Una mujer transgénero es violada en una prisión de Colorado después de que denegaran su traslado
Lindsay Saunders-Velez – Foto: Uso permitido
Lindsay Saunders-Velez había presentado una demanda alegando ser víctima de amenazas, acoso y agresión. Tras denunciar un intento de agresión sexual al ser trasladada a una «plataforma de castigo», sus abogados solicitan que sea devuelta a su celda habitual, petición que es rechazada por una juez. Horas después es víctima de una violación.
En julio del año pasado, Lindsay Saunders-Velez, de 20 años de edad, presenta una demanda alegando ser víctima de amenazas, acoso y agresión desde el momento en que ingresa en una prisión federal masculina de Canon City, en Colorado. Su delito es el de violar un acuerdo de declaración de culpabilidad en un caso de amenazas. Como consecuencia de una infracción disciplinaria por besar a un recluso —acto que ella niega—es castigada a ser confinada durante 30 días en una «plataforma de castigo», pero sus abogados solicitan a una juez que permanezca en su celda habitual ante el riesgo de sufrir alguna agresión sexual. Ha sido víctima de una violación sólo unas horas después de que el 20 de abril una juez denegara su petición.
«Este problema no va a desaparecer (…). Vamos a luchar hasta que estas personas sean tratadas con el respeto que merecen», asegura Paula Greisen, abogado de Saunders-Velez, a quien representa de manera gratuita junto a Meredith Munro. A pesar de que la reo ha denominado que las cárceles del estado son «discriminatorias y peligrosas» para las personas transgénero, la juez Marcia Krieger sostiene que sus abogados no han demostrado que existiera un riesgo de «lesión inminente e irreparable». Según Greisen, este caso ilustra la situación de abuso y amenazas a la que se enfrentan las personas transgénero en las cárceles estadounidenses.
La ley federal exige que los funcionarios penitenciarios evalúen individualmente dónde alojar a cada persona transgénero, pero casi todas las instalaciones correccionales siguen tomando esa decisión en función de los genitales de cada persona y en función de su género de nacimiento, sostiene Demoya Gordon, abogada del Proyecto de Derechos Transgénero de Lambda Legal, asegurando que la mayoría de las mujeres transgénero terminan confinadas en cárceles de hombres donde son hostigadas, víctimas de abusos y violaciones.
Las experiencias por el sistema de crianza temporal de acogida siendo niña y por el sistema de correccionales para jóvenes han llevado a Saunders-Velez a trabajar con la Unión Americana de Libertades Civiles de Colorado con el objetivo de conseguir un acuerdo para ampliar los derechos de las personas transexuales menores de edad que tienen que pasar por un periplo similar al suyo. Como consecuencia de su labor, las agencias juveniles requieren ahora que un equipo evalúe de manera individual a cualquier persona transgénero que sea detenida para decidir con qué género se le debe alojar.
Saunders-Velez ingresa en prisión en mayo de 2017 con una pena de tres años. No tardan en surgir los problemas, según su demanda, puesto que los presos retiran con frecuencia una pantalla de privacidad que le protege mientras usa el cuarto de baño de su celda. Aparte de amenazas de otros prisioneros, en diciembre informa de una agresión sexual por parte de otro recluso durante un traslado a otra prisión de Colorado, lo que le lleva a introducirse varias navajas de afeitar con el objetivo de ser enviada a un hospital y evitar ser reasignada al mismo centro penitenciario que su agresor.
«He vivido fuera como una mujer trans desde los 4 años», explica en una queja que presenta en julio en la que explica que ha sido diagnosticada con disforia de género, comenzando a tratarse con hormonas en 2017 y desarrollando rápidamente una «forma femenina», denunciando que en la cárcel se ha violado su derecho a la protección contra el castigo cruel e injusto. El personal penitenciario niega su solicitud para que se dirijan a ella en femenino y con el nombre de Lindsay. También rechazan sus peticiones de comprar ropa femenina y productos para retirar su vello facial. Según los informes médicos, al día siguiente de ser rechazado su traslado, Saunders-Velez recibe asistencia sanitaria presentando lesiones rectales, entre otras heridas, aparte del riesgo de que su agresor sea VIH positivo al ser consumidor habitual de drogas por vía intravenosa.
Según los últimos datos disponibles de la Oficina de Estadística de Justicia de los Estados Unidos, alrededor de 3200 reclusos de las prisiones estatales y federales se identifican como transgénero en 2012, de los que un 40 % asegura haber sido víctima de agresión sexual por parte de otro preso o de un funcionario, mientras que sólo el 4 % de los presos masculinos denuncia haber sufrido alguna agresión sexual.
Fuente Universogay
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