Los derechos LGTB, punto de discordia en las negociaciones de Gobierno entre democristianos, liberales y verdes en Alemania
Pero los “malos” eran los socialistas según algunos medios LGTB…
Las elecciones generales celebradas el pasado mes de septiembre en Alemania marcaron el comienzo de los contactos para formar un nuevo Gobierno, que será el cuarto encabezado por Angela Merkel. La negativa de los socialdemócratas del SPD a participar en una nueva gran coalición y la fragmentación en el Bundestag dejan, en la práctica, una sola opción viable: un acuerdo a tres bandas entre los democristianos de la CDU/CSU, los liberales del FDP y Los Verdes. Las negociaciones para intentar alcanzar este pacto “a la jamaicana” (llamado así por los colores de su bandera) acaban de arrancar, pero ya se han encontrado con escollos en el ámbito LGTB, entre otros.
El resultado de las elecciones del pasado 24 de septiembre fue demoledor para los dos principales partidos alemanes, que habían gobernado juntos desde 2013 (antes lo habían hecho entre 2005 y 2009). La CDU/CSU de Merkel perdía más de ocho puntos, aunque mantenían la primera posición por la caída de los socialdemócratas, que se dejaban cinco. Por primera vez en décadas, irrumpía un partido de extrema derecha en el Bundestag: Alternativa para Alemania (AfD) se hizo con el tercer puesto con un 12,6 % de los votos.
La negativa de Merkel a negociar con la extrema derecha dejaba en principio dos alternativas viables: una reedición de la gran coalición, que colocaría a AfD de facto como líder de la oposición, o un acuerdo tipo “Jamaica” entre democristianos, liberales y verdes. Esta combinación (que ya gobierna, por ejemplo, el estado de Schleswig-Holstein) es la que se está negociando desde el pasado mes de octubre, después de que los socialdemócratas descartaran volver a pactar con la CDU/CSU.
La consecución de un pacto entre tres partidos con planteamientos tan divergentes en muchos temas será muy complicada, como ya se está constatando al poco de comenzar las conversaciones. Uno de los puntos donde hay fricciones, como ya ocurriera hace cuatro años, es la política LGTB. Mientras que FDP y Verdes, con distinta intensidad, son favorables a la igualdad, los sectores más conservadores de la CDU y de la CSU batallan por limitar el alcance de los avances en este ámbito.
Concretamente, la Federación de Gais y Lesbianas de Alemania (LSVD) presentó el pasado 19 de octubre, coincidiendo con el inicio oficial de las negociaciones, sus seis demandas en materia LGTB a los partidos del futuro Gobierno:
- Un plan nacional de lucha contra la LGTBfobia.
- La reforma de la Constitución para incluir la orientación sexual y la identidad de género en el artículo que prohíbe la discriminación.
- La reforma de la ley de identidad de género.
- El reconocimiento legal y la protección de los hijos de familias homoparentales.
- Una política de refugiados e integración inclusiva con las personas LGTB.
- Un posicionamiento creíble por la despenalización y la aceptación de la realidad LGTB a nivel global.
Los equipos negociadores, por el momento, solo han accedido a hablar sobre los tres primeros puntos. Los democristianos no consideran necesarias reformas para el reconocimiento de las nuevas realidades familiares. Probablemente teman la reacción vociferante de AfD, que ha hecho alarde de su LGTBfobia con este asunto. Tampoco la situación de los refugiados LGTB está sobre la mesa por ahora. En este punto, la CDU/CSU y el FDP coinciden en calificar a los países del Magreb como “seguros“. En cuanto a la lucha contra la discriminación, las tres formaciones no han acordado aún ninguna medida y solo han consensuado una declaración de principios: “Vivimos en una sociedad diversa, en la que la discriminación de cualquier tipo (entre otros, LGTBI) no debe tener cabida”.
El panorama, por tanto, no se presenta especialmente alentador para los derechos LGTB. Aunque todavía quedan previsiblemente varias semanas de negociaciones, un resultado decepcionante marcaría probablemente toda la legislatura, puesto que la experiencia muestra que las mayorías parlamentarias tienen menos peso que los pactos de Gobierno. Basta recordar que la igualdad matrimonial solo se logró in extremis, a pesar del predominio de las fuerzas favorables a la misma. Aunque el nuevo Bundestag conserva en teoría una mayoría pro-LGTB, alcanzar un acuerdo de coalición satisfactorio en esta materia será crucial.
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