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El poder secreto de María. La Navidad Musulmana

Domingo, 7 de enero de 2018

26196468_911320762378450_4020299795589639385_nDel blog de Xabier Pikaza:

Presenté hace dos días la navidad judía“, de la mano de H. Arendt, hoy me ocupo de la navidad musulmana, con la ayuda de Y. Monturial, que viene trabajando desde hace tiempo sobre el tema de María, la Madre de Jesús, en el Corán, recuperando así su figura y mensaje para la piedad universal (y más en concreto para la cristiana y musulmana).

En ese sentido, este libro sirve para para conocer y celebrar en sentido muy profundo la Navidad Musulmana, centrada en María, la mujer creyente, que acoge la “palabra de Dios” y cree en ella, de un modo “virginal”, para así dar a luz, con la ayuda de Dios, a Jesús, profeta y mesías judío.

Cuando Y. Monturiol me pidió el prólogo, como experto en mariología cristiana, el libro se titulaba como en el título de esta postal: El poder secreto de María, y así escribí mi texto (que ofreceré a continuación a mis lectores). Después, como sucede en estos casos, y dado que algunas editoriales cristianas y musulmanas ponían dificultad para editar el libro, pareció conveniente cambiar él título, que es más apropiado para una editorial como Mandala.

Por eso, el libro se ha títulado al fin: Fuentes heterodoxas sobre la madre de Jesús. Es un título resoetable, que puede servir para algunos lectores, y así lo recibo con gozo, pero indicando que la palabra fuentes heterodoxas no responde en realidad al contenido del libro:

Ni el proto-evangelio de Santiago es heterodoxo para los cristianos, sino un apócrifo muy bien conocido y utilizado por la iglesia en su piedad y en su liturgia desde el siglo III al XX.

Ni es heterodoxo el Corán en sus suras marianas, estudiadas por Y. Monturiol . El Corán no es heterodoxia critiana, sino una inmensa y benemérita tradición religión, con elementos muy cercanos al cristianismo, sobre todo en referencia a María.

Ni son finalmente heterodoxas las fuentes y textos de V. Haya, T. Forcades y D. Pacheco, de los que hablará a continuación…ni las reflexiones y comentarios de Y. Munturiol, que recuperan y presentan con fidelidad las mejores tradiciones marianas del Corán, que no son “cristianas” en sentido estricto, pero mucho menos heterodoxas.

En esa línea, Yaratullah/María Monturiol y sus colaboradores han (hemos) asumido el reto de desvelar aspectos esenciales del “secreto” de María, la Madre de Jesús, desde una perspectiva universal y musulmana.

El cuerpo del libro, con la conclusión (págs. 17-84, 143-158) ha sido escrito por Y. Monturiel, ofreciendo la visión espiritual y teológica más precisa de la Madre de Jesús en los apócrifos marianos (en especial del proto-evangelio de Santiago) y en el Corán. En esa línea, la autora elabora una tesis que armoniza episodios coránicos con las mencionadas fuentes apócrifas. así, por ejemplo, destaca su ubicación desde niña en el Templo de Jerusalem, su honda formación en la sabiduría judaica, y el pacto de alianza que se establece entre cuatro figuras clave: Zakarías, Juan Bautista, María y Jesús.

— Siguen cinco apéndices (págs 85-142).

(1) D. Pacheco SJ (misionero critiano en Japón), María la Sabia en las fuentes japonesas, traduce por primera vez al castellano y sitúa uno de los textos marianos más significativos de la piedad y recreación mariana de los cristianos ocultos del Japón (del siglo XVII al XIX).

(2) Tres apéndices de V. Haya (columnista de RD), traduciendo y comentando en arameo y desde el arameo el Magníficat y el texto de la Anunciación en Lc 1, para ofrecer así una lectura antes inédita de la tradición y piedad mariana en la lengua de Jesús y de María (con los primeros cristianos palestinos y sirios).

(3) Revisión de los dogmas marianos, por Teresa Forcades, teóloga y pensadora política catalana, del Monasterio de San Benet de Montserrat. Su visión ofrece la mejor relectura antropológica (más que feminista) del dogma y de la tradición mariana de la Iglesia.

(4) Finalmente, he tenido el honor de escribir el prólogo del libro, que a continuación presento a los lectores de este blog.

Quiero felicitar a Y. Monturial por haber escrito el grueso de este libro, y por habernos invitado a los colaboradores a ofrecer nuestra visión del tema. Felicito también a (Mandala Ediciones (c/ Treviño, 28003.Madrid) por haberlo publicado de forma tan bella.

