Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
01. LOS DEMONIOS Y DIABLOS, MALOS ESPÍRITUS.
En las culturas primitivas, en la historia de la filosofía y de la teología, en la misma historia de la Iglesia se han empleado muchas expresiones para explicar el mal. En la Biblia se habla de la serpiente, de los espíritus inmundos, azufres, fuegos, convulsiones, sepulcros, etc.
Los demonios y los malos espíritus no existen como seres personales, como seres malos que no son de este mundo y buscan hacer daño a algunas personas desgraciadas de las que misteriosamente se apoderan y en las que se instalan, hasta que son expulsados por un ritual de exorcismo. Todo eso no está demostrado en ninguna parte. (José M Castillo).
En la antigüedad las gentes -como es natural- no sabían cómo explicar las situaciones de las enfermedades -especialmente- psiquiátricas: convulsiones, epilepsias, tristezas-depresiones profundas, autismos, etc.
Por ello echaban mano de los demonios, que era una manera de hablar de las fuerzas del mal
El mal, el pecado serio existe. Por desgracia es evidente que el mal existe:
S. Freud decía que los espíritus malignos son deseos reprimidos que se originan en la vida interior, en lo profundo de la persona.
A la hora de hablar y explicar los malos espíritus, endemoniados hoy en día hemos de mirar y escuchar más a la psicología y a la psiquiatría que a la moral.
Y cuando hablemos del mal y del pecado, habremos de fijarnos más en el uso que podamos hacer de nuestra débil y finita libertad, que en un señor, o en muchos señores a los que Dios les haya dado licencia para tentar a los seres humanos. ¿Dios pacta con el diablo?
Diablo es una palabra griega, precisamente la contraria de símbolo:
o Los SÍMBOLOS son los que unen, encauzan sentidos. Una bandera, unos colores, un anagrama, la cruz, darnos la mano, son gestos que concentran un significado.
o Lo DIABÓLICO. Hay realidades humanas que, por su enorme fuerza y porque somos libres, nos pueden descentrar, despistar al ser humano: el poder en cualquier orden de la vida, el dinero, el placer, son pasiones y pulsiones buenas, pero que, si no las trabajamos y disfrutamos bien, nos pueden hacer daño y podemos hacer daño.
Diabólico es lo que se opone al designio salvífico de Dios.
02. PODER Y AUTORIDAD.
Jesús NO ENSEÑABA COMO LOS ESCRIBAS, SINO CON AUTORIDAD. Jesús habla y actúa con autoridad.
NO ES LO MISMO PODER QUE AUTORIDAD.
El PODER es exterior, viene de afuera. Una persona tiene poder porque se lo han dado las urnas (los votos), porque ha sido instituido desde “afuera” en una presidencia, en una sede episcopal, en un escaño parlamentario, etc. Se puede tener, pues, poder: títulos cargos, sedes, etc., PERO EL PODER NO CONFIERE AUTORIDAD.
La AUTORIDAD, por el contrario, es interna a la persona, y no consiste en tener títulos, nombramientos, sino que AUTORIDAD ES LA CUALIDAD DE AQUELLAS PERSONAS QUE TIENEN EL CARISMA DE SOBRELLEVAR LAS CARGAS Y ALIVIAR EL SUFRIMIENTO DE LOS DEMÁS. Unos padres de familia, un buen cura, un buen médico, un buen obispo tienen autoridad porque desde su interior son “buena gente” y sale bondad, alivio, competencia.
Una persona puede tener poder, poder legítimo, pero puede que no tenga la más mínima autoridad. No pocos políticos, maestros, obispos, curas pueden tener poder, pero ninguna autoridad. Y qué peligro tiene una persona que actúa con poder, pero sin autoridad.
Por el contrario hay personas que no tienen poder en la sociedad o en la Iglesia, pero tienen autoridad. JESÚS MISMO NO TENÍA NINGÚN PODER EN EL TEMPLO, EN LA LEY, ANTE LOS ESCRIBAS, FARISEOS, SADUCEOS, ETC., PERO JESÚS TENÍA AUTORIDAD: hablaba y actuaba con autoridad.
El poder no vuelve buenas a las personas, ni al que ostenta el poder ni sobre quien recae el poder.
La autoridad hace bien.
El poder impone, la autoridad acompaña.
El poder dispone, la autoridad libera.
El poder crucifica, la autoridad está crucificada o al pie de la cruz.
No por casualidad, San Marcos sitúa al endemoniado, el mal, en Cafarnaúm (centro de la actividad de Jesús), en la sinagoga (religión – iglesia) y en sábado (día de culto y oración) y entre los escribas, que tenían poder sobre la asamblea y sobre la interpretación de la Palabra. Pero quienes tenían poder no curaron a aquel hombre de su espíritu inmundo, de su mal.
Jesús con su autoridad curó, liberó a aquel hombre de su mal: cállate y sal de Él.
04. CUANDO EL PODER DEGENERA EN FANATISMO.
El poder tiene un gran atractivo. Es la pasión más fuerte del ser humano. El ser humano puede perder la cabeza por un puñado de poder político, económico, eclesiástico o en la misma familia; lo estamos viendo todos los días en todos los contextos.
En el ansia de poder, o de las actitudes de poder, se esconde una ansiedad de dominio, de prepotencia, al mismo tiempo que un miedo -una angustia- profunda a perder prestigio, pánico a quedarse sin escaño, sin cátedra, sin sede.
En estos casos el poder deriva hacia el fundamentalismo fanático. La persona fanática es alguien cuyo esquema cognitivo es rígido, está bloqueado por el miedo y pánico basal a la verdad en sus diversas formas. Por ello el fanatismo se identifica con el pensamiento dogmático más intransigente. Es la actitud de algunas religiones, de alguna jerarquía católica.
No es lo mismo un esquema de pensamiento firme que un sistema cognitivo fanático. Uno puede tener y mantener noblemente unas convicciones en muchos aspectos de la vida, pero no tiene esclerotizada la mente.
En algunas ideologías políticas y en algunas posiciones eclesiásticas se da una actitud de poder despótico, agresivo (violento), porque el poder fanático no es capaz de pensar, de dialogar, solamente agrede. El poder crucifica.
04. NUESTRA PROPIA LIBERACIÓN
Seguramente que también nosotros tenemos algún “mal espíritu” perdido por los entresijos de nuestra psicología y de nuestra vida, por lo que necesitamos ser liberados.
Pelear a brazo partido con el poder es perder el tiempo, la salud y el humor.
Será la autoridad bondadosa de Cristo y de muchas personas la que nos libere. Una persona bondadosa tiene autoridad en la familia, entre los amigos, en la vida laboral, etc.
Acojamos con paz y gozo cuando oigamos en el fondo de nuestro ser la voz de quien tiene no poder, sino autoridad:
CÁLLATE Y SAL DE ÉL
POST DATA: Una pregunta: ¿Voy por la vida de creído y altivo prepotente poderoso o, más bien -y mejor- con una humilde autoridad de servicio bondadoso y callado?
Biblia, Espiritualidad
Autoridad, Ciclo B, Dios, Enseñar, Evangelio, Jesús, Tiempo Ordinario
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