Transfigurar es ver más allá de la Realidad
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
01. UN RECUERDO CERCANO.
Pablo VI estaba ya agonizando. Era el sábado 5 de agosto de 1978 por la noche en la paz de Castelgandolfo. Dom Macchi, secretario de Pablo VI, le leyó algunos párrafos, quizás páginas, de un pequeño catecismo que Jean Guitton, amigo personal de Pablo VI, había escrito para niños. Terminada la lectura, el papa Montini dijo unas palabras premonitorias: adesso viene la notte, la notte trasfigurata: ahora llega la noche, la noche transfigurada.
El 6 de agosto de 1978, fiesta de la Transfiguración, fallecía Pablo VI.
La noche, la muerte se transfiguraba en amanecer.
Las últimas palabras del testamento de Pablo VI, fueron: Cierro los ojos a esta tierra dolorosa, dramática y magnífica tierra.
02. LA TRANSFIGURACIÓN.
El relato de la Transfiguración recuerda la permanencia de Moisés ante la gloria del Señor en el Sinaí, cubierto por la nube, y el resplandor de su rostro por haber tratado con Dios.
El texto de la Transfiguración es un mosaico de temas teológicos: la montaña (lugar cercano a los cielos, a Dios), la nube es el signo de la presencia de Dios, la luz: el rostro resplandeciente, los vestidos refulgentes, la voz: Este es mi Hijo, escuchadle.
03. LA TRANSFIGURACIÓN ES LA EXPERIENCIA (CONTEMPLACIÓN) CRISTIANA.
No pensemos que la Transfiguración fue una especie de desfile de moda con vestidos elegantes y resplandecientes.
Aquellos tres discípulos: Pedro, Santiago y Juan, los primeros cristianos discípulos de Jesús, conocían y convivían con Jesús, pero les costó llegar a ver a Cristo en Jesús.
En algún momento, en algún camino, recoveco o “montaña” de la vida vieron, contemplaron a Cristo en Jesús. La Transfiguración es como un adelanto de la resurrección de Jesús. La experiencia contemplativa del Señor resucitado es lo que les llevó a de los primeros cristianos (Pedro, Santiago, Juan, etc…) a componer este relato de la Transfiguración.
Jesús se les transfiguró en el Cristo resucitado. La transfiguración no es algo externo, un cambio de disfraces como en carnaval, sino que la Transfiguración es abrir la realidad cotidiana y caer en la cuenta de que la vida y la historia están llenas de sentido, de vida. La realidad es un lenguaje que nos habla de algo más que la pura materialidad.
o Hay personas que todo lo que tocan o el ambiente en que viven lo transforman (transfiguran) en nervios y lo problematizan todo; sea en la vida familiar, comunitaria, laboral, eclesial, etc. Otros, más bien, trasfiguran la vida y los problemas en un clima de paz; hay quien transforma la vida, la enfermedad, los problemas en paz y serenidad.
o Hay quien transfigura la guerra en paz, el pecado en gracia, el odio en respeto y amor, la enfermedad en fuente de reflexión y aceptación de la propia finitud, la desesperación en esperanza.
o Es también el caso del arte, de la estética: en el fondo es una transfiguración del hierro, de la madera, de la piedra, del lenguaje, de los sonidos y nos transportan un “paso más allá”.
o Cuando escuchamos una misa de réquiem, quizás evocando la muerte de los seres queridos, nos transporta, nos transfigura, nos lleva a otras realidades de esperanza, casa del Padre, del cielo, etc.
o Un atardecer, un encuentro, una oración pueden transfigurar nuestro ser, nuestra existencia hacia la verdad, la bondad o la belleza.
o Nos llegará la noche, la noche de la transfiguración, que decía Pablo VI en sus últimos momentos
Vivir es transfigurar la existencia, transcenderla.
¿Soy persona que transfigura un nacimiento en la familia, un sufrimiento, que transforma el trabajo, la convivencia? ¿Estaré abierto a la transfiguración de la gran noche de la vida?
Lo contrario de transfigurar, de transcender es la intranscendencia.
Vivir es transfigurar la existencia.
03. ¿ATEOS O INTRANSCENDENTES?
El hombre de hoy tiene, tenemos una dificultad especial para vislumbrar otras dimensiones en el corazón de la realidad terrestre. Solamente vemos la pura materialidad de las cosas. El hombre moderno parece incapaz de descubrir algo más en la realidad que la pura materialidad.
El ateo moderno-postmoderno no es el que no cree en Dios, sino aquel que está privado de capacidad para sobrepasar y TRANSFIGURAR la existencia, la realidad y ver otras dimensiones.
Las capacidades y dimensiones del ser humano hemos de vivirlas pero transfiguradas.
La comida del ser humano no es mero engullir alimentos, sino encuentro, celebración, fiesta. La sexualidad humana no es mera genitalidad, sino que es entrega y amor. Los humanos no vivimos en manada, sino en convivencia.
Un regalo no se limita a un mero objeto, sino que en ese disco o libro que nos regalamos hay una transcendencia, una transfiguración que se llama afecto, empatía, celebrar la vida del cumpleaños, etc.
Persona humana y cristiana es quien transfigura la realidad hacia la luz, hacia el bien, hacia la verdad más profunda. De ahí que no coincida persona religiosa con el ser humano capaz de contemplar.
Antonio Machado, Pío Baroja, M Unamuno, Juan R Jiménez, Gabriel Celaya, Jorge Oteiza, Joan Manuel Serrat, Paco Ibáñez y tantos otros, no han sido personas (poetas, cantantes, etc.) o no son personas especialmente religiosas, pero sí personas capaces de transformar, de transfigurar, de sugerir una Palabra de verdad, de bondad, de estética, de ideales, valores, caminos…
05. ESTE ES MI HIJO AMADO: ESCUCHADLE
La experiencia, el encuentro con Cristo transforma, transfigura nuestra vida y la llena de paz, de luz, de sentido. Se está bien aquí…
Es cierto que luego vendrá otro monte: el Calvario, el sufrimiento de la vida, pero al final está la Resurrección.
Tal transfiguración es íntima, personal, probablemente no de masas. Acontece en el silencio y la contemplación interior.
En mi opinión habríamos de cambiar una pastoral de sociología religiosa, masiva y de grandes números y concentraciones, por una evangelización personal del encuentro silente y contemplativo con Cristo. (Las masas son siempre inconsistentes y “peligrosas”). Quizás hayamos de vivir a lo “Nicodemo”, uno a uno, en el diálogo personal, más que en las grandes masas.
Por otra parte, Cristo es el Hijo amado a quien hay que escuchar.
Cuando las cosas no van bien en el ámbito eclesiástico o en el ámbito personal propio, la Palabra es Cristo: escuchadle.
ESTE ES MI HIJO AMADO, ESCUCHADLE.
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