Dios quiere estar con nosotros.
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
01. DIOS QUIERE ESTAR CON NOSOTROS: ANUNCIACIÓN.
Lo de Dios es un diálogo de amor con los seres humanos. Dios quiere convivir con nosotros. Los paseos con Adán y Eva en el paraíso, la marcha con su pueblo por el desierto, la presencia de su Palabra entre nosotros: el Verbo se hizo uno de nosotros, (Jn 1,14) no son otra cosa que Dios está siempre con su gente, con su pueblo, con la humanidad.
Ahora bien, la cuestión de fondo y difícil es cómo Dios, la Palabra de Dios, se hace presente entre nosotros, en nuestra historia.
02. MANIFESTACIONES Y PRESENCIAS DE DIOS EN EL AT (Y EN OTRAS CULTURAS Y PUEBLOS).
Las presencias de Dios en el AT son descritas siempre de modo simbólico, poético. No es que ocurrieran como nos narran los textos, pero lo decisivo es que Dios está siempre con nosotros:
o Dios pasea con Adán y Eva en el paraíso terrenal.
o Aunque un poco lejano, Dios se muestra a Moisés en la zarza ardiendo (Ex 3).
o Isaías evoca el Éxodo y dice: Dios se han montado en una nube y llega a Egipto (Is 19,1).
o Dios no estaba ni en el viento, ni en el terremoto, ni en el fuego, sino en la suave brisa, (1Re 19,11-13).
o Una nube fue la que cubría la Transfiguración en el monte Tabor, así como también una nube les ocultó a JesuCristo en la Ascensión.
Pero, dice el mismo evangelio que a Dios nadie le ha visto nunca jamás, (Jn 1,18), ¿cómo podrá hacerse presente en nuestra historia?
03. ANUNCIACIÓN.
El Evangelio de hoy nos anuncia la cercana presencia de Dios en medio de nosotros, que eso significa Emmanuel: Dios con nosotros.
Pero el anuncio de Gabriel es un anuncio imposible.
Se anuncian dos vidas y las dos de modo absurdo: Juan Bautista hijo de unos ancianos (Zacarías e Isabel) y Jesús, hijo de una virgen.
Acerquémonos estos textos con un poco de delicadeza, otro poco de poesía y sobre todo, fe. Mejor que dejemos de lado curiosidades morbosas.
Quien lea estas cosas desde la biología, no entenderá nada y puede terminar siendo escéptico o fanático.
Humanamente la procreación de la vida humana es imposible en la ancianidad y en la virginidad.
La acogida de María en la Anunciación significa que, quien de ella nacerá, es puro don, regalo, gracia.
Jesús es la Palabra de Dios, no del hombre, no de la humanidad. María acepta a Dios en su vida, acepta la Palabra de Dios.
Los hijos son expresión de sus padres. Jesús es expresión del Padre, de Dios Padre. Jesús no dice, no expresa la línea de José, de la estirpe de David, del mundo judío, etc. Jesús es la expresión, la Palabra (el Logos) del Padre, por eso es hijo de Dios.
María es como figura de todo creyente y de la humanidad que acoge en sí la Palabra.
04. ¿CÓMO SERÁ ESTO, PUES NO CONOZCO A VARÓN?
Si -en el lenguaje bíblico- María hubiese conocido a varón, quien habría nacido de María, no sería Palabra de Dios, hijo de Dios.
María es madre de Dios, por ello el hombre (masculino) queda relegado y cobra protagonismo el Espíritu de Dios: el mismo Espíritu creador de vida en la noche del Génesis. El mismo espíritu libertador de la noche de Egipto. Creemos en el Espíritu señor y dador de vida.
05. ALÉGRATE, NO TEMAS QUE EL SEÑOR ESTÁ CONTIGO.
En las turbulencias de la vida, en las “noches oscuras”, cuando todo está perdido, cuando no vemos salida: no temamos, vivamos en serenidad. El Señor está siempre con nosotros.
o El Eterno se ha hecho tiempo-historia.
o El Lejano se ha acercado a nosotros: Emmanuel.
o El Inmenso se ha hecho pequeño. San Anselmo (1033-1109) decía que Dios es aquel que mayor, no puede ser pensado. En el caso de Jesús podríamos dar la vuelta al argumento y decir que Dios es aquel que menor, no puede ser pensado.
Puesto que el hombre no puede hacerse Dios, Dios ha decidido hacerse hombre.
No temas, alégrate. No temas en la vida, aunque no la entendamos, aunque suframos las injusticias, aunque nos golpee el poder político, eclesiástico, económico. Vive en paz, sereno. La Palabra, la verdad no están en el poder, sino en la sencillez y en la debilidad.
06. ANUNCIACIÓN EN NUESTRO MUNDO.
Esta Palabra y esta vida que nos anuncia el Evangelio de hoy, no parece estar presente ni en nosotros mismos, ni en las metas de nuestra cultura y sociedad, ni en los criterios y medios que empleamos. La vida no está en el estilo y ni en el espíritu de la guerra, ni del poder, ni de la corrupción, ni en la patria, ni en la potestad del Templo, ni en el superlujo y la supermiseria…
El Espíritu que cubra la tierra y la humanidad habrá de ser otro para que brote la vida. El mismo Espíritu que descendió sobre María, habrá de cubrir la faz de la tierra para que brote la vida.
07. APERTURA A LA PALABRA.
Toda palabra para ser acogida ha de ser escuchada. Hay quien oye, pero no escucha. La mera audición se produce por un órgano físico auditivo. La escucha es una actitud personal.
María acogió en sí la Palabra de Dios como la tierra acoge la semilla de trigo. La cuestión de María no es un asunto meramente fisiológico, sino de fe. María cree y ama la vida y en ella brota la vida.
Quizás nuestro problema no sea tanto religioso cuanto de apertura a la palabra, a toda palabra que se pronuncia en la historia.
No cerremos caminos, búsquedas, horizontes ni en el ámbito cultural, teológico, bíblico-exegético, escolar, universitario y, mucho menos cerremos caminos y búsquedas en la Iglesia.
(A la jerarquía eclesiástica, muchas búsquedas le parecen perniciosas, absurdas y heterodoxas, ¿por eso en algunas iglesias y movimientos religiosos hay más fósiles que vida?).
Los caminos que buscó Dios para acercarse a nosotros fueron absurdos: la ancianidad de Isabel y la sencillez de María.
K Rahner termina su obra: “Oyente de la Palabra” con esta idea: el ser humano es aquel que ha de prestar oído, escuchar toda Palabra que se pronuncie en la historia, también una posible palabra de Dios.
Somos “oyentes de la Palabra” que hoy se nos anuncia también a nosotros.
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