Del blog de Xabier Pikaza:
Dom 3 Cuaresma, ciclo b. Del evangelio de este domingo (Jn 2, 13-25) trataré el próximo día , insistiendo en la tarea de limpiar el templo, de forma que no sea mercado al servicio de sus funcionarios (sacerdotes…).
Hoy comento la primera lectura (Ex 20, 1-17), con el Decálogo que recoge los mandamientos de Dios, que son propios del Sinaí, que es también el Dios de la Alianza (así aparecen en Dt 5).
Estos mandamientos son un texto clave de la tradición israelita y universal, con sus mandamientos más “religiosos” (1-4) que sitúan al hombre ante Dios y sus mandamientos más sociales (5-10), formulados de un modo universal, regulando las relaciones de los hombres con otros hombres.
En esta postal expongo y comento los mandamientos de la Biblia (según la lectura de Ex 20), no los que ha matizado después la tradición cristiana, cambiando incluso su numeración, insistiendo en dos temas principales:
1. Los mandamientos son una de las primeras y más hondas formulaciones de los derechos (y deberes) humanos,que en esa línea mantienen toda su actualidad.
2. Quiero insistir en el mandamiento 8ª, que dice no robarás, y que se refiere ante todo al robo de personas, un mandamiento que debe recordarse en este tiempo en el que sigue existiendo el robo y trata de personas.
El tema está tomado básicamente del Gran Diccionario de la Biblia. Buen domingo a todos.
Texto. Decálogo (Ex 20, 1-17)
Introducción
En aquellos días, el Señor pronunció las siguientes palabras: “Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud.
Primera tabla
1. No tendrás otros dioses frente a mí.
2. No te harás ídolos, figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua debajo de la tierra. No te postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un dios celoso: castigo el pecado de los padres en los hijos, nietos y biznietos, cuando me aborrecen. Pero actúo con piedad por mil generaciones cuando me aman y guardan mis preceptos.
3. No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque no dejará el Señor impune a quien pronuncie su nombre en falso. Fíjate en el sábado para santificarlo.
4. Durante seis días trabaja y haz tus tareas, pero el día séptimo es un día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios: no harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el forastero que viva en tus ciudades. Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra, y el mar y lo que hay en ellos. Y el séptimo día descansó: por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó.]
Segunda tabla
5. Honra a tu padre y a tu madre: así prolongarás tus días en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar.
6. No matarás.
7. No cometerás adulterio.
8. No robarás.
9. No darás testimonio falso contra tu prójimo.
10. No codiciarás los bienes de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de él.”
Introducción, Dios habla. Ex 20, 1-2
En aquellos días el Señor(=Elohim) pronunció todas estas palabras diciendo: Yo soy Yahvé, tu Dios, que te saque de Egipto, de la esclavitud.
Los mandamientos aparecen en este contexto (Ex 19-20) como revelación de Dios (Ex 19-24), su palabra más profunda, para iluminar al hombre, a fin de que comprenda el misterio de su ser, el don y tarea de su vida.
El Dios de la teofanía anterior (Ex 19),envuelto en humo y cabalgando en fuego sobre el terremoto (que aparecía en Ex 19), pierde aquí sus rasgos cósmicos de miedo y prepotencia, para presentarse como legislador moral que hace posible (fundamenta) la existencia madura de los hombres.
Esperando al Dios terrible nos ha llevado Moisés hasta la falda de la montaña ardiente (no a una simple zarza como en Ex 3,2), para ponernos cara a cara ante el fuego de Dios y hemos podido sentir por un momento el pavor/admiración sagrada. Pero luego, ese pavor se vuelve palabra de enseñanza. No goza Dios en hacer demostraciones de su fuerza ante nosotros sino en darnos como fuente de vida su palabra.
Entendidos en ese contexto, los diez mandamientos son la revelación de nuestro ser más hondo; emerge en ella algo más grande que nosotros, alguien que al amarnos (liberarnos del lugar de esclavitud, de Egipto) nos permite ser humanos.
