Del blog de Xabier Pikaza:
Dom 33, Mt 25, 14-30.Esta durísima y y bellísima parábola(continuación y concreción de la anterior: Mt 25, 1-13), que Mateo ha tomado del Q (cf. Lc 19, 12-27), ha inquietado a generaciones de creyentes.
Ésta es una de las cuatro que J. P. Meier (Judío marginal V)considera auténtica de Jesús (con el grano de mostaza, la gran cena y los viñadores homicidas) y que, según eso, nos permite llegar a su mensaje originario.
He tratado de ella veces veces, en diversas perspectiva, en este mismo blog, y lo hago de nuevo, retomando y adaptando el texto de mi Comentario de Mateo, desde la perspectiva del día mundial de los pobres, hoy 19.11.17, sabiendo que es importante producir, pero producir humanamente, en la línea de Dios, al servicio del Reino, para compartir con gozo aquello que producimos
— Parece que algunos sólo quieren producir y producir… con los talentos más externos de la vida, multiplicados por mil a través de un tipo de revolución industrial. Pues bien, en general, esos no producen para crecer humanamente y compartir, sino para tener y más tener, y dominar sobre los otros, queriendo asegurar su vida en el capital.
— En contra de eso, lo que importa es producir para ser mejores y mejorar la vida de los otros (de todos), y la misma tierra, esto es, ganar de un modo humano, no para el dueño egoísta y malvado de la parábola, sino al servicio de la humanidad, del bien universal, y en especial de los pobres.
En esa línea, quizá más que de producir y de ganar se podría hablar de ser y darse, de una forma humana, sin agobio material, pero sin miedo y sin holgazanería, para así mejorar la vida de todos, en gratuidad, en confianza, no por ley, sino por gracia, sabiendo que al fin el Reino de Dios (y la vida entera) es un don.
Así quiero entender ahora este pasaje originario de Jesús, como parábola personal y social, dirigida a todos, pero en especial a los más ricos, con dos exigencias fundamentales:
a) Importa producir, pero sobre todo hacerlo en gratuidad para servicio universal: Que los hambrientos coman y los extranjeros encuentren patria (en la línea del texto siguiente de Mt 25, 31-46).
b) Hay que producir en forma de transformación personal, con los recursos de la más honda sabiduría, sabiendo que la “ganancia mayor” no es de tipo solamente material sino de oración, de madurez interior, educación, de acompañamiento mutuo, de acogida, de cuidado de los pobres y extranjeros, sin enterrar los talentos, de manera que la humanidad sea un lugar de gozo y concordia para todos.
c) Se trata de saber, en esa línea, que al fin los pobres son los que más pueden producir, los que más aportan, según todo el evangelio, reinterpretando la imagen 2, pero en forma humana, a fin de que los dos, pobre y rico se den de comer y compartan la vida, y al fin se abracen, cada uno como es (hombre o mujer, judío o gentil), sin oprimir nadie a nadie.
En esa línea, los más grandes productores de humanidad son orantes, los contemplativos, aquellos que convierten toda su vida en don ante Dios, para los otros, en la línea del amor que canta el Cantar de los Cantares de la Biblia o el Cántico Espiritual de Juan de la Cruz.
Se trata, pues, de entender la parábola desde todo el evangelio, como texto provocativo que Jesús dirige históricamente, en especial, a los más ricos, texto y proclama de juicio contra una humanidad que ha aprendido a producir con sus talentos malos más talentos, pero no a producir bien (en línea humana), ni a servicio de todos….
Ésta no es, en principio, una parábola para pordioseros y excluidos, sino para los ricos herodianos y su gente (terratenientes, sacerdotes) condenados a producir para un amo malo… Pero ella puede servir también en otro plano, para los mismos pobres, a quienes Jesús anima para que pongan sus talentos al servicio del Reino, invirtiendo así la dinámica exterior de la misma parábola, desde su camino de entrega personal, a favor de todos.
Buen domingo a todos, buena eucaristía el día de los pobres.
Una parábola inquietante
Tanto la versión de Lucas como la de Mateo hablan de un préstamo inmenso de dinero, que un hombre rico confía a sus criados (esclavos) mientras tiene que “alejarse” para resolver unos asuntos. Lucas habla de minas, que son unidades de peso y moneda que equivalen, más o menos, a un kilo de oro o de plata, de manera que la cuantía del dinero que el “hombre” presta a sus siervos es grande, pero no impensable. Por el contrario, Mateo habla de talentos, una cantidad inmensa, casi imposible para un hombre o mujer particular.
Esta es una parábola inquietante que, como verá el lector, puede interpretarse en varios registros, con tonos diversos. Es una parábola que muchas veces se ha sacado de contexto, interpretándose en forma sólo espiritualista (haciendo temblar a los más devotos) y otras veces en forma triunfalista, para sellar y justificar así una forma injusta de ganar dinero, sin escrúpulos, sin tener en cuenta a los pobres.
Pero es, al mismo tiempo, una parábola inmensamente gozosa,pues quiere que pongamos nuestra vida (cada uno su talento humano más que monetario, pero también monetario) al servicio del Reino de Dios, es decir, de todos. Quiero interpretarla en forma exegética… pero teniendo en cuenta que este día (19.11.17) se celebra en la Iglesia católica la “Jornada mundial de (a favor de) los pobres. En ese sentido quiero desarrollar cuatro afirmaciones principales:
1. Hombres y pueblos (estados, empresas, multinacionales…) no somos dueños de la riqueza y el dinero, sino administradores, al servicio de todos (en especial, en este caso, de los más pobres).