Desvelar a María, velarla de nuevo
Islam y Cristianismo (Xabier Pikaza)

Yaratullah (=María) Monturiol ha escrito un libro precioso sobre María, la Madre de Jesús, conforme a la tradición del Corán. Con esta ocasión, respondiendo a su invitación, he querido escribir un prólogo en el que expongo cuatro retos de la mariología (estudio del sentido de la Madre de Jesús) y ofrezco una comparación entre María y Muhammad.

Cuatro retos

Ciertamente, debemos desvelar el rostro de María, para verla en su interior, en su verdad, como mujer y madre privilegiada del profeta mesiánico. Pero, al mismo tiempo, cuanto más la desvelamos más debemos velarla para descubrir su misterio de mujer y de creyente, en la línea que ha puesto de relieve Muhammad. Él no repite lo que dice la Biblia, sino que acentúa rasgos que la tradición cristiana ha dejado después en un segundo plano. Pero su aportación es muy significativa para la historia de la teología y de la vida cristiana, en la línea de los cuatro retos que empezaré señalando.

1. El reto de la Biblia.

Ciertamente, María, la Madre de Jesús, no forma parte del argumento central del Nuevo Testamento, como bien saben las iglesias, pero ella es un tema importante, que ha de ser estudiado con rigor y asumido con honestidad, si queremos conocer la raíz del cristianismo, pues forma parte de la revelación de la Iglesia primitiva, desde Pablo (que la mantiene en gran parte velada, desde Gal 4, 4) y Marcos (que la sitúa en un plano discutid, desde Mc 3, 31-35), hasta Lucas y Juan que recuperan su figura para el conjunto de la vida cristiana.

En esa línea podríamos afirmar que Nuevo Testamento ofrece un testimonio de recuperación de María entendida en sentido personal (ella ha debido descubrir y aceptar el mensaje de su hijo) y eclesial (la iglesia ha debido comprender lo que ella significa en el plano de Dios). En sentido estricto, la forma de entender a María define de algún modo nuestro acceso histórico y teológico al Nuevo Testamento (partiendo, por ejemplo, de Lc 1-2).

2. El reto de la iglesia.

Las diversas iglesias, y en especial la católica, están corriendo el riesgo de perder su herencia mariana y/o de encerrarse en una restauración arqueológica de su origen histórico, sin tener en cuenta su hondura evangélica. No todo se resuelve en la Iglesia con María, pero muchas cosas se pueden plantear mejor si se sitúan rectamente, a la luz de lo que ella significa, volviendo al evangelio, en una labor de conjunto en la que son importantes las diversas perspectivas (voces tradicionales y renovadores, de protestantes y católicos…).

María fue un reto para la primera Iglesia (como he destacado al hablar de la Biblia), y ella sigue siendo un reto para nuestras iglesias en este momento en que es necesario un ecumenismo humano, social y religioso. En esa línea resulta necesaria una recuperación (=recreación) de las figuras femeninas del entorno del Jesús y del principio del cristianismo, entre las que destaca, sin duda, María de Magdala, como muchos están destacando en nuestro tiempo. Pero, a su lado, resulta absolutamente necesaria la recuperación de María de Nazaret, la Madre de Jesús, por lo que ha significado y significa en la tradición cristiana.

3. Reto social.

Muchos hombres y mujeres de nuestro tiempo están poniendo de relieve la importancia del Magníficat o Canto de María (Lc 1, 51-53), por lo que significa e implica de conversión y transformación social, en una línea que viene de los grandes profetas antiguos de Israel (desde Amós e Isaías), hasta el mismo Muhammad, defensor de los pobres. Resulta sorprendente el hecho de que Lucas haya situado en boca de María el canto más intenso de liberación (de inversión) del Nuevo Testamento, vinculando en ella la herencia profética de Israel y la experiencia pascual de los cristianos.

Hasta el momento actual ese canto ha sido un motivo de inspiración espiritual o escatológica, pero quizá no ha “calado” de verdad en la vida y compromiso de una sociedad que se ha llamado cristiana o post-cristiana, pero que no sabe o no quiere saber lo que significa “derriba del trono a los potentados y eleva a los oprimidos, a los pobres los llena de bienes y a los ricos los despide vacíos”. Pienso que ha llegado el momento de tomar en serio este canto de María, no sólo de una forma académica, como puede hacerlo un exegeta, sino de un modo activo, a través del compromiso de las comunidades cristianas (y de otras tradiciones, entre las que destaca el Islam), en un mundo que parece “retroceder” cada vez más en línea de justicia social, mientras avanza en un plano de ciencia, capital y mercado.

