¿Dios ha muerto?
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
01. ¿EL OCASO DE LA FE? ¿DIOS HA MUERTO?
o Es un hecho fácilmente constatable el descenso de la práctica sacramental entre nosotros, en Occidente. En Guipúzcoa se bautizan menos de la mitad de los que nacen, el número de confirmandos es infinitamente a los centenares (¿miles?) de jóvenes que recibían el sacramento de la confirmación hace todavía pocos años. Igualmente los matrimonios canónicos (y no canónicos) han descendido notablemente. Incluso ya se nota que no pocas personas mueren sin la unción de los enfermos y descartan de su vida (y se su muerte) el funeral.
o Por otra parte -y siempre en Occidente- está haciendo buena carrera el ateísmo, agnosticismo, el laicismo, el relativismo, etc.
o ¿Qué ha pasado en la Europa Occidental en los últimos dos siglos, más o menos?
Decir que la gente es mala y que nosotros -los eclesiásticos- seguimos teniendo la razón más que la verdad, es un infantilismo prepotente.
o Habrá que echarle “una pensada” a la vida, a los procesos históricos, a los pasos culturales, a qué es lo que los creyentes vamos viviendo y presentando a nuestros contemporáneos.
02. LA HUMANIDAD NO HA SIDO Y -TAL VEZ- NO ES ATEA.
o La humanidad no ha sido, ni es atea. La humanidad ha sido creyente (no es ahora el momento de entrar en la historia de las religiones). Todos los pueblos y culturas han tenido una fe. Incluso hoy en día, si salimos del “ghetto” europeo, veremos que Asia, África, Latinoamérica, Oceanía son continentes en los que la humanidad es creyente, no digo cristiana, sino religiosa.
o El ateísmo nace “oficialmente” a partir de la Europa de la Ilustración (siglo XVIII). La primera declaración de ateísmo la realiza -a mediados del siglo XIX- Feuerbach (1804-1872). Será Nietzsche, muerto en 1900, quien proclame: Dios ha muerto. Esto da que pensar y haremos bien en acoger las preguntas que brotan en nuestro contexto cultural.
o ¿Será cierto que, según desarrollan los pueblos: técnica, económica, cultural, políticamente, la cota religiosa desciende? ¿A mayor progreso humano, inevitablemente va desapareciendo la religión-fe? ¿La ciencia, el progreso tecnológico constituirán la siguiente etapa a la época religiosa?
03. EL SER HUMANO ES CREYENTE POR NATURALEZA.
o Todo ser humano –consciente- tiende a “religarse” (religión) con alguna realidad que dé sentido a su vida. Que tal realidad sea acertada o menos, es ya otra cuestión.
o Si queremos saber cuál es nuestro “dios”, el “dios” en el que creemos, pensemos en lo que nos tomamos absolutamente en serio en la vida. Aquello o aquel que nos interesa, que nos pre-ocupa y ocupa completamente, ese es nuestro “dios”. Puede que nuestra preocupación fundamental sea el dinero, el poder, la patria-nación, el placer, etc. “Ese es nuestro dios” y esa será nuestra fe.
o Probablemente ateo no sea aquel que ha prescindido del estereotipo “dios”, sino aquel que no es capaz de tomarse nada en serio en la vida, incluso aunque nos equivoquemos.
o Para ser ateo “como Dios manda” hay que pensar un poco más de lo que esta postmodernidad capitalista nos permite.
o Ser creyente o ateo son dos posibilidades serias en la vida. Ser superficial y frívolo, es una zafiedad.
04. DIOS ES BONDAD Y SALVACIÓN.
Naturalmente que se puede creer y vivir en el Dios y Padre de Nuestro Señor JesuCristo.
Decía K. Rahner que “lo que Dios sea en sí mismo, no lo sabemos: Dios es el horizonte, el misterio”. A esto se denomina: Trinidad en sí, Trinidad inmanente. Lo que Dios sea en sí nos pilla muy lejos.
Ahora bien, lo que sí sabemos es lo que Dios ha dicho y ha hecho por nosotros: la economía de la salvación. Lo que Dios ha hecho es querernos, amarnos, salvarnos. Y esto lo ha realizado por medio de JesuCristo, que es la Palabra, la expresión, sacramento de Dios.
Por JesuCristo, Palabra y expresión de Dios, sabemos y hemos experimentado el designio salvífico de Dios. Dios nos salva por medio de su Hijo, JesuCristo. Vivamos ese Espíritu de amor.
Nosotros creemos en el Dios de Jesús, que nos ha salvado por puro amor.
05. DIOS ES AMOR.
Por JesuCristo sabemos que Dios es Padre y Dios es amor, (1Jn 4,8), que no se impone por su poder, sino por su bondad.
Cuando en el fondo de nuestro ser nos abrimos a Dios, experimentamos una inmensa paz que proviene del amor de Dios. Descansar en el amor de Dios, que es lo que hizo el Discípulo Amado en la Última Cena: recostado en el costado, en el amor de Cristo, infunde una gran serenidad en la vida y en la muerte. Y así el Discípulo Amado entendió lo que allí ocurría, entendió la vida.
Cuando nos sentimos amados y experimentamos el amor de Dios, entonces es cuando conocemos a Dios y conocemos lo que es y lo que vale la vida.
El amor consiste no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. (1Jn 4,10)
Disfrutemos de un Dios que es amor y nos daremos cuenta de que el amor es Dios. De manera que donde hay amor, allí está Dios. Lo hemos cantado mil veces en la liturgia: Ubi charitas et amor, Deus ibi est. Donde hay caridad y amor, Dios está allí.
Donde unos jóvenes o una pareja, un matrimonio se aman, allá está Dios. Donde una familia, una comunidad se quiere, donde hay amor, ahí está Dios, eso es Dios.
Quien cree y vive en el amor, en la misericordia, ese tal no es ateo, sino profundamente creyente. Tal vez “no sea de los nuestros” (¿o sí?)
No nos escandalicemos ni nos rasguemos las vestiduras porque los jóvenes no van a Misa, o por el bajonazo que se ha producido en la Iglesia. El sacerdote y el levita “tenían que ir al Templo”, por eso no amaban, pero el buen samaritano, que no iba a Misa, es quien amó a su prójimo y en él estaba Dios. (Lc 10,25-37).
La tradición de San Juan insiste en que: quien no ama, no ha conocido a Dios, (1Jn 4,8). A Dios no se le conoce científicamente, sino que de Dios sabemos algo cuando amamos.
Al final ser cristiano es creer en el amor.
Que CRISTO ESTÉ CON NOSOTROS HASTA EL FIN DE LOS TIEMPOS
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