Un informe de la Russian LGBT Network arroja luz sobre las causas de la represión homófoba en Chechenia
La brutal persecución contra la comunidad LGTB en Chechenia es una de más atroces muestras de homofobia de Estado que vivimos en la actualidad. Medios de comunicación de todo el mundo se han hecho eco a lo largo del último año de las noticias procedentes de esta república rusa, hablando de desapariciones, torturas e incluso asesinatos de personas homosexuales en campos de concentración.
Resulta fácil y tentador achacar dicha ola represiva a una cuestión meramente cultural: considerar simplemente que la sociedad chechena es profundamente homófoba y que la violencia contra personas LGTB es algo habitual en gran parte del mundo. Sin embargo, dicha simplificación, además de ser poco precisa, también perpetua la imagen que el régimen checheno quiere precisamente vender: las identidades no heterosexuales son algo que siempre ha sido ajeno a la población chechena. Un informe publicado por la Russian LGBT Network, no obstante, ha conseguido arrojar luz sobre las causas de la brutal persecución que sufren actualmente las personas homosexuales y bisexuales en este territorio ruso.
Al preguntarnos cuáles son las raíces del brote de violencia homófoba que ha surgido recientemente en esa república caucásica, hace falta que viajemos unos años atrás en el tiempo: concretamente al año 2000. Fue entonces cuando el movimiento independentista checheno perdió la guerra contra Rusia. Chechenia pasó a estar controlada directamente por Moscú, pero la actividad terrorista por parte de grupos separatistas no cesaba. Fue en este contexto cuando el gobierno ruso decidió otorgar el mando de la República chechena a Ramzán Kadýrov, asegurándole total impunidad con tal de que suprimiera los sentimientos separatistas en la región.
En medio del conflicto entre las autoridades rusas y los independentistas chechenos, se popularizó lo que se conoce como “responsabilidad compartida”. Según esta teoría, si en una familia había una persona sospechosa de ser separatista, el resto de familiares se convertían también en responsables, y por lo tanto eran también objeto de represión por parte de las autoridades rusas. Según afirma el informe de la Russian LGBT Network, la combinación de esta teoría con las tradiciones Vainakh -originarias de la región- dieron lugar a una represión sin precedentes, en la que familias enteras fueron desplazadas y expulsadas de la región por el mero hecho de que uno de sus miembros era acusado de ser separatista. El régimen argumentaba que tal separatismo se había originado en la propia familia, y que la responsabilidad para con la propia familia era un elemento clave para proteger a la sociedad chechena. Así, la responsabilidad y el honor de la familia pasaron a ser una cuestión de gran importancia entre la población.
Paralelamente, las leyes rusas fueron substituidas en la región por un régimen ultraconservador -dirigido por Kadýrov- que fue eficazmente utilizado para amenazar y aterrorizar a la población. Chechenia, que formalmente seguía formando parte de Rusia, se convirtió en un Estado de excepción, con la excusa de la lucha antiterrorista.
No obstante, en 2011 se produjo una abrupta disminución de la actividad separatista en Chechenia. La lucha contra el terrorismo ya no era una razón válida para justificar el régimen absolutista de Kadýrov: era preciso encontrar un nuevo enemigo, un nuevo ‘otro’. Las convicciones tradicionalistas y ultraconservadoras del régimen sentaron la base para dirigir la represión contra otros grupos sociales. En un principio, las autoridades chechenas empezaron una campaña que prometía luchar por un “estilo de vida saludable” para el pueblo checheno. Durante esta campaña, diversas comisarías de policía se llenaron de personas sospechosas de ser consumidoras de alcohol o drogas. Las autoridades chechenas declararon que la existencia de dichas personas era una amenaza al bienestar de la nación, y los equiparó a los terroristas.
Sin embargo, si queremos comprender el origen de la actual persecución al colectivo LGTB, es importante matizar una diferencia. Mientras la violencia utilizada contra los terroristas pretendía directamente eliminar a los opositores políticos, el objetivo de esta segunda ola represiva era “transformar y normalizar” a aquellos considerados peligrosos para la sociedad. El objetivo de las detenciones y las torturas era devolver a las personas que “habían perdido el camino” a un estilo de vida que fuera aceptable por el Estado. Así, las campañas represivas dirigidas contra grupos sociales considerados “inadecuados” socialmente se convirtieron en algo habitual en la república. Teniendo en cuenta estas circunstancias, junto con las radicales posiciones ultraconservadoras del gobierno de la región, no es de extrañar que el colectivo LGTB de Chechenia se haya convertido en el nuevo objetivo de las políticas represivas del régimen.
Igual que en el caso de la represión contra el movimiento separatista, la idea de la “responsabilidad compartida” de las familias también se considera aplicable a la persecución al colectivo LGTB. La diferencia es que, en vez de reprimir también a los familiares de personas homosexuales, se les invita a humillarles públicamente cuando son puestos en libertad. Y lo peor es que, basándose en esa misma idea de la responsabilidad compartida, las autoridades chechenas animan a las familias de personas homosexuales a que sean ellas quien “se encarguen” del asunto. De esta forma, si quieren probar su lealtad al gobierno, deben participar también en la persecución a través de los llamados “crímenes de honor”.
La supervivencia del régimen de Kadýrov depende de la existencia un enemigo público al que hay que combatir. Finalizado el problema terrorista, el gobierno ha encontrado en el colectivo LGTB un chivo expiatorio que encaja perfectamente con sus ideales retrógrados.
Fuente Dosmanzanas
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