4. Reto ecuménico.

Ciertamente, entendida en un sentido superficial, María, la Madre de Jesús ha podido dividir no sólo a los cristianos entre sí (católicos y ortodoxos frente a protestantes), sino al conjunto de los cristianos frente a los fieles de otras religiones, como podría ser el budismo. Pero, en un sentido más profundo, María puede constituir un punto de diálogo y encuentro, entre cristianos e hindúes, musulmanes y judíos, por poner unos ejemplos, por lo que ella ha sido y lo que representa como madre del profeta mesiánico, a quien los cristianos veneran como Madre del mismo Dios encarnado.

No es que todas las religiones digan lo mismo, no que otros creyentes tengan que hacerse cristianos a través de María (¡nada de eso!), sino que todos los creyentes puedan vincularse de algún modo y dialogar en profundidad ante la figura creyente y materna de María. Eso es lo que ha hecho Yaratullah Monturiol, presentando en este libro, con un inmenso respeto, con gran sensibilidad y sabiduría crítica, la aportación del Islam para el conocimiento profundo de María, en línea de espiritualidad y de hondura creyente, y así quiero destacarlo en este prólogo.

Un camino abierto

Los retos citados (bíblico, eclesial, social y ecuménico) marcan el camino de un posible trabajo teórico, pero sobre todo práctico para el conocimiento de María, la Madre de Jesús, y para su aportación en la vida de los cristianos y musulmanes (y en la vida de creyentes de otras religiones). Personalmente, vengo trabajando hace tiempo sobre el tema, al que he dedicado algunos libros y ensayos de especialidad, y en esa línea estoy preparando una Mariología fundamental, que quizá pueda ayudar a conocer mejor a la Madre de Jesús, dentro de la Iglesia y en el conjunto de la sociedad, poniendo de relieve su identidad como mujer y “persona” creyente.

Pero aquí no puedo entrar en esa problemática, ni discutir con más detalle los puntos de convergencia y divergencia en la visión de María entre cristianos y musulmanes, reconociendo y destacando el valor de este libro y de los cuatro retos que acabo de indicar. Yaratullah Monturial sabe que Muhammad amó a Jesús, y que ha insistido en algunos gestos importantes de su vida, cuyos paralelos más cercanos se encuentran en algunos apócrifos judeo-cristianos, como el Evangelio de Santiago, el libro de la Infancia del Salvador o el Evangelio Árabe Mateo (que las iglesias cristianas no han acogido en su canon bíblico.

Pues bien, de un modo especial, Muhammad ha valorado la aportación de María, la Madre de Jesús, recogiendo no sólo tradiciones que aparecen en los libros arriba citados, que la Iglesia católica considera apócrifos, sino también en otras tradiciones que son fundamentales para esa iglesia y que han sido incluidas en los evangelios canónicos de Mateo y de Lucas. Aquí no puedo distinguir unas de otras, sino sólo evocar algunas de ellas, remitiendo al texto de este libro de J. Monturiol para precisarlas mejor:

− Jesús es el hijo de María, elegida por Dios como madre-virgen.

Por eso se le dice “Te ha escogido y purificado. Te ha escogido entre todas las mujeres del universo” (Corán 3, 42). Dios expresa por ella su más honda potencia creadora en línea de vida. En esa línea, el sometimiento de María a la acción del Espíritu de Dios y el nacimiento de Jesús vienen a presentarse como signos de providencia divina, expresión de verdadera fe, de manera que María aparece como auténtica “sometida”, es decir, musulmana (cf. Corán 3, 33-37).

− María Virgen engendró a Jesús,

y lo hizo de un modo que puede compararse al de la tierra primera de la que Dios hizo surgir a Adán. Así se expresa la acción de Dios (realizada por Gabriel, gran ángel) y la obediencia sumisa de María, que acoge la Palabra de Dios, siendo verdadera musulmana (como Muhammad, que recibió el Corán por medio del mismo Gabriel). En esa línea, la concepción y nacimiento virginal deberían haber servido de prueba para los judíos, pero ellos no creyeron, ni aceptaron el signo divino del nacimiento de Jesús (Corán 3, 42-48; 19, 16-26).

− Jesús-niño defendió la virginidad de su madre,

proclamando la grandeza de Dios, y actuó después como su enviado, realizando milagros y anunciando el evangelio para los judíos. El Corán ha dado mucha importancia al Jesús niño, a quien presenta como portador de un mensaje de Dios, de manera que él conoce los misterios sin necesidad de aprender como hacen otros, y en esa línea realiza milagros antes de haber madurado en edad, haciéndose mayor, y actuando de esa forma como signo de Dios para los judíos, que tampoco le creyeron (Corán 3, 49-53; 19, 27-36).

