario”.
LGTBfobia de Estado en La India
El artículo 377 del Código Penal de la India castiga las relaciones sexuales “contra natura” con hasta 10 años de prisión. A finales de 2013, la Corte Suprema decidió recriminalizar la homosexualidad, dejando sin efecto la histórica sentencia sancionada por el Alto Tribunal de Delhi en 2009 (en la que declaraba “inconstitucional” la prohibición de las relaciones entre personas del mismo sexo). En los últimos años,mos hemos hecho eco del aumento exponencial de la violencia contra personas LGTB en la India, a raíz de la ilegalización de las relaciones homosexuales.
Las informaciones que nos llegan positivas en clave LGTB de la India son muy escasas. A principios de este mismo año nos hacíamos eco de la apertura del primer colegio para alumnos transexuales en riesgo de exclusión social. Solo unos días después, sin embargo, recogíamos la historia de un joven de 20 años cuyos padres trataron de organizarle una “violación correctiva”después de salir del armario como gay. Los progenitores llegaron a contratar a unos matones para que le agredieran al saber que mantenía una relación con otro chico con el que convivía.
Por otra parte, hace unos meses publicábamos que las autoridades de la India impedían la entrada al país a Victoria Kolakowski, la primera jueza trans de los Estados Unidos. Semanas atrás, prohibían una película por “glorificar” las relaciones homosexuales. La Junta Central de Certificación Cinematográfica de la India (CBFC) se negaba a certificar ‘Ka Bodyscapes’ para su proyección por incluir “escenas gais sensibles”.
Como ocurre en muchos otros países en los que existe homofobia de Estado, los grupos homófobos en la India (incluidos los policiales) se creen en el derecho de realizar impunemente cualquier acción contra las personas sexualmente diversas. No es necesario que las víctimas sean realmente homosexuales (lo que en ningún caso les eximiría de su responsabilidad criminal), con que ‘lo parezcan’ es suficiente.
En 2014, un año después de la recriminalización de la homosexualidad en la India, el activismo LGTB denunciaba un repunte de la violencia homófoba. Y a principios del año pasado recogíamos que ese mismo año 2014 se realizaron un mínimo de 600 detenciones a personas que habían sido acusadas de practicar la homosexualidad. Una cifra que en 2015 se elevaba a más de 1.300 personas, incluyendo 207 adolescentes. Una cifra, no obstante, que parece poco realista si tenemos en cuenta que desconocemos el alcance de la corrupción policial y la cantidad de afectados por extorsiones económicas a cambio de evitar el arresto o el procesamiento judicial.
En octubre de 2015 dábamos cuenta de más casos de extorsión por ser o “parecer” homosexual por parte de miembros de la policía, quienes, según constatan los activistas LGTB “con frecuencia visitan los puntos donde los gais se encuentran y les extorsionan pidiéndoles dinero”. Por otra parte, la estigmatización y los prejuicios provocan todo tipo de injusticias. A principios de 2016 nos hacíamos eco del intento de suicidio de un adolescente de quince años, quemándose vivo, tras ser acosado por ser gay.
Fuente Cáscara Amarga/Cristianos Gays
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