Que el ser humano pueda vencerse a sí mismo, superando su egoísmo ; que logre valorar el bien de todos y buscarlo de un modo generoso… esa es la prueba de que Dios se ha revelado en nuestra historia. Evidentemente, no han sido los israelitas los primeros en saberlo y en decirlo; pero ellos lo han sabido y dicho de una forma intensa, concentrada, quizá definitiva.
Los diez mandamientos constituyen el centro de la Ley israelita y así empiezan introducción muy significativa: «Yo soy Yahvé, tu Dios, que te saque de Egipto, de la esclavitud» (Ex 20, 2; Dt 5, 6). No empiezan siendo reglas de conducta universal, que se fundan en sí mismas, ni mandados de un Elohim o Dios que se revela en todas las naciones, sino expresión de la identidad israelita, palabra del mismo Yahvé liberador.
Ellos expresan el tipo de vida que se deriva precisamente de esa liberación. No son imposiciones para esclavos, ni dictados de un rey sobre sus súbditos, sino expresión de una vida en libertad. Pueden dividirse en dos «tablas», una de tipo más expresamente israelita, otra más universal.
Primera tabla. Mandamientos sagrados, israelitas:
Estos son los mandamientos propios de los israelitas, como pueblo escogido, que ha descubierto la soberanía y unidad de Dios, que no permite a su lado otros dioses. Este monotelismo exclusivista (¡sólo Yahvé!) define la identidad israelita, hasta el día de hoy.Según la tradición bíblica son cuatro mandamientos (no los tres que ha recogido la tradición cristiana, reuniendo los dos primeros).
1. No tendrás otros dioses frente a mí. Dios no forma parte de un “mundo” más amplio de figuras sagradas. Es único, no por egoísmo, sino porque lo da todo, se da todo. Eso significa que en el fondo de toda realidad hay un sentido único, un principio de vida universal, un poder liberador… Lo único que sabemos de él es que nos ha sacado de Egipto, que es un Dios liberador, que nos ha creado y nos hacer.
2. No te harás ídolos, figura alguna…. Aquí no se dice que no hagas figuras de otros dioses (de Zeus o Marduk…), sino que no hagas figura de Yahvé, que no intentes representarlo, con imágenes de astros, de animales… de personas. No intentes manipular a Dios, utilizarle… Sabes que la imagen de Dios es el hombres (¡Dios hizo al hombre a su imagen, varón y mujer los creó…, Gen 1, 27-28). Por eso, si quieres “ver” a Dios mira a los hombres, respétales como divinos, ámales como humanos y necesitados. Del Dios en sí no hagas imagen alguna.
3. No pronunciarás el nombre de Yahvé, tu Dios, en vano. Este mandamiento completa el sentido del anterior. Antes se había dicho “no hagas imagen de Dios”, ahora se añade “no hables de él”, no intentes explicar su misterio, muéstrate ante él con reverencia. Los judíos rabínicos, tomando al pie de la letra esta mandato, no dicen “Yahvé”, no pronuncian su nombres, sino que se callan o ponen en su lugar otra palabra: El Señor, el Nombre, el Poder, el Santo etc. Los cristianos nos atrevemos a interpretar ese mandato diciendo que el nombre de Dios es “Padre”, y que él se ha revelado por Jesús, según el evangelio…
4. Fíjate en el sábado para santificarlo…. No hay en el decálogo ningún mandato “religioso particular” (como los cinco mandamientos de la Iglesia cristiana: ir a misa, confesarse…). El único mandamiento es el “Sábado”, con su sentido más profundo de respetar el ritmo de Dios en nuestra vida: Un día a la semana recordar y agradecer su creación; un día a la semana descubrir que el mundo es sagrado, que no podemos manipularlo… Dejar de “trabajar” (de imponernos, de dominar…), volver al equilibrio de la vida como don de Dios (en un sentido de ecología radical) Leer más…
Biblia, Espiritualidad
3º Domingo de Cuaresma, Ciclo B, Cuaresma, Dios, Evangelio, Jesús, Templo
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