2. La cantidad de dinero o riqueza que se gana no se mide un modo puramente material, sino que ha de verse en sentido integral: Se debe trabajar y “ganar” al servicio del reino de Dios, es decir, del bien de todos, y no del egoísmo particular de un reyezuelo de turno.
3. La responsabilidad no es igual para todos… sino que es mayor para los que tienen (han recibido, a veces “robado”) más. Se trata de una responsabilidad social y personal
4. En este contexto, la humanidad se está jugando su propio futuro… Una humanidad que no “gana” (no produce) al servicio de los pobres, de la necesidad de todos, del bien de la tierra entera está corriendo el riesgo de destruirse a sí misma.
Buen domingo a todos, buena lectura de la parábola.
Tema de dinero, tema de humanidad
El talento era la máxima unidad monetaria de oriente, cuyo peso y valor cambió según los tiempos y las circunstancias, variando entre 30 y 60 kilos de oro (o de plata, según los casos), tanto en Grecia como en Palestina. La economía de los pequeños reinos tributarios de Roma se medía en talentos de impuestos y renta. Así a la muerte de Herodes el Grande (4. aC), la renta anual del reino de Judea (bajo Arquelao) era de 600 talentos y la de Antipas (Galilea) de 200.
La parábola trata, por tanto, de un hombre rico que marcha de viaje y deja a sus esclavos su tesoro (unas minas o talentos de oro), para que lo administren. En el fondo parece que ese hombre puede ser uno de los miembros de la familia de Herodes, que iban con frecuencia a Roma, para negociar la adquisición de reinos y/o de principados, teniendo que encargar la administración de sus bienes a funcionarios más o menos inteligentes (y en general poco escrupulosos). En contra de lo que a veces se ha pensado, en un primer momento, el hombre-rico (rey) de esta parábola no es Dios, sobre todo en la versión de Lucas, más cercana al original, donde él aparece como tirano sangriento.
Mateo ha dulcificado el tema, pero tampoco su hombre rico es el Dios del Sermón de la Montaña, aunque su acción y figura pueden emplearse para evocar el juicio (como el Novio de la parábola anterior, 24, 1-13, que tampoco era Cristo, ni Dios como tal, pero nos ayudaba a entender la figura y acción del Cristo Esposo). Mateo ha situado esta nueva parábola al final de la vida pública de Jesús para reelaborar, desde ella, el sentido del juicio, partiendo de la conducta de tres siervos/esclavos (en la línea de 24, 45), que le sirven para poner de relieve las respuestas de los hombres. También en este caso resulta importante el motivo del “retraso”, es decir, del largo tiempo de espera y preparación, como 24, 48 y en 25, 5:
Texto
25 14 Porque es como un hombre que, yendo de viaje, llamó a sus esclavos y los dejó encargados de sus bienes: 15 y a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno; a cada cual según su capacidad; luego se marchó. En seguida, 16 el que recibió cinco talentos fue a negociar con ellos y ganó otros cinco. 17 El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. 18 En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
19 Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos esclavos y se puso a ajustar las cuentas con ellos. 20 Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco. 21 Su señor le dijo: Muy bien. Eres un esclavo fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo de mucho; pasa al banquete de tu señor. 22 Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos. 23 Su señor le dijo: Muy bien. Eres un esclavo fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entre en la alegría de tu señor.
24 Vino, en fin, el que había recibido un talento y dijo: Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; 25 tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo. 26 El señor le respondió: Eres un esclavo negligente y holgazán. ¿Conque sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? 27 Por eso te convenía haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. 28 Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. 29 Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. 30 Y a ese esclavo inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes .
1. Interpretación.
Ésta es una parábola, no un texto de doctrina sobre la responsabilidad humana, un relato simbólico para pensar y comprometerse, aceptando y cultivando la vida como un “don” que debemos recibir agradecidos, a fin de que produzca fruto, sin miedo al riesgo necesario, asumiendo así la tarea de nuestra libertad responsable. Como he dicho, el dueño no es Dios (como lo muestra su actuación final, cuando castiga duramente al holgazán), pero hay algo de Dios en el relato, que así aparece como espejo de la vida, tiempo de tarea, desde el Poder más alto a quien descubrimos no sólo como esposo (parábola anterior), sino como señor que nos ha confiado una tarea.
‒ Parábola justa.
Conforme al conjunto de Mateo, la vida es un don que no puede compararse con el manejo de dinero. Por eso, tomada en sí misma, esta parábola de administradores monetarios, con la exigencia de producir grandes beneficios, parece ir en contra (¡va en contra!) del mensaje que Jesús dirige a los pobres, un mensaje de vida amorosa, de puro regalo. Ciertamente, la vida es don, no comercio, pero hay en ella un elemento que también puede compararse al comercio, entendido como intercambio y producción de bienes. Se nos ha dado todo aquello que tenemos, de forma que somos una especie de “inversión” de Dios, que se arriesga al crearnos, y así quiere que produzcamos buenos frutos (cf. 3, 8; 7, 16-20; 13, 8. 23-26; 21, 34-43). Leer más…
Biblia, Espiritualidad
Ciclo A, Dios, Espiritualidad, Evangelio, Jesús, Tiempo Ordinario
Comentarios recientes