Leprosos son todos los marginados por la sociedad
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
01. LEPRA.
La lepra en el AT, en la mentalidad bíblica, no solamente era una enfermedad, sino que era la expresión, lo que se ve como consecuencia de un pecado interior. El leproso no era un enfermo, sino un pecador y su pecado se mostraba en la lepra exterior.
De ahí, que el leproso debía salir de la convivencia familiar, de la sociedad y tenía que vivir aislado, en las afueras de la ciudad, marginado.
Es el caso de Job:
Satán salió de la presencia de Yahveh, e hirió a Job con una llaga maligna desde la planta de los pies hasta la coronilla de la cabeza. Job tomó una tejoleta para rascarse, y fue a sentarse entre la basura. (Job 2,7-8)
Los leprosos son “basura”: ¡impuro, impuro!, por eso los marginamos. En los evangelios (en la mentalidad bíblica) los que quedan marginados: vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento, lejos de la convivencia. (Lv 13).
Cuánta marginación y ninguneo produce la sociedad. Los sistemas políticos, económicos, la curia eclesiástica expulsa, causa mucha marginación.
Todos los sistemas de poder producen marginados:
o Con gusto expulsaríamos de nuestra convivencia a los inmigrantes: los marginamos por la nacionalidad o por el color de la piel.
o Hace ya muchos años que hubo una gran oposición y enfrentamiento a que Villa Betania (barrio de Loiola de San Sebastián) por iniciativa de la diócesis / Hijas de la Caridad, acogiera a los enfermos de SIDA.
o Marginaciones raciales: las pateras son simplemente “pequeños cruceros” clandestinos.
o Marginaciones eclesiásticas: hay teólogos y curas que han sido y son marginados, personas y comunidades cristianas postergados por sus superiores, por sus obispos.
o Marginación de la mujer en la iglesia.
o Marginaciones en nuestras propias familias (¿no marginamos a algún familiar?, marginaciones y desprecios en comunidades religiosas y cívicas. Personas que quedan relegadas, postergadas por su debilidad, por su origen, por su falta de cultura, etc.
o También tenemos nuestras propias “lepras”, diablos y suciedades personales.
Cuando las cosas te van bien en la vida, te conocen y tienes muchos amigos. Cuando las cosas te van mal o caes en desgracia, eres tú el que conoces quiénes son amigos, si te queda alguno.
02. JESÚS SIENTE LÁSTIMA.
Ante aquel leproso y ante todos los enfermos y marginados, Jesús siente compasión, siente lástima ante la debilidad humana: debilidad física, moral, psíquica.
Jesús siempre siente bondad, es misericordioso para con el ser humano. Es el núcleo de la actividad de Jesús y del cristianismo.
DOS CONSIDERACIONES:
A. La experiencia cristiana es sentir la bondad de Dios, expresada en JesuCristo. Ser cristiano es sentirse querido por el Señor. Cristiano no consiste en cumplir con las leyes de la Iglesia, sino gozar de la amabilidad de Dios.
Hemos vivido largos años de un cristianismo tremendista, condenador. Gracias a Dios que el papa Francisco tiene otro tono y su visión del cristianismo es amable especialmente para con los más débiles de la sociedad.
Pero incluso hoy en día en no pocas diócesis vivimos una religión fanática, judiciaria, nada amable y por tanto, poco o nada cristiana.
Ser cristiano es gozar del amor del Señor.
B. Como consecuencia de esa experiencia de la bondad de Dios, ser cristiano será ser sensible y bondadoso con los que sufren, sea cual sea su forma de pensar o vivir. Según Jesús lo que nos hace cristianos no es el templo, sino la misericordia.
Por desgracia el cristianismo ha quedado enclaustrado en lo sacral y en los ritos. Por ejemplo: “legalmente” nadie le podrá decir nada a un cura porque no visita a los enfermos, o porque no da limosna, o porque no está con el pueblo. Pero como no celebre la Misa (mundo sacral) el domingo a las 12, alguien le llamará la atención.
Cristiano fue el buen samaritano, no el sacerdote y el levita que pasaron de largo pues tenían que ir al templo “a misa de 12”.
De Jesús podemos esperar solamente compasión y bondad. El gran defecto de Jesús es ser bueno, libre y liberador. La misericordia es la gran virtud y actitud que nos hace bien a todos.
Cuando somos marginados, despreciados, expulsados del Templo, de la convivencia, cuando somos considerados “personae non gratae” o malditos, no hay nada que rehabilite y dinamice tanto al ser humano como la experiencia de que alguien nos estima, nos ama y hace algo por nosotros. El amor de Dios actúa suave y profundamente en la persona. JesuCristo y la actitud cristiana nos rehabilita, nos levanta (como a la suegra de Pedro, que leíamos el domingo pasado), nos devuelve a la vida, a la convivencia.
Quienes trabajan en tareas asistenciales: pastoral carcelaria, mundo de la droga, comedores sociales, enfermos, ancianos, etc., saben perfectamente que un gesto de bondad, un acercamiento hace mucho bien.
“Lo de Jesús” está en Aterpe y en los comedores de los pobres, en Villa Betania: en la acogida a los del SIDA, en las residencias de ancianos, en los pisos de acogida a los niños o de acogida a los que salen de la cárcel, en la ayuda a los inmigrantes y a los que duermen entre los “cartones” de algún cajero automático, en los que trabajan contra el paro, en los que acompañan y consuelan a los enfermos y ancianos, en ayudar a quien está pasándolo mal, en dar limosna en la medida en que nos sea posible, en saber escuchar, etc.
Hacer el bien, hace bien a todos. Humanizar, humaniza a todos.
SEÑOR, SI QUIERES PUEDES LIMPIARME.
JESÚS SIENTE LÁSTIMA TAMBIÉN DE NOSOTROS
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