“Recreando”, por Gerardo Villar.
Me doy cuenta de que la teología cristiana tradicional es un edificio bien trabado y unido unas verdades con otras. Pero ¿qué ocurre si sacamos una piedra de esa pared? Por ejemplo, si descubrimos que el pecado original es un género literario, porque vemos que no existió pareja de Adán y Eva, porque no existió ese pecado , que no fueron la primera pareja, que Dios no nos castigó sino que nos bendijo inicialmente, que no nacemos con ese pecado original?
Se resquebraja el armazón de la fe. ¿Qué sentido tiene el bautismo para quitar el pecado original, la muerte de Jesús como redención, el sacrificio como expiación…? Y podemos seguir.
Siento la necesidad de reconstruir mi fe cristiana desde otros sillares. Entonces el bautismo es celebrar el nacimiento, vivir la alegría de ser hijo de Dios, entrar conscientemente en la experiencia de ser miembro de la Iglesia, seguidor de Jesús. Jesús me enseña quién soy y cómo es el Padre. Y desde su vida me salva porque me presenta otro estilo de vida en la solidaridad, la paz.
Me resulta preciosa esta nueva visión de fe, pero me lleva a cambiar mi celebración cristiana. Y a evitar cantidad de cantos religiosos que intentan que yo le repare a Dios “ofendido”. Un Padre bondadoso que no se puede ofender por lo que haga el hijo. Ya no hablaré en la plegaria de “sacrificio expiatorio” sino de “entrega por Amor”. Jesús me salva porque me enseña quién soy y cómo vivir esa realidad de Hijo de Dios.
Entiendo que la primitiva comunidad cristiana explicó la vida y la muerte de Jesús con categorías expiatorias desde la teología del cordero pascual y del cordero que se lanzaba al desierto para expiar todos los pecados. Hoy, desde Jesús Amor, me cuesta entender esa teología. Y no es porque me exija menos sino al revés. Cuando descubro a Jesús en el proceso de la creación como plenitud, me siento integrado en esa corriente salvadora.
Ya no ofrezco sacrificios “para aplacar al Dios ofendido” sino que disfruto de su Amor y me lleva a amar a todas las personas hasta la cruz. Mi fe no es de temor y miedo, sino de alegría y salvación; me empuja a vivir el Mensaje de Jesús.
El Padre-Madre Dios nos espera siempre, nos acoge siempre. No sabe rechazar ni condenar. No necesita reparación. El amor todo lo disculpa, todo lo perdona.
En positivo
Dice Javier Melloni: «creer que nacemos endeudados y que nos tiene que salvar porque nuestra naturaleza está caída, implica una concepción terriblemente pesimista del ser humano, concepción que marca una relación “tóxica” con Dios». En vez de una caída original hemos de hablar de una bendición original. Somos “seres en proceso”. Para desarrollar esa bendición original nos creó “a imagen de Dios” y estamos llamados a ser Hijos de Dios en plenitud.
Me parece una visión muy interesante y sobre todo muy eficiente. Tiene sentido mi vida. Educarme: sacar lo bueno que hay en mí Igual por ello, usamos el agua como signo de Vida, encendemos la vela en el bautismo. Desarrollar esa luz que me ilumina y es potente como para iluminar a los demás
Veo un camino apasionante: crecer y desarrollar toda la Vida -el Amor- que hay en mí; dejar que Cristo crezca en mí. Y eso me va a llevar a superar lo negativo, lo que hay en mí de obscuridad y pecado. La mejor forma de derretir la nieve es acercarle el calor. Cuanto más calor, más se derrite.
“Jesús nos salva porque nos revela lo que somos y así nos salva”: nos empuja en el Camino.
He estado varios años intentando, al predicar, sacar a luz lo positivo que hay en mí, en los demás, en la creación, en la naturaleza. Vale más encender una cerilla que maldecir la obscuridad
Cuando celebro en la prisión, todos los días, de una u otra forma, les remarco que somos buenas personas; que nuestra misión es descubrir esa bondad inicial y hacerla crecer. Llevamos un tesoro dentro, o mejor, somos un tesoro. Descubrirlo, limpiarlo de toda sombra y valorarlo… hasta que encontremos ahí el sentido de nuestra vida.
Esto me lleva ver lo bueno que hay en todas las personas y a trabajar para que los demás puedan desarrollar su Vida, colaborando en quitar la miseria, lo negativo que hemos puesto en su vida.
Conecto con lo más grande que hay en mí: Dios me empapa, me habita, se expande en mí y desde mi centro. Cuando descubro este tesoro, esta semilla de mostaza, dejo que crezca en mí y dé fruto abundante.
Del gusano, sale la mariposa, dejando atrás su vestido. Se trata de ir dejando la sombra que hay en mí, gracias a la Luz que ilumina.
Gerardo Villar
Fuente Fe Adulta
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