− Jesús-adulto ha sido realizador de milagros y profeta del evangelio

para los judíos: curó a ciegos y leprosos, resucitó a muertos, ofreció pan a los hambrientos etc., pero lo hizo siempre como enviado de Dios y profeta, sin presentarse nunca como Dios en persona (en la línea en que parecen entenderle después los cristianos, a partir de los concilios del siglo IV d. C.). En sentido radical, el único que actúa de verdad y realiza su obra es Dios, pero lo hace por medio Jesús, con milagros para convertir a los judíos (cf. 5, 110-111). Pero los judíos no se convirtieron, sino que quisieron matarle. Este Jesús rechazado aparece así como paradigma para Muhammad, también rechazado por los judíos de Medina. Pero: Muhammad triunfó, instaurando la comunidad de sometidos; Jesús, en cambio, fue crucificado.

En ese fondo ha de entenderse a Jesús, el Hijo de María, a quien Muhammad llama Siervo de Dios (Abd Allâh: Corán 5, 72; 19, 30). Ciertamente, Muhammad le llama también Nabî, profeta, y Rasûl, enviado de Allâh (cf. Corán 4, 171; 19, 30), y puede presentarle incluso como un Espíritu y Palabra (Rûh y Kalima) que vienen de Dios (cf. 3, 45; 5, 171). Pero no le ha separado de Dios, ni le ha divinizado, sino que le sigue presentando siempre como el Hijo de María, aquella mujer a la que Dios había escogido para revelar por medio de ella su Palabra, haciéndola así madre virginal del profeta Jesús.

En esa línea, la “virginidad” de María resulta muy importante para los musulmanes, que la interpretan como signo de la acción creadora y reveladora que Dios realiza a través de ella. Para algunos cristianos actuales, los aspectos más “milagrosos” de la concepción, nacimiento e infancia de Jesús tal como han sido recogidos por una tradición antigua, y testificados al menos externamente por el Corán, resultan secundarios, en sentido literal. De todas formas, esos milagros sirven para confesar simbólicamente el origen divino de Jesús, un origen que, en otro sentido, podría aplicarse a todos los creyentes que, según el evangelio de Juan (cf. Jn 1, 13), nacen espiritualmente de Dios.

Pienso que, en esa línea, se puede y debe poner de relieve la profunda conexión que existe entre María Virgen (por medio de la cual Dios hizo nacer a Jesús) y el profeta Muhammad (por medio del cual Dios reveló su Corán, es decir, su palabra eterna). Pero hay también, en el fondo, dos grandes diferencias. (a) Por medio del “Espíritu” divino, María ha sido la Madre virginal de un profeta mesiánico, a quien al fin los judías no creyeron, y a quien los cristianos después han divinizado de una forma que el Corán y la tradición musulmana no han aceptado (o quizá no han entendido, en una línea tradicional). (b) Por el contrario, por medio del mismo Espíritu divino (que se expresa de algún modo a través del ángel Gabriel), el mismo dios ha revelado a los hombres su Corán Eterno, como principio de salvación definitiva.

Sobre esa base, debemos añadir que los musulmanes no han divinizado nunca a Muhammad, como los cristianos no han divinizado a María, la Madre de Jesús, con la que Muhammad puede y debe compararse, al menos en un sentido extenso. Por el contrario, ellos han “divinizado” en un sentido amplio (no personal) al Corán, como Palabra de Dios, en una línea que puede compararse a la que divinización de Jesús po los cristianos. Con esto se plantea el tema clave de la relación (semejanza y diferencia) entre musulmanes y cristianos, y este libro de Yaratullah Monturiol, que recibo con admiración y gozo, nos sitúa en el lugar en el que puede y debe situarse mejor esa semejanza y diferencia entre las dos tradiciones religiosas.

En resumen, este libro nos ayuda a desvelar a María, la madre de Jesús, desde la perspectiva del Corán, y lo hace con inteligencia y respeto, con profundidad y veneración, en la línea de la mejor tradición musulmana, y de una tradición antigua de la iglesia, cosa que le agradezco pues me servirá pará precisar algunos rasgos de mi Mariología. Pero, al mismo tiempo, al desvelar así a María ella la “vela” en sentido aún más profundo, como hacen los verdaderos escritos religiosos, cristianos o musulmanes.
María aparece así como la desvelada, en el sentido de conocida, conforme a su misión, al servicio de la Palabra de Dios, que para los cristianos es Jesús, siendo, al mismo tiempo, la mujer velada por el mismo Dios, aquella que ha concebido por el Espíritu Santo, según los evangelios cristianos y en el Corán de Muhammad.

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